Page 434 - La Revelión de Tupac Amaru II - Vol. II
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Volumen 2
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                    En semejante estrecho propuse a varios sujetos de conocido abono
            este encargo y no fué posible hallar quien le admitiese; por lo que últimamen-
            te resolví nombrar a don Juan de Palacio, en los términos que acredita la copia
            número seis.
                    La razón número siete manifiesta los indicados subalternos con que
            me hallo despachando con tesón los asuntos pendientes de la Comisaría.—
            Sus asignaciones no corresponden a la contracción en que se allanó ni lo su-
            ficiente a su subsistencia cuando los bastimentos se ven en esta Ciudad por
            unos precios exorvitantes y con términos que se experimentan muchas cala-
            midades en todas las Provincias de su contorno.— Los torillos de año y medio
            se venden a ocho pesos.— Las papas que antes valían seis reales un costal, no
            baja hoy de cuatro y cinco pesos.— La fanega de maíz dieciseis pesos y la hari-
            na dieciseis y diecisiete.— Las ropas de la tierra un ciento cincuenta más y las
            de Castilla hasta lo increible.
                    V.S. notará la diferencia que hay de estos sueldos a los que gozan los
            empleados en la Administración de Rentas Unidas de esta Ciudad.
                    Sin embargo de que aquellos solo se contraen a los días y horas esta-
            blecidas en toda oficina.
                    Se creerá y con bastante razón en los altos Tribunales que a más de
            habérseme dado un formulario para arreglar mis disposiciones y metodisar
            las cuentas según estilo, se me hubiese puesto un contador y un Oficial Mayor
            tan instruídos como para unos fines, que siendo importantes en el todo, no me
            dejasen descubierto, cuando el menor se haría horroroso y de justicia para im-
            ponerme el castigo pero lejos de esta consideración no habiéndose concedido
            uno ni otro, se dejó solo a mi cuidado la atención de todos los acopios necesa-
            rios y pagas de las diversas columnas de que se compuso un ejército de más de
            catorce mil hombres, cuyo espantoso laberinto en un solo individuo dió que
            admirar a los primeros jefes quedando por esta razón tan expuesto como se
            advierte bien que yá me veo libre de aquel subsidio por uno de los efectos de
            la misericordia de Dios a costa de doblar mis fatigas y desvelos sin embargo de
            haberme valido de unos dependientes, que en el principio carecían de todos
            los conocimientos que pide un manejo escrupuloso y que en esta parte se hace
            laborioso y demás discurso para desatar los embolismos y sobrada malicia
            con que algunos que debieran estar más agradecidos a su fortuna al Rey y a la
            Patria presentan sus cuentas sin esta prudente reflección en las que es necesa-
            rio ser todo argos y pedir auxilios al cielo para no equivocar con la precaución



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