Relaciones Exteriores

Periodo Parlamentario 1995-2000

Perú-Ecuador

P E R Ú - E C U A D O R
2.1.4 Sesión del Pleno del Congreso de la República, de fecha jueves 15 de octubre de 1998, en la que el Congreso debatió y acordó el pedido de otorgar carácter vinculante a la propuesta de los Países Garantes


—Asume la Presidencia el señor Víctor Joy Way Rojas.

El señor PRESIDENTE.— Han certificado su asistencia setenta y ocho señores congresistas. Con el quórum reglamentario, se reabre la sesión.

Continúa el debate y, finalmente, se sanciona, con modificaciones, el texto sustitutorio del proyecto de resolución legislativa de aprobación del procedimiento planteado por los países garantes del Protocolo de Paz, Amistad y Límites de Río de Janeiro de 1942, para los tramos pendientes de fijación en el terreno de la frontera terrestre común entre Perú y Ecuador

El señor PRESIDENTE.— Continúa el debate del proyecto de resolución legislativa de aprobación del procedimiento planteado por los países garantes del Protocolo de Paz, Amistad y Límites de Río de Janeiro de 1942.

Tiene la palabra el señor Cardoso Romero.

El señor CARDOSO ROMERO (UPP).— Señor Presidente: Antes de intervenir, quiero plantear una cuestión previa. ¿No está presente el Canciller?

El señor PRESIDENTE.— En tanto los Ministros están cumpliendo algunas tareas relacionadas justamente con el tema de esta reunión, continúa el debate.

El señor CARDOSO ROMERO (UPP).— Señor Presidente: Como todos hemos podido apreciar, entre los parlamentarios existe preocupación respecto de la
falta de información. Es importante que exista la información adecuada con la finalidad de tomar una correcta decisión con todos los elementos de juicio.

Yo he podido leer en algunos medios de comunicación, señor Presidente, que usted ha señalado la posibilidad de que la sesión del Pleno pueda ser reservada en algún momento, si es que fuera necesario.

Si el Canciller considera que la información que no ha podido dar al Congreso, a pesar de las preguntas realizadas, no debe darse en público sino en forma reservada, y si es que hay información que tiene que darse al Pleno para tomar una correcta decisión, plantearía, como cuestión previa, que se haga factible y necesaria la sesión reservada.

Es todo.

El señor PRESIDENTE.— Hasta este momento, el Canciller no ha presentado solicitud alguna para pasar a una sesión reservada.

Puede continuar, señor Cardoso.

El señor CARDOSO ROMERO (UPP).— He planteado esta cuestión previa en la medida en que diferentes congresistas han manifestado que no hay información completa sobre el tema en debate. Observo que ya se encuentra presente el Canciller. Si el Canciller considera que falta información, la misma que ha sido solicitada por diferentes congresistas, hay dos alternativas: una es que se dé esa información en sesión pública; y la otra es que se dé en sesión reservada, si el Canciller considera que lo hace debido a la moratoria. En todo caso, dejo que el Canciller dé la respuesta del caso.
C O M I S I Ó N D E
El señor PRESIDENTE.—
Señor Cardoso, si el Canciller lo considera pertinente y necesario, solicitará que se pase a una sesión reservada. Pero en ningún momento lo ha planteado. Por tanto, señor Cardoso, puede usted continuar la sustentación de su voto.

El señor CARDOSO ROMERO (UPP).— Bien, señor Presidente. Con la exposición del Canciller y con las respuestas que ha dado a las diversas preguntas, el Gobierno considera que el Congreso debe tomar una decisión.

Saludo a los señores Ministros que hoy se encuentran presentes en el Congreso. He escuchado, con mucha atención, la exposición del Canciller, así como las respuestas que ha dado a las diferentes preguntas de los señores congresistas.

Todos somos conscientes de que hoy tenemos que tomar una decisión histórica. No comparto la opinión vertida por un congresista cuando considera que abstenerse o votar por el no resulta sencillo o fácil. Yo entiendo que toda decisión es difícil cuando no se cuenta con una información adecuada y oportuna.

Según el documento remitido por el señor Presidente del Brasil, en la práctica los garantes han dado un plazo a los Congresos del Perú y del Ecuador. Es preocupante, señor Presidente, que exista apuro en este momento por tomar una decisión. Vamos a cumplir cuarenta y ocho horas de debate, contados desde ayer, para tomar una decisión. Como han expresado diversos congresistas, esta forma y modo de proceder no permite hacer consulta alguna; no permite conocer con claridad la opinión y el parecer de la ciudadanía. Se dice que los congresistas aun sin esa consulta, sin la opinión de la ciudadanía, podemos tomar una decisión. Yo creo que no, señor Presidente. Tratándose de una decisión histórica es conveniente que el consenso se genere en el país, y tal consenso, señor Presidente, no se da bajo estas circunstancias.

Asimismo, señor Presidente, diversos congresistas, reitero, expresan hoy su decisión en votar por el no o abstenerse debido a que no contamos con la información suficiente. Somos conscientes de que el Canciller no ha respondido la totalidad de las preguntas que se le han planteado.

Está claro, igualmente, que en este momento hay divergencia entre el concepto que tiene el Canciller sobre lo que es arbitraje con el concepto expresado por diversos congresistas de la oposición. También se ha hecho referencia al concepto de la discrecionalidad, toda vez que los garantes tendrían esa posibilidad o facultad, dada la calidad de árbitros que se les va a dar.

No ha habido respuesta alguna a la inquietud expuesta por el congresista Chipoco, cuando preguntó qué significaría o qué se entendería por el monumento que podría estar planteando el Ecuador referente a su ubicación en Tiwinza. Este aspecto creo que es importante que responda el Canciller.

Asimismo, en el documento del Presidente de Brasil, se expresa, con claridad, que la propuesta de los países garantes debería tener un carácter vinculante para ambas Partes; es decir, de carácter obligatorio tanto para el Perú como para el Ecuador, luego de tomada la decisión. La propuesta estaría referida al acuerdo global y definitivo, por lo que se incluirían los acuerdos ya alcanzados entre Ecuador y Perú, y una fórmula para el arreglo de los asuntos aún pendientes en materia de fijación en el terreno de la frontera común. En consecuencia, señor Canciller, por su intermedio señor Presidente, tomada hoy la decisión por ambos Congresos, ya no habría posibilidad alguna de que después haya la oportunidad de modificar la opinión de los países garantes, debido a que su cumplimiento es de carácter vinculante; es decir, sería obligatorio para ambos países.

Todos los miembros del Congreso, y esto está claro, estamos por la paz. Creo que por la decisión que vamos a expresar, de ninguna manera se puede establecer que unos estarían por la paz armada y otros por la paz definitiva o por la guerra, debido a que hay diversas alternativas. Independientemente de la decisión que tomemos, está claro que todos estamos por la paz y por la integración de América Latina.

No comparto, señor Presidente, la afirmación que señala que la causa fundamental de la pobreza en el Perú es el conflicto permanente con el Ecuador. Ojalá que cuando se analice y se discuta el presupuesto en el Congreso, podamos dar prioridad a la zona de frontera. En ese sentido, esperamos que en la discusión del presupuesto para el próximo año, haya consenso para orientar los recursos justamente hacia las zonas más necesitadas.

Para concluir, señor Presidente, solicito que me conceda treinta segundos adicionales.

El señor PRESIDENTE.— Puede continuar, señor Cardoso Romero.

El señor CARDOSO ROMERO (UPP).— Gracias, señor Presidente.

Si el señor Canciller ha considerado que no hay más información qué brindar, ni siquiera en sesión reservada; y en vista de que, a mi juicio, no hay una información adecuada, yo voy a votar por el no.

Muchas gracias.

El señor PRESIDENTE.— Tiene la palabra el señor Jorge Donayre.

El señor DONAYRE LOZANO (DEMO).— Señor Presidente, antes de iniciar mi exposición, quisiera saber si usted va a tener la generosidad de escucharme y no va a estar tras la lectura de documentos que de repente están vinculados al acto de vergüenza que se va a consumar esta tarde.

Señor Presidente, quizá éste sea el momento más difícil de mi vida. Nunca imaginé, señor Presidente, señores congresistas, pueblo peruano, que iba a vivir terribles momentos como el que estoy viviendo. Nunca pude imaginar en la existencia mía que iba a contemplar un Congreso similar al Congreso que suscribió el nefasto documento denominado Salomón-Lozano. Nunca imaginé, en mi vida, Presidente, que iba a estar en un Parlamento con una conducta similar a aquel Congreso que aceptó —del Gobierno— mantener oculto —como mantuvo oculto Leguía— el Tratado Salomón-Lozano.

¿Qué peruano conoce lo que está haciendo nuestro Gobierno? ¿Qué peruano sabe de las conversaciones de don Alberto Fujimori con los ecuatorianos? ¿El pueblo nuestro está alimentado de conocimiento para saber qué se ha hecho bajo la mesa? ¡Con certeza, no lo está, Presidente!

Si este tema lo ha estado manejando el Poder Ejecutivo, ¿por qué ahora el Poder Ejecutivo se lava las manos y corre traslado al Parlamento, para que éste, que representa la voluntad del pueblo, en nombre de ese pueblo, delegue facultades en países extranjeros, para que resuelvan y decidan la suerte y el destino soberano de mi Patria? ¿Por qué el Poder Ejecutivo no asume su responsabilidad? ¿Por qué le entrega al Parlamento lo que no corresponde al Parlamento por ahora? Porque de acuerdo a la mecánica que se sigue en estos temas, es el Poder Ejecutivo el que primero tendría que firmar esto para que luego pase a revisión del Poder Legislativo. Sin embargo, ahora el Ejecutivo se lava las manos. Dice a los miembros del Parlamento: "aprueben ustedes a ciegas lo que no saben, a efecto de que cuatro países garantes hagan lo que ellos creen por conveniente, supuestamente —supuestamente— dentro del marco de Protocolo de Río de Janeiro y del fallo de Braz Dias de Aguiar".

Señor, en estos momentos, para mí, terribles como loretano, porque he nacido, he crecido y vivo en una tierra de profundo patriotismo, ahí donde nos han enseñado en la puerta de nuestras casas, ahí donde nuestra madre nos decía: "antes de que me ames a mí, ama a la Patria; antes de darme respeto, dale respeto al Perú, lucha por su soberanía". Así hemos sido criados, y por eso así hablo con el alma porque siento que mi Patria va a ser traicionada.

No es cuestión de querer hacer del verbo una oportunidad para la expansión; no es que tras la palabra busque decir lo que no vivo en el alma. Lo que digo, señor, es el sentimiento del pueblo de Loreto que rechaza el acto de cada uno de los parlamentarios que están dispuestos a votar por el sí. Lo que digo es lo que me ha dicho mi pueblo, a través del comunicado emitido por el Frente Patriótico de Loreto, el cual califica de traición a la Patria al acto de votar por el sí.

Digo a usted, señor Presidente del Congreso, digo a ustedes, señores Ministros y señores parlamentarios que los ecuatorianos no pasarán. Ustedes están provocando que Loreto se declare como Estado Federal Autónomo, señores. Ustedes están abriendo el camino para que ello suceda, y pronto habrá de suceder esto, porque ya basta de entregas de territorio a Colombia, a Brasil y ahora a Ecuador. ¡Y nos dicen que no! ¿Qué significa ciento cincuenta hectáreas? ¡Dos puestos se van a dar para el comercio! ¿No es eso un acto de traición?

Si un ecuatoriano o un portugués o un francés va a Loreto y ejerce el comercio, es bienvenido. Pero en tanto y en cuanto se le entrega territorio como Nación, de Nación a Nación, estamos cediendo soberanía, y acá no vengan con otra clase de cuentos, con otra clase de interpretaciones. Pero quiero que sepa usted, señor Canciller, usted, señor Primer Ministro, y usted, señor Ministro de Defensa, que nosotros, los loretanos, los auténticos loretanos, vamos a despreciar al ecuatoriano que pise Loreto. Vamos a escupirlo, vamos a menospreciarlo; no le vamos a dejar entrar, y ni un artículo ecuatoriano será comprado por los loretanos. Sepa, Ministro de Defensa: si hay un acto de traición a la Patria, ya las madres loretanas están diciendo a sus hijos, a los soldados, que no les obedezcan a ustedes, a sus mandos; porque las madres están cumpliendo el papel heroico de defender la Patria; y esos soldados no van a obedecer a sus mandos, porque las madres, en el deber profundo de amar a nuestro suelo, van a decir a sus hijos que no cumplan ninguna orden de sus superiores, si hay acto de traición a la Patria.

Yo con orgullo me proclamo loretano y peruano, señor Presidente del Congreso, y porque tengo sangre viva de peruano, porque no he nacido accidentalmente en el Perú, digo, señor, que voy a votar en contra de este proyecto de resolución legislativa. Salvo mi apellido y mi honra ante la historia; y los loretanos que escribimos, habremos de colocar en nuestros libros el nombre de todos aquellos que hoy votan a favor de algo que daña al principio soberano de Nación.

Nosotros hemos confiado y seguiremos confiando en nuestro Ejército, nosotros hemos confiado y seguiremos confiando en nuestra Aviación y en nuestra Marina. Pero hoy sí desconfiamos de algunos generales que no sienten lo que sintió un Velasco que amó al Perú, que defendió a los pobres y que estuvo dispuesto a invadir a Chile. Ese patriotismo quisiera ver en los generales de ahora. ¡Qué terrible es contemplar esto! ¡No lo imaginé, Presidente! Os confieso a ustedes y confieso a la soberanía de mi pueblo, confieso al pueblo peruano, que nunca imaginé, nunca he pensado que el alma mía iba a entrar en un chorro
de llanto al ver que hay gente que se presta a ceder a otros países el derecho que nos ha dado el pueblo de cuidar sus espaldas, de cuidar su destino, de cuidar la soberanía sagrada de la Patria. ¡Qué terrible! ¡Qué terrible!

