Page 415 - La Rebelión de Túpac Amaru II - Vol-6
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Nueva Colección Documental de la Independencia del Perú
             La rebelión de Túpac Amaru II
            niega la venida a Piccho y los hurtos que se le acusan. También la recluta de
            hombres en los pueblos que se citan. Expresa que dádole la orden por el in-
            fame para que así lo hiciese, Tupa Amaro le añadió el predicado de que el rey
            (que Dios guarde) y él, en su nombre, lo mandaba. Partido el reo, en Callacun-
            ca encontró con el cacique pasado de Sangarará, cuyo nombre no se acuerda.
            Este lo arredró con referirle que los indios de aquellas poblaciones le matarían
            sin remedio, que había orden para ello, y que se volviese al pueblo, lo que hizo
            no a Tungasuca sino al de su residencia. Por esto, sentido Tupa Amaro, pególe
            fuego a su casa, embargóle los bienes, y lo condujo aprisionado.
                    La severidad con que experimentó este pasaje con rememoración de los
            trabajos que sufrió en el principio en compañía de don Antonio Amaga, su pa-
            trón, le hicieron amilanar, de suerte que como vió que la mujer y éste destrozaban
            con inhumanidad a los que se les resistían, creyó a Pedro Vásquez, el que le hizo
            saber que del Cuzco habían venido dos paquetes por los oficiales reales para el
            efecto de que le obedeciesen en la ejecución del corregidor y cuanto se ofreciese.
                    Con todo, acordando con el suceso de Sangarará y otras demostracio-
            nes que era error lo que concebía al principio, no obstante su temor consultó
            con la razón el medio que le fuese favorable, y refugiado en la casa de maestro
            cura le extrajo. Repitió la fuga donde otros de igual carácter (de cuyos nom-
            bres no se acuerda el defensor), y nada le valió.
                    Vuelto de la expedición de Piccho, le denominó por su capitán y le
            arrastró a Pucacasa, violentándolo a ejercer cargos opuestos a su deseo.
                    Estas razones ofrece el reo probar, y también el que al principio lo vitu-
            peraban con voces (denominándolo) de traicionero, y el que de la habitación
            del cura de Yanaoca por tercera vez lo dedujo.
                    Las declaraciones de don Francisco Molina, don Francisco Cisneros y
            Diego Ortigoza, son producidas con pasión. Ellos le conservan odio implaca-
            ble El primero, porque por orden del indio condujo sus mulas para que le sir-
            viesen; el segundo, por haber cumplido la orden de don Pedro Muñoz de An-
            jona en aprisionarlo y conducirlo a Cailloma para que de allí lo despachasen a
            Lima, a disposición de los señores de la real sala de crimen; y el tercero, por el
            disgusto que con él tuvo años ha en Tungasuca.
                    Estos motivos lo hacen inhábiles, y el defensor reproduce lo alegado en
            materia de miedo y temor de perder la vida, coacción y restantes fundamentos
            que expuso en las otras causas, para que, caso de probar sus acertos éste reo, se
            entiendan con esta. Por tanto, y alegando aquí todo lo que convenga:



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