Page 284 - La Rebelión de Túpac Amaru II - 4
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Volumen  4
                                                                      Conclusión de la rebelión
            día 30 de junio. Entraron los viveres custodiados de alguna tropa veterana y
            de muchos cochabambinos quienes en este infeliz tiempo se han aprovechado
            de la urgencia y de la necesidad para vender sus comestibles a peso de oro y
            plata. En una palabra recibian por un puño de harina otro puñado de perlas
            finas, y por un pedazo de charque un par de sarcillos de diamantes, engasta-
            dos en oro que consintieron se los quitase una mujer que estaba desfallecida
            de flaqueza.— A este tenor cargaron con mucha parte de la plata y oro que
            habia por estos ricos metales para nada sirvieron en la mayor necesidad, no
            solo cometieron estos excesos inicuos, sino que con el motivo y pretexto de
            vender sus efectos, se entraban en todas las casas y robaban lo que podian a
            vista de sus propios dueños. Como se hallaban tan cargados de dinero, alhajas
            de oro y plata labrada, todo su fin era el retroceder a Cochabamba para volver
            a practicar este infame comercio. Bien lo consideraba el Comandante General
            don Ignacio Flores, pero no lo podía remediar por que se le amotinaron con
            insolencia, y lo pusieron en estado de que habiendonos dejado trapo y algu-
            nos viveres que con ellos apenas se podia mantener la ciudad 60 dias, se retiró
            a Cochabamba prometiendo volver con mas tropa y con muchos mas viveres,
            sin que lo pusiesen retraer de este proposito todas las representaciones que le
            hacia la ciudad, por causa del tumulto de los Cochabambinos, que llevados
            de la codicia los movió a esta resolución que debia castigarse con muerte de
            todos ellos. Dios permite que el Sor. Flores cumpla lo que promete en el tiem-
            po oportuno, y que no volvamos a padecer los mismos trabajos y penurias
            que quedan expresados, como lo temo, porque el cerco de los indios aun per-
            manece por algunas partes que los estamos viendo y en cuanto sepan que la
            tropa ya se ha retirado, volveran con mas fuerza a sitiarnos y combatirnos sin
            dejarnos reposar. Basta de lamentaciones aunque puedo decir que mis heridas
            estan canceradas, y mi carne comida hasta los huesos, pero aun en esqueleto
            me ofrezca a servicio de Vmd, pues este amor ha de llegar hasta el sepulcro. El
            señor guarde a Vmd. muchos años.— Paz y Agosto 19 de 1781.




            (NY. P.L.R.C., Paz, Tomo II).










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