En otra época, señor Presidente, los congresistas loretanos extendieron la bandera peruana en estos escaños, y dijeron: "Esta bandera ha sido traicionada". Eso se hizo con motivo del Tratado Salomón-Lozano.

Ahora, yo les digo, señores: "No traicionen al Perú. No pongan en manos de países extranjeros, que no sienten nada de lo que sentimos nosotros por el Perú, el destino soberano de la Patria; no pongan en manos de ellos".

Yo no confío en el Canciller. Que me perdone, pero no confío, no confío. Yo tengo sangre loretana, sangre peruana, educado bajo el sentimiento, la fe y la grandeza de Fernando Lores, de Rosa Panduro, del indio Samarén; de esos que hicieron de la Patria un templo sagrado de la vida.

El señor PRESIDENTE.— Tiene la palabra el señor Gustavo Mohme.

El señor MOHME LLONA (DEMO).— Señor Presidente: Estamos en el desenlace final de un proceso llevado adelante por el Ejecutivo, sobre todo en la década del noventa, con aciertos y también, evidentemente, con desaciertos.

El acuerdo de Itamaraty plantea los famosos "impasses subsistentes" que constituyen la génesis de la problemática en la que nos venimos desarrollando. A partir de estos planteamientos se comienza a debatir esos temas, y ahora se nos conduce a tomar una decisión crucial. Esos planteamientos son desarrollados en el Acuerdo de Quito, en el de Buenos Aires y en el de Santiago, en el que al final de su segundo párrafo se determina que "los entendimientos serán definitivos solamente después del acuerdo final entorno a los impasses registrados en las listas divulgadas". Éste es un punto crucial, que nos plantea una forma determinada para tomar posición frente al proyecto de resolución legislativa que el Ejecutivo nos ha remitido hoy. Culminan estos hechos con la Declaración de Brasilia, y hoy estamos frente a una decisión final que de la noche a la mañana se ha trasladado del Ejecutivo al Parlamento.

Si el Poder Legislativo hubiera tenido al frente un tratado internacional, entonces habríamos tenido textos, fundamentos, argumentos y material para poder discernir, discutir y opinar. Pero aquí no se va a aprobar ningún tratado, sino un procedimiento para dar carácter resolutivo a una decisión de los garantes; dar carácter resolutivo a una decisión que no conocemos, que el señor Ministro y el Presidente de la República suponen que se va a realizar de acuerdo a determinados principios jurídicos. Pero, en el fondo, los parlamentarios, en este instante, sobre todo la bancada de la oposición, no conocen. Lo que equivale a que el Congreso está aprobando un texto que no conoce.

Por lo tanto, estamos frente a una situación que no tiene antecedentes en la historia parlamentaria. No hay situaciones previas que nos hayan puesto frente a semejante disyuntiva. Acá hemos decidido dar facultades legislativas sobre una serie de aspectos, cuyos resultados posteriores han estado en duda. Pero de alguna manera el Parlamento tenía la oportunidad —que no se ha presentado ciertamente— de revisar y desaprobar las decisiones que tomara el Ejecutivo. Como veremos después, a pesar de lo que dice el proyecto de resolución en debate, no estamos en posibilidades de desaprobar nada de lo que ahora empiece a marchar en función de la decisión que tomemos hoy.

¿Qué debemos aprobar? En el artículo 1º del proyecto de resolución no se destaca el carácter vinculante que exigen los garantes. Su texto dice que debemos "aprobar el procedimiento planteado por los garantes"; pero no precisa que el procedimiento que vamos a aprobar tiene carácter vinculante.

Sin embargo, lo que vamos a aprobar realmente, con este artículo 1º, es una decisión que va a obligar a aceptar todos los demás acuerdos que se suscriban con posterioridad; es decir, obliga a que los nuevos acuerdos sean aprobados, y esto a su vez está de acuerdo con los términos del Acta de Santiago; por lo tanto, a partir de este carácter vinculante, necesariamente tienen que aprobarse en forma global los nuevos instrumentos.

En el artículo 1º no se destaca —decía— el carácter vinculante exigido por los garantes, y que incluso constituye un concepto básico que causa dudas a un sector parlamentario que tiene que reflexionar bien antes de emitir su opinión. Particularmente, cómo voy a aprobar el artículo 1º que obliga a aprobar los otros cuatro o tres instrumentos posteriores, cuando luego se dice en el artículo 2º que van a traer el Acuerdo de Integración Fronteriza y el Tratado de Comercio y Navegación para ser aprobados en el Congreso. A mi juicio, siendo lego como jurista, no cabe posibilidad alguna de tener opción de desaprobar esos tratados posteriormente.

A su vez, ese planteamiento nos lleva a no entender lo que se define en el artículo 2º: "El Acuerdo de Integración Fronteriza y el Tratado de Comercio y Navegación a ser suscritos serán sometidos al Congreso para su aprobación antes de su ratificación, de acuerdo a la Constitución y las leyes". He mencionado que esto lo considero inviable, porque el punto segundo del Acuerdo de Santiago indica que "los entendimientos serán definitivos solamente después del acuerdo final". En consecuencia, retorno, pues, a las dudas iniciales: al aprobar el artículo 1º, todos los acuerdos y tratados quedarían aprobados. Pero al desaprobar cualquier acuerdo o tratado, según el artículo 2º, los cuatro puntos materia de discusión quedarían desaprobados. Total, no entiendo qué es lo que estaría aprobando. Es la inquietud que tengo luego de reflexionar, observar y estudiar la resolución legislativa que me alcanzan.

En estas condiciones como parlamentario, no tengo una base legal correcta para emitir mi voto. Además, las contradicciones de la resolución las tengo a la vista. Debo manifestar que nada me agradaría más que aportar con mi voto a un proceso de paz con el Ecuador. Porque nadie, con dos dedos de entendimiento, considera que no debe transitar por el camino de la paz. Nadie, con dos dedos de entendimiento, considera que el anhelo de paz no es un anhelo que corresponde a todos los peruanos.

Pero lamentablemente el Ejecutivo ha resuelto de la manera más desfavorable para perjudicar al Poder Legislativo. Los peruanos no deben olvidar que aquí somos parlamentarios. Para nosotros el sí o el no tiene una connotación diferente a la del resto de los peruanos. Nosotros debemos responder por la legalidad de nuestras decisiones, y sin lugar a dudas, desde el punto de vista parlamentario, es absolutamente imposible votar una resolución que alude a un texto que no se conoce.

El Ejecutivo, a través del Ministro de Relaciones Exteriores, pide un acto de fe de los parlamentarios para que pueda actuar. Para acceder a ello hay que tener evidentemente la religiosidad de Rafael Rey que, lamentablemente, no poseo. A diferencia del Ejecutivo ecuatoriano que, según hemos visto a través de la televisión, aporta una cantidad extraordinaria de información y con diálogo para poder resolver, entender y dar pasos adelante en la aprobación de un documento de esta naturaleza, acá, usted, señor Ministro no aporta información que nos permita superar el desconocimiento de las decisiones que emanan de la autorización que se va a dar.

Es de suponer que tanto el Ejecutivo como la Fuerza Armada conocen un avance del planteamiento de los garantes, conforme lo he expresado días anteriores. Y es de suponer eso porque existen documentos de la Fuerza Armada que respaldan la decisión que hoy estamos tratando de tomar nosotros.

Pero me pregunto lo siguiente: días anteriores circuló la versión de una posible alternativa vinculada al campo militar. ¿Ha evaluado el Comando Conjunto de la Fuerza Armada la posibilidad de una decisión de los garantes de otorgar la zona del puesto de vigilancia Teniente Ortiz a los ecuatorianos, como compensación a ese país, por la presencia de Tiwinza en el área correspondiente al territorio peruano? Se ha especulado públicamente esa posibilidad. ¿Es real o no es real? Es que no sabemos nada de lo que pueda ocurrir.

El señor PRESIDENTE.— Señor Gustavo Mohme, concluya su intervención. La Presidencia le concede un minuto.

El señor MOHME LLONA (DEMO).— ¿Esas condiciones las aprobaría la Fuerza Armada si eventualmente existen?

Sin los elementos de juicio que nos debe entregar el Ejecutivo no podemos emitir lamentablemente una
opinión favorable. A esto se suma la suerte de ultimátum a que estamos sometidos, por iniciativa de los garantes y por decisión del Ejecutivo, que impide disponer de más tiempo, y que está disponible, para definir con mayor conocimiento y lucidez nuestro voto. En estas condiciones y si la información no se hace más transparente, debemos rechazar conscientemente el proyecto de resolución legislativa, tal como está planteada.

Gracias.

El señor PRESIDENTE.— Tiene la palabra la señora Ana Elena Townsend.

La señora TOWNSEND DIEZ CANSECO (UPP).— Señor Presidente: Antes de dar mi punto de vista, debo señalar que hoy es un día no solamente importante por tratarse de un debate trascendental de los últimos años o de los años que tengo como congresista, o muchos o pocos, según la trayectoria de cada uno de nosotros, sino que básicamente se trata de un día de voto de conciencia. Por lo menos, no considero que en este debate estemos para calificar quién tiene la razón o quién es más patriota que otro. Creo que todos tenemos amor al Perú. Creo que tenemos serias discrepancias sobre cómo se debe actuar dentro del Estado de derecho. Dentro de este Hemiciclo, considero que se ha atacado gravemente a la democracia; se ha trastocado el Estado de derecho y se ha ignorado y hasta rechazado la participación ciudadana. Esto no es un secreto para nuestra Patria y para nosotros mismos.

Justamente por respeto a esa convicción, tenemos el derecho de conocer la información; tenemos el deseo de defender nuestras fronteras y también de desarrollarlas económicamente; tenemos el deseo de honrar el sacrificio, la memoria y la situación actual de muchos de nuestros soldados y oficiales que están recuperándose en el Hospital Militar o que están, gracias a Dios, por salir al extranjero para recuperarse física y psicológicamente luego de haber sido atacados de una manera artera. El Presidente del Ecuador, que sin duda es una persona respetable, señaló ayer que en agosto de este año nosotros ingresamos a su territorio, que nosotros realizamos provocaciones. Escuchándolo hablar así, uno efectivamente piensa que "sigue el libreto de siempre". Me dirán algunos: "pero hay que estar por encima del Ecuador y hay que estar por la paz, no importa que ellos nos digan lo contrario".

Si aquí nosotros vamos a votar por algo sobre el cual considero que no tenemos la información completa y por algo que no se ha debatido y consultado a la población peruana, y si votamos por un sí, creo que estamos errando.

Ayer se dijo que no importaba tanto... no sé si la palabra fue "que no importaba", pero se dijo que "no había que consultar al pueblo porque nosotros somos sus representantes".

Pero nosotros tenemos la obligación de rendir cuentas. No solamente se rinde cuentas de lo que económicamente nos otorga el Estado, no solamente se rinde cuenta de los recursos operativos que este Congreso nos da para trabajar descentralizadamente, no solamente tenemos que rendir cuenta sobre cómo manejamos los recursos del Estado. También tenemos que rendir cuentas sobre nuestra conducta política y sobre nuestra coherencia. Nuestro Reglamento, muchas veces violado como nuestra Constitución, señala que tenemos la obligación de mantenernos en comunicación con los ciudadanos y las organizaciones sociales con el objeto de conocer sus preocupaciones y necesidades.

Creo que en un tema como el de las fronteras, no sólo Loreto, no sólo Piura, no sólo Tumbes sino todo el país tenía que ser consultado y de ser posible, como lo han propuesto otros congresistas, estos temas tenían que ser sometidos a un referéndum, a una consulta directa.

Ayer el Canciller, desde su punto de vista, respetable, señalaba que caeríamos en el inmovilismo —creo que fue el término— si se consulta al pueblo. Yo pienso diametralmente en contra; aunque, de manera pragmática, se pueda decir, que "el pueblo demoraría las cosas". No. Yo creo que hay que considerar con más importancia la participación del pueblo a través de las organizaciones sociales, de los alcaldes elegidos, de los frentes y organizaciones que se sienten muchas veces marginadas. Porque en la Selva creen que tales organizaciones no son importantes para el Estado, y se llevan la equivocada impresión de que nos
preocupamos más por las facilidades al Ecuador que por el desarrollo de fronteras vivas de nuestra Patria. Creo que estos hechos no nos alejan de anhelar la unidad latinoamericana, la Comunidad Latinoamericana de Naciones, quizás hasta la abolición, en un futuro, de los pasaportes y por la integración completamente fundada en la verdad y en la transparencia.

Yo cuestiono, sobre todo, esto: Cuestiono la forma en que esto ha llegado al Hemiciclo, y la forma apresurada de votar. ¿Por qué tenemos que dar el documento al Ejecutivo para que lo lleve a Oporto este fin de semana? ¿Por qué no podemos poner en la balanza la soberanía y la democracia con un peso igual? ¿Por qué el apresuramiento? Son más de cien años de discrepancias, pero también de historia y de derecho. Creo que nosotros, en nombre de todos los peruanos que tenemos héroes y defensores de la paz —no de los defensores de los arreglos que el Ecuador ha querido hacer en demérito del Protocolo de Río de Janeiro— no podemos vulnerar, aunque sea mínimamente, un tratado internacional.

