Page 128 - La Rebelión de Túpac Amaru II - 4
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Volumen  4
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                    A Verdejo, Castelo, al zambo y á Bastidas, se les ahorcó llanamente: á
            Francisco Tupac-Amaro, tio del insurgente, y á su hijo Hipólito se les cortó la
            lengua antes de arrojarlos de la escalera de la horca: y á la india Condemaita
            se le dió garrote en un tabladillo, que estaba dispuesto con un torno de fierro
            que á este fin se habia hecho, y que jamas habiamos visto por acá: habiendo
            el indio y su muger visto con sus ojos ejecutar estos suplicios hasta en su hijo
            Hipólito, que fué el último que subió á la horca. Luego subió la india Micaela
            al tablado, donde asimismo, á presencia del marido, se le cortó la lengua, y se
            le dió garrote, en que padeció infinito, porque teniendo el pescuezo muy del-
            gado, no podia el torno ahogarla, y fué menester que los verdugos, echándole
            lazos al pescuezo, tirando de una y otra parte, y dándole patadas en el estóma-
            go y pechos, la acabasen de matar. Cerró la funcion el rebelde José Gabriel, á
            quien se le sacó á media plaza: allí le cortó la lengua el verdugo, y despojado de
            los grillos y esposas, lo pusieron en el suelo: atáronle á las manos y pies cuatro
            lazos, y asidos estos á la cincha de cuatro caballos, tiraban cuatro mestizos á
            cuatro distintas partes:- espectáculo que jamas se habia visto en esta ciudad.
            No sé si porque los caballos no fuesen muy fuertes, ó porque el indio en reali-
            dad fuese de fierro, no pudieron absolutamente dividirlo, despues que por un
            largo rato lo estuvieron tironeando, de modo que lo tenian en el aire, en un
            estado que parecia una araña. Tanto que el Visitador, movido de compasion,
            porque no padeciese mas aquel infeliz, despachó de la Compañía2 una órden,
            mandando le cortase el verdugo la cabeza, como se ejecutó. Despues se con-
            dujo el cuerpo debajo de la horca, donde se le sacaron los brazos y pies. Esto
            mismo se ejecutó con las mugeres, y á los demas se le sacaron las cabezas para
            dirigirlas á diversos pueblos.
                    Los cuerpos del indio y su muger se llevaron á Picchu, donde estaba
            formada una hoguera, en la que fueron arrojados y reducidos á cenizas, las
            que se arrojaron al aire, y al riachuelo que por allí corre. De este modo acaba-
            ron José Gabriel Tupac-Amaro y Micaela Bastidas, cuya soberbia y arrogancia
            llegó á tanto, que se nominaron reyes del Perú, Chile, Quito, Tucuman, y otras
            partes, hasta incluir el Gran Paitití, con otras locuras á este tono.
                    Este dia concurrió un crecido número de gente, pero nadie gritó, ni
            levantó una voz: muchos hicieron reparo, y yo entre ellos, de que entre tanto
            concurso no se veian indios, á lo menos en el trage mismo que ellos usan, y si
            hubo algunos, estarian disfrazados con capas ó ponchos. Suceden algunas co-
            sas que parecen que el diablo las trama y dispone, para confirmar á estos indios



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