Page 10 - Rumbo al Bicentenario Año 2. Nº 3 - Febrero 2019
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La rebelión de Huánuco de 1812 estalló durante
          la fiesta del carnaval, treinta años después del
          levantamiento de Túpac Amaru II. Su principal
          causa fue el conjunto de disposiciones
          procedentes de Lima de índole económica que
          prohibieron la venta del tabaco y de los
          productos agrícolas, que afectó a los criollos e
          indios,  así  como  al  favoritismo  político  de  los
          lugareños, es decir, de los europeos (Dunbar,
          1971, p. XXXVIII; Glave, 2008, p. 392). Antes de
          iniciarse dicho levantamiento, circuló una gran
          cantidad de rumores con la finalidad de
       L os rumores de la rebelión. Discur sos , espacios y redes de circulación en Huánuc o de 1812
          denunciar los abusos de las autoridades, y de
          generar miedo al anunciar el inminente
          desborde de violencia, pero principalmente de
          reclutar a la población para el alzamiento. Esto
          permitió la participación de miles de indios que
          junto a otros grupos sociales tomaron el puente
          de Huayaupampa y realizaron saqueos en
          Huánuco, Ambo, Llata, entre otros pueblos
          (Peralta, 2012, p. 321; Varallanos, 1959, pp.
          474-475). Aunque el resultado fue el fracaso de
          la causa rebelde, tras apenas un mes de su
          inicio, esta insurrección mostró parte de las
          expectativas políticas propias de dichos pueblos.
                                                                 Juan José Crespo y Castillo, miembro del Cabildo de Huánuco,
                                                                       tenía 65 años durante la rebelión de 1812.

          Discursos, espacios y redes de circulación


          Hacia 1812, en Huánuco, Panataguas y Huamalíes, pertenecientes a la intendencia de Tarma, pululaba
          un discurso que denunciaba los abusos de las autoridades, la consideración de la aplicación de
          disposiciones arbitrarias contra comerciantes criollos e indígenas, y los privilegios de los europeos,
          sobre todo la ausencia de intenciones de mejorar el descontento popular. Frente a esta situación se
          buscaron alternativas de solución. Así, el alzamiento fue una salida para resolver dichos conflictos
          (Tilly, Ch., Tilly, L. & Tilly, R., 1997, pp. 331-333). Dicho descontento propició optar por el camino de la
          violencia con la aspiración de lograr un cambio y mejorar la situación imperante. Esta lógica,
          probablemente, tuvo como aliento el éxito parcial del alcance de algunas exigencias que lograron las
          insurrecciones dieciochescas. Al respecto, no olvidemos que con la rebelión de Túpac Amaru se
          eliminó la figura del corregidor y se estableció la Audiencia del Cusco (Walker, 1991, pp. 138-139).

          En estas circunstancias, fue necesario contar con un discurso capaz de brindar esperanza de cambio y
          que al mismo tiempo fuera convincente. Estaría dirigido sobre todo al sector popular, por ser este el
          brazo bélico principal, al cual habría que convencer tomando en cuenta sus creencias, intereses y
          particularidades. Divulgar un mensaje de esta naturaleza no constituía una tarea muy difícil, ya que
          había una gran incertidumbre o ambigüedad debido al vacío del poder provocado por la ausencia del rey
          Fernando VII. Justamente, esta fue una de las primeras noticias que fue llevada a la población en
          general mediante los rumores, y de la cual se enteraron ágrafos y no ágrafos en lugares públicos como
          las plazas y puertas de las parroquias (CDIP, Tomo III, Vol. 2, p. 59). Ahora bien, el poder de los rumores
          era muy claro entre las personas de esta época, por ejemplo, la Junta de Buenos Aires encargó a
          Castelli que enviara emisarios a las provincias del Perú -como Cuzco, Puno, Arequipa y Tacna- con la
       09 |   idea de que “hay que siempre tener a la indiada de su lado”, y señaló claramente que el público
          principal que se buscaba captar era el andino (Chassin, 2013, pp. 408-411).
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