Todos somos conscientes de que si esto sale bien, nos vamos a felicitar. Y si esto sale mal, nos vamos a sentir frustrados. Pero no vamos a buscar culpables individuales. No se trata de incriminarse. Se trata de decidirse y de fundamentar el voto con dignidad y con convicción. Hay quienes señalan que habrá más muertes, que habrá más pobres y que no habrá desarrollo. Eso no es justamente lo que nosotros queremos. Yo estoy convencida de que tiene que haber desarrollo y democracia. Pero el sistema de verdad incompleta o el sistema de no consulta o el sistema de apresuramiento no me da confianza. Yo puedo, inclusive, tener confianza en la Cancillería, porque políticamente no tengo confianza en el Presidente de la República, y esto lo he demostrado aquí muchas veces. Por ejemplo, el Presidente ecuatoriano, está más preocupado en comunicarse con su población que el Presidente peruano, quien no ha venido al Congreso, no ha salido en la televisión, no ha visitado a nadie e insiste en una posición lejana y soberbia. Creo que esa actitud impide un diálogo alturado con él. Recordemos que tampoco nos han remitido el informe correspondiente. En cuanto a las Fuerzas Armadas, creo que el Ministro de Defensa debería ser el portador de una opinión formada, y no un comunicado que involucra a los jefes del Estado Mayor. Yo creo que hay que institucionalizar más nuestra tarea.

Creo, entonces, que votar en contra, no es votar en favor de la guerra; eso lo rechazo tajantemente. Es un voto en favor de la transparencia y de la democracia en decisiones nacionales. No condeno a quienes votan a favor y creen firmemente que van a conseguir la paz definitiva. Pero yo no puedo estar convencida de algo que no conozco completamente y además tenía que haber más tiempo para estudiarlo. Se habla de los jóvenes, se habla del ejemplo que podemos dejar, se habla del sacrificio que podemos hacer en nombre de la paz. Sin embargo, temo que esa paz sea endeble por estar basada en una decisión apresurada. Pero expreso los más fervientes deseos por que el Perú y el Ecuador se declaren pueblos hermanos y no enemigos. Es un mensaje a nuestro deber y convicción. No se trata, repito, de agresiones. Se trata de convicciones personales y de respeto mutuo entre peruanos y ecuatorianos.

Gracias.

El señor PRESIDENTE.— Tiene la palabra la señorita Lourdes Flores.

La señorita FLORES NANO (PPC).— Señor Presidente: Es una verdad de perogrullo que ésta es una decisión transcendente. El voto es aun más difícil cuando se sabe que no se le necesita.

Cuando se pidió la intervención del Parlamento peruano, la posición nuestra era conocida. Nadie dudaba que el Congreso del Perú tomaría una decisión y que ésta respaldaría cualquier cosa que el Presidente de la República le pidiera.

Ayer he insistido en decir que no encuentro objeción jurídica al procedimiento seguido. Enmarcados en el Protocolo de Río de Janeiro, en el Fallo de Braz Días de Aguiar y en los demás instrumentos jurídicos, el margen de acción de los garantes se reduce.

Creo que en el tema de la demarcación hay fundadas razones para pensar en una posición favorable al Perú y en la plasmación en el terreno de la tesis histórica peruana. Por lo demás, queda registrado en el debate de esta resolución legislativa que si esto no fuera así,
las consecuencias serían diversas: el absoluto descrédito, desde luego, de quienes sustentan esta posición pero, igualmente, la nulidad de un encargo que exceda dicho marco. Políticamente, el más lapidario ridículo; pero jurídicamente, la inviabilidad de la propuesta. Las palabras del Canciller de la República sobre la materia son parte del registro histórico.

Mis preguntas, de ayer, y aún más claramente las de Antero Flores-Araoz, han incidido en el precio a pagar. La pregunta de suyo, señor Presidente, importa el reconocimiento de eso que se ha denominado "una flexibilización". Pues habiendo reclamado históricamente el Perú el simple cumplimiento de un tratado internacional, no hay contraprestación exigible. Lo que se conceda es un acto de liberalidad y constituye una decisión política de cuyas consecuencias hay que ser responsable.

Las circunstancias nos han conducido a la posibilidad de ser corresponsables de una liberalidad que no importando cesión territorial ni de soberanía constituyen actos al margen del Protocolo. Podrá entonces decirse que para cerrar la frontera, sin afectar los derechos soberanos del Perú, se ha conseguido, sin embargo, en términos inconvenientes. En este campo, la decisión debe tomarse lamentablemente sin todos los elementos de juicio. Como dije ayer, "diciéndose la verdad, pero no necesariamente toda la verdad".

Es obvio que la propuesta de los garantes, además de los aspectos demarcatorios, comprenderá otros aspectos que hoy no aparecen como nítidos. Ese silencio puede corresponder a consideraciones que no conocemos, o puede responder a contornos aún no definidos, aunque preliminarmente acordados. Hay que tomar una decisión, con un marco de incertidumbre y de riesgo; y como en todos los actos de mi vida, voy a definirme con claridad.

La decisión que voy a anunciar es para mí particularmente difícil:

a.— Porque supone entregar este margen de riesgos a terceros, pero en el corolario de un proceso conducido por un gobernante en el que no confío, y en el marco de un proceso político en el que, estoy convencida, no se mira el tema sólo como un asunto de Estado, sino como un ingrediente para la vanidad personal y para la continuidad en el poder.

b.— Porque con el respeto que se merece y en su presencia, señor Ministro de Defensa, yo debo decir que no me impresiona el pronunciamiento de los oficiales generales, porque están políticamente contaminados en un proyecto autoritario que combato con toda las fuerzas de mis convicciones.

c.— Porque, aunque el profesionalismo del servicio diplomático puede haber sido pieza central en el camino trazado, ese rumbo ha sufrido grave mella con la no explicada renuncia del Canciller Ferrero, sustentada en razones que no se han hecho públicas y que, debo suponer, no son triviales. Reconozco que podrían ser hechos superados o perspectivas diferentes al tratamiento de determinado aspecto sustantivo: por ejemplo, las que he denominado concesiones no previstas en el Protocolo, aunque no contrarias a él.

d.— Porque quienes hoy me respetan, han aprendido a valorar, en mi radical crítica al régimen, la consecuencia de quien lucha por el destino democrático del Perú y porque suelen decirme que hablo en su nombre. Ellos, en términos mayoritarios, quisieran que me oponga a esta petición. Y hoy debo decirles, sin que mi posición resulte nítida, que propongo un tratamiento especial a un tema de fundamental importancia. A ellos, sin embargo, no puedo asegurarles que mi decisión nazca de un juicio con todos los elementos sobre la mesa.

e.— Finalmente, porque he dicho reiteradamente que tengo el privilegio que muy pocos tienen en esta sala: de haber dedicado a la política más de la mitad de mi vida, y me gustaría continuar en ella mientras sea posible. Tengo la absoluta certeza de que si hoy me equivoco, estoy políticamente liquidada, no porque los electores puedan juzgar mi conducta que, como siempre, se inspira en la buena fe, sino porque si hoy yerro significa que no tengo nivel suficiente para discernir en un asunto de Estado de primordial importancia nacional. Dicho esto, afirmo con hidalguía que, por primera vez en mi vida, votaré con inmenso temor.

No hay ser que me quiera bien —comenzando por mis padres— que no me haya pedido votar en contra;
otras voces de experiencia y de gran prudencia, me han sugerido abstenerme; ambas decisiones tendrían profunda razonabilidad por la carencia de información total. Desoyendo todas esas voces, señor Presidente, asumo el riesgo de esta decisión. Que Dios y la historia me juzguen: voy a votar a favor.

El señor PRESIDENTE.— Tiene la palabra la doctora Martha Hildebrandt.

La señora HILDEBRANDT PÉREZ TREVIÑO (C90-NM).— Señor Presidente: Voy a referirme a tres puntos importantes en esta coyuntura crucial para el Perú.

En primer lugar, quiero destacar la calidad de excepcional del momento que hoy toca vivir a los Gobiernos y Parlamentos del Perú y del Ecuador; momento que pone en nuestras manos la posibilidad de acabar con más de medio siglo de resentimiento, zozobra y paz armada para abrir una etapa de integración económica, de reconocimiento de nuestra común identidad andina y de atención a los vitales intereses de las comunidades indígenas amazónicas de ambos países.

En segundo lugar, debo reconocer la calidad profesional y el firme compromiso con la paz de los Presidentes y de las Cancillerías del Perú y del Ecuador, que en los últimos tres años han logrado llegar a este punto crucial en el que corresponde decidir a nuestros Parlamentos la aprobación del procedimiento que permita a los garantes del Protocolo de Río de Janeiro volver a intervenir directamente —tal como ya lo hicieron en los años cuarenta— en la demarcación de los tramos de frontera todavía pendientes.

Y en tercer lugar, deseo destacar la opción por la paz y la unidad continental de los actuales Presidentes del Ecuador y del Perú, quienes en los últimos meses han contribuido decisivamente para lograr un entendimiento y llegar a este momento decisivo para el Perú, el Ecuador y la integridad americana.

Señor Presidente, el momento actual es excepcional porque en él convergen ritmos y velocidades que suelen ser paralelos y no encontrarse nunca: el de la unificación económica mundial y las integraciones económicas regionales; el de la cultura y la forja de identidades comunes en esos nuevos espacios regionales; y el de la política que corresponde a las relaciones entre los Estados y los Gobiernos.

En esta era global, de apertura económica, los empresarios y trabajadores del Perú y del Ecuador se orientan hacia la integración andina y continental, hacia la libre circulación de hombres, capitales y bienes culturales y a la ejecución de proyectos viales, terrestres o fluviales, de ámbito binacional o internacional.

El ritmo de la política, en cambio, está entrampado por un sentimiento de desconfianza propia del encono y del resentimiento nacido de una guerra latente o abierta. De este desencuentro dan testimonio las heridas y la exigencia de paz de los pueblos del Perú y del Ecuador. Y hoy, señor Presidente, toca a la política superar ese desfase. Somos nosotros, como lo ha señalado el ex Canciller Tudela, los convocados a responder con conciencia y con responsabilidad por todo lo que se ha sufrido en estos tiempos de encono y desconfianza.

Al citar el nombre de Francisco Tudela, ex Canciller y actual miembro de la Comisión Consultiva del Ministerio de Relaciones Exteriores, quiero hacer recordar a los señores congresistas que tampoco han renunciado los otros dieciséis miembros de dicha Comisión. No han renunciado a la Comisión Consultiva otros tres ex Cancilleres: el doctor Fernando Schwalb López Aldana, el Embajador Arturo García y García y el General de División Edgardo Mercado Jarrín. Tampoco han renunciado a la Comisión Consultiva de Relaciones Exteriores los Embajadores Jorge Morelli Pando y Gonzalo Fernández Puyó.

Creo, asimismo, que las renuncias no explicadas del Canciller Eduardo Ferrero y del Viceministro Hugo Palma no deben ser esgrimidas como armas de la suspicacia contra quienes ejercen actualmente sus funciones. No es digno, no es noble presumir que quienes decidieron abandonar esas funciones son, por definición, más capaces o más patriotas que quienes han asumido los cargos que ellos, en su legítimo derecho, decidieron dejar.

Volviendo al meollo del asunto que hoy nos convoca, los argumentos y la información técnica que, con precisión y brillo, ha expuesto el Canciller Trazegnies, despejan toda duda sobre la soberanía y la jurisdicción del Perú en el proyecto de Tratado de Comercio y Navegación. Grandes posibilidades de integración regional se abren para los pueblos indígenas amazónicos del Perú y del Ecuador, con los proyectos de infraestructura e inversión social contenidos en la propuesta de Acuerdo de Integración Fronteriza. En su momento nuestra ciudadanía los conocerá y seguramente expresará su reconocimiento a la gestión de ambas Cancillerías y a los técnicos de los países garantes que han aportado su valiosa colaboración.

Señor Presidente, quiero reconocer especialmente los logros de la Cancillería peruana, representada sucesivamente por Francisco Tudela, Eduardo Ferrero y Fernando de Trazegnies, que se expresan en el compromiso de los países garantes para hacer una propuesta de demarcación final de la frontera entre el Perú y el Ecuador en el marco del Protocolo de Río de Janeiro y de sus instrumentos complementarios. El Perú ha logrado que el Ecuador reconozca la validez del Protocolo y que abandone su pretensión de acceso soberano al Amazonas. Si ambos Parlamentos aprueban hoy el procedimiento propuesto por los garantes, los dos países verán cumplidas sus expectativas de paz en la propuesta de solución integral que nos sea entregada por los cuatro países garantes del Protocolo de Río de Janeiro.

Por último, sería mezquino no reconocer la decisiva acción del Presidente Fujimori en este proceso. Fue su reacción serena, firme y patriótica la que evitó, a principios de este año, responder a la provocación con una acción militar que habría destruido todo lo avanzado. Pero también debemos reconocer que fue el Presidente Mahuad quien permitió que se entablara en los últimos meses una efectiva diplomacia a nivel presidencial y personal. Gracias a ella, surgió la iniciativa que hoy nos convoca y que, sin duda, nos llevará a los entendimientos por tanto tiempo perseguidos.

Señor Presidente, por todo lo dicho mi voto será por el sí. Por la paz, por la integración andina y por el futuro de nuestras dos naciones, que dependen de la aprobación del procedimiento sugerido por los Jefes de Estado de los países garantes del Protocolo de Río de Janeiro para concluir la demarcación de la frontera entre el Perú y el Ecuador y para cerrar, así, la brecha amarga de cincuenta y seis años de nefasta y onerosa paz armada.

Muchas gracias.

El señor PRESIDENTE.— Tiene la palabra el señor Edgar Núñez.

El señor NÚÑEZ ROMÁN (PAP).— Señor Presidente: Saludo la presencia de los señores Ministros de Estado que hoy como ayer nos acompañan. Ya dijeron los congresistas: es un día importante en la historia del Perú por el tema trascendental que motiva este debate.

