Page 5 - Primeras Congresistas
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retribución económica que se les asigna, van a las haciendas y aldeas de
la costa, a los caseríos de la sierra, o a los puestos solitarios y aislados de
la montaña, exponiendo su salud y su vida, para realizar la máxima obra de
bien que se puede hacer a un país: la preparación de las futuras madres de
familia y de los futuros ciudadanos”.
Analizando la importancia de la norma que se aprobaba el doctor Francisco Pastor,
Diputado por Puno, dijo en el debate parlamentario:
“Asistimos incuestionablemente a uno de esos momentos de una
trascendencia excepcional que tienen que afrontar instituciones como el
Parlamento, de una trascendencia similar a los hechos de la naturaleza que
transforman o modifican la evolución de la vida o esa trascendencia que
implica la germinación de la vida, la trascendencia que existe y que vibra
cuando una especie de simiente va a originar con el decurso de los tiempos
consecuencias promisorias, grandes y modificantes de un organismo que
en este caso es nuestra patria.
El Parlamento con su sabiduría y el país pendiente en estos momentos,
saben la importancia que implica este debate. Constituye la dación de esta
ley un verdadero jalón en los fastos de nuestra historia. Futuramente,
cuando se haga una historia política del Perú, se podrá dividir tal vez la
historia republicana en algunas etapas. Puede ser una etapa aquella que se
inicia con la independencia del Perú, con los brillantes fastos de nuestra
emancipación; etapa que podría ser jalonada hasta aquella en que aquel
estadista eximio, cuyo año nos cobija, el Mariscal Castilla, dictará la
liberación de los esclavos, la redención del indio; desde esa etapa de
avance en las ideas democráticas y libertarias, habrá que decir por los
historiadores de esa época: el año en que se dictó por el Parlamento del
Perú la liberación cívica y política de la mujer”.
De este modo, a través de dicha ley, el Congreso modificó la Constitución Política
entonces vigente (1933), el Congreso alcanzó una mayor y mejor representatividad
y se amplió la participación del electorado. Las primeras representantes femeninas
fueron elegidas en 1956:
En el Senado Nacional: Irene Silva Linares de Santolalla;
En la Cámara de Diputados: Manuela C. Billinghurst López, Alicia Blanco
Montesinos de Salinas, Lola Blanco Montesinos de La Rosa Sánchez, María
Mercedes Colina Lozano de Gotuzzo, Matilde Pérez Palacio Carranza,
Carlota Ramos de Santolaya, María Eleonora Silva y Silva, y Juana Ubilluz
de Palacios.
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