Page 580 - La Rebelión de Túpac Amaru II - 7
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Volumen  7
                                                              Causas criminales contra los rebeldes
            llanos, quien le dio noticia al declarante de haber estado en Tungasuca con el
            rebelado Tupa Amaro al venir para esta ciudad desde el pueblo de Layo, y que
            Tupa Amaro le había dado un pasaporte para que le dejasen transitar y que se
            lo manifestó sacándolo del forro de la copa del sombrero y lo leyó el declaran-
            te. Que asimismo le manifestó tres cartas que le había entregado Tupa Amaro
            al dicho Castellanos, una rotulada para el señor Provisor de este obispado y
            las otras dos para que las remitiese a Lima, poniéndolas en la Administración
            de Correos, cuyos sobrescritos no los leyó el declarante. Que le preguntó por
            curiosidad si traía otros papeles y dicho Castellanos le respondió que si y sacó
            de los bastos de su lomillo un papel escrito a modo de edicto firmado por
            dicho Tupa Amaro, que empezaba con su nombre y apellido y no lo leyó todo
            el declarante ni tiene presente su contexto. Que le dijo Castellanos / .22 que
            eran tres dichos edictos y le había prevenido Tupa Amaro (sic) que los pusiese
            en las puertas de las iglesias y que se iría a hacer noche al Convento de San
            Francisco, donde tenía un amigo y procuraría poner uno en la puerta de la
            iglesia. Que el declarante le aconsejó que de ninguna manera lo hiciese y que
            los quemase y diciéndole esto se fue el declarante a su colegio y comunicó lo
            que Castellanos le enseñó a algunos colegiales, lo que Castellanos le insinuó y
            tuvo ánimo de darle noticia a su rector, lo que no ejecutó porque no lo halló y
            por eso pasó el declarante en solicitud de dicha doña Gregoria Barrionauevo, a
            quien encontró en la calle que iba a su casa, y le participó lo que Castellanos le
            expresó para que viese forma de persuadirle a que recogiese dichos edictos. Y
            porque en este estado dieron las oraciones se fue el declarante a su colegio y la
            referida doña Gregoria le había dado aviso al doctor Oré, cura de Chalhuanca,
            de lo que el declarante le participó y con este motivo apremiaron a Castellanos
            para que entregase dichos papeles y cartas. De suerte que a más de las nueve
            de la noche buscaron al declarante en su colegio el Capitán don  Francisco del
            Rivero y dicho doctor Oré y le preguntaron en presencia del rector si era cier-
            to que Castellanos le había entregado las tres cartas, porque maliciosamente
            había afirmado Castellanos que al declarante las había dado. Y careado el de-
            clarante con Castellanos resultó el que éste por disculparse supuso un hecho
            falso, de modo que convencido Castellanos confesó que las tenía en el cuarto
            de la lavandera donde se hospedó. Pues habiendo pasado el declarante con los
            mencionados le reconvino a la lavandera, Castellanos, por las cartas y ésta las
            entregó al dicho Capitán don Francisco del Rivero y los tres edictos los mani-
            festó dicho Castellanos de otro cuarto donde tenía su silla, y recogidos estos y



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