Page 179 - José de la Riva Aguero - Vol-2
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Nueva Colección Documental de la Independencia del Perú
             Vida y obra de José de la Riva Agüero
            hombre. Es igualmente notorio que las elecciones de los colegios electorales
            han sido sofocadas o violentadas escandalosamente, llegando hasta el exeso
            de hacer anular actas por que en ellas era elegido yo. Mi delito, Señor, no ha
            sido otro que haberme opuesto a que Bolivar esclavizaze al Perú; y si este es
            delito, ó hay alguno otro que se me atribuya ¿por que no se me jusga como
            tengo solicitado? ¿Existen por ventura leyes: existe nacion, donde un traidor
            obscuro y miserable basta para sobreponerse á cuanto hay de mas sagrado en
            la sociedad?
                    Plugiera al cielo que yo solo y mi familia fuesemos las victimas; pero
            no es asi: la representacion nacional tiene á la vista el Perú convertido en as-
            queroso cadaver. La Constitucion en que los pueblos veian fijada su indepen-
            dencia, su libertad, y su futuro engrandecimiento dejó de existir, y para mayor
            verguenza existe de ella aquella con que se ha creido poder afirmar los resul-
            tados de una conspiracion. El Gobierno, obra de esta, despues de destruidas
            todas las garantias, y de sacrificadas mil victimas, se consolida por negras ma-
            quinaciones en las elecciones populares. La deuda nacional se aumenta cada
            dia considerablemente con los dividendos, y el tesoro público solo sirve para
            sostener a las personas apoderadas del mando, y los vicios y prostitucion con
            que desmoralizan y cubren de oprobio á la Nacion.
                    Aun en estas circunstancias, y llamado de todos los angulos de la Re-
            pública para salvarla del yugo ignominioso que la oprime y la envilece, he
            querido mas bien ser yo mismo una de las victimas que ponerme á la cabeza
            de una reaccion, que por gloriosa que fuese, podría atribuirse acaso a miras
            personales, ó hacer dudosa la protesta que tantas veces he hecho, y que repito
            ahora, de no admitir jamas cargo alguno. Dire aqui con el celebre Droz: «feliz
            el que puede decirse al acabar su carrera: con talentos superiores yo habría
            tenido mas influencia, yo habría sido mas útil; pero he hecho todo el bien que
            he podido». Yo debo repertirme esto para consolarme, y limitarme en mis
            circunstancia á llorar los males que como á Colombia van á destruir hasta los
            restos del Perú, si la energía de la representacion nacional no lo salva.
                    Ella sola debe restituir en esta vez al Perú su honor, su independen-
            cia y su libertad. El reciente egemplo de lo que acaban de hacer en Francia
            sus camaras representativas con menos motivo, y la conducta del ejercito en
            aquellas tan criticas circunstancias hace ver que el del Perú no desconocerá su
            deber y ayudará gustosamente á reedificar el solio de las leyes y de la libertad.
            Los ilustres militares peruanos conocen bastante la diferencia que hay entre la



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