Page 882 - La Revelión de Tupac Amaru II - Vol. III
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Volumen  3
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            en el paraje donde tuvimos el Combate, quien en el pueblo de Acora se habia
            hecho recibir por el Cura Dn. Manuel Castro (el que forzadamente hicieron
            quedar los Yndios a nuestra retirada) bajo de Palio, animaba a los traydores
            con su exemplo y se defendieron con el espiritu que se vio. Y tomando en esta
            noche las precauciones necesarias para no ser sorprendidos, nos amanecio el
            2 en cuyo dia se aproximaron los rebeldes mucho mas a la Ciudad; y haviendo
            visto se podia lograr algun tiro de Pedrero por la union que habian guardado
            el dia antes, se determino atacarlos llevando el Pedrero, y haviendolos encon-
            trado en un Cerro muy proximo a la Ciudad, y a orillas del Camino Real, y
            en el Cerro de Ataja donde se tenia apostados a los Yndios amigos de Chu-
            cuyto con sus Caciques, se trabó por las dos partes una muy fuerte batalla:
            y flaqueando los nuestros en el dicho Cerro de Ataja (de los que murieron
            algunos), pidieron aquellos Caciques auxilio de algunos fusileros, los que se
            remitieron de orden del Coronel Dn. Nicolas de Mendiolaza (quien habia ve-
            nido con el auxilio de Puno a Acora, y se habia quedado) al Comandante Dn.
            Celedonio Bermejo.
                    Haviendo pasado una Partida de Cavalleria a la otra del terreno que
            ocupaban los Rebeldes, para que esta no fuese cortada, se hizo frente al Ene-
            migo con una descarga del Pedrero, que no se logro ningun efecto; lo qual vis-
            to por los Enemigos se precipitaron con tal furor sobre él para cogerlo atemo-
            rizando a toda la tropa, que se puso en la mayor consternacion y precipitada
            fuga hasta dentro de la misma Ciudad, siendo perseguida por los Enemigos
            hasta el mismo Canto de ella, sin que hubiese forma de hacerles frente por mas
            que lo mandaron el Coronel Mendiolaza, y el Comandante Bermejo, quienes
            estuvieron varias veces mezclados con los Enemigos para poder librar algunos
            infelices que estaban a pie; y dexando sacrificado a la barbaridad de los Rebel-
            des al Pedrero, y algunos Soldados, quedaron los Enemigos tan insolentes, y
            nuestros Soldados tan cobardes que muchos de ellos no pararon hasta la Villa
            de Puno, y entre ellos algunos Oficiales, dejando al resto de la tropa sacrificada
            y aquartelada con los Vecinos en el Sementerio de la Iglesia Mayor, en cuya
            noche incendiaron los rebeldes varias Casas del Canto de la misma Ciudad
            por la parte de Santa Bárbara, apoderándose del Camino de Puno, para que
            nadie pudiese escapar.
                    Estando los Enemigos toda la noche en continua griteria a usanza de
            ellos, para atemorizarlos con dobles Patrullas y Centinelas a todas las bocas
            Calles, se pidió auxilio por la Laguna al Corregidor de Puno, por estar el cami-



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