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Nueva Colección Documental de la Independencia del Perú
             La rebelión de Túpac Amaru II
            los sagrados canones su conocimiento con la pena de incurrir en irregulari-
            dad y tamhien por la ley doce titulo diez, libro primero de estos reynos bajo
            de otras penas, de donde se infiere corresponden a los jueces ordinarios todas
            las causas de esta naturaleza. Por ausencia del señor corregidor y en virtud
            de especial comision suya soy yo el mas autorizado de la provincia al pre-
            sente y como tal estoy obligado a defender las regalias de la real jurisdiccion
            hasta el ultimo extremo. En su consequencia pedi a usted la citada sumaria:
            luego en havermela negado me irroga notorio agravio.— El segundo procede
            de conceptuarme usted desnudo de sagacidad para conocer en el asunto, por
            que debe saber, que todo juez por el hecho de serlo, es estimado en derecho
            por idoneo para llenar cavalmente los deveres de su ministerio. Constante
            es a usted que con mi venida a este pueblo no solo se han tranquilizado sus
            havitantes hasta lograr la perfecta quietud que hoy disfrutan, sino que llenos
            de respeto han dejado desempeñar a usted los ordenes del ylustrissimo señor
            obispo por haver persuadido yo eficazmente a todos los caciques y principales
            del pueblo la sumision con que deben obedecer sus preceptos en los asuntos
            espirituales y eclesiasticos: luego es evidente el agravio que usted me infiere
            con un supuesto tan indecoroso.— Pero todavia es incomparablemente mayor
            el que me hace usted, asentando que he pisado la jurisdiccion de nuestro ylus-
            trissimo prelado, por que si usted fuera capaz de probar debidamente un ex-
            ceso de esta naturaleza, era yo acreedor a ser segregado de la congregacion de
            los fieles por el mas riguroso anathema y consiguientemente resultaría infame
            entre los miembros de nuestra Santa Madre Yglesia. Yo como fiel hijo suyo
            he sido siempre venerador de sus preceptos y de sus ministros y yo he tenido
            antes de aora el honor de ser (en otro rebaño) obeja del dignissimo prudente
            Pastor que tenemos y en mas de tres años nunca llegó a sus oidos la menor
            queja de mi conducta, por lo que es digno de admiracion que la perspicacia de
            usted en poco más de un mes que pisó esta provincia, haya descubierto mo-
            tivo para calumuiarme tan magistralmente por atropellador de la autoridad
            eclesiastica, sin mas antecedente que haverme visto defender con el teson y
            respeto debido los derechos de la real jurisdiccion: luego es patente la gravis-
            sima injuria que usted me irroga con este capitulo.— Tambien es admirable la
            facilidad con que usted sin conocerme, ni haverme tratado nunca se atreve a
            retratar mi caracter con un color tan obscuro, como el de iracundo, suponien-
            dome ademas enemigo suyo. ¿Pero con que comprobantes para justificar ni lo
            uno, ni lo otro? quando no siquiera he tratado a usted por escrito hasta aora



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