Page 12 - Rumbo al Bicentenario Nº 6, Año 2 - mayo 2019
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La batalla.


            Luego de la batalla de Junín, el ejército español acantonado en el Cusco y bajo el mando del Virrey La
            Serna decidió marchar al noroeste, hacia la cuenca del río Pampas. Las tropas patriotas, primero bajo el
            mando de Bolívar y luego de Sucre, llegaron hasta Abancay persiguiendo a los remanentes del ejército
            derrotado en Junín; pero, al enterarse de la marcha del Virrey, dieron media vuelta y emprendieron la
            retirada hacia la Intendencia de Huamanga, hoy región de Ayacucho. Ambos ejércitos marcharon de forma
            paralela e incluso protagonizaron un pequeño enfrentamiento en el paraje de Colpahuaycco el 3 de
            diciembre de 1824. Cinco días después, llegaron a la localidad de Quinua, colocándose frente a frente y en
            posición de combate.


            Los realistas, posesionados del cerro Condorcunca, dividieron su ejército compuesto por más de 9.000
            soldados en 14 batallones de infantería y una división de caballería. Contaban, además, con el auxilio de
            11 piezas de artillería. Por su lado, los patriotas se acomodaron en la llanura que nace en las faldas del
            cerro Condorcunca y era conocida con el nombre de pampa de Ayacucho y dividieron su ejército integrado
            por 5.700 combatientes en 11 batallones de infantería, tres batallones de caballería más una sola pieza de
            artillería.


            En la mañana del 9 de diciembre y por iniciativa de los generales Monet (español) y Córdova (patriota), los
            combatientes de ambos ejércitos dejaron sus armas y se trasladaron a las faldas del cerro para
            presenciar un abrazo de despedida entre los hermanos, parientes y amigos que se hallaban del lado
            realista y del lado patriota. Luego, las divisiones ocuparon sus posiciones estratégicas, mientras que
            Sucre arengaba a sus tropas.

            El combate empezó a eso de las 10.30 de la mañana, cuando la división de Valdés atacó el flanco derecho
            del ejército patriota. El ataque fue repelido por los soldados peruanos que combatían bajo las órdenes de
            La Mar y que fueron reforzados por los batallones Vargas y Vencedor. Mientras tanto, las divisiones
            realistas de Monet y Villalobos esperaban que Valdés lograra su objetivo de flanquear al ejército libertador
            para atacar por la vanguardia. El coronel Rubén de Celis no pudo contenerse más y ordenó a su batallón
            que pasara al ataque. Entonces, Sucre dispuso que Córdova respondiera con el refuerzo de la caballería
            de Miller. Este último distribuyó su infantería a los costados y la caballería al centro y con ellas cargó con
        Hist oria y memoria de la B atalla de A y acucho
            todo ímpetu, desintegrando la formación realista y apoderándose de las piezas de artillería enemiga que
            todavía no habían entrado en acción.


            Ante la arremetida de Córdova, los españoles lanzaron los escuadrones de caballería, que fueron
            contenidos y derrotados por el regimiento del general Laurencio Silva. Los patriotas se hicieron dueños
            del lado derecho del campo de batalla, amenazando el centro enemigo. Monet ordenó que el grueso de su
            división acudiera; pero, apenas sus soldados llegaron a la pampa y antes de que se pudieran organizar,
            fueron arrollados por el batallón Vagas y la caballería patriota que pasaron a controlar el centro del
            enemigo.

            Para evitar la debacle en el campo realista, Ferraz y Valdés intentaron atacar con la caballería por el
            centro y organizar una defensa contra La Mar por el flanco izquierdo. Sin embargo, las fuerzas de Miller y
            los Húsares de Junín desorganizaron a los atacantes. Valdés fue obligado a retirarse hacia las alturas,
            mientras que Córdova trepaba con sus cuerpos el cerro.


            Debido a la embestida de los patriotas, los soldados realistas quedaron confundidos y aprovecharon el
            momento para desobedecer a sus oficiales y replegarse en desorden. Consumada la victoria patriota, a
        11 |   los jefes vencidos nos les quedó otra opción que aceptar una honrosa capitulación, que se firmó en el
            mismo campo de batalla en la madrugada del 10 de diciembre.
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