Page 212 - La Rebelión de Túpac Amaru II - 7
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Volumen 7
Causas criminales contra los rebeldes
de Túpac Amaru y no se las volvió, que únicamente trajo la camisa y virrete.
Repreguntósele, como niega pasaron las palabras que expresa la ante-
rior pregunta, sobre que se quedase Escarcena, cuando consta así de los autos
y dijo, es incierto lo que se le repregunta, que sólo habló lo que lleva expresa-
do.
Hízocele cargo, sino era el confesante el que corría con un cajón, don-
de estaba toda la correspondencia del rebelde, dijo es cierto tenía a su cargo
un cajoncito pequeño, pero que en él sólo había algunas respuestas de los ca-
ciques y cobradores, y que este cajón no era de vara y media de largo.
Preguntósele, si en una conversación que tuvo el declarante con Es-
carcena le dijo a éste, que sólo se debía declarar lo probable, dijo que tal vez
entendería mal dicho Escarcena, que lo respondió, fue que todo lo declarase el
que confiesa se había de probar.
Hízocele cargo como niega lo que se le pregunta, cuando consta de
/. 32 estos autos, que habiéndose quejado el confesante a Escarcena porque
había declarado contra él habiéndole respondido que se debía decir la verdad
aunque fuese contra Jesucristo, el que confiesa le dijo, que sólo lo probable se
debía declarar, dijo es incierto el cargo que se le hace, que sólo le respondió lo
contenido en la anterior pregunta.
Preguntósele, si antes de que el rebelde prendiese a (Testado: su Pa-
trón) Don Antonio Arriaga, se carteaba con el que confiesa dicho rebelde,
dijo, es incierto lo que se le pregunta.
Hízócele cargo como respecto a que el confesante se quedaba con Mi-
caela Bastidas en Tungasuca, teniendo ésta confianza de él y corriendo con
todas las cartas y correspondencias, cómo es presumible y aún consta de los
autos, dijo se ratifica en lo que tiene declarado.
Hiciéronsele varias preguntas y repreguntas, y añadió haber oido a
Micaela Bastidas, que a su marido le. abrieron los ojos en Lima, que de vuelta
de aquella ciudad había empezado a juntar plata para este alzamiento, el que
trató con dos hombres cuyos nombres y apellidos ignora, que, asimismo, la
oyó decir que había comunicado su designio con hombres de letras de Lima,
quienes continuamente escribían al rebelde que cuándo se empezaba la obra,
que dicho Túpac Amaro en el último correo, antes de alzarse les escribió di-
ciendo iba a empezar la obra, pero que el confesante nunca oyó quienes fuesen
dichos hombres de letras; ni sabía otra cosa alguna por lo que se ratificó en lo
que lleva dicho y Su Señoría mandó sobreseer en esta confesión con la pro-
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