Page 103 - La Rebelión de Huánuco. Vol 2
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Nueva Colección Documental de la Independencia del Perú
La Rebelión de Huánuco de 1812
hecho yó y todos lo han declarado así por que fué publico ¡Que trabajo Señor
haberme quedado por defender el Sacramento, los Vasos Sagrados, y que no
violasen mi Yglesia. Si tendrá resultas, este pecado, y este sacrificio despues de
mis agonias! Yo me mudé entonces lexos de mi casa sin ir a ella, ni á comer,
ni a dormir, entrando ocultamente a mi Yglesia, no decía Missa para que este
hombre, no me persiguiese; pero averiguando donde estaba me sorprehendió
un dia a las nuebe de la noche con todos los facinerosos Comandantes, y mo-
tines de los yndios, y aunque yó me escondí en la casa donde estaba me mandó
salir, y me propuso que yo fuese á Ambo á donde el Señor Yntendente para
que no corriese sangre, y no entrase á la Ciudad. Yo le contesté yá despechado,
y resuelto a morir, que era un atrevimiento que, yo le propusiese al Señor Yn-
tendente el que no hiciese Justicia, ni entrase a la Ciudad, que me cortasen un
brazo primero, ó hiciesen de mi lo que quiciese que ya estaba resuelto a todo.
Y si los Señores Europeos solo por haber visto a los yndios media legua de la
Ciudad se penetraron de espanto, y cobardía, desamparandola todos hasta el
mismo Subdelegado y Oficiales Militares, abandonando sus mujeres, hijos,
bienes, y posesiones por huyr de la muerte que les amenazaga, yo que quedé
desamparado, sin respaldo ni auxilio con la misma muerte á cada instante;
metido entre la boracidad de los yndios ¿Como me veria en tantos, y apretadi-
simos lanzes? Pero el colmo mayor de la insolencia de estos ynfernales que me
transporto, y me determino á morir resueltamente fué que descaradamente
propalaban que concluido el saqueo general, libremente habian de usar de
toda muger. Aquí ya no pudo alcanzar mi sufrimiento, mandé que antes de
la oracion cerrasen las puertas de los barrios que me avisasen si en alguna
casa sufrian algun insulto para ir yo mismo, sacrificarme y matar á los que
pudiese: Que todas las Niñas se recogiesen a la Yglesia, y del Beaterio que
me avisasen. Las lagrimas se derramaron aqui sin medida; pero las razones,
espiritu y determinacion del Pastor formaron el consuelo; ¿Como no desearia
yó con la mayor veémencia el remedio de tan apurados males, y la entrada del
Señor Yntendente por quien hize tantos sacrificios, por quien se multiplicaron
ruegos, y oraciones secretas de tanta buena christiana. Entre tanto el General
Castillo los Sequaces Motinistas y los yndios todos los dias mas rebeldes, solo
trataban de conmover los Pueblos de las Provincias inmediatas aglomerando
gente y combocandola por medio de cartas seductoras. Yo llame á Castillo
por favor á mi casa, é interrumpiendo el temor le dije con artificio: Que el Se-
ñor Yntendente venia solo con muy poca gente pazificando toda la quebrada
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