Page 260 - La Rebelión de Huanuco - vol 3
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Volumen 3
Autos seguidos sobre el descubrimiento de los autores de la rebelión de Huánuco - Segunda parte
condenan? Es creible que no hubiesen conocido á un religioso, cuyo oficio era
tan público, y que tal vez no dexaria de asitirlos y curarlos en alguna ocasion
que pudiesen haber ido al Hospital? Yo no lo hubiese conocido en la calle;
pero inmediatamente que convengo desde luego que llegaron a la celda, se
vieron, y se tratáron: ¿Cómo es de creer que no hubiesen sabido quien era
el sujeto que los habia llevado? Ademas de que aun quando supiesémos que
de hecho hubiese sido así: ¿No era natural que al dia siguiente, ó despues, se
hubiese informado de quien era esa persona? Luego no puede estar más clá-
sico el perjuro de los que han depuesto en contra de mi parte. Y suponiendo
por un momento que no lo hubiesen conocido: ¿podrá asentarse á nadie que
hubiese Fray Francisco tenido animosidad ó valor para entrar á la Celda de la
junta á unas personas que jamás había visto, y con las que no habia tenido la
menor conversacion ó familiaridad nunca? Para unos asuntos de tanta con-
sideracion y peso ¿Era regular que se conduxese de ese modo, sin temor de
ser luego descubierto? Claro es que no; ámenos que no se le suponga en ese
acto un hombre conocidamente loco, ó fátuo. Quando, pues, los que deponen
nada tiene que perder fácilmente arriesgan el honor y la vida de un hombre
de bien á ser víctima del rigor de las Leyes. Yo veo á mi parte en un contraste
terrible. Si él se mexcló desde luego en alguna cosa, nunca fué ni pudo sér con
el objeto de concurrir en la obra de la destruccion de la Patria. De nada sirve
que se diga, como aparece de las declaraciones de fojas y fojas, igualmente que
del comparendo tenido que se vé en la de fojas que él fué el conductor de los
que le condenan; que él les leyó los Pasquines que habian de ponerse; que él
permaneció sin moverse de la Celda donde se juntaban, y veían los papeles:
Fray Francisco en todo procedía sin duda, por entónces, suponiendo que fue-
se todo verdad, con precipitacion, ó ligereza. Tambien habia en ello mucho de
temor, ó fuerza; y lo que á primera vista se convence por las propias medidas
de seducion que para él habia tomado. Además, le habia encargado el sigilo;
y justamente temeroso mi parte de ser sorprehendido por el Padre en caso de
que llegase á delatarlo, creyó que era el mejor partido recervar ese secreto.
Por otra parte: ¿Cómo es de creer que persuadiendose Fray Francis-
co de los perjudiciales resultados que habria de traer consigo la revolucion, y
una revolucion de Yndios, se prestase con todo conocimiento á un proyecto
tan debastador? No habrá uno ciertamente que sea capaz de creer en mi
parte semejante conducta. El incentivo de la poesía; la superficial habilidad
del Padre; su ya prevenida malicia; el penetrarse de que jamás habia de tener
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