Page 464 - La Rebelión de Huánuco. Vol 1
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Volumen  1
                                        Sobre la insurreción en Huánuco y la creación de una Junta Gubernativa
            un aire depravado y desorranble a los fieles vecinos del lugar, se nos hace pre-
            ciso no ocultarselo á Vuestra Señoría (Al margen: reservadamente) para que
            resuelva, si le parece la prontitud de su entrada, a fin de impedir el que tomen
            éstos nuevas disposiciones convocando gente, y que cresca mas su rebelión.
            Vuestra Señoría prudentemente verá en esto la sinceridad de nuestro corasón
            que tanto apetece el sociego, y resolverá lo más conveniente para el remedio
            de tantos males que ya faltan fuerzas para tolerarlos.
                    Dios guarde a Vuestra Señoría muchos años. Huánuco, y Marzo 19 de
            1812.
                    Ramón Moreno (Rubricado). Manuel Thalancha (Rubricado).
                    (Al margen)
                    Señor Yntendente Don José Prada. Huánuco y Marzo 12 de 1812.
                    (Al margen)
                    Nota: reciví el presente oficio el 19 de Marzo de 1812, un día antes de
            entrar a Huánuco. (Rúbrica).
                    Mi venerado Señor: Acaso parecerá á Vuestra Señoría estraño no ha-
            berle escrito desde que acaeció el lamentable suseso de la revolución en esta
            Ciudad, tan digna de las mas inagotables lágrimas. Llenos los caminos de los
            voraces insurgentes, y de centinelas, que de todo se informaban con el atre-
            vimiento de abrir cartas, como lo hicieron con el Oficio que Vuestra Señoría
            dirigió al Cavildo desde Pasco, no permitían a mi espirante corasón el consue-
            lo de hablar, y escribirle sobre el pronto remedio de este trágico negocio, por
            que correría la misma suerte mi carta; y si en ella, como era justo, me vertía
            pidiendo el socorro á tantos males, y desgracias, tendría por premio de estos
            réprobos la muerte, y el deguello, como a cada instante lo prometen por la más
            leve acción jusgandose árbitros de la humanidad, y que nuestra vida para ellos
            es tan despreciable como la de un perro. Por un raro accidente logré informar-
            le, a pesar de mis tribulaciones de recelo al Excelentísimo Señor Virrey, y a mi
            Ylustrísimo Prelado con el Señor Cura del Valle, al principio de la revolución,
            pero para Vuestra Señoría no he tenido valor por las circunstancias expuestas.
            Vuestra Señoría con su diestra conducta, y prudencia penetrará la consterna-
            da situación de un afligido párroco, que en esta triste época ha muerto dies
            veces cada día. Espero comunicar á Vuestra Señoría para engugar mis ojos,
            dilatar un poco mi atribulado corazón y recibir con su vista la agradable, y
            apasible aurora del remedio, y del consuelo.





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