Page 9 - Rumbo al Bicentenario Nº 6, Año 2 - mayo 2019
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Asimismo, para que se produjera la rebelión resultó importante la circulación de discursos y
           símbolos que animaron a los rebeldes a alzarse, encontrando como canal a los panfletos traídos
           por los europeos y difundidos de manera secreta, puesto que al poseer contenidos de crítica al
           gobierno no podían ser declarados de manera pública. A través de estos propagaron las noticias de
           manera no oficial; hicieron sus denuncias públicas de manera secreta; popularizaron rumores, a
           veces cantándolos en décimas, traduciéndolos al idioma aborigen y leyéndolos en voz alta de
           manera colectiva en los espacios políticos. Los autores fueron principalmente los curas, pero los
           difusores o seductores encargados de llevar esta información fueron los sectores populares en
           general, los pueblos y los indios, por lo que tuvieron una participación activa no siendo solo
           repetidores de rumores, ya que encontraron una lógica útil en el despliegue de dicho discurso en
           beneficio de sus expectativas de mejora política, como lo prueba los testimonios presentados por
           esta investigación.

           También, pude percatarme de la diferencia en cuanto al uso de los argumentos, en el caso de los
           curas de la ciudad su información principal fue denunciar a las malas autoridades, mientras que
           los criollos laicos, curas de los pueblos y los indios apelaron a la figura de la ausencia del rey
           español, llenándose  dicho vacío con  la figura simbólica de la  venida del  Inca. Ambos rumores
           fueron eficaces e involucraron una gran red de comunicación demostrando las vinculaciones
           existentes entre varias partes del virreinato, como fue la selva -de donde posiblemente vino el
           recuerdo del Inca- e incluso conexiones fuera de este, como los contactos con Quito y Buenos
           Aires, sobre todo gracias a la presencia de seductores extranjeros como fue el caso del cura
           Aspiazu y los viajeros desconocidos que llevaban y traían dichas noticias, al ser Huánuco un lugar
           de paso comercial. Además, para lograr seducir a la población y convertirlos en rebeldes, fueron
           importantes los espacios políticos como las plazas, las puertas de las iglesias, las casas, las
           fiestas, tiendas, entre otros, resultando interesante el hecho que la rebelión coincidió con los
           festejos del carnaval donde el mundo era interpretado al revés. De esta manera, los contenidos de
           los rumores y los lugares por donde transitaron, resultaron también instrumentos políticos
           trascendentales para la convocatoria a la insurgencia, mediante la cual pretendieron lograr el
           cumplimiento de sus expectativas políticas.

           Ahora  bien,  el  rumor  más  evocado  fue  el  de  la  venida  del  Inca,  apareciendo  varias  lógicas  al
           respecto. En primer lugar, pienso no fue propia de una “utopía andina” en el sentido de buscar el
           retorno del Tahuantinsuyo, porque al ser tan corta la rebelión no hubo tiempo siquiera para
           organizar un proyecto político. El Inca, se usó como símbolo de orden, al haber sido aparentemente       La participación de los sect ores populares en la rebelión de Huánuc o , 1812
           un “buen” gobierno -gracias a la imagen difundida por los Comentarios Reales de Garcilaso de la
           Vega-, vislumbrándose con su recuerdo la posibilidad del retorno de un régimen eficiente, aunque
           no necesariamente igual al de los incas, sino más bien como un factor de movilización eficaz. Por
           otro lado, si bien existió probablemente en la rebelión un reclamo del retorno del pacto colonial,
           creo que esto fue sólo la expectativa política propia de la población criolla, la cual no representó a
           todos los participantes rebeldes, por lo que los indios apelaron al uso e interpretación de que el
           sucesor del rey ausente Fernando, debían ser algún antiguo rey del Perú, identificándolo con el
           nombre Inca en contraposición al título de Rey. En ese sentido dudo que la venida del Inca en
           Huánuco se trató de un proyecto político separatista, de retorno del Tahuantinsuyo o
           exclusivamente la exigencia del pacto colonial, creo más bien que fue un discurso simbólico útil
           para los propósitos de la rebelión, mediante el cual se mostró las expectativas de los sectores
           populares rebeldes de mejorar su situación. De esta manera, se entremezcló elementos andinos
           como el Pachacuti, con las ideas cristianas mesiánicas y utópicas y la influencia garcilasista,
           generándose la expectativa de un nuevo gobierno, sin claridad de cómo se construiría, pero en
           donde la figura del Inca y no la del Rey, les proveyó la imagen de que mejoraría la situación poco
           favorable por la que estaban atravesando los sectores populares. Los rebeldes, interesados en
           lograr sus diversos objetivos, fueron conscientes de lo ventajoso que era el apelar a la venida del
           Inca y lo utilizaron como un instrumento político sin mayor problema.                                    08 |
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