Yo voy a hablar, como todos los congresistas lo han hecho, como representante de la Nación. No comprometo en absoluto la opinión de mi grupo político. En ese sentido, señor Presidente, como partícipe de esta hora importante en la política nacional, quiero, primero, lamentar y sentir pena porque las generaciones políticas pasadas no cumplieron con la responsabilidad histórica de sanear el problema pendiente de los límites del territorio nacional. Considero que si hubieran actuado a la altura de su responsabilidad, hace rato que el Perú no hubiera mantenido estos problemas; por el contrario, a grandes trancos el Perú hubiera avanzado por la senda del desarrollo y del progreso que todos necesitamos.

Mucho tiempo ha pasado, Presidente. Muchas vidas se han sacrificado en aras de resolver problemas pendientes, y muchos jóvenes han muerto. Yo no apuesto por aquellos representantes, ciudadanos y hombres de Estado que quisieran que este problema se siga postergando en el tiempo y en el espacio. Yo no estoy con ellos, Presidente. Considero que esto debe terminar y pronto.

Yo no sé qué pasaría si mañana no hubiera un acuerdo en este Parlamento y dejáramos que esto siga pendiente. ¿Cuánto tiempo más tiene que pasar, señor Presidente, señores congresistas? ¿Cuántas vidas más tenemos que sacrificar? ¿Y qué vidas son las que realmente se entregan en la frontera? ¿Son hijos de los congresistas? ¿Serán hijos de los empresarios? ¡No, Presidente! ¡Son hijos de los pueblos del Perú! ¡Son hijos del pueblo! ¡Son los pobres y los jóvenes que ahora son ignorados por el Estado, los que no tienen
trabajo! ¡Ellos son los que van a dar su vida! ¡Esos héroes anónimos! ¡Ellos nos reclaman que actuemos con responsabilidad!

Presidente, ahora que se habla de globalización, ahora que las fronteras de los países ya no tienen que mirarse como si hubiera una muralla China o el muro de Berlín, ahora que los pueblos y los Estados se conquistan con desarrollo, con trabajo, con producción, con tecnología, ahora que el Perú está invadido por Chile, por ejemplo, cuando nos venden desde una uva hasta un trozo de zapallo, cuando en alguna esquina está un banco o una financiera de ese país y cuando algunas empresas estratégicas, como Sol Gas y Luz del Sur, están en sus manos, nosotros no decimos nada. Pero cuando se ve la posibilidad de resolver el problema con el Ecuador "necesitamos más información". Yo no sé si se ha dado lo más adecuado. Pero creo que todos sabemos leer y entender.

Yo hubiera querido, como muchos peruanos, quizás como muchos representantes, que el Presidente Fujimori asuma su responsabilidad, como lo hace el Presidente de Ecuador: venir al Parlamento. Yo hubiera querido eso. El Perú hubiera saludado esa actitud, ese gesto. Porque, entonces, él con una explicación meridianamente clara hubiera asumido un compromiso ante la Nación y ante la historia.

Porque después de esto, si la cosa sale bien, habrá aplausos para él. Y si sale mal, señores representantes, echará la culpa a los Ministros porque dirá que no le informaron bien, y pedirá que se vaya el Canciller. Eso no era lo más adecuado, tampoco es lo más justo. Un Presidente tiene que actuar con bastante claridad en este tema. Pero no obstante eso, señor Presidente, yo apoyo a aquellos hombres y mujeres que al actuar están dispuestos a equivocarse. Yo no soy partícipe de aquellos que no se animan y no se atreven. Los primeros podrán acertar; los segundos jamás acertarán porque no avanzan. Yo estoy con los primeros.

Por eso más allá de ese gesto, señores congresistas, señor Presidente, yo quiero para el futuro un Perú con paz, desarrollo y trabajo. No me interesa que por uno o dos días gane algunos puntos de popularidad el Presidente Fujimori después de esto, si es que se logra. Porque después de todo, el pueblo sabe por quién va a votar el año 2000. Un Gobierno que ha marginado a todos los peruanos, un Gobierno que se ha olvidado de generar empleo, de dar comida a los peruanos, creo que no merece, Presidente, el mejor aprecio más allá de este tema que es coyuntural.

Porque yo quiero un país de desarrollo, de paz, de prosperidad en el futuro; porque yo quiero que ya no se sacrifique la vida de humildes peruanos de corazón; porque yo recuerdo la clase de Víctor Raúl Haya de la Torre quien señaló que somos países hermanos, que somos un partido integracionista y porque entendemos que tenemos que apostar por el trabajo y por el desarrollo, yo voy a votar a favor del proyecto en debate, para que esto se resuelva y para que el Perú se reencuentre con su historia y con sus posibilidades de vivir realmente en paz y para proyectar en el futuro un país de justicia social, que todos los peruanos estamos esperando.

Muchas gracias.

El señor PRESIDENTE.— Tiene la palabra el señor Gilberto Siura.

El señor SIURA CÉSPEDES (C90-NM).— Señor Presidente: Indudablemente, hoy los parlamentarios tenemos que dar una decisión histórica: o dejamos estancado el proceso, o lo activamos y vamos a sus conclusiones.

Después de recorrer todas las experiencias, nos preguntamos: ¿Qué hemos aprendido hasta ahora como Nación? También nos preguntamos: ¿Qué hemos enseñado o qué estamos dejando a la juventud como futuro? ¿Acaso estamos dejándole posibilidades de paz? ¿Acaso queremos dejarles posibilidades de guerra? Quiero adicionar otra pregunta: ¿Cuánto nos ha costado hasta ahora la situación de paz armada? ¿Cuánto nos ha costado en vidas humanas? ¿Cuánto nos ha costado económicamente? Puedo agregar otra pregunta: ¿Cuánto nos costará esta situación a partir de mañana, dependiendo de la decisión que tomemos esta tarde en el Congreso?

Quiero hacer recordar a los señores congresistas que es difícil tomar decisiones cuando de por medio tenemos convicciones muy profundas. Quiero recordar a un hombre, señor Presidente, que, durante la toma de la residencia de la Embajada del Japón —estuvimos 126 días— iba frecuentemente a visitarnos. Era un representante de la Iglesia Católica y por mis propias convicciones no podía acercarme mucho a él. Pero me desafiaba su constante visita, buscando la paz. Y rendido ante esa actitud valiente, real y objetiva, me atreví a prepararle un hermoso cuadro con un texto bíblico, que dice: "levantad la frente y mirad sobre los montes los pies de aquel que viene en nombre de la paz". Con mis compañeros, los setenta y dos rehenes, hicimos un dibujo y se lo dedicamos al monseñor Juan Luis Cipriani. Por eso, esta tarde, señor Presidente, aún sin ser católico acudo a sus declaraciones con relación al tema en debate.

Él ha dicho que "el Congreso tiene todo el derecho a aprobar lo que se plantee, poniendo la condición de que esté enmarcado dentro del Protocolo de Río de Janeiro; y lo por tanto, no entiendo —dice Monseñor— que sea una solución a ciegas. Son ya muchísimas horas de conversaciones a todos los niveles. Se ha agotado el cambio de opiniones y, por lo tanto, los garantes saben que aunque el Congreso, como ellos han pedido, vincule su propuesta, no puede de ninguna manera salirse del Tratado". Y agrega Monseñor Juan Luis Cipriani: "Necesitamos tener coraje. Esto va a tener beneficios muy grandes: estabilidad social y una paz que supone facilidad para mayores inversiones y desarrollo del país; un ahorro al Estado que supone mayores recursos para atacar la pobreza y, por lo tanto, para generar empleo".

No tengo por qué dudar de las convicciones de aquel hombre, que asumió actitudes desafiantes para llevar paz al interior de la residencia a que he hecho referencia y que hoy nos propone también que tomemos decisiones que conduzcan a la paz.

Gracias.

El señor PRESIDENTE.— Tiene la palabra el señor Fernando Olivera.

El señor OLIVERA VEGA (FIM).— Señor Presidente: Me pide una interrupción el congresista Llerena; la concedo.

El señor PRESIDENTE.— Tiene la interrupción, señor Llerena Marotti.

El señor LLERENA MAROTTI (FIM).— Gracias, señor Presidente; gracias, colega Fernando Olivera.

Señor Presidente, Víctor Joy Way Rojas, con todo respeto le pido que me permita hacer una pequeña aclaración.

La noche de ayer, al finalizar mi intervención, en la que hice presente mi rechazo de avalar lo que la Nación no conoce, ocurrió un hecho que no se puede soslayar.

Al otorgarse sólo cinco minutos por intervención, y como me gusta respetar los acuerdos, tenía que controlar constantemente el tiempo que aparecía en el tablero electrónico. Finalizada mi intervención y cuando me disponía a tomar asiento, usted, señor Presidente del Congreso de la República tuvo una intervención considerada poco grata, que motivó la protesta inmediata de la colega Lourdes Flores Nano y de otros honorables congresistas, y no se me permitió aclarar al instante, como correspondía. Debemos entender, señor Presidente, que tanto los cargos y hasta la propia vida son pasajeros, y mientras vivamos en sociedad debemos respetar a los demás para exigir ser respetados.

Yo no tuve la culpa de que usted no haya estado atento a mi intervención que contenía no una sino varias preguntas, cuyas respuestas las dio el Canciller en el momento oportuno. Esa falta de atención, señor Presidente, le ocasionó aparentemente una especie de laguna auditiva que no le permitió entender al momento de hacer mis preguntas, lo que le hizo cometer el error que considero aparentemente involuntario, y que lo llevó a manifestarse en esa forma. Le pido que tome mi apreciación de la mejor manera, señor Presidente. Lo llevó a manifestarse como si fuera un simpático arlequín en sus mejores momentos de alegría, lo que a todas luces no corresponde a un señor Presidente del primer Poder del Estado; de un Estado que, se dice, vive en completa democracia. Y no lo vaya a tomar equivocadamente, señor Presidente, como una ofensa. Yo, con mi cultura, no tengo la capacidad para ofender a nadie.

Señor Presidente, con su anuencia, los minutos que me corresponden en esta fecha histórica, los cedo al colega Fernando Olivera Vega. Pero desde ya, voy a expresar que mi voto será en contra del proyecto sobre
la decisión que quiere mezclarnos en un problema sin que la Nación, como corresponde, esté enterada.

Gracias.

El señor PRESIDENTE.— Señor Olivera, antes de que inicie su intervención, permítame pedir disculpas al señor Antonio Llerena Marotti por la involuntaria distracción de la Presidencia en aquella exposición. Le pido que las acepte.

Puede iniciar su intervención, señor Fernando Olivera.

El señor OLIVERA VEGA (FIM).— Señores: A marcha forzada, hoy el Congreso peruano, cumpliendo sin dudas ni murmuraciones la indebida exigencia de los países garantes del Protocolo de poner plazo a un poder soberano, pretende consumar un grave atentado contra la peruanidad; y lo va a hacer ocultando información, engañando a los peruanos; y lo va a hacer a espaldas de millones de ciudadanos que tienen derecho a exigir la verdad y nada más que la verdad.

Hoy, en nombre de un pragmatismo, se pretende vulnerar la posición peruana sostenida a lo largo de décadas y consagrada en el principio de la intangibilidad de los tratados internacionales. Hoy nosotros tenemos que repetir que los principios no se abdican, que los principios no se claudican. Hay la negativa del Gobierno de decir a los peruanos que lo que hoy van a ser es modificar el Protocolo de Río de Janeiro para convertir en calidad de árbitros a los países garantes; calidad que no les da el tratado internacional.

Eso es sumamente grave porque se aparta de la posición peruana. Se aparta de la posición peruana porque está cediendo a las demandas ecuatorianas como ayer lo confesó el presidente Mahuad ante el mundo entero. Fujimori y su Gobierno claudicaron frente a Mahuad, dejando de lado el Protocolo de Río, dejando de lado el laudo arbitral, dejando de lado la razón histórica, jurídica y geográfica para que ahora sean cuatro garantes, convertidos en árbitros, los que decidan el destino de la Patria. Eso, señor presidente, nosotros no lo vamos a avalar porque aquí hay mujeres y hombres de principios y de consecuencia.

A los pragmáticos, hay que hacerles recordar una vez más lo que significa el arbitraje, patrocinado por el señor Trazegnies. Hay que hacerles recordar una vez más el artículo escrito en julio de 1995, en donde el mismo señor Trazegnies, aquí presente, escribía respecto del arbitraje en el Boletín de la Universidad Católica. (Señor Presidente, parece que la consigna es perturbar la exposición, pero aún así continuaremos.)

Escribía Trazegnies frente al arbitraje propuesto: "Tenemos que ser tan valientes intelectualmente como lo somos militarmente y aceptar el reto. De otro lado, en el improbable caso, como decíamos los abogados, de que la posición del Perú no prevalezca, todo lo que habríamos perdido son unos pocos kilómetros de tierra inhóspita sobre la base de que el Marañón no sería definido como materia controvertida sino sólo el Alto Cenepa".

Está en juego, señor, la integridad territorial. Trazegnies lo admite, lo confiesa, y hoy lo niega, señor, ante el país. Integridad territorial que, claro, para él significa sólo unos pocos kilómetros de tierra inhóspita. Para el señor Trazegnies, Tiwinza significa unos pocos kilómetros de tierra inhóspita; Paquisha significa unos pocos kilómetros de tierra inhóspita; los símbolos por los cuales nuestra juventud ha entrgado su vida defendiendo la integridad territorial son unos pocos kilómetros de tierra inhóspita. ¡Qué les importa a estos pragmáticos, señor, lo que son nuestros valores nacionales, que hoy en día estamos defendiendo y que hoy en día ha venido aquí a hacernos recordar también el Frente Patriótico de Loreto con el pronunciamiento categórico que ha emitido!

