El triunfo de las fuerzas lideradas por el General don Ramón Castilla en la guerra civil de 1843 y 1844, permitió no solo el restablecimiento de la Constitución de 1839 y la reposición en el mando supremo de la República de Manuel Menéndez como presidente del Consejo de Estado, sino también, de gozar de una bien ganada popularidad que se evidenció en las elecciones presidenciales de 1845, al ganarla con abrumadora ventaja.
Convocado el Congreso Extraordinario en marzo de 1845, con el objeto de realizar el escrutinio de la elección Presidencial, en su sesión del 19 de abril de 1845 luego de la calificación de las actas electorales y aprobado por unanimidad los dictámenes expedidos por cada una de ellas, se verificó el escrutinio resultando que el General Ramón Castilla reunió la mayoría de votos con un total de 2592. Acto continuo el señor Presidente Manuel Salazar y Baquíjano poniéndose de pie lo mismo que todos los señores que componían el Congreso dijo en alta voz:
“….Señores, la Nación ha elegido y el Congreso proclama Presidente Constitucional de
la República al Benemérito Señor General Don Ramón Castilla. Viva el Perú…”
En seguida se leyó y aprobó el proyecto de ley presentado por la Comisión para la proclamación del Presidente, con solo la modificación hecha por la misma Comisión, a indicación del señor Diputado José Manuel Tirado, de cambiar los términos de “…El Congreso Extraordinario del Perú..” por el de “…El Congreso Constitucional del Perú, convocado extraordinariamente…”
Al día siguiente, el 20 de abril de 1845 el General Ramón Castilla se presentó a la sala de sesiones, acompañado de la Comisión de Recibo y una numerosa comitiva compuesta de las diversas autoridades de las entidades del Estado. Acto seguido el Presidente del Congreso Manuel Ascencio Cuadros procedió a investir la banda bicolor al General Castilla, quien luego, prestó el juramento previsto en el artículo 86° de la Constitución de 1839, en estos términos:
“…Yo Ramón Castilla juro por Dios y estos Santos Evangelios que ejerceré fielmente
el cargo de Presidente que me ha confiado la República, que protegeré la religión
del Estado, conservaré la integridad, independencia y unidad de la Nación, guardaré
y haré guardar su Constitución y Leyes…”
Y después de haberlo firmado hizo una alocución, manifestando al Congreso que ya sentía el inmenso peso del poder, que aceptaba tan elevado cargo para dar una prueba inequívoca de su sumisión a la Representación Nacional; que no podría desempeñar sus complicados deberes sin la cooperación de los escogidos del pueblo y de todos los hombres de luces, y concluyó recomendando al Ejército, al Departamento de Moquegua y a los demás que, a su vez, han contribuido a la ardua empresa de restablecer la Constitución y las leyes, y pidiendo que se echase un denso velo sobre los anteriores extravíos políticos. Luego de escuchar la contestación del Presidente del Congreso, se retiró en medio de las vivas y aclamaciones del gentío que ocupaba la barra y las galerías.
FUENTES:
- Libro de Actas de los Congresos Constitucionales, Extraordinarios y Peruano 1829 – 1850
- Libro de Leyes de la Cámara de Diputados 1845-1850