Page 625 - La Revelión de Tupac Amaru II - Vol. III
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Nueva Colección Documental de la Independencia del Perú
La rebelión de Túpac Amaru II
Como la Superioridad de Vuestra Señoría será sabedora de los inso-
lentes arrojos del cacique de Pampamarca y Tungasuca, José Túpac Amaru, no
extrañará al saber se han trasladado las Cajas con el caudal atesorado a este
fuerte que fué colegio de los expatriados. En el se tiene el cuidado correspon-
diente para la seguridad del caudal resguardado con sus centinelas de día y
noche, y en la situación mas segura de toda la casa.
Como las urgencias de guerra piden sus mas puntual y efectivo reparo,
el corregidor de esta ciudad, con los demás señores, que componen la Real
Junta de ella, determinaron se abriesen las Reales Arcas para subvenir las im-
pensas que se han contemplado indispensables para la defensa de esta ciudad,
y aun de todas las Provincias del Distrito de esta Real Caja. Como vimos cuan-
ta era la estrechez en que nos ponía el rebelde Túpac Amaru, no nos pareció
conforme resistir a una Providencia en que tanto se servía al soberano, y que
de su negativa se le acarrearía mayores sumas de gastos. En cuya conformidad
se ha dado puntual satisfacción a todos los libramientos expedidos por los
señores de la Real Junta de que se lleva la mas prolija cuenta para lo sucesivo
presentarla a la Superioridad de Vuestra Señoría y a los demás respectivos
tribunales.
Desde el día 12 de Noviembre, en que supimos la alevosa traición del
cacique José Túpac Amaru contra el reino y la corona, sus execrables hechos
de ahorcar a su corregidor, dar muertes violentas a otros, robar todas las ha-
ciendas a los españoles, sitas en los lugares de que se ha señoreado, y lo que es
mas, haber derrotado, el 18 de dicho mes, nuestro destacamento con pérdida
de ochocientos hombres, entre ellos un crecido número de los que componían,
en la mayor distinción, este comercio, a los que invadió y cercó en el pueblo
de Sangarará, con más de veinte mil combatientes, partidarios suyos, en cuyos
detestables delitos sigue aleve con mas esfuerzo y empeño; desde ese día en
que nuestros corazones no respiran sino sobresaltos, estando sobre las armas
dispuestos a morir en la defensa de Nuestro Natural Señor, no hemos podido
cumplir con los deberes de nuestro empleo con aquella exactitud que exije su
recomendación. Aunque hubiéramos intentado ejecutar nuestro ministerio,
nada avanzaríamos, porque las provincias, todas, son sublevadas, y las que no
lo están declaradas, ocultan, con su corto disimulo, su veneno. Así los tributos
y demás ramos no son satisfechos ni hay corregidores que los exijan: dos de
ellos son muertos al tirano impulso del traidor. Otros perseguidos de él, han
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