Page 148 - La Revelión de Tupac Amaru II - Vol. II
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Volumen 2
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                    En repetidos informes hemos pedido á la Real Audiencia el perdon general,
            con la desgracia que por complacer al corregidor no hemos conseguido ni respuesta
            para nuestro consuelo, por lo que casi estamos creyendo que V. M. nos ha desam-
            parado: lo referido es cierto, Señor, y tambien lo es que el proyecto se endereza á
            acobardar é intimidar á todos los vivientes, para que por los respetos humanos no se
            esclarezca la ignorancia y justicia de los desvalidos indios: cuando el asunto se debia
            reducir ó á enviar el perdon general que con tanta ansia le pedimos en nombre de
            V. M., ó averiguar por medio de un juez imparcial y recto si los indios tenian justi-
            cia. Y así, Señor, vivimos muy obedientes y rendidos, pero desconsolados, y con el
            dolor de que nuestro Rey y Señor se halla muy distante de nosotros para arrojarnos
            á sus pies, y como nuestro único padre se duela de nuestras miserias; pues el objeto
            de los Ministros de vuestra Real Audiencia, ha sido enviar miles de soldados para
            que nos pasen á cuchillo, solo por amparar el reparto tirano de 400,000 pesos, que
            el corregidor Alos ha repartido, cuando la tarifa solo le permite ciento y tantos mil
            pesos. Yo, D. Tomas Catari, fuí conducido de Chuquisaca á costa y mencion de mi
            actual párroco, Dr. Merlos; así que llegamos á nuestro pueblo de Macha, y que oimos
            las cristianas exhortaciones del citado nuestro cura, toda la comunidad le ofreció
            la paz y le entregamos al corregidor, que despues lo despachó á Chuquisaca á la
            Real Audiencia. Toda la comunidad le aseguró estar pronta, como siempre, a vivir
            subordinados á V. M., y perder sus vidas en vuestro servicio; y toda la comunidad,
            por consejo de nuestro párroco pasó a pedirle perdon y besarle la mano al corregi-
            dor. Al siguiente dia tuvimos misa de gracia y sermon, en el que se nos explicaron
            todas nuestras obligaciones, y olvidados como cristianos y vasallos de V. M. todo
            resentimiento, dimos cuenta á la Real Audiencia de estos acaecimientos. Es verdad
            que de algunos pueblos fueron los indios trayendo á varios gobernadores parciales
            del corregidor, y de quienes habian recibido estraños perjuicios: pero tambien es
            cierto, Señor, que en el instante que nuestro cura y su teniente, Dr. D. Mariano Vega,
            salian á recibirlos, con obsequios y con amor se los entregaban á todos, y los condu-
            cian á su casa, dándoles solturas, así que reconocian estos sacerdotes que los animos
            estaban serenados. Y aunque pereció uno de los dichos gobernadores, nombrado
            D. Florencio Lupa, que murió degollado sin saberse los autores de este exceso, pero
            debe V. M. saber, que dicho Lupa era dilecto de vuestros Ministros por los regalos
            cohechos que les daba: que Lupa habia hecho un caudal gigante con la sangre que
            les habia robado á los miserables indios, y que Lupa fué siempre un atropellador de
            los ministros de Jesu-Cristo.





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