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PRIMERA MUESTRA |
JOAQUÍN LÓPEZ ANTAY (1897-1981) |
 Nació en
Huamanga y allí aprendió el oficio
con su abuela materna Manuela Momediano, que tenía
con su esposo un taller dedicado a hacer baúles, “sanmarcos” y
cruces. Comenzó a los quince años
como ayudante, moliendo el yeso, haciendo moldes,
pintando las figuras y por último armando
el sanmarcos. Una vez que aprendió los secretos
del oficio de “santolinero”, se independizó y
se casó con Jesusa Quispe.
El sanmarcos puede definirse como una capilla portátil
en cuya parte superior se ubican santos patrones
y en la inferior escenas costumbristas, como la herranza,
el castigo del abigeo, el vuelo del cóndor,
etc. Los arrieros los vendían a los campesinos
que los usaban como altarcitos. En la época
de los indigenistas y por influencia de Sabogal y
las hermanas Bustamante, el sanmarcos sufre algunos
cambios. Se les comienzan a llamar “retablos” e
incorporan escenas no tradicionales, como el motivo
de la cárcel y el taller del sombrerero. Crecen
de tamaño, para alcanzar cuatro y más
pisos inclusive. A pesar de estas asimilaciones,
el retablo siguió representando el mundo de
las creencias andinas.
En 1976 Joaquín López Antay recibió el
Premio Nacional de Cultura, lo que desató,
entre un grupo de artistas “cultos”,
una airada protesta. Sin embargo, luego de tantos
años y de los cambios sociales por los que
ha pasado el Perú, hoy nadie duda que Joaquín
López Antay era un artista, específicamente
un notable “escultor”, como se dice en
Huamanga.
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LEONCIO TINEO OCHOA |
Nació en Ayacucho en
1924. Su padre, Bonifico Tineo, fue escultor en
piedra de Huamanga. Leoncio se inició como
tejedor en el taller de Ambrosio Sulca, pero posteriormente
se dedicó a la cerámica.
Sus figuras pequeñas —obviando sus eventuales
aventuras en el gran formato— tienen un estilo
muy personal de formas sencillas y de carácter
ingenuo que deja expresarse naturalmente al cálido
color de la arcilla.
Representa al hombre andino en sus diferentes facetas:
músicos, madres con sus guaguas o ancianos.
Pero donde el trabajo de Tineo alcanza su máximo
esplendor es en sus figuras religiosas: La Piedad,
San Jorge y los “nacimientos”. Tineo
inclusive ha dado forma a una cholita desnuda echada
que imita graciosamente a la “Maja desnuda” de
Goya.
En 1959 obtuvo el premio al mejor ceramista regional
en la Primera Exposición de Semana Santa de
Ayacucho.
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EDILBERTO MÉRIDA RODRÍGUEZ |
Nació en el barrio
de San Cristóbal, en Cusco, en 1927. Edilberto
Mérida trabajó desde muy niño
la madera y se desempeñó primero
como carpintero hasta que en 1961 incursionó en
el barro, creando figuras convencionales de hombres
y mujeres campesinas. Su trabajo ha evolucionado
desde entonces y ha definido un estilo fuertemente
expresionista: caras de pómulos salientes,
manos y pies gigantescos, ojos que indican el dolor
de la raza.
Conocido como el escultor del “barro de protesta”,
sus obras muestran un hondo contenido social y reflejan
la vida cotidiana y el difícil medio geográfico
de los Andes. Destacan en su producción los
Cristos crucificados, dolientes figuras que representan
veladamente al campesino pobre del Perú.
Mérida se ha hecho acreedor del reconocimiento
como Gran Maestro de la Artesanía Peruana
(1993) y Amauta de la Artesanía Peruana (2001)
así como de la distinción de Doctor
Honoris Causa en Fine Arts por la Universidad de
Pauw en Indiana, EE.UU.
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HILARIO MENDÍVIL Y GEORGINA DUEÑAS |
 Hablar
de los esposos cusqueños Mendívil
es identificarlos con las vírgenes y arcángeles
de cuello largo. Poco importa que las sugerencias
hayan venido de El Greco o de Alicia Bustamante,
lo cierto es que Hilario Mendívil creó algunos
prototipos que han entrado con bastante fortuna
en el arte popular peruano.
 Para el crítico de arte Alfonso Castrillón, “los
arcángeles de Mendívil provienen de
sus similares en la pintura cusqueña, o de
los más populares y anónimos arcabuceros
(…). Por un lado es fácil advertir el
origen y el grado de consanguinidad de su arte con
la tradición y por otro, el lugar de excepción
en que se coloca su propuesta”.
