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Una lógica sana de concurso, señor presidente, es que la valorización pueda variar entre
un 10% para arriba o un 10% para abajo.
Pero explíquenos, señor presidente, en la construcción del Gasoducto del Sur que
inicialmente iba a costar mil setecientos, está ya costando en el papel más de seis mil
millones. En todas las obras grandes, señor presidente, encontramos lo mismo.
Y otra cuestión perversa de este modelo, señor presidente, es que en las licitaciones y
concursos públicos se introduce una cláusula de asegurarles una ganancia razonable a
quienes hacen la obra. Y en el caso de la Interoceánica Sur por treinta años se está
garantizando a estos consorcios que han ganado vinculados a Odebrecht una ganancia
del 17% anual. ¡Es una barbaridad, señor presidente! O sea, la famosa competencia en
el mercado libre, señor presidente, donde los empresarios compiten y quien hace más
eficiente la obra, simple y llanamente le dan por treinta años, y le aseguro una ganancia
de 17%, que cualquier inversor privado en el mundo, señor presidente, estaría
absolutamente contento.
Señor Presidente, aquí también se ha acompañado bajo una modalidad de las
Asociaciones Público Privadas y los contratos de Obras por Impuestos.
No estamos dogmáticamente en contra de las APP ni las Obras por Impuestos, sino
estamos bajo la modalidad contractual que la acompaña a esta modalidad, que muchas
veces termina, señor Presidente, en actos de corrupción.
Ya vi que se ha eliminado el concepto de la planificación.
Aquí queremos señalar, señor Presidente, lo que venimos reiterando tercamente en los
debates en este Congreso.
La famosa reconstrucción del norte del Perú va a terminar dentro de algunos años en
escándalos, por dos razones: primero, por los probables actos de corrupción que haya
bajo estas modalidades; y en segundo lugar, un fracaso en el ordenamiento de la
construcción de las obras.
Cuando uno quiere reconstruir, señor Presidente, el norte del país, deberíamos partir de
una planificación, de un plan concertado que el Estado lo haga suyo, lo haga vinculante
para las empresas, ordene las licitaciones por orden de prioridad, no. Aquí se deja al
privado a que escoja cuál es la obra que le es más rentable y más conveniente y la más
fácil de hacerla.
Lo más probable, señor Presidente, es que estos sectores privados renuncien a hacer las
obras más necesarias, más conflictivas o más difíciles de hacer.
Esa es otra situación que tenemos que entender.
Un segundo punto es la lógica que se mantiene desde hace más de veinte años. Esta
modernidad globalizante, señor Presidente, nos llevaría a una estructura que permita al
Perú dejar de ser primario exportador; es decir, tener una economía sana, diversificada.
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