Presentación de la Primera Edición
del Libro "Perú Ecuador: en el Camino de la Paz y el Desarrollo"
Desde 1995, específicamente desde la Declaración de Itamaraty, Perú y Ecuador comenzaron a recorrer juntos el camino de la paz con las tensiones propias de un conflicto superado con gran esfuerzo. La Declaración de Itamaraty fue un paso difícil pero trascendental. Suscrita en febrero de 1995, comportó para las partes el compromiso de procurar la definitiva superación de sus diferendos y la adopción de acuerdos concurrentes. Objetivos inmediatos fueron el cese de hostilidades, la consiguiente separación de tropas y el establecimiento de zonas contiguas desmilitarizadas. El compromiso de superar los "impasses" subsistentes fue, sin embargo, el objetivo de mayor trascendencia.
Pero así como la Declaración de Itamaraty constituye el paso inicial de este caminar juntos en el proceso de la paz podemos señalar, sin temor a equivocarnos, que el Acuerdo Global y Definitivo cuyo punto culminante fue la suscripción del Acta Presidencial de Brasilia el 26 de octubre de 1998 constituye el último de estos pasos en el camino de la paz definitiva y, al mismo tiempo, el primero en uno más largo, benéfico y productivo para ambos pueblos: El camino de la paz y el desarrollo.
Considerando el corto período desde la Declaración de Itamaraty hasta el Acta Presidencial de Brasilia parecería que Perú y Ecuador tuvieron ante sí un sencillo camino para el arreglo de sus diferencias. Ello, sin embargo, no fue así. Si bien el período de tiempo es corto comparado con la historia de ambos países, podemos señalar, sin duda alguna, que Perú y Ecuador han tenido que vivir períodos de profunda tensión tanto en las conversaciones entre los grupos negociadores como durante los incidentes armados, breves felizmente, en la Cordillera del Cóndor.
Se logró en ese lapso lo que no fue posible conseguirse en más de cinco décadas contadas desde la suscripción del Protocolo de Río de Janeiro de 1942, y más aún, desde la formación de Perú y Ecuador como Estados en el siglo pasado: dar los pasos necesarios para consolidar el proceso de paz.
Para el suscrito es particularmente grato hacer un recuento de lo vivido en estos recién ya acabados años de historia por la oportunidad especial de presidir la Comisión de Relaciones Exteriores del Congreso de la República en el año 1995 y también ahora, en 1998. Y por ello mismo, y antes que la página de la historia sea volteada para verla como siempre con ojos más lejanos, es que tratamos de plasmar en esta obra los textos que representan estos pasos en la historia de la paz en el momento más inmediato posible.
De la Declaración de Itamaraty se pasó a la Declaración de Montevideo. Formulada por los Garantes y las dos partes sólo seis semanas después de Itamaraty, tuvo como objeto dar cuenta de la solución de problemas emergentes en ese lapso y concluir el retiro de tropas. Vinieron luego la reunión de los Cancilleres en Lima en el mes de enero y la de Quito, tres semanas después, donde se emitió, siempre en el nivel de Cancilleres, el compromiso de las partes de entregar a los Garantes las respectivas listas de "impasses" subsistentes: la lista peruana ratificando los dos diferendos en la Cordillera del Cóndor y uno tercero en Lagartococha frente a la lista del Ecuador proponiendo la inejecutabilidad parcial del Protocolo y el consiguiente acceso libre y soberano al Marañón -Amazonas -además de los reconocidos por el Perú en la Cordillera del Cóndor y en Lagartococha- reviviendo también el asunto de los cortes de ríos por geodésicas fronterizas en el Napo y otros cursos fluviales y también el asunto del Canal de Zarumilla.
El comunicado de la reunión de junio del mismo año 1996, en Buenos Aires, dio cuenta del seguimiento de las conversaciones con participación activa de los Garantes. Quedó registrada la propuesta ecuatoriana de solicitar a los Garantes la designación de una personalidad eminente con facultades para emitir una decisión global y obligatoria, opuesta por el Perú en estricto cumplimiento del artículo VII del Protocolo. La moratoria de informaciones por las partes y los Garantes fue parte también de este comunicado.