Hilario y Georgina trabajaron juntos y transmitieron
a sus hijos la tradición renovada con otros
aportes de los que han quedado ejemplos inolvidables
como la “Mamacha de la leche”, la “Virgen
embarazada”, “La última cena” y
los nacimientos con reyes magos, todos de alegre
colorido y lograda expresividad. |
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JESÚS URBANO ROJAS |
 Nació en
Huanta, Ayacucho, en 1929, y fue discípulo
de Joaquín López Antay. Luego de
haber aprendido el oficio se ubicó como “santero” en
el jirón Londres y siguió haciendo
sanmarcos pero diferentes a los de su maestro.
Urbano introdujo nuevos personajes, siempre relacionados
con la tradición campesina, los santos patrones,
la marcación del ganado y las fiestas.
Jesús Urbano ha recibido honores y reconocimientos
merecidos: en 1964 fue condecorado con la Orden del
Sol en grado de Caballero por el Presidente Belaunde
y en 1998 declarado Doctor Honoris Causa por la Universidad
Nacional Mayor de San Marcos. También ha sido
declarado Gran Maestro de la Artesanía Peruana
en 1993.
En 1983 tuvo que abandonar su tierra debido al terrorismo
que segó la vida de uno de sus hijos. En la
actualidad vive en Chaclacayo, donde enseña
su arte a los niños del lugar.
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MAX INGA ADANAQUÉ |
 Nació en
1952 en La Encantada, Chulucanas (Piura). Desde
niño tomaba la arcilla y hacía “palomitas
con alas abiertas”, dando rienda suelta a
su imaginación. Pero también incursiona
en el trabajo del mate y la lezna en sus manos
es como un pincel que crea estampas costumbristas
en miniatura reflejando la vida de su comunidad.
Sobre el trabajo de burilado de Inga, el estudioso
Roberto Villegas dice que “utiliza técnicas
tradicionales y propias; el quemado lo realiza con
brazas de algarrobo y el diseño es netamente
costeño, en el que se destaca su trazo continuo
y nítido”.
Limitado por una enfermedad, estuvo buena parte de
su vida en una silla de ruedas, sin caer sin embargo
en el desánimo. Por el contrario, no hubo
día que Inga no estuviera a las 8 de la mañana
en su taller para solo dejarlo al atardecer. Así fue
hasta el último momento de su vida.
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SANTIAGO ROJAS ÁLVAREZ |
 El
gran maestro de las máscaras y de la imaginería
religiosa y folclórica nació en Paucartambo,
Cusco, en 1918. A los 16 años se interesó por
las danzas de su pueblo para celebrar a la patrona,
la Virgen del Carmen. En esa época existía
la costumbre de que cada danzarín confeccionaba
la máscara del personaje que debía
representar. Pronto el ingenio de Santiago se hizo
conocido, y llegada la fiesta todos los participantes
le solicitaban nuevas máscaras, convirtiéndose
en el mascarero del pueblo.
Pero la creatividad de Santiago va más lejos:
Rojas no solo confecciona máscaras sino miniaturas
de todas las danzas que se representan en Paucartambo
y en todo el departamento del Cusco. En las iglesias
y capillas de la localidad se pueden ver también
imágenes religiosas, santos, vírgenes
y Niños Manuelitos que han salido de sus manos.
Por otra parte, además de hábil pintor,
Rojas es un excelente restaurador.
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ALFONSO SULCA CHÁVEZ |
 Nació en
Santa Ana, Ayacucho, en 1944. Aprendió el
oficio de su padre, Ambrosio Sulca Pérez,
reconocido tejedor que mereció la distinción
de Gran Maestro de la Artesanía Peruana
en 1994. En Alfonso Sulca perviven, por un lado,
la técnica textil que aprendió desde
niño, por otro, la actitud moral de ser
guardián de una milenaria cultura.
Alfonso Sulca tiene el mérito de haber investigado
las plantas aborígenes y haber contribuido
al rescate de los vegetales que en la antigüedad
sirvieron para teñir las fibras, abandonados
luego por el uso de colorantes industriales.
Como reconocimiento a una larga carrera que le ha
valido imponerse en los mercados de Europa, Norteamérica
y Asia, se le nombró en 1999 Maestro Regional
de la Artesanía Ayacuchana.
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SANTIAGO PÁUCAR AMARU |
Nació en San Pedro
de Cajas, Junín, en 1927. En 1940, Santiago
se inició en el oficio tejiendo una frazada
utilitaria fiel a la tradición de un pueblo
de tejedores.
