Page 796 - La Revelión de Tupac Amaru II - Vol. III
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Volumen 3
Inicio de la rebelión
prisionero al Justicia Mayor del rebelde, y otro cacique, nombrado Pomaica, los
que fueron ahorcados inmediatamente. De allí dirigió su marcha á Tungasuca,
y en las inmediaciones del pueblo nos presentó batalla; pero de aquellas artifi-
ciosas que él presenta, con mucha viveza y esfuerzo, haciendo una descarga de
seis cañones y alguna fusileria, que por mal servida, solo mató tres hombres de
nuestro cuerpo. Uno nuestro, de 300 á 400 hombres que estabamos inmediatos
al enemigo, le acometió con tanto ardor, que los deshizo enteramente, haciendo
una carniceria que horrorizó á Tupac-Amaru: cuyo asombro creció, viendo que le
tomaban sus cañones, pertrechos, municiones, equipages y cuanto habia robado.
El escapó de ser prisionero en la accion por el buen caballo en que iba montado, y
viendo todo perdido, envió órden á su muger é hijos que huyesen como pudiesen,
y se arrojó á pasar un rio caudaloso á nado, lo que logró. Pero á la otra banda el
Coronel de Langui, que lo era por su órden en este pueblo, por ver si indultaba
su vida, le hizo prisionero, y le entregó á los nuestros, habiendo tenido la misma
suerte, como llevo dicho, su muger, hijos y demas aliados. Mañana saldrá de, esta
ciudad el Sr. Visitador á nuestro campo, para conducir estos personages aquí, y
para que reciban el premio conforme á su mérito.
A las 6 de la mañana de este mismo dia se condujo prisionero á Francisco
Tupac-Amaru, tio de José en consorcio de otro cacique, nombrado Torres, uno y
otro famosos capitanes del rebelde. El primero traia vestiduras reales, de las que
usaban los Incas, con las armas de Tupac-Amaru bordadas de seda y oro en la
esquinas.
Esta ciudad se ha llenado de regocijo con la prision de Tupac Amaru y su
familia: actualmente hay un repique general de campanas, y lo comun del lugar
está lleno de júbilo: aunque dos baules de papeles que se le han encontrado, no
dejarán de quitar el sueño á algunos de aquí. Los bienes encontrados al rebelde
son reducidos á doce petacas de plata labrada, muchas alhajas de oro y diamantes,
y de lo demas no se puede dar razon, porque del campo avisan que los inventarios
durarán muchos dias.
(Col. Angelis, la. edición, 1836, Tomo V, pp. 31-33).
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