Más adelante el llamado Acuerdo de Santiago, suscrito en esa capital en octubre siguiente, recoge los documentos de los nueve meses anteriores y acuerda dar una solución global y definitiva a la totalidad de los "impasses" contenidos en las dos listas. El documento de Santiago se limitó a dejar constancia del seguimiento de los Garantes y se abstuvo de registrar la solicitud ecuatoriana de acudir a una personalidad eminente.
Podría interpretarse que el Acuerdo de Santiago no sólo no pudo eludir sino que hizo más manifiesta la imposibilidad de conciliar extremos que en lo sustancial dividían a las partes: la demarcación faltante versus el acceso soberano al Amazonas. Sin embargo, algo positivo fue la facultad de que los Garantes pudieran proponer los procedimientos más adecuados para la solución definitiva de los desacuerdos. Se formuló así el preanuncio de una segunda etapa de conversaciones, con otras características.
La segunda etapa de conversaciones quedó configurada por la Declaración de Brasilia. Suscrita el 26 de noviembre de 1997, estableció como punto de partida las sugerencias presentadas por el Brasil a nombre de los Garantes como elementos de base de este importante proceso y que consistieron en cuatro temas sometidos para examen y decisión de las partes: el Tratado de Comercio y Navegación previsto por el artículo VI del Protocolo de Río de Janeiro; un Acuerdo Amplio de Integración Fronteriza; la fijación en el terreno de la frontera terrestre; y, una Comisión Binacional sobre Medidas de Confianza Mutua y Seguridad. Quedó también acordado que las partes y la Comisión de seguimiento de los Garantes establecerían un cronograma de ejecución de los cuatro temas acordados.
La sola enunciación de esta propuesta, hecha puntualmente por los Garantes, revela, implícitamente, el propósito de dejar de lado de las listas de "impasses" todo aquello que se opusiera a los alcances señalados en los cuatro temas. Fue revelador y jurídicamente significativo que en el mismo texto quede previsto el examen de buena fe de las cuatro materias y "... de conformidad con el Protocolo de Río de Janeiro y sus instrumentos complementarios...". En otras palabras, la concertación del Tratado de Comercio y Navegación previsto por el artículo VI del Protocolo, resultaba justificable en la medida en que se diese término a la demarcación fronteriza establecida por el artículo VIII del mismo y sus principales instrumentos complementarios como la Fórmula Aranha y el Laudo de Dias de Aguiar.
Esta total transformación de términos en el proceso, además de eliminar en forma incuestionable la pretensión ecuatoriana del acceso soberano, revela la similitud de los temas de la Declaración de Brasilia con los contenidos de las cartas del Presidente Fujimori al Presidente Borja de noviembre de 1991 y enero de 1992, que entonces no tuvieron acogida.
El Cronograma de Aplicación de la Declaración de Brasilia, suscrito en Río el 19 de enero pasado, otorgó mecanismos de ejecución a cada uno de los temas previstos mediante la creación de Comisiones Negociadoras, con señalamiento de cronogramas y sedes distribuidas entre Buenos Aires, Washington, Brasilia y Santiago. Se constituyeron luego las diversas Comisiones Técnico-Jurídicas que pudieran abocarse a la elaboración de las propuestas dentro del plazo establecido.
Como era de esperarse, fueron notorios los avances logrados a partir de los procedimientos así acordados, al punto que, a fines de mayo pasado, se contaban ya con preacuerdos virtualmente concluidos, salvo la cuestión principal: la fijación en el terreno de la frontera terrestre común, es decir la demarcación. Como el Cronograma de Río estuvo _como ya se ha expresado- de tal manera orientado a ajustarse al Protocolo y sus instrumentos complementarios, no hubo luego mayor sorpresa cuando el grupo de expertos técnico-jurídicos se pronunció puntualmente sobre el diferendo vinculado al tramo entre los hitos Cusumasa-Bumbuisa / Yaupi-Santiago y los correspondientes del Lagartococha y del espacio entre los hitos Cunhuime Sur y 20 de noviembre.
El Perú aceptó en su totalidad estos Pareceres por encontrarse ajustado al Protocolo de Río de Janeiro y los instrumentos complementarios, mientras que el Ecuador se abstuvo de aprobarlos aduciendo la falta de carácter vinculante de dichos Pareceres.
