Page 70 - La Revelión de Tupac Amaru II - Vol. III
P. 70

Volumen  3
                                                                         Inicio de la rebelión
            los enemigos; pero la prudencia de aquel jefe tendría presente urgentes causas
            para esta resolución, que no he comprendido. En esta refriega se distinguieron
            los curas de Urcos, San Sebastián y tres eclesiásticos mis súbditos, respirando
            todo felicidad y celo por los intereses de Dios y del Rey, objetos que hacían
            presentes para alentar a los soldados a sus deberes, debiendo a los indios de
            San Gerónimo y San Sebastián, el mismo anhelo reconociéndose en éstos, no
            sólo aquellas partes si también un total despego del saco militar que es permi-
            tido en estos lances, pues considerando contagiados aquellos despojos, de la
            censura que llevaban consigo los amotinados, les servía de retraente este mo-
            tivo de religión para abandonar una presa que es propia de todo soldado vic-
            torioso: Tal impresión ha hecho en sus ánimos como en los más de este Obis-
            pado  la  censura  irrogada  contra  el  tirano  y  sus  secuaces.—  Retirados  los
            enemigos del Valle de Oropesa a las alturas de Ocororo a incorporarse con el
            amotinado, no sólo se han repetido algunas excursiones a las partes del Pue-
            blo de San Gerónimo, dos leguas distantes de esta ciudad, sino también inten-
            taron combatir un trozo de nuestra gente que mantiene hasta hoy entre dicho
            pueblo y San Sebastián, destacado para impedir el progreso del rebelde hasta
            esta ciudad, cuyos suburbios toca en las mencionadas parroquias; pero aun-
            que han llegado a avistarse nuestras tropas con los enemigos éstas han evitado
            el encuentro abrigándose en las alturas de los cerros y así se mantienen dos
            días ha en inacción, porque así lo ha estimado conveniente el Comandante
            Avilés, cuyo arribo a esta capital, que verificó el primero del que corre, con el
            refuerzo de tropa que remitió Vuestra Excelencia, se recibió general regocijo y
            nos promete mayores ventajas en la guerra presente.— En este estado nos ha-
            llábamos y no sin recelo de la entrada del rebelde a esta ciudad, cuando a ho-
            ras de las seis de la tarde se aparecieron en el Cuartel General tres emisarios de
            aquél con cartas al Cabildo, Justicia y Regimiento de ella, al Cabildo Eclesiás-
            tico y a mí condujéronlas Don Bernardo La Madrid en consorcio del Doctor
            Don Ildefonso Bejarano, Presbítero y Ayudante del Pueblo de Tungasuca, y el
            Padre Fray Domingo Castro, del Orden de San Francisco, éstos pasaron a en-
            tregar las cartas y edictos que reconocerá Vuestra Excelencia por su contexto:
            Estos papeles cuanto atrevidos e ínsolentes, no han merecido ni respuesta y
            fuera de la ira, que me concitan, han dejado al pueblo en notable expectación
            a vista del atrevimiento que manifiesta con el emplazamiento que hace del
            término de doce horas que asigna como perentorio para la ruina de este lugar.
            Los sujetos que respectan a mi jurisdicción quedan arrestados y tomadas sus



                                                69
   65   66   67   68   69   70   71   72   73   74   75