Page 297 - La Rebelión de Túpac Amaru II - Vol-6
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Nueva Colección Documental de la Independencia del Perú
             La rebelión de Túpac Amaru II
            la opresión en que estábamos, y que si tardaban algún tiempo, no quedarían
            sacerdotes ni gente española en que no se pasasen a cuchillo, pues nos apuran
            con amenazas y sentencia de muerte, y por este temor me voy por las noches a
            dormir en los cerros, porque particularmente tiene mandado el indio rebelde
            peguen fuego a la vivienda de mi habitación. A esta mi relación, respondióme
            el reverendo predicador que había tenido noticia de una novedad grande en
            que le aseguraban haber ajusticiado doce sujetos en la ciudad del Cuzco, y
            entre ellos a Palacios y a Capetillo, .y respondí que era una novedad grande y
            que era muy justo pagasen sus delitos, y en esto se quedó.
                    Otro día, a la segunda semana de Cuaresma, volvimos a concurrir en
            el Pueblo Nuevo entre el referido reverendo predicador Zaldívar y el finado
            Andrés Noguera, y volví a suscitar la misma conversación, y díjele a dicho
            Andrés Noguera: hombre, una grande novedad me ha contado aquí el reve-
            rendo predicador, y es que han ajusticiado doce sujetos en la ciudad, y entre
            ellos a los dos sujetos arriba·referidos, y respondióme Noguera que era falsa
            la noticia y que estaban libres, y dijo también supongo que el uno de ellos
            era su apoderado y pariente por Palacios, y el otro su abogado de su primo
            Tupa Amaro, y que eran sabedores y cómplices de esta sublevación. A esto res-
            pondió el citado reverendo predicador que era muy cierto que sabía de buen
            origen, con ocasión de estar hospedado en la casa y morada del rebelde, que
            una noche, movido de la curiosidad, echó la vista a una repisa donde estaba
            un protocolo de papeles y varias cartas sueltas. Pasándolas de vista encontró
            con tres cartas: la una de un eclesiástico que residía en Lima; la segunda de
            Palacios, y la tercera de Capetillo, muy frescas, y que contenían dichas cartas
            un mismo asunto. A esto, dijo el expresado Andrés Noguera que era verdad, y
            que en esos días habían escrito del Cuzco en bretaña los mencionados sujetos,
            y que la carta vino con tal arte que cosieron dentro del forro de la casaca del
            indio. A esto, volví por segunda vez a preguntarle a dicho reverendo predica-
            dor que donde tenía las cartas, y me dijo que estaban separadas en el mismo
            lugar, y por informarme del contexto de ellas le dije me significase el contexto
            de dichas cartas, y respondióme diciendo que el contenido de ellas era en que
            le decían al rebelde que era en vano andar por provincias cuando lo más esen-
            cial era entrarse en la ciudad.
                    Esta es señor la conversación que precedió y la pura verdad, y esto
            mismo declararé cuando sea reconvenido en presencia de vuestra señoría, y
            juro in verbo sacerdotis tacto pectore y no proceder de malicia. Deseo man-



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