Page 28 - La Revelión de Tupac Amaru II - Vol. III
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Volumen  3
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                    Armados los Indios y Mestizos de su faccion conforme iban llegando
            en virtud de las Combocatorias remitidas, hizo levantar una horca en la Plaza
            del Pueblo, y pronunció sentencia de este ultimo suplicio contra el Corregidor
            su Compadre. Yntimada ésta, mandale decir al Cura Dr. Dn. Antonio Lopez,
            que actualmente se hallaba en el Pueblo principal a media legua de alli, vinie-
            se a confesar un moribundo. Caminó y hallo que el que debia confesar era el
            enunciado Corregidor. Preguntole porque se le trataba de aquel modo? y le
            respondió que el Cacique Tupac Amaru pensaba quitarle la vida. Reconve-
            nido este del intento, le dixo al Cura que tenia orden del Sr. Visitador General
            autorizado de la Real Audiencia de Lima, que havia 26 dias que lo tenia, y que
            recelaba le fuese ya muy culpable mayor demora: que por otra parte él tenia
            mucha seguridad para proceder asi. Asistió pues el Cura al infeliz Corregidor,
            confesolo, ministrole el Viatico y lo esforzó en los seis dias de termino que le dió.
                    En la mañana del Viernes 10 de dicho mes de Noviembre mandó Tu-
            pac Amaru que de toda la gente de su Provincia que ya estaba alli congregada
            se formasen tres cordones o columnas dos de Españoles y Mestizos armados
            de fusiles, sables, y palos, y uno de Yndios con hondas. Por medio de todos
            sacó al Corregidor con su vestido militar, quitole el uniforme haciendo la ce-
            remonia de degradacion con aquellas circunstancias que habia comprendido
            y visto en otras ocasiones hasta dexarlo en camisa. Pusole inmediatamente
            una mortaja blanca que havia mandado hacer con el titulo de la Caridad, y
            despues dio orden de que lo llevasen al suplicio acompañado del Cura y de
            dos Sacerdotes mas con una paciencia y resignacion propia de quien ya soca-
            ba los vestibulos de la eternidad.
                    Puesto el Corregidor en el Patibulo le hizo el tyrano que declarase pu-
            blicamente haver dado merito para que le quitasen la vida de aquel modo.
            Sirvió de verdugo para esta atrocidad su propio esclavo negro del Corregidor,
            y rotos los Cordeles, cayeron ambos en tierra, pero los suspendieron de nuevo
            con un cabresto de reata que se le puso al cuello, y asi se completó la execu-
            cion, a vista y tolerancia de toda su Provincia. No se oyó ni la menor voz que
            turbase la operacion; y lo que mas asombra es, que los mismos Cobradores y
            allegados al Corregidor eran los que (¡o espectaculo el mas orrendo de per-
            fidia!) aceleraban su paso al ignominioso suplicio, y en el mismo cadalzo le
            tiraban los pies para que acabase con mayor violencia.
                    El Cacique a la sazon rodeaba a Cavallo todo el Pueblo y sus entradas;
            y toda la Tropa quedó asombrada de una accion que Reviste toda la crueldad



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