En este estado de avance, y coincidiendo con la etapa final del proceso electoral ecuatoriano, se produjo un nuevo incidente en la ladera oriental peruana de la Cordillera del Cóndor en un sector delimitado pero aún no demarcado y al sur de la Zona Desmilitarizada del Alto Cenepa establecida por la Declaración de Itamaraty. Perú y Ecuador quedaron enfrentados a una nueva posibilidad cierta de conflicto armado que, aparte de frustar todo el proceso en marcha, hubiese tenido nefastas consecuencias. Afortunadamente la situación fue superada gracias a la activa participación de los Países Garantes, que mediante el Acuerdo del 13 de agosto último estableció la Zona de Control al sur de las respectivas Zonas Desmilitarizadas, igualmente transitorias y prorrogables, pero con características distintas en cuanto a la presencia de efectivos militares y sistemas de control para evitar la reiteración de incidentes.
Luego de varias reuniones entre los Presidentes Fujimori y Mahuad, y ante la imposibilidad de llegar a un acuerdo, el 8 de octubre pasado, ambas partes solicitan a los Garantes una propuesta para superar el desacuerdo en la demarcación y lograr los objetivos de paz, amistad y buena voluntad.
La carta de respuesta del Presidente del Brasil, fechada dos días después, manifestó la conveniencia, a juicio de los Garantes, de que la propuesta que formulen tenga carácter vinculante -con la previa aprobación por los Congresos nacionales- y con la bendición papal.
Ante la solicitud de los Garantes, los Congresos del Perú y del Ecuador, el 16 de octubre, aprueban el efecto vinculante luego de emotivo y largo debate.
La propuesta de los Garantes tanto en la parte sustantiva, es decir demarcatoria, como la adicional respecto de los parques ecológicos contiguos y la sesión de un kilómetro cuadrado de propiedad privada al Ecuador, con arreglo a las actuaciones precedentes, hizo factible que el 26 de octubre se suscriba, con la concurrencia de diversos Jefes de Estado, el Acta Presidencial de Brasilia que culminó el proceso de las conversaciones sustantivas y puso término a las discrepancias, permitiendo un Acuerdo Global y Definitivo.
El Acta Presidencial de Brasilia, suscrita por seis Jefes de Estado, marca un hito en las relaciones bilaterales entre el Perú y el Ecuador. Significa el último paso en el camino de la paz iniciado con la Declaración de Itamaraty. Pero representa también el nuevo paso de un camino más largo y menos tenso que es el camino de la paz y el desarrollo. Un proceso en el contexto de un objetivo más grande, de real integración andina y latinoamericana. Su trascendencia binacional y sus repercusiones regionales son, pues, indiscutibles.
Este proceso de paz y desarrollo, iniciada en Brasilia, no puede ya detenerse. El Congreso del Perú, luego de un amplio proceso de difusión y análisis por su Comisión de Relaciones Exteriores, aprobó, en el Pleno, con una alta votación, el Tratado de Comercio y Navegación y el Acuerdo Amplio de Integración Fronteriza, Desarrollo y Vecindad y sus Anexos. Hizo lo mismo el Parlamento ecuatoriano con el segundo de estos instrumentos e interpretó su Constitución Nacional en el sentido que el Poder Ejecutivo debería ratificar directamente el Tratado de Comercio y Navegación.
Se vislumbra también, y en el corto plazo, una reunión de los Jefes de Estado, conjuntamente con el Presidente de Estados Unidos Bill Clinton, que tendrá lugar en enero próximo en Washington, a fin de poner en marcha diversos mecanismos de financiación del Plan Amplio de Integración Fronteriza.
Paso adicional en este camino de paz y desarrollo será la creación formal de las Areas Naturales Protegidas de acuerdo a la Legislación nacional de cada uno de los países.
A pesar de no ser parte de los documentos formales suscritos, el proceso de desminado debe iniciarse, en forma efectiva, con el concurso de los Países Garantes, de otros países amigos y organismos internacionales, inicialmente en las áreas de demarcación señaladas en los croquis y actas de los expertos para posteriormente abarcar a todas las zonas de riesgo.