Entre los tejedores de San Pedro de Cajas, Páucar
se distingue por sus diseños ornamentales,
flores y motivos tradicionales distribuidos simétricamente
por sus colores contrastantes, como las “pilocopas”.
Tejedores como él, con gran habilidad técnica,
guardan en la memoria infinidad de formas que luego
reproducen sin necesidad de recurrir al diseño
previo. Con el tiempo, sus motivos han ido cambiando
y Páucar ha adoptado diseños precolombinos,
abstractos y hasta paisajes.
Con más de 50 años de trabajo textil,
ha formado nuevos tejedores, lo que le ha valido
el reconocimiento de su tierra natal y la nominación
de Gran Maestro de la Artesanía.
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APOLONIA MODESTA DORREGARAY VELI |
Nació en 1912, en la
comunidad de Cochas Chico, en el distrito El Tambo,
provincia de Huancayo. Su padre, Toribio Dorregaray,
era un comerciante y arriero a quien acompañaba
desde niña llevando telas, camisas, ollas,
panes y bizcochos para cambiarlos por “toncos” de
mates, especialmente los de Mayoc. No hay duda
de que en estos viajes, donde conoció a
fondo las comunidades campesinas, Apolonia comenzó a
idear y plasmar las escenas festivas en la superficie
lustrosa del mate por medio del buril.
Celosa cultora de las tradiciones que ha sabido inculcar
a su hijo Sixto y a sus nietos, Apolonia ha contribuido
a impulsar esta milenaria expresión que se
ha hecho conocida en numerosos países del
mundo gracias a los comerciantes, turistas, exposiciones
y ferias. Este mérito le ha valido muchos
premios y distinciones.
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MAXIMILIANA PALOMINO DE SIERRA |
Nació en Cusco, en
1931, hija del pintor y escultor Fabián
Palomino. Desde muy niña aprendió el
oficio de su padre pero creó su propia línea
creativa: la muñequería. Sus muñecas,
que lucen los atuendos típicos peruanos,
han dado la vuelta al mundo y tienen sitio preferencial
en los museos de México, Colombia, Estados
Unidos de Norteamérica, Rusia, Japón,
Alemania y Argentina.
Es conocida por sus muñecas “kukuli”, “erques”, “wawa
walttaskas” y “teque muñecas” que
se distinguen por la reproducción auténtica
de los rasgos fisiognómicos de la mujer y
el hombre peruanos.
Ha recreado asimismo el retablo que evoca el Cusco
de otros tiempos —el llamado “reclamo”—,
con sus calles antiguas y sus tradicionales escenas
costumbristas.
Ha recibido muchas distinciones, entre las que cabe
destacar la Medalla de la Ciudad, otorgada por la
Municipalidad del Cusco en 1992. Es integrante activa
del Instituto Americano de Arte de su ciudad natal.
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DELIA MARÍA POMA DE NÚÑEZ |
Delia María Poma, nacida
en 1956, heredó la tradición de conocidos
materos, como Mariano Inés Flores y otros
llegados a Huancayo. Poma se distingue porque realiza
un burilado fino llamado “filigrana” que
luego ha proliferado en la localidad de Cochas.
Su trabajo ha sido reconocido y le ha valido un
sinnúmero de premios en el Perú y
el extranjero.
En 1974 se clasificó para representar a su
departamento, Huancayo, en un encuentro en la ciudad
de Lima. En 1982 fue merecedora del Primer Premio
Nacional de Artesanía y en 1989 obtuvo el
Premio Internacional Lorenzo Berg por la mejor obra
extranjera expuesta en la feria organizada por la
Pontificia Universidad Católica de Chile.
Desde esa fecha, la artista es invitada a diferentes
exposiciones internacionales en las que realiza demostraciones
del burilado de sus mates.
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FLORENTINO JIMÉNEZ TOMA |
Es el creador de originales
retablos, cruces y otros objetos donde se puede
ver viva la tradición y la visión
cosmológica del hombre andino.
Su excelencia como tallador en madera y piedra de
huamanga, y como pintor de cruces de “safa
casa”, hacen de Florentino Jiménez un
hombre múltiple, como su familia compuesta
de talladores, escultores, cantores, pirotécnicos,
músicos y danzarines.
No contento con lo aprendido, asiste a la Escuela
de Bellas Artes y al Centro Artesanal de Ayacucho
que sin duda lo enriquecen sin desviarlo de la tradición
y sus raíces culturales.
Roberto Villegas califica la obra de Jiménez
como “(...) una creación desbordante
traducida en una imaginería rica en matices,
formas, colores y giros irreales oníricos,
de una belleza nativa pocas veces vista”.
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JOAQUÍN LÓPEZ
ANTAY (1897-1981) |
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