Page 119 - La Revelión de Tupac Amaru II - Vol. II
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Nueva Colección Documental de la Independencia del Perú
             La rebelión de Túpac Amaru II
                    Lo cierto es que en distintas ocasiones han declamado los Indios sobre la
            injuria que se les irroga en suponerlos comprendidos en la maquinada conspiracion,
            y aunque repitieron instancia para protestar su fidelidad y amor al Soberano, decla-
            rando de nuevo la lealtad que conservaban en sus corazones como fieles vasallos, se
            les puso embarazo, hasta que yo persuadí al Corregidor que debian ser oídos, y en
            efecto hicieron la representacion llana y sencilla que vera Vuestra Señoria Ilustrisima
            en la copia; pero los malignos han querido convertir la triaca en veneno; disponien-
            do que Don José Saldivar (uno de los que componen el Triunviro que aparenta esta
            Sedicion) cojiese un escrito de falsas suposiciones inconexas e inconducentes a la
            indemnizacion de los indios; entre ellas pondera las exacciones que hacen los Cu-
            ras a los Indios de estas Parroquias, quienes instruidos de la impostura y calumnia
            que se les irrogaba, se presentaron al Corregidor, pidiendo se les entragase aquella
            representacion para vindicar su conducta, averiguando a fondo las personas que les
            habian sugerido especies tan odiosas, haciendoles variar de proposito el fuero, y que
            omitiesen el recurso al Prelado, a quien inmediatamente tocaba poner remedio a
            las supuestas exacciones. Mas como a este caballero Corregidor anima un espiritu
            de bondad, de irresolucion y de credulidad, se rindio al parecer que le sugirio Don
            Miguel de Torrejon (que hace papel principal en el Triunviro), quien a presencia de
            mi Provisor ofrecio tildar todo el pasaje de los Curas, como que era su cuñado el
            autor del escrito y el arbitro de las resoluciones que fomentan las apariencias de esta
            resolucion; pero como en el termino que prometio hacerlo constar, no se hubiese
            verificado, se presentaron los Curas ante mi, con bien sentidas quejas de la calumnia,
            a lo que provei se librase un oficio al predicho Corregidor para que remitiese aquel
            expediente, con el fin de instruir a Vuestra Señoría Ilustrísima, por la misma tela del
            escrito, en las cabalas de estas gentes, el que no habiendose contestado hasta ahora,
            que es la penúltima de cerrar el Correo, no sé si podre dar a Vuestra Señoria Ilustri-
            sima esta satisfaccion con su copia.
                    Bien conozco el espíritu de lenidad y mansedumbre que corresponde al es-
            tado, a que es conforme mi genio tan innatamente compasivo que no se permite
            hacer sindicaciones criminosas; pero tambien estoy persuadido que las obligaciones
            del Ministerio me contraen a representar a los Superiores las intrigas de unos hom-
            bres a quienes mueve el espiritu de Sedicion, causando en las republicas estas y otras
            resoluciones, por los fines particulares de constituirse pacificadores, y que a sus arbi-
            trios se deba la quietud publica, con el animo de alcanzar comodidad y premio por
            su mismo delito; y en la inteligencia de que Vuestra Señoria Ilustrima es un ministro
            de tan alta jerarquia y elevado caracter, que maneja con igual destreza la justicia y la



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