Page 237 - La Rebelión de Túpac Amaru II - Vol-6
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Nueva Colección Documental de la Independencia del Perú
             La rebelión de Túpac Amaru II
            no tenía qué decir mas que lo expresado en su confesión, su señoría le hizo
            las tres reflexiones siguientes: Díjole que si respecto a tener declarado en uno
            de los careos antecedentes que há cinco años está pensando esta rebelión, ha
            hecho presente su intento a los sacerdotes en las confesiones sacramentales,
            que es regular haya hecho. Si cuando oyó hablar en Lima de repartimientos y
            otros derechos, decían eran injustos y esto les alentó a rebelarse alborotando
            tantas provincias. Que es prueba de que Mariano Barrera es sabedor mucho
            tiempo del alzamiento, pues en una carta que se halla en estos autos le dice el
            rebelde se venga aunque sea a pie, por extraviados caminos, pues ya tiene cua-
            tro provincias ganadas para avanzar a esta ciudad del Cuzco y destruir a los
            chapetones, como lo hizo con el corregidor Arriaga, a quien había ahorcado.
            A las cuales dichas preguntas o reflexiones solo respondió que a los sacerdotes
            con quienes se había confesado en el espacio de los cinco años, solo se quejaba
            de las extorsiones que hacían los corregidores a los indios, y le respondían lo
            dejase todo a Dios. Y viendo su señoría no quería dicho Tupa Amaro declarar
            otra cosa alguna, sinembargo de haberle amonestado a ello cariñosamente,
            mandó se le hiciese presente el tormento, diciéndole dijese verdad requirién-
            dole una, dos, tres y más veces expresase cuanto sabía donde no, que si al-
            guna pierna o brazo se le quebrase, o lesión de algún miembro le sucediese
            o muriese en el tormento, fuese su culpa y cargo, y no a la de su señoría; a
            cuyos requerimientos dicho Tupa Amaro dijo no sabía cosa alguna. Y visto
            por dicho señor oidor que no quería confesar cosa alguna le mandó quitar el
            volante que tenía vestido, que le atasen las muñecas a la espalda, que le junta-
            sen los pies por las gargantas, que se los amarrasen y pusiesen las cien libras de
            hierro, poco más o menos, que estaban prevenidos y que lo alzasen del suelo,
            poniéndole pendiente dos varas de él, y así ejecutado preguntó al enunciado
            Tupa Amaro con qué persona había tratado el alzamiento que ha hecho; de
            quiénes de esta ciudad ha recibido cartas, qué contenían, quién le ha auxiliado
            con consejos, armas, dinero, gente o de otra forma, que le dijese y declarase
            cuanto sabía, y le haría quitar el tormento y dicho Tupa Amaro dijo: ay, ay, ay
            misericordia Señor, ay, ay, ya estoy perdido vuestra señoría, vuestra señoría
            ay, ay, nada más, no, ay, más, los indios, por María Santísima, vuestra señoría,
            vuestra señoría, ay, ay, ay, no ay más, no he tratado con nadie, mira vuestra
            señoría por María Santísima vuestra señoría vuestra señoría, por el rosario de
            María Santísima, quíteme la vida que había de remediar, por María Santísima,
            ay, vuestra señoría tendrá que dar cuenta a Dios, vuestra señoría por María



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