Page 104 - La Rebelión de Huánuco. Vol 2
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Volumen  2
                                               Fragmento de alegato justificatorio del padre Ramón Moreno
            desde Huariaca; que llegaria á Ambo, y del mismo modo entraría á Huanuco.
            Me contestó todo arrebatado: Que no entraria ní solo ni acompañado, le insté
            que esta era su Provincia y su Casa: Que así como nadie podía impedirme la
            entrada a mi Yglesia por que era mi Casa por la misma razón tampoco se le
            podía impedir entrar al Señor Yntendente a Huanuco. Me respondió á este
            combencimiento: Que no me cansase, que los yndios le habian prometido
            quitarle el pescueso si lo permitía, para que la enormidad de sus delitos haria
            que el Señor Yntendente los ahorcase á todos hiciese esclabas á sus mugeres,
            á sus hijos, arruinaria sus chacras, ganados etc. Yo volví á reponerle que ya no
            entraba el Señor Yntendente, sino el mismo Rey, y que si no se le daba entrada
            al Rey. Todo arrebatado se salio diciendome que no pensase en eso, y lo dejase,
            á lo que cedí por su obstinación, y para que no me cargase con los yndios de
            traydor á la Patria, como él decia frequentemente. Ya no tenia medio para tra-
            bajar y persuadir la entrada del Señor Yntendente á pesar de mis sustos, como
            se lo digo al mismo Xefe en un oficio; pero todo era inutil para estos proterbos
            que tenian coronados los cerros con infinidad de yndios.
                    En fin Dios protegió la justa causa por que yá estabamos sentenciados
            de los yndios que de regreso de la guerra degollaban á todo español, y aca-
            baban con todas las yglesias: Se compadeció Su Magestad de tanta angustia,
            y afliccion y el Santo Xefe que tanto habia solicitado la paz por infinitos me-
            dios, no le quedó mas recurso que el romper con sentimiento de su religioso
            corazón la guerra que los destruyo, y si no sugete la tropa los exterminía de
            una vez, matando cinco, ó seis mil yndios, teniendo solo en su exército cinco
            heridos segun se dice, en premio de su nobleza, y santas yntenciones. Toda la
            noche habian hecho fuego los yndios sin cesár, no queriendoles acometer el
            Xefe un instante para que se sugetasen, hasta que por la mañana en un quarto
            de hora castigó su atrevimiento, y su obstinacion y rebeldia. La victoria fué la
            mas completa y gloriosa por cuyo triunfo se cantó una Misa de Gracia, patente
            Su Magestad con un solemne Te Deum, como he dicho.
                    Pero la alegria que justamente habia ocupado mi corazon con esta
            triunfante empresa, se me convirtió á pocas horas en las mas amargas tribula-
            ciones. Parece que Dios no queria darme á quitar el consuelo despues de tanto
            padecimiento. Me contaron que indecorosamente habian ultrajado mi perso-
            na los Señores Europeos por la clausula que sin critica y con ignorancia habían
            leydo en el oficio que habrieron del Señor Virrey antes de remitirselo. Quando
            llegaron con el Xefe á Huanuco se impusieron de mi inocencia, congojas, y



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