Page 318 - Guerrillas y montoneras durante la Independencia - Vol-2
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Volumen 2
Documentos de 1822
de la fuerza la que siendo contra razon, no puede fundar jamas derecho por
que este siempre ha de estrivar en aquella; no siendo otra cosa en qualesquier
evento contrario que injuria ó iniqua extorsion. Son dos y no mas las justas
causas para el uso de la fuerzo ó guerra, la una para recobrar algun derecho ó
cosa usurpada é injustamente retenida, y esto es lo que funda la guerra ofen-
civa, y la otra para resistir la injusta agrecion que se le haga á una Republica ó
Reino por otro, y esta funda la guerra defenciva, siendo constante que se parte
de los de esta Region, ni se atento contra la España, ni se le tenia usurpado de-
recho alguno, la introduccion de ellos fue por una injusta agrecion, la que no
puede justificar ni el trascurso de todos los siglos; de consiguiente el soñado
derecho de conquista (quando hubiera alguno que pudiera ser justo) es nulo é
iniquo.
La libertad está establecida por el autor de la naturaleza en la misma
formacion del hombre, asi ella es de derecho natural y Divino: los desvios de
la rason trastornaron todo el plan de sus prerrogativas, el ha nesecitado con-
sultar su conservacion, y en aquellos intervalos en que la rason se sobrepone á
las paciones, ha conocido la nesecidad de someterse á una autoridad sobre la
tierra, para que echa cargo de sus circunstancias, consulte su felicidad tempo-
ral; este ha ido el legitimo principio de las sociedades politicas en qualesquier
forma de gobierno que se concideren, por lo que siempre se ha dicho que la
salud del Pueblo es la Suprema ley de la Republica. Asi es que si el govierno
Español habia abandonado enteramente estas atenciones, la omnipotencia
cansada (si puede decirse asi) de permitirle tanto abuso, ha dado lugar a que
el fuego del Patriotismo inflame vuestros corazones, de lo que me há cercio-
rado el entusiasmo con que en mis manos jurasteis vuestra independencia, y
la propencion y franquesa con que os habeis prestado siempre al servicio de
la Patria desde que el inmortal Señor San Martin pisó vuestras costas. Espero
que tanto por vuestra anterior direccion como por los justos fundamentos que
os hé manifestado, no podreis declinar del ardimiento en que os hallais por
la justa causa de la independencia, y mucho menos tendrá lugar la veleidad
en vuestros corazones. Solo si creo que en fuerza de mi Pastoral ministerio
debo añadiros, que como christianos encomendeis nuestra causa al Dios de
los Ejercitos, para que apiadandose de nuestra miseria, y usando de su mi-
sericordia con nosotros, tage nuestros males su sabiduria y omnípotencia; y
respetando a las autoridades constituidas, empeñeis todos vuestros haveres,
para que todos con igual goso digamos viva la Patria, la paz, y la Religion.
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