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En el año 2010, el Presupuesto Nacional fue de 81 mil millones de soles, y para el 2018
es de 157 mil millones. Esto quiere decir que, en menos de ocho años, prácticamente se
ha duplicado el Presupuesto Fiscal. Sin embargo, las brechas de desigualdad se
mantienen y, en algunos casos, incluso se han ampliado. Tal es el caso de Cajamarca, la
región de la que provengo, donde la pobreza llega al 43,8% y la extrema pobreza
alcanza cifras escandalosas del 20%. Uno de cada dos cajamarquinos es pobre y uno de
cada cinco cajamarquinos vive en situación de extrema pobreza. Al visitar mi región,
observo muchos colegios destruidos, muchos centros y puestos de salud viejos y
desabastecidos; pero sobre todo encuentro carreteras que han colapsado. Y es que la
brecha más grande es en materia de infraestructura vial, porque solo tenemos
pavimentada — escúchenlo bien— el 3,7% de la red vial departamental.
Y si hablamos de porcentajes de deserción escolar, de analfabetismo, de desnutrición, de
anemia, las cifras en Cajamarca son mucho más desalentadoras. ¿Qué está pasando
entonces? Nos preguntamos: ¿por qué no se han disminuido estas brechas en el país, si
hay crecimiento económico, si hay más presupuesto, si hay más plata? La respuesta la
tenemos todos: por un lado, la corrupción, que ha desviado grandes cantidades de
recursos, robándole la posibilidad de desarrollo a los más pobres; y, por otro lado, el
centralismo.
Sobre este este último, aunque aquí se diga que se transfieren grandes cantidades de
dinero para que se hagan obras en la regiones, es el Gobierno Central que aún sigue
decidiendo todo desde Lima, cuando lo que debería hacerse para acercar más el Estado
al pueblo es aumentar los presupuestos de los gobiernos locales directamente, y no seguir
postergándolos, no seguir obligando a los alcaldes a que vengan a Lima para mendigar,
durante semanas enteras, presupuesto, obras; para implorar en los ministerios y ofrecer
hasta su alma a fin de conseguir que aprueben proyectos para sus pueblos, con lo cual se
fortalece el clientelismo y la propia corrupción.
Finalmente, quiero pedir, para Cajamarca, que se amplíe y se considere de manera
prioritaria presupuesto para la actividad agropecuaria, porque es esta actividad la
principal fuente de empleo en mi región y porque hay que disminuir las brechas de salud.
Hay que construir, de manera inmediata, el Departamento de Oncología del Hospital
Regional de Cajamarca.
Pero tampoco todo es malo ni debe ser crítica para ganar aplausos. Tengo que reconocer
que algunos proyectos importantes se han considerado desde el Poder Ejecutivo para que
sean ejecutados en mi región. Desde aquí quiero destacar, por ejemplo, el
desprendimiento y el apoyo del Ministerio de Vivienda —cuyo titular, para orgullo nuestro,
es un parlamentario— al haber considerado proyectos de agua y desagüe en el distrito de
Tacabamba, en los centros poblados El Sauce, Jalca Nungo, San Pablo y Palma
Conchut; así como proyectos de agua y saneamiento en el distrito de Lajas, en las
comunidades de Cadmalca Alto y Cadmalca Bajo; proyecto de agua y desagüe en la
ciudad de Andía; y, en el distrito de Chota, en la comunidad de Alto Cañafisto. Estas
obras serán recordadas por nuestro pueblo. Agradecemos al Ministerio de Vivienda por el
financiamiento y la ejecución de estos proyectos.
—Asume la Presidencia el señor Mario Mantilla Medina.
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