
Es el creador de originales
retablos, cruces y otros objetos donde se puede
ver viva la tradición y la visión
cosmológica del hombre andino.
Su excelencia como tallador en madera y piedra de
huamanga, y como pintor de cruces de “safa
casa”, hacen de Florentino Jiménez un
hombre múltiple, como su familia compuesta
de talladores, escultores, cantores, pirotécnicos,
músicos y danzarines.
No contento con lo aprendido, asiste a la Escuela
de Bellas Artes y al Centro Artesanal de Ayacucho
que sin duda lo enriquecen sin desviarlo de la tradición
y sus raíces culturales.
Roberto Villegas califica la obra de Jiménez
como “(...) una creación desbordante
traducida en una imaginería rica en matices,
formas, colores y giros irreales oníricos,
de una belleza nativa pocas veces vista”.