Page 58 - La Rebelión de Huánuco. Vol 4
P. 58

Volumen 4
                                 Autos seguidos sobre el descubrimiento de los autores de la rebelión de Huamalíes
            dirigiéndome á este Pueblo á aquartelar la gente, y demás operaciones con-
            ducentes á la obserbación de los mandatos, como lo testificará dicho Alferes;
            con mas las incidencias que perturbaron el recojo de la Compañía. El 15 entre
            8 y 10 del día, se oyó, y bio en el patio de mi casa, por el Señor Vicario, y los
            demás de ella, un cordón de yndios, de gran concideración que se enderesaba
            acia el Puente; y recelando que biniesen á este Pueblo, se me dio orden por el
            Señor Doctor Don Juan Reymundes para que pasase en persona, acompañado
            de Don Tomás Nalvarte Presvítero, que hacía de Quaresmero, á contenerles
            el paso. Bien se conoce el temor que asaltaría a mi corazón la vista do la nu-
            merosa gente, altiva, y determinada con desafuero, á tan perversa empresa; y
            que no podía por esto ni hacerles una resistencia, que sirbiese de embaraso
            á su designio, tanto tiempo meditado, (como estará Usted penetrado por los
            Autos) ni menos persuadirlos con alagos, por el carácter caprichoso de su ge-
            nio. No obstante estas poderosas concideraciones; que ponían á mis ojos, un
            inminente riesgo de mi vida, en obsequio á la Religión, al REY, y á la defenza
            de la Patria, me arriesgué notoriamente, y dirijí mi ruta, á cumplir con las
            ordenes de dicho Señor Vicario, y á exponer mi vida, por si lograva la quietud
            pretendida, aunque de difícil concecución por el empeño en que se hallaban.
                    En efecto haviendo llegado al Puente, pregunté á los revolucionarios,
            los motibos de su alvoroto; haciéndoles al mismo tiempo presentes las órde-
            nes el dicho Vicario que ya tengo referidas en mi confeción á fojas 183; en
            cuio caso le presentaron al dicho Quaresmero, una orden de Castillo, cuia
            obediencia aprobó, y me enseñó seguidamente; siendo mi contestación que
            no se podía obedecer por ser de un insurgente; á lo que me repuso; guárdese
            todo silencio por que me podían matar.
                    Ya conciderará la justificación de Usted el notorio riesgo á que me ex-
            puse en este lanze, y tendrá presente para su tiempo. En mi regreso, no ha-
            biendo encontrado al referido Vicario en su casa, ni en el Pueblo, salí por un
            lado, y dirigí á los Chaguas por otro; quienes le encontraron; y en su arrivo al
            Pueblo, le hise presente, que lo practicado por Nalvarte, y penetrado por mi
            prespicacia, me hacía sospechar behementemente de su conducta; y que por
            tanto no se fiase de él, en este crítico negocio. (Así lo tengo declarado en mi
            confeción, y no lo encuentro estampado), como lo testificará dicho Vicario.
                    Luego que partieron los ynsurgentes, ya yo, havía en compañía del Se-
            ñor Vicario dirigido un expreso al Señor Subdelegado en que le abisava el
            riesgo en que estaba, con sus compañeros el Señor Coronel, y demás; comensé



                                                57
   53   54   55   56   57   58   59   60   61   62   63