Page 637 - La Revelión de Tupac Amaru II - Vol. III
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Nueva Colección Documental de la Independencia del Perú
             La rebelión de Túpac Amaru II
            Sabaya, en donde se venera el devoto Santuario de Nuestra Señora de la Purifi-
            cacion, habiéndoles hecho antes prestar obediencia, y vasallage con juramento
            á Tupac Amaro, que dicen otorgaron y firmaron de miedo, y por conservar
            la vida para mejor ocasion. Pasó este tumulto á buscar á D. Teodoro Ugalde,
            familiar del dicho Corregidor, á quien degollaron, dirigiendo su furia infernal
            á la casa del Contador de estas reales cajas, D. Juan Manuel de Guemes y Hues-
            les: y habiéndola forzado, lo ataron de pies y manos, lo llevaron á la cárcel, y
            sobre el cepo lo degollaron, prohibiendo cuidase ninguno del cadáver, que en
            aquella noche comieron en parte los perros. Todas estas inicuas y violentas
            muertes se han egecutado sin permitirseles á estos infelices ni aun el recurso
            de la confesion sacramental. Luego que tuve noticia del asesinato hecho en el
            Corregidor, para asegurar en parte vuestra real hacienda, pasé á la casa del
            Contador con testigos, y de ella á la de aquél, á la que se pusieron sellos y
            llaves duplicadas, tomando cada uno de nosotros la que le correspondia, para
            proceder al inventario que no pudo hacerse desde el siguiente dia, porque no
            habia testigos españoles con quienes actuar, por la ausencia que habian hecho
            á las fiestas.

                    Incontinenti que concluyeron con los dos homicidios de Ugalde y el
            contador Guemes, me envió recado el dicho indio capitan, con dos de los ci-
            tados españoles, que lo fueron D. José y D. Juan Manzano, que me llegase á
            la casa del corregidor, que así importaba. Entonces salí de la mia, y reconocí
            la sublevacion y junta de pueblos; solicitaron que se abriese la casa del corre-
            gidor. Con prudentes razones me opuse á su sinrazon: persuadíles pidiese el
            comun las llaves del difunto Contador que tenia su viuda, y las entregasen á su
            satisfaccion, que con las que estaban en mi poder, y guardia que mandaria po-
            ner á aquellas viviendas, hasta que viniese juez competente, estarían seguros
            aquellos bienes. Al cuarto del difunto D. Teadoro Ugalde tambien se pusieron
            dos llaves, de las que tomé una, y otra se dió al común. De allí me llevaron á la
            casa del Contador, y sacándose de ella aquellos bienes conocidos de su esposa,
            se hizo la misma diligencia de embargo y duplicacion de llaves, reservándose
            una y entregándoles otra.

                    Quiso el citado capitan con esfuerzo, y aun el comun con violencia,
            que se abriese la real caja para saber lo que en ella habia existente. A costa de
            mi vida me opuse con el mayor ardor, porque visto por la turba el dinero no
            les picase la codicia del pillage: logré el fruto de mis persuasiones, unas veces



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