Sí, señor Presidente. No les interesa sentar un gravísimo precedente de modificar un tratado internacional. Hoy si se acepta...

El señor PRESIDENTE.— Señor Olivera, está haciendo uso del siguiente turno.

El señor OLIVERA VEGA (FIM).— Hoy al aceptar la demanda ecuatoriana recogida por los países garantes, se va a sentar un gravísimo precedente. Ya no habrá seguridad jurídica, señor Presidente. Ya no habrá ninguna frontera firme en el Perú porque, a partir de ahora, cualquiera podrá pedir un nuevo arbitraje, cualquiera podrá desconocer cualquier tratado de límites del Perú; y a eso es a lo que nos quieren llevar
tramposamente con pedidos encubiertos de modificación del Protocolo.

Por eso es que recurren al Congreso. Porque están modificando el Protocolo de Río. El artículo 7º es muy claro. Las partes tienen que resolver las dudas con el concurso de los garantes. El rol de árbitros de los garantes fue expresamente descartado en el proyecto del protocolo, como lo recuerda en su libro el autor Félix Calderón "La Negociación del Protocolo de 1942". Habiendo recordado, además, el riesgo adicional de la pérdida de la integridad territorial, según el pensamiento-guía de Trazegnies y según lo que es la demanda ecuatoriana, no podemos menos que desde ya alertar al país lo que se está escondiendo.

Ayer, como quien no quiere la cosa, el señor Trazegnies nos ha dado la primicia de que hay dos Tiwinzas. Dice que hay una familia Tiwi que vive por la zona, y recién ayer nos revela que hay una Tiwinza ecuatoriana y una Tiwinza peruana. Está preparando el terreno, señor, para que la Tiwinza, que siempre ha sido peruana, quede de manera encubierta en poder del Ecuador; y no tiene, señor, el valor de decir a los peruanos que en Tiwinza están preparando también una parte de terreno peruano para otorgársela, con una manera disfrazada de soberanía, al Ecuador —dicen— para que hagan monumentos, para que hagan templos, para calmar las cuestiones emocionales del Presidente Mahuad y de los ecuatorianos. Eso, señor, no es honesto. Es irresponsable avalar la posición de ocultar información que vulnera los intereses nacionales.

Pero además a los pragmáticos hay que decirles y hacerles recordar que no tenemos razones para confiar en esos países garantes. Ayer hemos recordado cómo ha sido la conducta de los países garantes a lo largo de estos cincuenta y seis años, desde el incumplimiento del artículo 4º del Protocolo, permitiendo al Ecuador ejercer jurisdicción militar en la zona que no debía, en toda la zona de la provincia del Oro, en la zona ésta desde donde permanentemente penetran en territorio peruano, en la Cordillera del Cóndor; y en vez de cumplir con su deber, salvo la excepción del pronunciamiento del año sesenta, los garantes han permitido —y no nos cansaremos de repetirlo— abastecer de material militar argentino al Ecuador en pleno conflicto del Cenepa; han permitido abastecer de aviones israelíes por intermedio de Estados Unidos y sus motores al Ecuador; han permito la propuesta del parque binacional; las bases de entendimiento con consagración de puertos libres; han permitido invasiones sin condenar a Ecuador como agresor; han permitido minas asesinas contra los peruanos; han permitido que ese señor Einaudi se permita plantear a los peruanos que había que ceder territorio para lograr la llamada paz definitiva.

Y hay que decir entonces a los pragmáticos, que ahora creen encontrar la última oportunidad o la oportunidad única, que éste es un proceso viciado desde su origen. La solicitud de los Presidentes Fujimori y Mahuad no tiene valor legal desde que no fue refrendado por el Ministro de Relaciones Exteriores en funciones, el señor Ferrero. Y no la refrendó, señor, porque definitivamente no quería ser cómplice de un acto de traición a la Patria. No la refrendó, señor Presidente, porque significaba estar violando el orden constitucional al pretender, con una bendición papal y un procedimiento encubierto, saltarse a la garrocha la Constitución peruana, que señala claramente cuál es el procedimiento a seguir para aprobar los tratados internacionales.

La solicitud de los garantes, señor Presidente, es muy clara. Aquí dice con toda claridad: "Nuestra propuesta está referida al acuerdo global y definitivo, por lo que incluiría los acuerdos ya alcanzados entre Ecuador y Perú y una fórmula para el arreglo de los asuntos aún pendientes". Señor Presidente, aquí están solicitando tener poder vinculante, poder de arbitraje para todos los acuerdos. Cuando hoy se apruebe este procedimiento, tal como lo plantea la resolución enviada por el Ejecutivo, van a estar aprobando también ese acuerdo de tratado de navegación. Eso vulnera la Constitución en sus artículos 56º, 57º y 102º. Es más. ¡Es realmente muy grave y muy ofensivo para los peruanos, especialmente para los parlamentarios, que ni siquiera se nos haya entregado el texto de ese tratado de navegación!

Señor, ese tratado de cuarenta y dos artículos ha sido colocado como si se tratara de una exhibición, como si se tratara de una reliquia con el signo de secreto en una vitrina. ¿Por qué se oculta ese tratado? Es la pregunta que nos hacemos los peruanos. Y de repente
la respuesta está en que ese tratado también pone en riesgo los intereses del Perú, los intereses de la región amazónica.

El artículo 6º del Protocolo de Río de Janeiro es muy claro. Dice: "El Ecuador gozará para la navegación en el Amazonas y sus afluentes septentrionales de las mismas concesiones de que gozan Brasil y Colombia, más aquellas que fueran convenidas en un Tratado de Comercio y Navegación destinado a facilitar la navegación libre y gratuita en los referidos ríos".

Entonces, ¿por qué en ese tratado se incluyen las carreteras que se van a construir? ¿Las carreteras son ríos, señor Presidente? ¿O las carreteras son la forma concreta en que el Ecuador cumpla su plan de penetración geopolítica para poner enclaves y para poner una playa de cabecera, en donde luego tengamos que estar lamentando nuevos conflictos?

¿Por qué se quiere ocultar que se otorgaría al Ecuador derechos de tránsito terrestre que no le concede el artículo 6º del Protocolo?

¿Por qué se quiere ocultar que inclusive se estaría considerando la concesión de derechos de libre navegación aérea para el llamado transporte multimodal?

¿Por qué no se quiere decir que se otorgaría al Ecuador centros de comercio y navegación por cincuenta años en zonas de enclave con ciento cincuenta hectáreas?

¿Por qué no se quiere decir, señor Presidente, que los agentes de aduanas del Perú estarán totalmente limitados en sus funciones? Que lo que llegue a esos centros de comercio y navegación no serán sometidos a inspección aduanera sino que el agente de comercio y navegación ecuatoriano tendrá multitud de facultades en desmedro de la facultad soberana del Perú, que debe ejercer autoridad allí.

¿Por qué, señor Presidente, al hablar de que las empresas privadas tendrán que constituirse allí, no se dice al país que la fuerza armada ecuatoriana controla la tercera parte de la economía ecuatoriana y que perfectamente podría ser titular de esos enclaves ecuatorianos? Enclaves que ni siquiera se quiere revelar en qué lugar van a instalarse.

¿Por qué no se dice al país qué significan los puntos fluviales, señor Presidente, si más bien se está tratando los puertos libres, planteado por los garantes?

Aquí hay un peligro inminente de penetración en nuestra región amazónica. Y cuando nosotros señalábamos ese peligro en meses pasados nos decían: "Sí, pero para eso tenemos a la Fuerza Armada". Y yo tendría que decirles entonces: Si antes teníamos que cuidar la frontera no demarcada, y en general toda la frontera, hoy tendremos que invertir más para estar controlando toda la zona de penetración ecuatoriana que se permite gracias a las concesiones indebidas que se le está otorgando a través del tratado de comercio y negación. (Señor Presidente, tomo el tiempo del congresista Salazar Vargas.)

El señor PRESIDENTE.— Señor Olivera habló durante veinte minutos. El señor Jorge Salazar le cede también su tiempo.

El señor OLIVERA VEGA (FIM).— Señor Presidente: Todo esto se oculta como se oculta también cuál va a ser el destino de las comunidades nativas.

Yo he estado hace poco, señor, con el obispo de las comunidades nativas, y me dijo: "Congresista, cuide a mis nativos porque con esas carreteras, con el `llamado a la modernidad' y con las `facilidades al Ecuador' van a alterar la vida de los nativos y van a poner en peligro a esas comunidades". Hablen de esos obispos y hablen también del Cardenal Vargas Alzamora que ha dicho que aquí se están excediendo al conceder facultades de árbitro a los garantes que no tienen ese derecho.

Podría decir, señor, muchas cosas más, pero no quiero excederme por el tiempo. Solamente debo decir que esas Fuerzas Armadas serán responsables de lo que pase en adelante; esa cúpula de la Fuerza Armada que fue la misma cúpula que dio su aprobación a los Convenciones de Lima, que nosotros denunciamos junto con todo el pueblo de Tacna y el pueblo del Perú; esa cúpula militar que va a permitir que el puesto Teniente Ortíz quede en territorio ecuatoriano; esa cúpula militar que seguramente seguirá exigiendo más armamento para que haya más comisiones, para que haya más intermediarios, para que haya más
amarres. Algún día también será juzgada, más allá de la historia, por los tribunales.

Nosotros tenemos que condenar el desprecio que se tiene a la población. Ayer dijo el Canciller Trazegnies: "No hay que consultar nada a la población, qué es eso de referéndum, no hay nada que consultar; eso sería caer en el inmovilismo". Vemos que su prédica de desprecio a la población y de rechazo al referéndum ha tenido eco. Porque la abanderada del referéndum, mi amiga Lourdes Flores, hoy le ha dado la espalda a la población, y ha pretendido poner punto final a este tema sin discutir con el pueblo, sin consultar al pueblo qué es lo que debe ser la defensa de nuestra integridad territorial.

Yo tengo que decir que los peruanos vamos a juzgar severamente las decisiones que se tomen hoy aquí. Algún día, los peruanos nos enteraremos de las razones de la renuncia del Canciller Ferrero, las razones de la renuncia del Embajador Hugo Palma, las razones de la renuncia de Alfonso De Los Heros. El Perú no lo va a aceptar. Aunque tengan —como dicen— un final feliz en pocas horas o en pocos días, el precedente, que se va a sentar, de vulnerar la posición peruana de la intangibilidad de los tratados es un atentado contra la Nación.

Señor Presidente, nosotros estamos convocados aquí bajo la égida de Francisco Bolognesi, héroe de Arica, que para los pragmáticos de hoy en día seguramente no vale nada; general que me mira, no vale nada esa gesta heroica de decir "Tengo deberes sagrados que cumplir y los cumpliré hasta quemar el último cartucho"; no vale nada por supuesto para Trazegnies, que se ríe, señor Presidente, como que evidentemente sigue siendo Embajador de la Orden Soberana y Militar de Malta. Se ríe, señor Presidente, porque para él es un accidente defender los intereses de la Patria. Pero a los verdaderos peruanos, señor, no nos causa risa el drama que está viviendo el país; por el contrario, vamos a condenarlos muy enérgicamente, y estamos dispuestos a cumplir nuestros deberes, a someternos al tribunal de la historia y a consultar al pueblo peruano esta gravísima decisión. ¡Viva el Perú!

El señor PRESIDENTE.— Tiene la palabra el señor Eduardo Pando.

El señor PANDO PACHECO (C90-NM).— ¡Paz! ¡Sí, paz! ¡Cuántos crímenes se han cometido en tu nombre y se seguirán cometiendo si a la razón se la trastoca en sinrazón!

¡Paz: no escuches voces altisonantes, no escuches gritos destemplados sino escucha el clamor de los pueblos que solamente piden vivir con tranquilidad, educar a sus hijos en armonía y verlos crecer con un futuro de prosperidad que todos merecemos!

¡Paz, que no te engañen los traficantes de armas, que lo único que persiguen es enriquecerse sin importarles el dolor de las madres por sus hijos muertos!

¡Paz, tenemos que buscarte y buscarte con patriotismo, con ese patriotismo de Grau y Bolognesi, y no engañarte con el patrioterismo de algunos que sólo buscan la figuración y el engaño, y a través de ese engaño causan la muerte de nuestros jóvenes que entregan sus vidas en la flor de su juventud sin pedir nada y dándolo todo!

¡Paz: aquí estamos contigo, para que peruanos y ecuatorianos construyamos la Patria Grande que soñó Bolívar, ahora podremos realizarla, si en este momento trascendental tomamos la decisión con valentía y con el amor a la Patria que nos enseñaron nuestros héroes!

¡Por eso, señor Presidente, aquí tiene usted mi voto, mi cuerpo y mi alma por esa bendita Paz!

Gracias.

El señor PRESIDENTE.— Tiene la palabra el señor Anastasio Vega.

El señor VEGA ASCENCIO (C90-NM).— Señor Presidente: Los peruanos reconocemos la trayectoria personal y profesional del prestigioso y experto jurista internacional doctor Fernando de Trazegnies. También sabemos que ha estado estrechamente vinculado en los últimos tiempos al caso contencioso peruano-ecuatoriano, en su calidad de asesor jurídico. Por estas razones, señor Presidente, la designación acertada como Ministro de Relaciones Exteriores por parte del señor Presidente Alberto Fujimori es digna y justificada.

También debemos reconocer la importante labor que han venido realizando los ex Ministros de Relaciones Exteriores, Doctor Francisco Tudela, doctor Eduardo Ferrero y otros funcionarios de este Ministerio en este complejo proceso de normalización de las relaciones con el vecino país del norte.

