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Nueva Colección Documental de la Independencia del Perú
La rebelión de Túpac Amaru II
orden por que todos suspiran. La magestad es en cierto modo inacesible a
nuestros ojos y su governacion se nos intima y acerca en los jueces inferiores.
Ella resplandece en estos astros menores a quienes comunica sus luces para
que nos presenten en muchas parcialidades todo el golpe de la soberania. El
que a ésta obedece y respeta deve tambien ovedecer y respetar a los ministros
en quienes resplandece y por lo contrario el que a estos desprecia desprecia
tambien al Rey, y deve ser castigado por aclamacion del pueblo. Así autorizó
Dios a sus profetas y apostoles reciviendo el honor que se les hacia y los agra-
vios que se les irrogaban; protestas que nos sometemos a la voluntad del sobe-
rano, y recistirla quando la comunican al pueblo sus comicionados seria una
contradicion de nuestras obras con nuestras palabras, o lo que es más cierto de
nuestra conducta con nuestra fidelidad y si la sugeción a los ministros deve ser
siempre la mas recignada aun precindiendo de la calidad de ellos, qual devera
ser quando los que la comunican han evidenciado la justificacion de sus per-
sonas y ordenes, los que merecemos en nuestros tiempos, nos llenan de con-
suelo y esperanza utiles, y en concideracion de que toda esta felicidad redunda
en beneficio de nuestra grey christiana, y en gloria de la iglesia de Dios en
nuestras Americas; demos al cielo rendidas las gracias sirviendonos de las sa-
gradas expreciones que engrandecen la micion de un Rey para el remedio de
la Jerusalen perdida; Benecditus deus Patrum Nosotronum quidedit hoc in-
corde Regis ut glorificaret donun donuni quiest in Jerusalen (J) Amad pues
todos a estos angeles de paz pero temedlos igualmente por que ellos traen en
sus manos la espada del Rey para vindicarlo y hacer guardar sus leyes que
como os he dicho son de Dios. El amor paternal y la caridad perpetua con que
os tenemos vinculados a nuestro cariño nos hace decear buestra mejor repu-
tación y prebeniros para ebitar a nuestros objetos la muerte, el destierro, la
confiscacion de bienes y las carceles. Todas estas penas incurren los que se
hacen deliquentes de inovediencia al Rey y a los ministros que pueden y deven
executarlas, Et omnis quinon fererit Dei tui et legem Regis diligenter judicum
erit deco sivi in mortero sive in exihum sive in comdemnationem substantie
[ilegible] ceorte in carcerem, (C) Este es el sanajo consejo que devemos dar a
nuestros diocesanos ministrándoles el mas saludable pasto, y apartandoles del
nocivo y venenoso, y aun que hemos conciderado que ellos conbienen con
nosotros en la fidelidad y ovediencia que hemos persuadido en todas ocasio-
nes; sin embargo deceamos que los justos se justifiquen mas, y para ello siendo
ya preciso concluir nuestra intencion, y ordenes para que estos tengan su
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