Obviamente, todas las acciones inmediatas están encaminadas a cumplir con el objetivo principal que es la erección de los hitos en los tramos pendientes de demarcación.
Todos estos pasos han contado con el decisivo rol de la Cancillería del Perú. Sin embargo, la victoria diplomática lograda, en modo alguno subestima el esfuerzo de las Fuerzas Armadas ni el concurso directo de los Presidentes del Perú y del Ecuador.
Debo resaltar la capacidad visionaria, la meticulosidad en el análisis, los esfuerzos indesmayables, pero sobre todo la capacidad de iniciativa y la persistencia del Presidente del Perú, el ingeniero Alberto Fujimori. Al margen de todo cálculo político o electoral, ha sabido, el señor Presidente, no sólo identificar que el tema del cierre de nuestra frontera era un objetivo nacional de varias décadas sino también planificar y conducir, y, él mismo, realizar los esfuerzos necesarios para ver materializada una solución que definitivamente cambie el curso de las relaciones bilaterales con el país del norte. La historia juzgará más adecuadamente estos actos al margen ya de los apasionamientos propios del actual momento.
Pero debemos destacar también el acertado papel de los Congresos del Perú y del Ecuador. Somos testigos de excepción del arduo debate que concitó el otorgamiento del carácter vinculante a los Pareceres que emitieran los Países Garantes. Mayoría y oposición parlamentaria comprendimos el papel histórico que nos correspondió cumplir. Así, cada una de las intervenciones reflejaron la carga emotiva de peruanidad y de defensa de la Patria. Cada cual con sus propias convicciones. Una sesión sin ganadores ni perdedores. Se formó sencillamente la última voluntad de la Nación en torno a un tema que por muchos años había constituído un obstáculo insalvable. El releer las ponencias de los diversos parlamentarios para fundamentar su voto nos hace revivir la importancia de tener en nuestras manos quizás la más delicada de las decisiones sobre un tema de tal relevancia para el país, como nunca los ha tenido el Congreso en las últimas décadas. El destino ha deparado a este Congreso el decidir sobre el último tema fronterizo por resolverse.
Por ello, al voltear una página más de la historia, encontramos el Acta de Brasilia y los instrumentos que forman parte del Acuerdo Global y Definitivo, cerrando una fase más del camino de la paz, pero a la vez abriendo una vía más larga: el camino de la paz y el desarrollo. Un hito trascendental de la historia que debe ser convenientemente ponderada en varias dimensiones.
Perú y Ecuador terminan así, y para siempre, una disputa fronteriza de medio siglo. Queda con ello completamente demarcado el territorio del Perú y del Ecuador. Ambos podrán ahora mirar el futuro en forma diferente. Los dos pueblos tendremos que aprender a cultivar juntos una cultura de paz y confianza, y erradicar de nuestros corazones la cultura de la desconfianza y de los falsos paradigmas del pasado.
Pero la paz y el desarrollo bilateral presentan también en mejores perspectivas al desarrollo subregional y regional. Este conflicto latente aunque no declarado formalmente constituía, ante los ojos del mundo, el potencial riesgo que impedía mirar a América Latina como una región de real integración y de posibilidades futuras.
Por todo ello, la presente edición busca brindar a través de la publicación de los documentos de todo el proceso, una mirada al camino de la paz durante este corto tiempo de algo menos de cuatro años, al mismo tiempo de vislumbrar el camino de paz y desarrollo que nos presenta una posibilidad compartida hacia el futuro.
Dividimos para ello, esta edición en cuatro volúmenes.
El Volumen I tiene dos partes muy marcadas. La primera está referida a los documentos del proceso de paz iniciado en 1995. Comienza con la presentación del texto de la Declaración de Itamaraty y llega hasta la Carta de los Países Garantes a los Presidentes del Perú y del Ecuador, estableciendo las condiciones en las que podrían formular su propuesta, es decir, solicitando el adicional pronunciamiento formal de los Congresos de ambos países para que otorguen carácter vinculante a la propuesta a formularse. por los Garantes.
