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Nueva Colección Documental de la Independencia del Perú
             La rebelión de Túpac Amaru II
                    (Al margen) Respuesta
                    Ylustrisimo señor.— En respuesta de la carta de oficio de vuesa seño-
            ría ylustrisima su fecha veinte y dos de marzo de este presente uño de ochenta
            y quatro, para que a su continuacion diga todo lo que me consta acaesio en
            la cuidad del Cuzco a principios del año pasado de setecientos ochenta con el
            padre lector frai Gabriel Castellanos, con unos vecinos que dicho padre dixo
            se havian confezado con él declarandole la revelion que estava fraguando y los
            complices de ella, devo decir a vuesa señoría ylustrisima que es cierto todo lo
            que vuesa señoria ylustrisima me expone e indivisualiza en la suia, pues no
            hai duda causó grande admiracion ver que tres complices aun mismo tiem-
            po huviesen buscado al referido padre lector frai Gabriel Castellanos, para
            confesarse con él, siendo en el paiz poco conocido y totalmente ignorante del
            ydioma que generalmente se usa en dicha ciudad.— Dicho padre lector dixo
            tenia licencia de los penitentes para poder declarar a los jueses reales este in-
            solente atrevimiento y ahusando de dicha licencia publicamente y sin ningun
            recato, cautela, ni miramiento al santo Sacramento de la Penitencia, contaba el
            hecho a quantos topaba variando en todos en la narracion y en el mismo tono,
            o como si refiriese una novela o noticia de gazeta individualisando a los peni-
            tentes y este prosedimiento fue el que vuesa señoria ylustrisima le reprobó y
            el que dio merito a la suspensión y a que vuesa señoria ylustrisima lo hisiese
            compareser ante si, y esto mismo fue lo que yo adverti y le tuve a mal, amo-
            nestandole se reportase en adelante y no contestase ni hablase sobre la materia
            con quantos encontraba, y le adverti el modo con que devia haver hecho la
            denuncia para no haser odioso el Sacramento de la Penitencia; pero viendo yo
            que la cosa era mui publica y que el padre lector no se contenia ni era capaz
            de sujetarse por que todo su empeño y connato lo tenía puesto en que asi los
            jueses reales como los vesinos de honor le diesen informe para ocurrir a que
            nuestro soberano le premiase este hecho, empeñandose en buscarlos en sus
            casas para que le diesen dichos ynformes como en efecto consiguio varios y
            muchos tirados de su misma letra e idénticos los unos a los otros. Temeroso
            yo de que por su mucha lixeresa y fasilidad en el hablar le quitasen la vida a
            traicion o le susediese alguna otra fatalidad con descoro de mi santo havito y
            de la religion executivamente contra su voluntad determiné despacharlo por
            el correo a esta capital, sin que vuesa señoría ylustrisima tubiese parte en esto,
            ni menos supiese cosa alguna pues aun el decreto de suspension de confesor
            lo havia ya rebocado vuesa señoria ylustrisima con anterioridad a esta mi



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