Page 59 - La Rebelión de Huánuco. Vol 4
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Nueva Colección Documental de la Independencia del Perú
             La rebelión de Huánuco de 1812
            á meditar todas las operaciones, que se pudiesen practicar, para la defenza del
            Pueblo; todas me parecieron inútiles, por la generalidad de la insurrección;
            pero no me pareció el dirigir, otro emisario que lo fue mi hermano político
            Lorenzo Gaona, para que si acaso havía fracasado la carta noticiosa al Sub-
            delegado, con este segundo aviso, tomase las medidas á la custodia de su per-
            sona, y demás Providencias que tubiese por combeniente. El 17 á las quatro
            de la mañana se llenó este Pueblo de los rebeldes, que hasta las siete del día
            dominaron estos avitantes, sin tener recurso a la menor defenza. En esta ora
            caminaron para Llata, en donde cometieron orribles exesos de que ya estará
            cerciorada la justificación de Usted. El 18 se lebantó allí mismo una especie de
            Partido por los que havían ido forsados de este Pueblo, cuia noticia se comu-
            nicó por Sacarías Llanos, y otros compañeros suios. Entonces fue que recordó
            mi fidelidad sumergida en la opreción, y manifestó sus deseos, sacando de mi
            casa quince cuchillos, que repartiesen la Plasa por mano de mi muger, á todas
            aquellas personas que me parecieron fieles; así mismo junté cinco armas de
            fuego, tres zables, fundí valas en la casa del Señor Vicario, apresté pólvora,
            y exercí todas aquellas operaciones, que son propias de un fiel vasallo, de un
            verdadero patriota, y de un católico christiano, que ya se auguraba una defen-
            za propicia. En efecto en medio de estas determinaciones el 18, como á las dos
            de la tarde, comensaron de regreso de Llata, á entrar á este Pueblo los bandi-
            dos; Muchos de ellos dirigieron su ruta para sus Pueblos, conduciendo los ro-
            vos de su excurción; otros se quedaron en el Pueblo; que yo no beía la hora de
            practicar mis intentos, y manifestar aquel patriotismo, que interiormente me
            abrasaba. Luego que se juntaron en la Plaza con una intrepidés como ayudaba
            del Cielo, reprendí las criminales acciones, y pedí la orden que los exitava a
            estos exesos, que me contestaron se hallaba la original en Chupán. No surtió
            poco efecto esta sorpresa, pues muchos se retiraron principalmente el Pueblo
            de Yanas; se minoraron los enemigos, y yo tomé dobles alientos, encerrando
            en la cárcel, con sus cavallos, muchos de Obas, Cahua, y Chavinillo; habiendo
            antes preso á los Capitanes del modo siguiente. Luego que se retiraron los de
            Yanas, como llebo dicho, mientras comía en casa del Señor Vicario; después
            de esta Diligencia, mandé con Ylario Torres, y otros compañeros que llama-
            sen a los Capitanes, que hicieron poco caso de mis órdenes; incontinenti pasé
            donde dicho Señor Vicario, y le aconsejé saliese á la puerta del Combento, con
            su bastón, meditando que su presencia, serviría de respeto, y tal vez de prime-
            ra causa, á la empresa de la prición. En realidad luego que salió dicho Vicario,



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