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Nueva Colección Documental de la Independencia del Perú
             La rebelión de Túpac Amaru II
                    Igualmente mandamos al citado Diego Tupac-Amaru, no pierda mo-
            mento en coadyuvar de su parte á la pacificacion de los pueblos, obediencia y
            subordinación de estos al poderoso Señor D. Carlos III, legítimo y único Sobe-
            rano de estas Américas, que por fortuna nos gobiernan, según lo tiene protes-
            tado y ofrecido con anticipacion en sus cartas dirigidas á Nos, el citado Obispo
            del Cuzco. Asimismo jura á su nombre y de su familia, que verdaderamente se
            sujetarán á las sabias y bien acordadas leyes de nuestro Soberano, á sus órdenes
            y á las de sus Magistrados y demas Ministros; que tratáran con recíproca buena
            armonía y hermandad á los españoles y mestizos de ambos sexos, que ván á re-
            gresar á sus antiguos domicilios. Y habiendo oido el sobredicho Diego Cristóval
            Tupac-Amaru, juró por Dios Nuestro Señor, y una señal de cruz de nuestras
            manos, de cumplir fiel y religiosamente cuanto se le prescribia, y prestando voz
            y caucion de rato grato voluntario, repitió dicho juramento á nombre de sus
            sobrinos, Andres y Mariano Tupac-Amaru, y toda su familia; y que en prueba
            de su fidelidad á nuestro Soberano prometia, que á costa de su sangre y vida pa-
            cificaria todos los pueblos que se hallan alterados: y habiendo sacado la espada,
            que por permiso nuestro traia á la cinta, la entregó á Nos, el citado Comandante
            General de las Armas, en reconocimiento de su obediencia. Y teniendo consi-
            deracion á las verdaderas ofertas que en sus acciones y palabras ha manifestado,
            se la restituimos, exhortándolo á que con ella ayude á reconquistar al Rey los
            pueblos alterados.
                    Y hallándose de rodillas en estas circunstancias el predicho Diego Cris-
            tóval Tupac-Amaru, en el presbiterio del altar mayor, y postrándose al fin de
            ellas á nuestros pies, llegó el Coronel de milicias D. Antonio de Ugarte, y batió
            tres veces encima del referido Diego, el real estandarte, que es el mismo que
            sirvió en la conquista de este reino, y consecutivamente practicaron la propia di-
            ligencia los abanderados de las tropas veteranas y milicias que se hallaban todas
            formadas en la plaza de este pueblo, para hacer las salvas y tiros de artilleria en
            las ocasiones que se les ha mandado al Mayor General D. Joaquin Balcarcel. Y
            en este estado se le aseguró á dicho Diego, bajo de palabra de honor, que ningu-
            no de los subalternos que sirven á nuestras órdenes, ni persona alguna, de cuan-
            tas habitan en estos dominios, lo hostilizará en lo mas mínimo, ni perjudicará
            en esta causa su persona, familia y hacienda, ni las de sus parientes y allegados,
            siempre que, fieles, verdaderamente subordinados y rendidos á la protección del
            Rey, Nuestro Señor, cumplan lo que tiene ofrecido bajo la religion del juramento.




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