De la excelente exposición sostenida por el Señor Ministro de Relaciones Exteriores con relación a la parte medular del tema en debate, quiero señalar que ha quedado claramente demostrado tres cosas fundamentales:

Primero, que no se va a desviar la línea de frontera ni un centímetro de lo que siempre hemos planteado.

Segundo, el señor Ministro ha dicho: "El pueblo peruano puede estar absolutamente tranquilo; no estaría aquí si no fuera así. Los garantes no se pueden salir de los instrumentos jurídicos señalados y si no se pueden salir de ellos, la línea va a ser la nuestra".

Y tercero, ha quedado demostrado, por lo que ha manifestado el señor Ministro de Relaciones Exteriores, que no habrá más discusión entre las Partes. Los garantes van a decir cómo debe aplicarse el Protocolo de Río de Janeiro; y en tanto son garantes de ese instrumento internacional, cual es el Tratado del año 1942, no pueden decir nada que no esté conforme con él.

Señor Presidente, a este conjunto de declaraciones hay que agregar la de las Fuerzas Armadas del Perú; institución que ha manifestado en forma clara que el planteamiento de los garantes es perfectamente aceptable. Por tanto, las Fuerzas Armadas de nuestra Patria respaldan el procedimiento planteado.

Por esas declaraciones y de cumplirse plenamente el compromiso que está asumiendo el Poder Ejecutivo, esperamos que las conversaciones con el Ecuador avancen positivamente hasta terminar el contencioso problema generado por las reiteradas agresiones de los militares ecuatorianos.

Con las informaciones claras y precisas que nos ha mostrado el señor Ministro de Relaciones Exteriores, quiero manifestar mi sincera aspiración para que en el lugar donde se sembraron minas antipersonas, en el lugar donde se segaron muchas vidas humanas, crezca y florezca el desarrollo y el progreso de las poblaciones de la zona fronteriza; y que próximamente se inicie la verdadera integración entre los pueblos del Perú y del Ecuador para lograr una paz verdadera y una amistad que perdure por siempre. Señor Presidente, espero que se pueda alcanzar una paz que permita el desarrollo integral entre peruanos y ecuatorianos.

Por estas razones mi voto de conciencia será a favor del proyecto de resolución legislativa presentado por el Poder Ejecutivo, porque verdaderamente percibo que existe un nuevo espíritu, una mayor flexibilidad entre el Presidente Jamil Mahuad y el Presidente Alberto Fujimori; existe un sincero deseo de superar este tema de una vez por todas por el bienestar de nuestros pueblos; y pidamos a Dios, señores congresistas, que nos dé la sabiduría para encontrar la fórmula que sea aceptable y conveniente para ambos países y nos conduzca hacia el progreso y el desarrollo integral de nuestros pueblos con miras al nuevo siglo que se avecina, el siglo XXI.

El colega Oswaldo Sandoval me solicita una pequeña interrupción; la concedo, con la venia de la Presidencia.

El señor PRESIDENTE.— Puede interrumpir, señor Sandoval Aguirre.

El señor SANDOVAL AGUIRRE (C90-NM).— Señor Presidente: Muy brevemente, para hacer una precisión.

Alguien ha mencionado que el Canciller De Trazegnies, cuando se refirió a la explicación de que existe un Tiwinza en el Ecuador y también un Tiwinza en el Perú, habría dicho eso, como dicen algunos, para poner el parche antes que reviente el chupo.

Yo quiero aclarar que todos conocemos la estrategia de la doble toponimia que se ha utilizado hace mucho tiempo. En el año 1981, después del tema del "Falso Paquisha", en todos los documentos oficiales sobre los temas relacionados con la frontera se utilizan las respectivas coordenadas geográficas para identificar los puntos de la frontera.

Precisamente quiero manifestar que Tiwinza, la Tiwinza que nosotros conocemos en el Perú, según
las coordenadas geográficas, está definitivamente en la vertiente oriental de la Cordillera del Cóndor; es decir, es peruana.

Gracias.

El señor PRESIDENTE.— Tiene la palabra el señor Virgilio Gutiérrez.

El señor GUTIÉRREZ MERCEDES (C90-NM).— Señor Presidente: Todos sabemos que hoy más que nunca tenemos la brillante e histórica oportunidad para firmar la paz definitiva con el vecino país del Ecuador.

Mi padre fue ex combatiente del año 1941, estuvo en primera fila de combate, y por ese hecho tuve la oportunidad de que me relatara desde muy niño en varias oportunidades distintos pasajes y momentos vividos en ese conflicto: cómo veían morir a sus compañeros de armas, cómo encontraban cadáveres o heridos moribundos de la parte contraria; y qué sentían cuando las balas pasaban silbando por los oídos o raspando por distintos lugares de su cuerpo.

Desde ahí tuve la idea de trabajar por la paz para que nunca más se repita un conflicto similar. Hemos sido testigos de los problemas surgidos en estos últimos tiempos y hemos lamentado la caída de nuestros soldados; y por qué no decir también que tuvo que haber sentido lo mismo el pueblo ecuatoriano. ¿Y qué hemos ganado por ambos lados? ¿En qué hemos progresado por ser ganadores? Seguramente por ambos lados muchos quedarán orgullosos diciendo "hemos ganado, somos más valientes" o "estamos mejor armados" o tal vez están criticando "por qué los responsables no hicieron tal o cual cosa". Se buscará responsables por cualquier falla, pero la mayor parte no tendrá en cuenta qué es lo que quedan sintiendo tanto aquellos que han perdido a sus hijos, como aquellos que ven inválidos a sus familiares.

Estoy seguro que ninguno de nosotros quisiera estar viviendo esas circunstancias. De los ciento veinte congresistas, muchos hablamos con cierta valentía porque sabemos que a nosotros no nos tocaría estar en ningún campo de batalla; y si alguien dice lo contrario, podemos decirle que eso no es cierto por no decir otros términos.

Hay gente, por ambos lados, y no sólo por el nuestro, que quiere sacar dividendos políticos o económicos y sacrificar a los jóvenes del pueblo; pero jamás, a los suyos. Pregunto: ¿qué congresista tiene algún hijo que esté haciendo el Servicio Militar Obligatorio? ¿Quién de los ciento veinte congresistas, o de los que estamos aquí presentes, tiene un hijo que está al servicio del Ejército y cerca de la frontera? Es posible que nadie dé una respuesta afirmativa. Entonces, ¿hijos de quiénes son los soldados que están en nuestro Ejército prestos a ir a defender las fronteras o quizás ya están cerca de la frontera? Con toda seguridad puedo decir que son hijos de gente humilde que no está presente en este Congreso y no puede dar su opinión, así lo quisiera. ¿Dónde están los derechos humanos que muchos congresistas reclaman en distintas oportunidades?

Con la convicción de que hoy más que nunca debemos trabajar por una cultura de paz entre los pueblos, con el respeto al Protocolo de Río de Janeiro, sin pensar en algún tipo de dividendo político y económico sino, más bien, en la tranquilidad y desarrollo de nuestro país y del hermano país del Ecuador, creo que nunca más debemos enfrentarnos, como lo hemos venido haciendo muchas veces. Porque el dinero que se gasta en la compra de tanques, aviones y armamentos, por ambos países, debería invertirse en la compra de tractores, en el incremento de remuneraciones para los maestros, para las Fuerzas Armadas, para la Policía, para los trabajadores de Salud, entre otros, a fin de generar el desarrollo de nuestros pueblos.

Por todo ello, debemos apoyar los esfuerzos realizados por aquellos que han participado y participan en este proceso. Con los documentos que nos sirven de referencia y que nos han llegado de parte del Consejo Directivo de la Sociedad de Industrias de la Amazonía Peruana y del Consejo Directivo de la Federación de Cámaras del Oriente Peruano; por los documentos de la Conferencia Episcopal Peruana, de APEMIPE, de CONAMIPE y de otras instituciones que opinan a favor de la propuesta recibida; y con esta convicción, señor Presidente, daré mi voto a favor de la resolución legislativa propuesta por el Ejecutivo.

Gracias.

El señor PRESIDENTE.— Tiene la palabra el señor Carlos Ferrero.

El señor FERRERO COSTA (C90-NM).— Usaré el tiempo de Miguel Quicaña, si es necesario; una parte del tiempo de Jorge Velásquez y de Erland Rodas.

El señor PRESIDENTE.— El señor Quicaña se ha anotado para intervenir y va a hacer uso de su tiempo. Verifique su pedido.

El señor FERRERO COSTA (C90-NM).— Le preguntaré cuando venga.

En este debate, me parece que hay un concepto fundamental que no ha estado presente. Es el concepto de Nación. Porque se piensa en que debe preocuparnos mucho sólo el territorio y que, por tanto, se trata de una cuestión de soberanía y de dominio territorial.

Creo que no hemos tenido presente que sobre este territorio existe un grupo de gente y de personas que viven en él, y que constituye junto con este territorio lo que para la persona humana es el cuerpo y el alma; es decir, el territorio es el cuerpo, y el pueblo es el alma de ese territorio.

Quiero explicar que no se trata hoy sólo de un problema de soberanía territorial sino que, en mi opinión, una parte central de la materia es un problema de soberanía popular; es decir, de qué manera los pueblos, y en especial nuestro país, al tomar decisiones que le son vitales, lo hacen considerando lo que opina el pueblo en general y no sólo los dirigentes que conducen un país.

De tal manera que estimo que lo que hoy estamos viendo conjuga un problema de soberanía territorial y lo empata con un problema de soberanía popular; por cuanto, si se quisiera resolver definitivamente un problema de soberanía territorial, sería indispensable que se hiciera conforme a la soberanía popular. Es decir, intentar cerrar la frontera perforando la democracia es un error. Querer arribar a una solución, en este caso arbitral, entregada a terceros, escogiendo un camino que da las espaldas al soberano, que es el pueblo, es tan peligroso como, pudiera ser y quizás más, dejar la frontera abierta. Ésa es la tesis.

¿Por qué el procedimiento propuesto tiene importantes defectos?

Primero, porque se trata de un plazo muy corto; segundo, porque estamos actuando con desconocimiento de la materia; y, tercero, porque confiamos, en mi opinión, equivocadamente que "el consenso es suficiente si se logra a posteriori, y que no es nuestra obligación lograr la aceptación del pueblo antes que la decisión sea tomada".

En otras palabras, estamos negándole al país el derecho de conocer lo que ocurre, y al hacerlo quiebra nuestra representación por habernos desligado del mandato que nos ha dado de actuar en nombre de otros. Porque no estamos actuando en nombre de otros si a los otros no los escuchamos. Nuestro mandato se quiebra desde el momento en que aquellos a quienes decimos representar no pueden opinar sobre lo que nosotros vamos a hacer.

Pero, además, estamos basados en un criterio erróneo, según el cual el pueblo no tiene capacidad para entender; y los dirigentes políticos hemos asumido que la gente en el Perú no puede, con su criterio, saber lo que es bueno; y como no puede, nosotros, que ya estamos tuertos, los hacemos ciegos para seguir un camino que nadie conoce.

¡Eso es desmerecer el criterio que debemos tener del ciudadano que nos ha elegido! Lo subestimamos. Subestimamos su sensatez, su criterio individual y la gran corriente del sentido común del pueblo, quizás algunas veces no con tantos conocimientos. Ese sentido común del pueblo vale y pesa más y acierta normalmente mejor que la elite política que dice representarlo.

Pero, además, el riesgo de evitar que el pueblo opine y que el pueblo no nos acompañe en esta decisión, al ignorar su pensamiento y al no dejarlo hablar, al hacer eso, colegas, arriesgamos inclusive la calidad del triunfo. Cuánto no quisiéramos nosotros, señores, cuánto no quisiéramos que, al final, esto resulte exitoso, para poder decir: "todos juntos lo hicimos".

En cambio, en vez de eso, estamos diciendo: "vamos unos cuantos y si resulta, los demás tendrán que aceptar el camino que nosotros escogimos". Eso es un error. Porque además hay un riesgo muy grande de por medio, hay un riesgo enorme, hay un riesgo que esto pueda terminar —ojalá que no— de manera distinta como pensamos.

Pero, hay otra cosa: los políticos, colegas, hemos perdido la confianza en nuestra propia capacidad para convencer al pueblo que la causa que defendemos es correcta. Si tenemos la verdad, ¿por qué vamos a pensar que el pueblo no nos va a escuchar? Si hay algo importante que hacer y una paz que lograr, bajo determinadas condiciones, ¿por qué no decir: "vamos al pueblo, convenzámoslo de esta causa e inclusive de la teórica necesidad del arbitraje"? Después de haberlo convencido, recién entonces vamos por el camino que tiene el apoyo popular.

Y hay, además, obstáculos que son muy grandes, muy grandes, y que quizá el tiempo no va a permitir detallarlos. En primer lugar, estamos arriesgando los pareceres jurídicos del 8 de mayo. Nada asegura que los pareceres sean necesariamente confirmados, no se asegura.

Pero al margen de eso, si nuestro Canciller dice que no vamos a un arbitraje, y si el Presidente del Ecuador dice que sí vamos a un arbitraje; entonces, yo pregunto ¿ustedes estarían de acuerdo con ir a jugar un partido de fútbol cuando el otro equipo dice que está yendo a la misa? ¿Ustedes estarían de acuerdo con establecer que la finalidad o el objetivo es distinto? ¿No sería necesario, en todo caso, que si vamos a lo que dice el Canciller, Ecuador también sepa que vamos a lo mismo? Y si vamos a un arbitraje, ¿no es necesario que también nosotros sepamos que vamos a un arbitraje? ¿O será posible que dos carriles no se encuentran con un resultado final?

