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Nueva Colección Documental de la Independencia del Perú
Vida y obra de Toribio Rodríguez de Mendoza
que pasar los ojos por las exposiciones del Maestro y otros que abundan en
estos puntos. No sé otro modo que si se hicieran estas lecciones sobre Go-
net, o Martrio, no es preciso una cátedra de estos, ni haberlos estudiado para
leer, y argumentar con toda decencia. Porque el verdadero teólogo con abrir
estos libros se impondrá en el asunto. Y para destruir alguna fuerza aparente
que puedan tener objeciones, doy parte a V.S., que mi celosísimo Rector tiene
pensado que en ciertos días del año piquen puntos, y lean los teólogos sobre
el Maestro conforme se practicaba en San Martín. Omito otras reflexiones, y
aun hubiera despreciado lo que acabo de exponer, si me hubieran ocurrido las
nuevas constituciones de Universidad, las que no dejan en su vigor la práctica
de lecciones secretas. En el capítulo de los Grados N° 27, pág. 141, se deter-
mina que las votaciones se harán el segundo día del examen, y que la misma
mañana de este día se señalará a aquél en que se confiera el Grado. Según las
antiguas constituciones se hacían las votaciones la noche de la lección, la que
ni aún se menciona en las nuevas, remitiéndose en el número antecedente a
lo dicho en orden a la prueba de los opositores, donde aúnque no se prohíbe
expresamente la lección de 24 horas, con tener que creer que no se permite.
Pero lo más terminante está en el N° 28. Allí se dice, que con el entero de mil
pesos cumple el graduado sin estar obligado a otra exhibición. Si la lección no
es a secas, algunos desembolzarán hasta quinientos pesos, y por consiguiente
faltando esta práctica, no subsiste la razón que patrocina, aunque débilmente
la perseverancia de la cátedra del Maestro. Este supuesto se puede conjeturar,
que muertos los viejos, y puesto en ejecución el nuevo plan, se pensará tam-
bién en la reforma de las oposiciones a Canongías, pues el modelo de estas es
el método que se sigue en las Universidades.
Es preciso no haber pensado jamás bien, para detenerse en la última
reflexión del cuento de la hija, y madre. Solo advierto que traer a considera-
ción la autoridad del claustro de Salamanca es ignorar el estado de esta Uni-
versidad. La nuestra que deberá ser menos docta que su madre en la que es
justo se reúna la mayor cordura con la vejez, y experiencia; tal vez no hubiera
dado un tan verdadero motivo de risa a los extranjeros, como la de Salamanca
en el nuevo plan que presentó al Consejo.
Ultimamente para plena satisfacción, y desprecio de todo cuanto se
quiera oponer, basta el siguiente modo de pensar: Puede un hombre ser emi-
nente teólogo sin haber jamás abierto la obra del Maestro; pero no se puede
imaginar uno perfecto, y que sea digno del renombre de teólogo, sin estar
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