Page 202 - La Revelión de Tupac Amaru II - Vol. III
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Volumen 3
Inicio de la rebelión
Señora Doña Micaela Bastidas.- Mi más apreciada Señora mía.- Recibí
la de Vuestra Merced y enterado del tenor, digo que aquí estamos tan estre-
chados de los de la Banda, que para ser mujer harto he hecho de defenderme
en mi puesto; que Don Marcos (de la Torre) está tan fresco que presume que
yo ando con estrépito.
Y en este supuesto no sé qué hacer; estoy tan desfavorecida para ser
mujer, y con todo eso hice propio a los Altos, lo que he podido, y así vea por
este lugar; también le prevengo a Vuestra Merced que no podrán salir de Acos
ni de Acomayo, porque estamos en peor lugar; y advierto para que elija un
mejor jefe como es a Don Julián Escalante, quien es mozo y más instruido que
Marcos, cuyo padre fué Capitán; y de esta suerte Vuestra Merced mande por
auto al dicho, y con esto habrá quien nos avive, y de sargento a dicho Marcos.
Y no permita Vuestra Merced que seamos arruinados; dos propios no
han vuelto, y estoy cuidadosa; y no sé cuándo se porta Vuestra Merced por
acá; y no soy más.- Su mínima.- Tomasa (Tito Condemayta).
§
Señora Doña Micaela Bastidas.- Muy Señora mía de mi singular aten-
ción.-Recibí la de Vuestra Merced en respuesta de la que le escribí ayer tarde,
en la que me ordena mande amasar las dos fanegas y media de harina de Cis-
neros y le vuelva a entregar todo lo demás; la inclusa la he remitido luego para
Sicuani.
También recibí esta mañana otra que será la que Vuestra Merced me
dice haberme escrito sobre el mismo asunto de las harinas de Don Francisco
Cisneros.
Yo por estar iluso de la orden que Vuestra Merced había dado a Ma-
mani, pregunté por las harinas para mandar hacer bizcochos por haberme
Vuestra Merced dicho en ese pueblo, y cuando me enseñó la carta le dije que
sin duda era orden de Vuestra Merced, y que por olvido me dijo Vuestra Merced.
Sin embargo de esto, (Pedro) Mamani hizo alcanzar las cargas e hizo
volver las que ayer participé a Vuestra Merced, pues yo no soy capaz de con-
tradecir sus órdenes, ni hay necesidad para ello; y si acaso la orden hubiera ve-
nido cuando yo estuviese aquí no hubiera novedad por lo que Vuestra Merced
ni Don Mariano pueden culparme ni tenerme por adelantado; y a Dios, hasta
que nos veamos, quien guarde a Vuestra Merced por muchos años.- Tinta y
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