Page 437 - La Rebelión de Túpac Amaru II - Vol-6
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Nueva Colección Documental de la Independencia del Perú
             La rebelión de Túpac Amaru II
                    (Al margen: Declaración, de don Manuel San Roque).
                    En dicha ciudad, dicho día, mes y año, compareció don Manuel José
            San Roque, quien bajo del juramento que hizo de decir verdad de lo que su-
            piere y fuere preguntado, siéndolo al tenor del auto cabeza de proceso, dijo
            conocer a Antonio Oblitas; que éste asistió a la prisión del difunto corregidor
            don Antonio Arriaga y ejecutó su muerte, por la que oyó decir el testigo le dió
            el rebelde cuarenta pesos; que éste anduvo siempre de capitán en compañía
            del rebelde mandando la gente y enseñándolos cómo habían de proceder en la
            guerra; haciendo varios robos en las ocasiones que se le presentaron, y algunas
            muertes en Sangarará. Que es lo único que sabe y puede decir y la verdad bajo
            del juramento que hecho tiene, en que se afirmó y ratificó siéndole leída su
            declaración. Dijo ser de edad de más de treinta años, y la firmó con su señoría,
            de que certifico.
            (rúbrica de Benito de la Mata Linares)

            Manuel José de San Roque
            (firmado)
            Manuel Espinavete López
            (firmado)

                    (Al margen: Declaración de don Francisco Cisneros).
                    En dicha ciudad, en el enunciado día, mes y año, compareció don
            Francisco Cisneros, quien bajo del juramento que hizo de decir verdad en lo
            que supiere y fuere preguntado, y siéndolo al tener del auto cabeza de proceso,
            dijo que conoce a Antonio Oblitas; que éste, antes del día cuatro de Noviem-
            bre, ya se hallaba en el pueblo de Tungasuca pintando varias banderas con
            los enblemas de los indios, según se dice generalmente. Este hizo dos retratos
            del rebelde, y el uno lo llevó Juan de Dios curaca indio cacique de Azánga-
            ro, para remitirlo a la Paz. Este zambo confesaba públicamente haber hecho
            hasta quince muertes en las expediciones de Sangarará y Piccho. Este mismo,
            la noche del veinticinco de Marzo, tumultuó en Tinta varios indios para que
            sacasen de la iglesia al declarante, y matarlo según la orden dada por Micaela
            Bastidas para que así lo ejecutasen, y también con siete eclesiásticos que en
            ella se hallaban. Estuvo el tumulto con este capitán y un zambo Pedro balean-
            do la iglesia esa noche, diciendo la habían de quemar; cometió varios robos
            en Quiquijana y otras patres, y recibió de paga por la muerte del corregidor



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