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Nueva Colección Documental de la Independencia del Perú
             La rebelión de Túpac Amaru II
                    Señor don José Tupa Amaro


                    Muy amantísimo hermano de mi mayor estimación: doy noticia de
            que como don Antonio no quiere venir a su llamada de usted, por lo que aviso
            cómo a toda la gente había enseñado toda la noche a que todos que digan en
            voz alta a que no quieren largar a Bastidas. En la plaza de Papres se juntaron
            así mozos como indios, y todos en voz alta dijeron que en sabiendo dicho
            Bastidas nos hemos de acabar a Mendigure. Viendo este tumulto no lo híce
            amancornar según en la puerta de la iglesia echaron un bando muy largo, y
            una carta me enseñó que usted había escrito sin firma. Digo a usted que todos
            están en nuestra contra, como estos diez mozos entraron a Paruro: Yáñez, los
            dos Richarte, Ruquicho; Mariano, su yerno de Zamorano y Hurtado, Estrada,
            Andrés Argote, cuñado de Yáñez, Miguel Oré, y se llevaron siete escopetas.
            El día once del corriente por la mañana estuvimos en Papres con Bastidas.
            Le dije para venirme a Pucacasa a que no entren. El dicho Bastidas se porfió
            la entrada para estas cosas, que con su valentía no quiere oír el mandato de
            usted. Ayer por la mañana salí del pueblo de Papres, y en la mitad de la cuesta
            me avisó que en Pilpinto hay muchos soldados, y pasé a Acos a ver esa solda-
            desca, y junto al río encontramos con Escalante, que me dijo que es soldado
            de nosotros. Y así hermano, no puedo escribir mentiras sin ver los soldados
            conforme que usted me dijo que en Paruro hay más de trescientos soldados
            no más pero Bastidas dice que hay dos mil y tantos, que el cura de Pirque lo
            mismo dice. Y por las mentiras que le envió Bastidas no crea usted también
            el día que pasé a Papres ya tarde llegué al pueblo y pasé a divisar un morro
            junto a la hacienda de Quepo, y habían estado tendidos en el morro los dos
            caciques Colque y Hualpatoyco, con más de veinte indios, y le dije qué es lo
            que hacía por qué como cacique no entras a abonar la gente siquiera, y me
            respondió que no era mi criado. A esto, le chicoteé con las riendas. De esto,
            Bastidas armó un cuento para escribir a usted, por lo que hago este propio
            para que usted me avise para venirme o quedarme en el destino de Pucacasa,
            y no soy más. Quedo rogando a Nuestro Señor le guarde a usted muchos años.
            Pucacasa, marzo 12 de 781 años.
                                                Hermano y señor mío
                    Besa la mano de vuesa merced su servidor
                                                        Pedro Mendigure
                                                          (firmado)



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