Page 678 - La Rebelión de Túpac Amaru II - 7
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Volumen  7
                                                              Causas criminales contra los rebeldes
            Tungasuca y el confesante montó a mula para ir allá, en el camino encontró a
            Melchor Castelo, a quien pidió una certificación de que estaba enfermo y se la
            dió, con lo que se volvió a su casa y se metió en la cama; sus indios iban a Tun-
            gasuca y le acusaron al rebelde, quien emviaba varios órdenes contra él, lo que le
            obligaba a dormir todas las noches en distintos parajes. Que sabiendo el rebelde
            la intención que había tenido de matarle, mandó que a Pacheco lo matasen y
            destruyesen todos sus bienes, y a Sicuani envió orden para que fuesen el decla-
            rante a Tungasuca y no obedeciéndole le quitasen la vida, con lo que el confe-
            sante fue a Tungasuca, en donde luego que lo vió el rebelde, le habló con enfado
            y pidiéndole perdón le nombró de Capitán, con tal que no se excusare, pero que
            vino a Piccho sin mandar y por el camino vino persuadiendo a Antonio Castelo
            que se separasen y se volviesen a Sicuani a juntarse y publicar auto para coger al
            rebelde; efectivamente se fue con otros españoles a Sicuani en donde se publicó
            el auto, diciendo era un engaño cuanto hacía el rebelde y juntamente el auto de
            perdón que se había echado en esta ciudad, todo lo que enviaron a esta ciudad
            con un lego de San Agustín, que no sabe su nombre, para que lo diese a los seño-
            res de esta ciudad, los indios avisaron al rebelde lo que habían hecho y pensaron
            ir a incorporarse a la tropa del Rey de Lampa /. 8 y Puno, y en el camino en el
            tambo de Luricache lo cogieron los indios y aunque lo siguieron pudo escapar
            hasta Sicuani, donde se refugió a la Iglesia, la que cercaron los indios y en esto
            vino el rebelde, con lo que se marcharon los indios y los sacerdotes sacaron una
            imagen y dentraron con ella y el indio, quien los perdonó y entonces el rebelde
            entregó al confesante a unos indios de Carabaya, para que lo llevasen a Tinta y
            allí lo pusieron en la cárcel pública, en donde lo quisieron matar, como en efecto
            mataron a la puerta de la cárcel a dos; ellos escribieron para que no les pusieren
            en tal estado y la mujer del rebelde, los mandó sacar, pero en su casa los puso
            presos con grillos, allí pudo el confesante sacarse los grillos, se escapó y en el
            canto del pueblo encontró a Tupa Amoro quien le reprendió y el confesante dijo,
            iba a ver a su familia y fue acompañándole a Santa Rosa, en donde encontró a
            su familia, pero el rebelde lo llevó a Pucará y se quedó a conducir su familia, la
            que trajo a Sicuani, donde encontró su casa destruida y tuvo que empeñar su
            poncho para cenar; a pocos días volvió el rebelde a enviar por él y lo llevaron
            preso y los estuvo con varios sacerdotes, más de un mes, hasta que el rebelde
            vino con el confesante a Pucacasa, en donde el confesante con Don Francisco
            Molina, Genuario Castro, se acordaron de escaparse y teniendo alguna noticia
            el rebelde preguntó por el confesante y diciéndole se había ido, despachó propio



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