Page 368 - José de la Riva Aguero - Vol-2
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Volumen 2
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            chos que sobre un culpado puesto fuera de la ley: Usted es hoy de igual con-
            dicion que los montoneros que no se presentaron en el termino señalado por
            decreto de 1° del corriente, termino fenecido con ecseso.
                    El respeto que el Gobierno profesa al pabellón frances, y el deseo de
            no dar por su parte el mas leve motivo de queja á los ajentes de las naciones
            amigas, hace que se abstenga de sucitar cuestion sobre si Usted ha podido
            ser admitido á bordo del «Acteon», declarado como se halla fuera de la ley.
            Que las naves estranjeras sirvan de albergue á hombres perseguidos por meras
            opiniones politicas, si bien parece contrario a la estricta neutralidad que toca
            á los estraños, no merece recriminacion tan severa, como que den amparo á
            un delicuente famoso, que estando garantizado por el Gobierno Supremo, no
            puede sustraerse á su alcance, mas que para sucitar discordias, y avivar cente-
            llas que aviven la tea horrible de la guerra civil, aun no apagada enteramente.
            Es tan verdadero este acerto, que todavia los bandoleros armados por Usted
            infestan los caminos, todavia los ciudadanos viven en zozobra perpetua, toda-
            via se halla paralizado el trafico; y corre sangre en las melancolicas ruinas de
            ricos fundos devastados. Y es la causa de Usted la que defienden estos caribes,
            y su nombre el que invocan. No le hace pues injuria el Gobierno cuando cree
            que solicitando asilo en un buque estranjero, teniendo libertad para venir al
            seno de su familia, afianzado por la palabra de Su Excelencia, tanto ó mas
            respetable que una bandera estraña: no se ha propuesto Usted otra mira que
            consumar impunemente su maldita obra.
                    Pero por grande que sea la consideracion del Gobierno acia la bandera
            francesa, no debe olvidar que pesa sobre él una enorme responsabilidad, en
            caso de que la seguridad publica sufriese algun ataque; y puede exijir y exije
            del ajente diplomatico de aquella nacion ilustre, que los lazos de amistad que
            la ligan con el Perú, no sean una red ominosa en la cual perescan la tranqui-
            lidad y la ventura del pueblo cuya suerte le está confiada; y aquel digno per-
            sonaje, acojerá sin duda las reclamaciones del Jefe Supremo, persuadido de su
            importancia.
                    Fundado en estas verdades luminosas, me encarga Su Excelencia orde-
            ne á Usted, que dentro de cuarenta y ocho horas salga del puerto, sin dar lugar
            á que su presencia sirva de protesta á los descontentos, para comprometer el
            reposo de la sociedad, haciendolo de contrario responsable con sus bienes de
            cualquier resultado desagradable que produjese el defecto de cumplimiento
            á esta resolucion suprema. Y no crea Usted desacordadamente, que porque



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