Page 582 - Vida y Obra de José Baquijano y Carrillo - Vol-1
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Volumen  1
                                                         Versos dedicados a la memoria de Baquíjano


                                              SONETO


                    Vi un soneto Señora, de tu mano,
                    Y lleno de alegría exclamé luego:
                    La Baronesa ardía en casto fuego
                    Por Baquíjano, ilustre americano:
                           Y Apolo, que es para otros tan tirano,
                    No se negó de la Señora al ruego
                    Por la súplica ardiente que el dios ciego
                    Hizo por ella a Febo soberano.
                           Esto me oyó un amigo; y al momento,
                    Te engañas, dijo, en presumir que sea
                    Apolo el numen de ese gran talento:
                           Si elogiando a Baquíjano desea
                    Hacer patente su merecimiento,
                    Sin duda alguna le ha inspirado Astrea.


                    El Colegio de San Pedro Nolasco dedicó al Excmo. Sr. Conde un acto
            de toda teología en la real Universidad de San Marcos de esta ciudad, con toda
            la grandeza y lucimiento que exigía el alto carácter del Mecenas de la función.
            Los discursos que allí se pronunciaron y las poesías que adornaban los corre-
            dores de la academia, se publicarán tal vez en una colección por separado;
            pero entre tanto no quiero privar a mis lectores de la satisfacción de ver esta
            composición que estaba entre otras, y me ha parecido digna de la misma Safo.


                                               ODA


                    Conde preclaro, de saber ejemplo,
                    A la alma Patria y a las Musas caro,
                    Sin par en genio, y en talentos grande
                           Más que tus premios.
                    Tú que a la cumbre del honor llegaste,
                    Tú que en la cumbre del honor ceñiste
                    Esa corona que labró tu augusto
                           Merecimiento,



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