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Nueva Colección Documental de la Independencia del Perú
La rebelión de Túpac Amaru II
que en virtud de lo que tenía escrito al Corregidor de Quispicanchi, me remitió
estos últimos días, por que con esto tiene bastante el pobre Diego. A dos clases
se reducen los que se hallan presos, 57 entre indios, españoles y mestizos, que
no se sabe positivamente hasta ahora su causa, y para mí los más de ellos están
inocentes, y 73 entre Diego y demás que se dicen su familia y los dos Cóndori,
me ha costado muchos ratos de reflexión el contemplar como combinar el cas-
tigo y la piedad del Rey, que tanto ama un vasallo, por quien se desvela y hemos
visto derramar sus liberalidades, teniendo presente al mismo tiempo las razones
políticas que exigen una de aquellas providencias que aseguran, a lo menos,
todo recelo de inquietud, a que aún obliga a aquel principio cierto y primera ley
de la conservación del orden público. Bajo estos principios me tomo la libertad
de molestar a Vuestra Excelencia para que sirva dirigirme en esta oscuridad,
dándome aquellas órdenes que contemple más justas y oportunas, pudiendo yo,
fiado en la benignidad de Vuestra Excelencia, añadir únicamente que en aque-
llos de quienes se pueda formar sumaria, se procederá según dicte la razón y
justicia; pero en los demás creo que en los que no son de la familia se les deberá
dar libertad a los que no se les pueda comprobar delito, para que así conoscan
las piedades del Rey, y a los que son de la familia transplantarlos donde puedan
ser útiles al Estado, sin causar tantos recelos, pues en verdad ellos no tienen
más delito que llevar el infausto nombre de Túpamaro o estar enlazados con él.
Muéveme a pensar de este modo el que en estos países es preciso obrar de modo
que no se haga el Augusto Nombre del Rey más odioso, creyendo el público ser
su intención el vertir tanta sangre, y al reflexionar la justicia con que se procede
con el principal que quería volver a conmover estos países alterando su quietud,
y a los que acreditaron con hechos posteriores al perdón, querer seguir sus ban-
deras, la equidad que usa con los que pone en libertad, y la prudencia en separar
de estos países a los que por la proximidad de parentesco y recelo de iguales
pensamientos, como tan fatalmente nos la ha enseñado la experiencia, pudiesen
algún día suscitar las mismas ideas, teniendo presente no bastó la precaución
del Señor Toledo, admirará el Mundo y confesarán estos habitantes los felices
días que disfrutan con un soberano tan benigno, que pudiendo justamemte ex-
terminar a los que tanto le han ofendido, preponderá más en su amable corazón
la benignidad, deseando en cuando lo permita la justicia la conservación de
un vasallo antes que su pérdida. La translación de los 69 que quedaron, entre
los que hay cinco o seis niños, contemplo que con cien milicianos se podrán
conducir a Lima, y de allí a donde Vuestra Excelencia dispusiese así, porque no
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