Page 680 - La Rebelión de Túpac Amaru II - 4
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Volumen 4
Conclusión de la rebelión
Dió y pronunció esta sentencia el Exmo. Señor D. Agustin de Jauregui
del Orden de Santiago, Teniente General de los reales ejércitos, Virey, Goberna-
dor y Capitan General de estos reinos y Presidente de esta Real Audiencia, la que
firmó; como tambien el Señor D. José de Rezabal y Ugarte, del Consejo de S. M.,
Alcalde del crímen de esta Real Audiencia, y Juez que ha instruido la causa.
En la ciudad de los Reyes del Perú, en 7 de Julio de 1783 años, siendo
testigos D. Bernardo de Tagle y Torquemada, D. Gregorio Arteta y D. Luis Mata.
D. Clemente Castellanos.
EJECUCION DE LA SENTENCIA.
En la ciudad de Lima, en 7 de julio de 1783 años, D. José Vicente del
Valle, Teniente de Alguacil Mayor de Corte, por ante mí el Receptor, en cumpli-
miento de lo mandado por la sentencia de vista y revista, pronunciada en esta
causa, pasó como á horas de las once del dia, poco mas ó menos, con el auxilio
necesario, á la real cárcel de Corte, á donde se hallaban los reos contenidos en
dicha sentencia, é hizo sacar arrastrados á la cola de dos mulas de albarda, á Fe-
lipe Velazco Tupac Inca Yupanqui, y Ciriaco Flores, publicando sus delitos por
voz de Joaquin Cubillas, negro que hace oficio de pregonero, y los condujo hasta
la Plaza Mayor de esta ciudad, donde se hallaba puesta una horca de tres palos,
y en ella fueron ahorcados por el pescuezo, por el ministro egecutor, Sebastian
de Jesus, negro, hasta que quedaron muertos, al parecer.
Asimismo se sacaron de dicha real cárcel, montados en sus mulas de
albarda, Nicolas Almendras, Manuel Silvestre, Juan Tomas Palomino, Domin-
go Fernandez, Sebastian Rojas, Felipe Gonzalez Rimay, Manuela Marticorena
y Maria Rodriguez, á quienes se les condujo juntamente con los dos primeros,
hasta el lugar del suplicio; donde, despues de presenciar la justicia que se egecu-
tó con dichos Felipe y Ciriaco, se pasaron por debajo de la horca por tres veces,
los referidos Nicolas Almendras, Manuel Silvestre y Juan Tomas Palomino, y
concluida que fué esta diligencia, se condugeron inmediatamente por las calles
públicas y acostumbradas, dándoseles los azotes prevenidos en dicha senten-
cia, y publicando asimismo sus delitos por voz de dicho pregonero, habiéndose
conducido antes á los demas reos á la dicha real cárcel, como se egecutó con los
tres, verificados los azotes. Del mismo modo pasó dicho Teniente al lugar del
suplicio, como á horas de las tres de la tarde, y habiendo hecho bajar, con dicho
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