De otro lado, como ya se dijo, no sólo es inapelable, y ése es un riesgo, sino que los garantes no van a poder imponer al Ecuador si es que Ecuador se niega. Sepamos bien que ese riesgo es inmenso. No lo hicieron en cincuenta años, no lo van a hacer ahora. De tal manera que tenemos que ser conscientes de ese inmenso riesgo que siendo inapelable, además, resulte que no puede ser mandatorio para aquel que resulte siendo perjudicado.

Una sesión secreta, que no ha sido aceptada, hubiera permitido conocer las alternativas con detalle y que se nos dijera cuáles son las posibilidades. Una sesión secreta hubiera permitido, también, conocer aquellos desarrollos, a los que se refiere, que son positivos de las últimas semanas. Pero sobre todo, creo que hemos debido tener el derecho de saber cuáles son las posibilidades de aquello que Ecuador recibiría, que lo haría considerarse satisfecho con un arbitraje.

Entonces, colegas, hay acá obviamente una disyuntiva que ya fue rechazada y a la que no me voy a referir. Decir que "el arbitraje es el único camino" no es verdad. Porque aparte de lo que pudiera significar que nadie quiere la guerra, decir "arbitraje o guerra" es falso. Hay otros caminos distintos como continuar los avances que se habían venido obteniendo en el camino de las negociaciones que la propia Cancillería ha reconocido.

Pero además, y esto es muy significativo, varios congresistas han pedido que en la resolución legislativa se precise que "la interpretación que dan los garantes al concepto de paquete global del acuerdo no es la que debe dar el Congreso del Perú". ¡Porque tal como está la nota hoy, si no la corregimos, en la resolución, no vamos a poder corregir los tratados una vez que los garantes se pronuncien! ¡No va a ser posible! ¡Y la única manera de salvar nuestras responsabilidades es establecer que eso va a llevarse a cabo!

El señor PRESIDENTE.— Señor Carlos Ferrero, su tiempo ha concluido. Ninguno de los congresistas, a los que usted se ha referido, ha cedido su tiempo. Tiene usted un minuto para que pueda concluir.

Puede concluir su intervención, señor Ferrero.

El señor FERRERO COSTA (C90-NM).— Presidente: Usted sabe que en los últimos tres años no solamente he sido Vicepresidente de la Comisión de Relaciones Exteriores sino que he participado activamente en este tema.

Yo no estoy ofendiendo a nadie con lo que digo. Es una casualidad que de los cinco congresistas que me ofrecieron su tiempo, cuatro colegas no están presentes en la Sala en este momento. Pero no importa. Yo voy a pedir ahora a mis amigos de siempre que entre ellos me junten seis minutos más. Samalvides me está dando dos. Yo pido a algún otro amigo que me dé uno o dos minutos para poder terminar. También Carlos León Trelles me está dando dos minutos, señor.

El señor PRESIDENTE.— Tiene usted los cinco minutos, señor Carlos Ferrero.

El señor FERRERO COSTA (C90-NM).— Señor Presidente: Yo he pedido seis minutos, y tengo los seis minutos que me han cedido. Por tanto, solicito que se empiece a computar como seis minutos.

A mí me parece bien que las Fuerzas Armadas hayan opinado de manera pública, y quiero felicitar que así sea. A diferencia de lo que dijo un colega, para mí está muy bien que en estos asuntos las Fuerzas Armadas opinen públicamente y asuman su responsabilidad. Me alegro y las felicito por ello.

Pero además, y antes de olvidarme, quiero mencionar que en todos los temas que yo estoy hablando, hablo por mí mismo, como parlamentario, conforme a mis derechos de hace seis años. No represento ni directa ni indirectamente la voz de ningún otro funcionario ni ex funcionario público.

Señores, había que añadir esta idea. Como se dijo en El Comercio anteayer, yo nunca he discutido la buena intención del señor Presidente de la República. ¡Nunca! ¡Ni de su patriotismo, ni de su desvelo por proteger los mejores intereses del Perú! ¡Tampoco dudo del esfuerzo que desplegará, con sentido nacional, el actual Canciller! ¡Ése no es el problema! ¡El problema es la naturaleza del camino escogido, que es un asunto distinto! ¡Porque ese camino escogido es el que tiene graves problemas!

Por eso mismo, cuando un congresista dice que no quiere que haya parques aun cuando cada uno fuese independiente, a mi juicio, sí sería bueno que lo hubiera. Cuando a ese congresista le preocupa que haya agentes de comercio y navegación, sí me parece bien que estén presentes. Y cuando se habla de que las vías de comunicación pueden integrar a peruanos y a ecuatorianos y pueden permitir que los ecuatorianos accedan al Amazonas no por un río necesariamente sino por una carretera, yo estoy de acuerdo. Y yo estaría de acuerdo con muchísimas otras cosas más ¡si las conociera! ¡Si las conociera! Como el Tratado de Navegación que recién ayer hemos podido tomar cuenta.

No se trata, y yo no lo hago, de objetar toda la tesis que la Cancillería trae. Nunca lo he hecho, menos lo haré ahora. Inclusive, me parece muy bien que los ecuatorianos puedan realizar la transformación primaria de sus mercaderías en sus depósitos. Me parece bien, porque ésa es una facilidad de la navegación que deberá ser permitida para lograr que tenga el objetivo que nosotros ofrecimos: una navegación perpetua y libre.

Quiero agregar tres cosas finales, cada una en un minuto: a mí me extraña, particularmente el caso de los Estados Unidos, que un país que reclama seguidamente al Perú más institucionalidad, más división de poderes, más democracia, hoy sea quien encabeza una presión internacional para que el Perú pase por encima a su propio Congreso. ¡Y hay que decir eso a los americanos para que se acuerden! ¡La próxima vez que hablen de institucionalidad, habrá que recordarles que ellos fueron los que intentaron y apoyaron que el Congreso del Perú fuera saltado a la garrocha!

Finalmente, la cuestión que hay que decir acá es la relación entre la democracia y las fronteras. ¡Y hay que decir que no se puede desligar, no se puede separar la defensa del patrimonio y la heredad nacional de la vigencia de la democracia! ¡Un país que cierra sus fronteras al "caballazo" es un país que le abre un hueco a la democracia, que puede ser tan grave como aquel que produce una insatisfacción de necesidades colectivas que el pueblo reclama! Yo tengo fe y amor por mi país, como todos nosotros lo tenemos. No ha habido en una sola de mis palabras una recriminación al pensamiento contrario.

Quiero agradecer el noble gesto de los tres colegas que sin haberme ofrecido su palabra hoy me la dieron. Nunca lo voy a olvidar. Y reclamaré a aquellos que habiéndolo ofrecido se retiraron de esta Sala.

Señor, yo digo una sola cosa, y la digo de frente a usted, señor Presidente, a nombre del Congreso: Si esto sale bien, todos nos alegraremos y respaldaremos aquello que nos corresponda como peruanos. Pero si sale mal, nos pesará y para siempre la aceptación de un arreglo manchado que tendremos que suceder por generaciones y generaciones.

Por esas razones, señor, porque es un cambio demasiado riesgoso y porque para mí la democracia y el territorio no se pueden separar, pensando en el Perú, solamente en el Perú, solamente en el Perú, votaré en contra.

El señor PRESIDENTE.— Tiene la palabra el señor Jorge Trelles.

El señor TRELLES MONTERO (C90-NM).— Señor Presidente: Los debates en los que están de por medio asuntos que interesan a la Nación son siempre apasionados, y felizmente que las opiniones no son unánimes. En ese sentido, Presidente, nada más sano que el hecho de que un miembro de nuestro movimiento, Carlos Ferrero, esté en estos momentos al frente de nosotros.

Cuando está de por medio, Presidente, la Nación, la Patria, la Familia Peruana, debemos levantar las obligaciones partidarias y mostrarnos tal como somos. Por eso, Presidente, yo le perdono a Carlos Ferrero que sugiera que sus amigos pueden manchar tratados nacionales. Nosotros, Presidente, no manchamos tratados. Nosotros, Presidente, con tanta buena intención como él queremos una cosa: queremos la paz. Y la paz, Presidente, no es un asunto de juristas, no es asunto de abogados; es un asunto de todos los peruanos.

Lo que está sucediendo en el país, Presidente, pasa por encima de las categorías jurídicas que se están discutiendo. Lo que está pasando en el país y en el Ecuador, Presidente, es que hay dos pueblos que quieren la paz. Hay dos pueblos, Presidente, que creen y viven la unidad Latinoamericana, que no pasa por saber si las soluciones son arbitrajes o son procuras o son las que son, eso está bien para los abogados. Pasa por la voluntad de mirar al ecuatoriano con una sonrisa y con la voluntad de que en esta Patria se mire el desarrollo. Hay que pensar y sentir, Presidente, con el corazón, nunca con el hígado.

Pero hay un tema, Presidente, que sí creo conveniente tratar.

Carlos Ferrero nos dice que en esta decisión del Congreso hay un elemento antidemocrático, porque al pueblo no se le ha escuchado. Esa atingencia de Carlos Ferrero es muy conocida, Presidente, en el campo de la filosofía política. Efectivamente, los que descubrieron la democracia, los griegos, se reunían en una plaza, en el ágora, y directamente decidían sobre los asuntos de sus estados, sus pequeñas ciudades-estados. Pero cuando viene el desarrollo de los pueblos, Presidente, en la Edad Moderna, la democracia topa con un problema: que eran cada vez más los que tenían que decidir sobre los asuntos que interesaban al pueblo. Y por eso es que en la Edad Moderna se descubre un elemento que es lo que define la democracia moderna: la representación. Nosotros no somos instituciones hijas de la democracia directa, sino que somos instituciones que provenimos de la democracia representativa. Somos representantes, Presidente, porque pensar que veintidós millones de peruanos pueden reunirse y discutir asuntos complejos como éste es, cuando menos, una ligereza y, cuando más, pura demagogia.

Nuestro deber constitucional, Presidente, sin estar sujetos a mandato imperativo es que resolvamos los asuntos para los cuales la Nación requiere de nuestra voluntad y de nuestra reflexión. Hoy, Presidente, nuestro deber es resolver. Felizmente que todos los representantes, para bien o para mal, asumen su responsabilidad, y están diciendo: "sí", "no" o "me abstengo". Bienvenidos todos.

Esta tarde de peruanos hay que recordarlos a todos: desde el Mariscal Benavides hasta el Presidente Fujimori, pasando por Bustamante, por Prado, por Belaunde y por García. Todos somos peruanos, Presidente. En estos momentos yo quiero traer acá el voto de mi familia. Hay opiniones en pro y en contra. Pero quiero que sepa, Presidente, que mi señora esposa y mis cuatro hijos, reunidos en la mesa, han votado y me han dicho: vota por la paz, y eso es lo que quiero traer acá, un voto de peruanos.

Y quiero recordar la tradición romana. Los que iban a las asambleas tenían lo que se llamaba el derecho a las imágenes. Estaban facultados para portar a sus antepasados. Y yo quiero decir, Presidente, que yo vengo con mis antepasados. Que en los Trelles está el Mariscal Cáceres; él está acá. Que en los Trelles y los Montero está el General Montero, edecán de Piura, que murió en Miraflores; está acá. Y quiero decir, Presidente, que felizmente que también nos acompaña, en la sangre peruana del Canciller, la sangre de los Granda. El Canciller, que va a culminar y espero que firme la paz es un sobrino de Chabuca Granda. Bienvenido, Canciller.

Muchas gracias.

El señor PRESIDENTE.— Tiene la palabra el señor Agustín Mantilla.

El señor MANTILLA CAMPOS (PAP).— Señor Presidente, señores Ministros, señores Congresistas:

Enorme es la responsabilidad que afrontamos los representantes del pueblo en esta jornada de definiciones sobre un viejo e histórico conflicto con un país vecino y hermano como es el Ecuador.

Somos conscientes de que este problema fronterizo debe superarse de acuerdo a los principios jurídicos conocidos: el Protocolo de Río de Janeiro, el fallo de Braz Días de Aguiar y otros instrumentos complementarios a los cuales el Perú se ha adherido históricamente. El Perú requiere ir superando problemas históricos para construir un proyecto distinto de país hacia el Siglo XXI.

Señor Presidente, el Apra es un partido político que nació enarbolando una prédica de justicia social e integración política y económica en América Latina. El fundador del Partido del Pueblo proclamó que la integración era un instrumento de desarrollo, de bienestar y era un medio para afrontar un mundo de cambios donde los países se irían agrupando en mercados comunes y comunidades políticas supranacionales.

Haya de la Torre fue uno de los primeros en proponer, en este siglo, la integración de nuestros países pero con soberanías y fronteras establecidas jurídicamente; una integración basada en un mercado común, en un libre comercio para nuestros países, en un Parlamento Latinoamericano, en constituciones concordadas que expresen sistemas democráticos sólidos en cada uno de nuestros pueblos. Entendió que las políticas responsables de convivencia y cooperación económica entre los países de la región eran las únicas vías para alcanzar niveles de desarrollo social y más adecuadas formas de negociación en un mundo cambiante con problemas sumamente complejos. Inspirado en la responsabilidad política que le corresponde a la tradición de mi Partido, considero el presente como un momento que no debemos dejar pasar.

Si la paz está cerca, debemos ir hacia ella conscientes de nuestra razón jurídica histórica. Creo que la propuesta planteada por los garantes es beneficiosa para el país y se enmarca dentro del Protocolo de Río de Janeiro, el fallo de Braz Dias de Aguiar, los pareceres técnico-jurídicos y los posteriores instrumentos jurídicos.

El país necesita afrontar otros temas de nuestra agenda nacional e internacional. Por ejemplo, resolver los temas pendientes con Chile; enlazar el mercado brasileño y el Mercosur con la Cuenca del Pacífico; desarrollar nuestras fronteras; integrar auténticamente el país; luchar contra la pobreza; institucionalizar el país; y afrontar los desafíos que surgen en un mundo globalizado y en un Perú con problemas dramáticos.

