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Nueva Colección Documental de la Independencia del Perú
             La rebelión de Túpac Amaru II
            varios sacerdotes y un religioso Agustino predicaban contra Túpac Amaro
            en la Provincia de Chumbivilcas, envió a ella a Felipe Bermúdez y un fulano
            León, con gente para que los 1. 31 trajese presos, previniéndoles regresasen a
            Tungasuca con toda la gente de dicha Provincia de Chumbivilcas, ahorcando
            al que se resistiese. Que luego que llegó dicho Bermúdez con la gente (y sin los
            sacerdotes, por haberse huido) emprendió el rebelde su viaje para esta ciudad,
            en el cual no notó el confesante cosa alguna. Que habiendo llegado al cerro de
            Piccho, intentó el que confiesa huirse, como con efecto no habiéndolo podido
            conseguir determinó irse a Quiquijana en compañía de Don Francisco Suca-
            cahua, allí estuvo el confesante escondido en la casa de Don Pedro Salís, hasta
            que emprendió viaje a Urcos en donde se presentó al Capitán de Artillería,
            que allí había, cuyo nombre es Don José e ignora su apellido, éste dió parte al
            Justicia Mayor Don Pedro Concha, quien dió pase al confesante, Don Fran-
            cisco Sucacahua y dos cuñados de éste, para venir al Cuzco, como en efecto lo
            hicieron y se presentaron a Don Gabriel de Avilés, quien habiéndole tomado
            algunos ratos declaración, pues la más se la recibió Don Juan Manuel Campe-
            ro, aquel le dijo que para la formalidad del asunto era preciso fuese preso .
                    Preguntósele, si era el que confiesa el de la confianza del rebelde, que
            los papeles de éste corrían a su cuidado y extendía cuantas órdenes expedía,
            dijo, es: cierto corrían a su cuidado muchas cartas; y papeles, pero no todos,
            como asimismo, que dicho rebelde y su mujer tenían del confesante alguna
            confianza, pero que sólo corría con las órdenes que no contenían ningún se-
            creto, pues se reducían a esquelas de caciques y cobradores.
                    Preguntósele, si habiendo llegado a Tungasuca Esteban Escarcena le
            /. 31v habló el confesante y dijo a Micaela Bastidas que era su amigo un buen
            escribiente y hombre de bien, que lo hiciese quedar porque había mucho que
            hacer; que al que confiesa le daba dicho rebelde varios vestidos, medias y otras
            cosas, dijo, es falso lo que se le pregunta, que lo único que pasó fue que ha-
            biéndose saludado y llamádose compañeros le dijo que la mujer de Túpac
            Amaro de qué lo conocía a lo que respondió el confesante eran amigos, que
            lo había conocido en esta ciudad del Cuzco y había estado de escribiente del
            Corregidor de Andaguaylas, a que dicha Bastidas respondió, que si era así
            se quedase para ayudar al que confiesa, como en efecto lo ejecutó por haber
            convenido en ello el confesante.- Que es cierto que el rebelde le dió vestidos,
            un par de medias de seda, una camisa y un virrete, pero que nunca se puso los
            vestidos, los cuales dejó cuando se huyó, que las medidas se las pidió un hijo



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