Page 389 - José de la Riva Aguero - Vol-1
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Nueva Colección Documental de la Independencia del Perú
Vida y obra de José de la Riva Agüero
Entre la gente Peruana ignorante por naturalesa se daban papeletas
para que las prestasen en la mesa sin saber leerlas ni entenderlas, ni el acto
que era ese ni la confianza que depocitaban en hombres repelidos por su mala
opinión, que ni conocian, y que aun ignoraban sus nombres hasta entonses.
He aqui el modo de elegir, y he aqui la ruina que a ocasionado este desorden.
Si este Congreso Vuestra Excelencia le juzga nesesario puede reponer-
se pero con medidas que desaparescan para siempre, la Intriga, Coaccion y
nulidades.
Por aora de hecho y de derecho revoca [roto] estos Poderes conferidos
sin voluntad a los Diputados por este Departamento cuia accion no se nos
puede coactar. Todo Presidente se la retiene en sí para ejecutarla quando no
corresponda a sus intenciones la conducta del Podatario ejerciendo la misma
facultad que tubo para autorisarlo.
En estas vases se funda la exclamacion que como Sindico Procurador
General de esta Ilustre Municipalidad y a nombre de esta Poblacion hago a
Vuestra Excelencia esperando la atienda para no tener por Diputados á los
elegidos antes no comprendidos, en la parte sana pues mui de antemano han
sido revocados los Poderes en el animo de estos avitantes por todo quanto
advertian y sabian tan de notorio.
Ahora lo hago en forma en beneficio de la Poblacion que represento
ante la justificacion de Vuestra Excelencia de cuia notoria integridad espero
libre los remedios eficaces de que tanto nesecita mas para la Salvacion de la
Republica.
Dios guarde a Vuestra Excelencia muchos años. Chiclayo Agosto 3
de 1823.
Excelentisimo Señor
Juan de Dios Olea
Señor
Excelentisimo Señor don José de la
Riva Aguero Precidente de la Republica.
Quando un funesto prospecto tenia en expectacion los cuidados de
estos Poblanos con los bruscos triunfos del Enemigo comun, solo el recuerdo
de que las riendas del Govierno eran manejadas por el Excelentisimo Señor
Gran Mariscal don José de la Riva Aguero, era el contraste que endulzaba tan
ominiosas amarguras. Sí, Señor Excelentisimo; Vuestra Excelencia que en el
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