La segunda parte de este primer volumen refleja todo el debate producido en el Pleno del Congreso del Perú sobre el pedido de otorgar carácter vinculante a la propuesta de los Garantes, así como el texto de la Resolución Legislativa que aprueba ese carácter.
El Volumen II está dedicado exclusivamente a reproducir los textos de los instrumentos bilaterales que forman parte del Acuerdo Global y Definitivo, así como a consignar, a manera de Anexos, los principales instrumentos y documentos que sirvieron de base a este proceso. Debe destacarse en primer lugar los Pareceres de los Países Garantes, propiamente; los textos del Tratado de Comercio y Navegación y del Acuerdo Amplio de Integración Fronteriza, Desarrollo y Vecindad; el Acta de Brasilia y también la Bendición Papal. Como anexos se incluyen, para referencia, el texto del Protocolo de Paz, Amistad y Límites, suscrito entre Perú y Ecuador, en Río de Janeiro, en 1942; la Fórmula Aranha; el Fallo de Braz Dias de Aguiar; los Memoranda correspondientes de McBride y el resumen del contenido de los Tratados anteriormente suscritos con Brasil y Colombia, y el texto del Tratado de Cooperación Amazónica que sirven de referencia, todos ellos, a la lectura de los documentos del Acuerdo Global y Definitivo y, en general, a la comprensión de todo este proceso.
El Volumen III, está referido más especificamente al trabajo de la Comisión de Relaciones Exteriores del Congreso de la República del Perú y al estudio y dictamen del Tratado de Comercio y Navegación y del Acuerdo Amplio de Integración Fronteriza, Desarrollo y Vecindad y sus Anexos. Se trata de presentar, en la forma más completa, todas las exposiciones recibidas por la Comisión antes de tomar su decisión final. Se registra por ello, al final, la sesión misma en la que los miembros fundamentaron individualmente el voto que dio lugar a dos Dictámenes aprobados y suscritos, finalmente, por unanimidad.
El Volumen IV consigna el debate en el Pleno del Congreso del Perú frente a la propuesta de aprobación, presentada por la Comisión de Relaciones Exteriores, del Tratado de Comercio y Navegación y el Acuerdo Amplio de Integración Fronteriza, Desarrollo y Vecindad.
Antes de concluir esta presentación no podíamos dejar de reconocer, además de los decisivos esfuerzos de los Presidentes Fujimori y Mahuad, el destacado papel de los Países Garantes. Todos ellos jugaron un rol decisivo y protagónico de apoyo a las gestiones de las diplomacias nacionales y la de los Presidentes. La notable contribución del Presidente Cardoso del Brasil, al igual que sus connacionales antecesores, permitió que este equipo de Garantes nos presentara para el futuro una paz que se suma a la iniciada con el Protocolo de Río de 1942, continuada en Itamaraty en 1945 con la llamada Fórmula Aranha -en homenaje al eminente Canciller de entonces- y ratificada luego con el Laudo de Dias de Aguiar. El solitario gesto presidencial de nuestro Jefe de Estado, iniciado en 1991 con las conversaciones con el Presidente del Ecuador Rodrigo Borja y continuado luego con los cuatro Jefes de Estado siguientes, tuvo al final seguidores convencidos en la misma fe de paz que posibilitó este acuerdo.
No podiamos dejar de reconocer tampoco la persistencia de peruanos ilustres que durante décadas y en circunstancias diversas han tenido que ofrendar muchos de ellos hasta sus propias vidas para que podamos conocer nosotros, hoy, esta paz definitiva largamente esperada.
El proceso recorrido nos hace ser optimistas del futuro. Nos hace pensar ahora lo que era imposible siquiera soñar cuatro años atrás: que entraremos al siglo XXI con la mejor de las perspectivas; en un camino que será de cooperación, de integración y de buenas acciones y voluntades. Un camino donde peruanos y ecuatorianos hagamos de las fuerzas que antes nos separaban verdaderas energías que nos unan y nos hermanen mucho más todavía, para transitar juntos ante el mismo rumbo: El camino de la paz y el desarrollo.
Lima, diciembre de 1998.
Oswaldo Sandoval Aguirre
Presidente de la Comisión de
Relaciones Exteriores del Congreso
de la República del Perú
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