Desconfianzas. Tenemos desconfianzas. Tremendas desconfianzas. Dudas. Claro, señor Presidente, que tenemos dudas. Estos tres años de gobierno tienen un difícil historial que han alimentado esto que llamamos desconfianza y dudas. Tres años de sorpresas, tres años de atropellos, tres años que nos obligan a desconfiar y a dudar. Pero nuestro Partido es un Partido que siempre ha defendido la soberanía nacional y la integridad territorial. Somos y seremos un Partido de oposición al modelo económico actual. Pero ello no descarta que en temas nacionales, los apristas votemos abiertamente, sin cálculo electoral inmediatista y con responsabilidad de hombres de Estado, por alternativas nacionales que den una solución definitiva a un problema crónico que, de una vez por todas, podemos solucionar.

Señor Presidente, por ello, porque amo la paz y creo en la integración continental, porque soy discípulo de Haya de la Torre y porque apuesto por el Perú, votaré a favor de esta resolución legislativa.

El señor PRESIDENTE.— Tiene la palabra el doctor Arturo Salazar Larraín.

El señor SALAZAR LARRAÍN (Ren).— Señor Presidente: Yo quisiera decir que hablo solamente en mi nombre. No he consultado ni a mi familia ni a mis hijos porque respeto mucho su autonomía. Hablaría solamente en función de mis nietos, que todavía no tienen una razón establecida al respecto.

Hay ocasiones, como ésta, en las que es necesario empinarse por encima de los sentimientos y de los
resentimientos. Yo tengo uno. Es un resentimiento con el Congreso de la República, con la forma cómo este Congreso ha contribuido a debilitar las instituciones nacionales y, entre ellas, la función de este propio Congreso.

Sin embargo, ésta es una oportunidad para señalar que la propuesta de la mayoría, creo yo, sintoniza con los intereses nacionales no sólo del presente sino especialmente del futuro.

Una norma jurídica, señor Presidente —y éste es nuestro principal cometido— mira más hacia el futuro que hacia el presente, hacia el largo plazo que hacia la coyuntura del momento. El futuro corresponde más a nuestros hijos y, en mi caso, más a nuestros nietos que a nosotros mismos. Debemos evitar a ellos, a nuestros hijos y a nuestros nietos, un presente incierto y conflictivo garantizándoles, en cambio, un futuro sin hipotecas, abierto a una integración que, estoy seguro —y recalco— ellos sabrán aprovechar mejor que nadie y mejor que nosotros.

Estamos viviendo ahora en un mundo que se globaliza a pasos agigantados. Sería grave irresponsabilidad de parte nuestra, ante los peruanos del mañana, dejarles todavía un conflicto pendiente, que nos pondría en el próximo siglo en la triste y anacrónica situación de países como Bosnia, como Herzegobina y Montenegro, ejemplos hoy en día de prejuicios raciales y nacionalismos incomprensibles.

Perú y Ecuador, señor Presidente, no están separados ni por la cultura ni por la religión ni por la lengua ni por la costumbre o la historia o la idiosincrasia. No. Están separados sólo por un malentendido geográfico y político.

He vivido, señor Presidente, un año consecutivo en el Ecuador debido a que fui deportado por el gobierno militar; y por experiencia propia sé que los ecuatorianos y los peruanos somos iguales. He vivido allá un año, señor, como deportado, en los mercados, en los sitios donde el pueblo vive; y les puedo decir a ustedes con toda sinceridad que no somos distintos; somos iguales, y que no hay problema alguno entre nosotros.

Por esa razón, y con una convicción muy grande, señor Presidente, digo a usted y a todos los congresistas que no hay problema entre el pueblo peruano y el pueblo ecuatoriano. Se lo digo con toda sinceridad, lo he captado durante un año consecutivo en ese país. No somos desiguales. No hay problemas entre nosotros y ellos que pueda ser insalvable. Hay problemas entre la dirigencia, entre la gente que quiere ensañarse, que quiere acuciar, que quiere separarnos, que siempre ha sido su negocio separarnos; pero entre los pueblos, no, señor. Incluso en Guayaquil se canta más el vals que el pasillo. Señor, yo he vivido eso, y no me van a engañar. No somos diferentes.

Ahora bien, del conjunto de la documentación, que nos ha llegado tarde pero oportunamente, se extrae la clara convicción de que los garantes nos van a dar la razón. Como dice el ex Canciller Tudela, en quien creo, en cuya competencia confío, "solamente existe el 0,1% de probabilidades de que estos garantes cometan la insensatez de contradecirse". No creo que lo cometan. ¿Por qué podríamos tener desconfianza de un país como el Ecuador cuando le estamos proponiendo la paz? Si tenemos desconfianza de lo que va a ocurrir con ese país, entonces lo lógico sería que le declaremos la guerra ahora.

Estoy de acuerdo con la propuesta de resolución legislativa, señor Presidente; y de conformidad con sus antecedentes, votaré a consciencia en favor de ella. Me permito, sin embargo, sugerir un agregado al artículo primero de la propuesta de resolución legislativa, que quedaría redactado de la siguiente manera, y permítame usted leerlo:

"Artículo 1º —dice— Aprobar el procedimiento planteado por los Países Garantes y presentado por el Poder Ejecutivo a fin de permitir el concurso de los mismos en la solución de las discrepancias en el tema de la fijación en el terreno de la frontera terrestre común, conforme... —yo agregaría— al artículo 8º del Protocolo de Río de Janeiro, al Laudo de Dias de Aguiar y a los demás instrumentos complementarios". Me permito aclarar que el artículo 8º del Protocolo dice exactamente los puntos en que deberíamos de estar de acuerdo.

No intento que mi propuesta sea condicional y exclusiva sino que simplemente sea complementaria del acuerdo que estamos proponiendo. Creo que si nosotros optamos por esta solución, de alguna manera
se despejarían las dudas de aquellos que hoy están empezando a sospechar. Se quitarían todas las sospechas, entonces, si nosotros ponemos "de acuerdo y conforme al artículo 8º del Protocolo". El texto de ese artículo dice exactamente: "La línea fronteriza será referida a los siguientes puntos:

a) En el occidente: Boca de Capones, en el Océano; Río Zarumilla y Quebrada Balsamal o Lajas: Río Puyango o Tumbes hasta la Quebrada de Cazaderos; Cazaderos; Quebrada de Pilares... Río Chira... Río Macará...

b) En el Oriente: De la Quebrada de San Francisco, el "divortium aquarum" entre el río Zamora... Una línea hasta la boca del Bombonaza en el Pastaza...".

Creo que con ese agregado, quedaríamos completamente cubiertos de cualquier sospecha, duda, que tuviéramos nosotros. Yo creo que ésta sería una forma que permitiría aclarar la propuesta.

Me parece, señor Presidente, que ésta es una solución que nosotros como congresistas debemos asumir con plena responsabilidad. Tenemos esa obligación no con ustedes, la mayoría oficial, con quienes, como usted sabe, hemos tenido cualquier cantidad de discrepancias y las mantengo ahora. Mi voto ha sido siempre en materia de instituciones contra ustedes, porque ustedes han socavado las instituciones del país.

Pero ahora están ustedes construyendo una nueva institución, y esta nueva institución del país va a ser en favor de la gente que va a vivir el próximo siglo: nuestros hijos y nuestros nietos. Contra ello no se debería atentar.

Por esa razón, invoco a los miembros de la minoría, que están en contra de esta propuesta, a que reflexionen y digan que éste es realmente un asunto que tenemos que votar en favor, no por nosotros, no por nuestras convicciones políticas sino simplemente por las convicciones del futuro. Y por esa razón, voy a votar en favor de la propuesta en debate.

Gracias.

El señor PRESIDENTE.— Tiene la palabra el señor Salazar Vargas.

El señor SALAZAR VARGAS (FIM).— Señor Presidente: Yo quisiera decir que defendamos con valentía y coraje la dignidad de lo que la historia y por derecho nos corresponde.

Ayer fijé mi posición y no voy a aprobar el proyecto de resolución legislativa que se ha propuesto.

Cedo el resto de mi tiempo a la doctora Beatriz Merino.

El señor PRESIDENTE.— Tiene la palabra la doctora Beatriz Merino.

La señorita MERINO LUCERO (FIM).— Señor Presidente: Quiero empezar diciendo que la decisión de hoy no la he tomado sola. Con reflexión y con oración he pedido al Espíritu Santo, como nos han pedido los obispos de la Conferencia Episcopal, que nos conceda la paz que es un don del Espíritu Santo y que me ayude a decidir.

Quiero aclarar además que éste no será un voto fruto de una posición política ya que se trata de un asunto de Estado que demanda nuestro más acucioso análisis, objetividad y un total desprendimiento. En ese sentido, estoy dispuesta a emitir un voto responsable que cautele debidamente el interés del largo plazo de mis conciudadanos peruanos, cual es la defensa de la integridad territorial y la paz duradera. Al hacerlo, creo que cumpliré con el encargo que me hizo el pueblo del Perú como parlamentaria.

Lo primero que quiero hacer, señor Presidente, es centrar el tema del debate. Hoy no vamos a votar por la paz o por la guerra. Esto es necesario decirlo porque creo que con el tema de la paz de desvía nuestra atención del verdadero asunto de fondo: Hoy vamos a decidir sobre los derechos de integridad territorial de nuestro país. Algunos han votado por el sí porque creen en conciencia que este procedimiento es favorable para la paz; otros, en cambio, han asumido el rol de mensajeros del chantaje que dicen que si no aprobamos hoy este procedimiento el resultado será la guerra.

Señores congresistas: Mi compromiso con la paz está enraizado en mi alma. Para mí es un compromiso existencial. Siempre he entendido la paz como la más profunda aspiración de los hombres en todos los
tiempos. En ese estado duradero y permanente en el cual los hombres pueden vivir liberados de todo tipo de agresiones. Pero para que la paz sea legítima, viable y duradera ésta sólo puede cristalizarse y florecer a partir del respeto irrestricto de nuestros derechos individuales y nacionales.

Por ello, señor, yo suscribo la opinión de Desmond Tutu, Obispo de Sudáfrica, Premio Nóbel de la Paz en 1984, quien alguna vez dijo: "Yo soy un hombre pacífico, pero no un pacifista. No se confundan. Si a mí me atacan, yo me defiendo". En verdad, "pacifista" es aquel que en nombre de la paz lo cede todo incluso sus derechos.

Yo quiero decir a todos mis compatriotas esta noche que yo soy una persona pacífica pero no soy una pacifista, así como el Perú es un país pacifico pero jamás ha sido ni será un país pacifista. En nombre de esa paz, no estoy dispuesta a ceder derechos que además no me pertenecen; son derechos de mis veinticinco millones de conciudadanos.

La confianza que he recibido de la ciudadanía para representarla me lleva a honrar esa obligación protegiendo los derechos del Perú. Y justamente porque los derechos del Perú pertenecen a todos los peruanos hacia los cuales los congresistas nos debemos como sus representantes y servidores, yo les digo que si en nombre de la paz hubiera que negociar y hacer concesiones, yo le consultaría al Perú, primero, antes de conceder cualquier derecho.

Estoy convencida de que las sociedades abiertas y prósperas, cuyas economías son modernas y libres, han surgido del consenso que genera el Estado de Derecho y, sobre todo, de la decisión transparente y soberana del pueblo, que sólo se conoce por medio de la democracia. La historia ha demostrado que las sociedades que apostaron por la democracia a largo plazo alcanzaron la paz definitiva, una paz con libertad y con prosperidad.

Sin embargo, no obstante la lección que nos ha enseñado la historia, ayer con asombro escuché decir a alguien que defiende la propuesta del Gobierno "que no debe consultarse a la gente porque entonces no habría paz". Supongo que es en estos momentos cuando se descubre quién sirve a la democracia y quién se sirve de la democracia. La democracia puede ser, señores congresistas, un proceso más lento pero es el único mecanismo, escuchen bien compatriotas y escuchen bien jóvenes de mi país, es el único que nos permite llegar a consensos irreversibles, a forjar sociedades abiertas y sin resentimientos, y a lograr una paz perpetua mutuamente reconocida y sin fisuras.

Señor Presidente: Hoy estamos votando sobre los derechos de integridad territorial del Perú. No debemos eludir ni ocultar que éste es el real tema de fondo. Por tanto, nuestro deber moral es llamar a las cosas por su nombre y asumir nuestra responsabilidad ante nuestros mandantes: los ciudadanos peruanos.

No obstante contar con tres títulos firmes y jurídicamente sólidos (el Protocolo de Río de Janeiro, el fallo de Braz Días De Aguiar y los pareceres técnico-jurídicos) hoy ponemos en manos de terceros la decisión sobre lo que esos títulos expresan.

Debo decirles, señores congresistas, que la historia no empieza ni termina hoy. Como señaló Basadre: "La síntesis social peruana no se ha realizado aún... El Perú sigue siendo una serie de compartimientos estancos, de estratos superpuestos o coincidentes, con solución de continuidad".

Quiero contarles que cuando le pregunté al Canciller Eduardo Ferrero por qué no habían aceptado que los pareceres técnico-jurídicos tuvieran efectos vinculantes, me contestó firmemente: "No, no pueden tener efectos vinculantes porque el arbitraje del Protocolo ya se dio y porque estaríamos aceptando un arbitraje de arbitrajes". Yo entendí, señor Presidente, que entonces correríamos el riesgo y el peligro de seguir así indefinidamente debilitando la sólida posición jurídica del Perú.

Con relación a los garantes, quiero decirles que reconozco, valoro y agradezco su buena voluntad al hacer esta propuesta. Sin embargo, creo que no favorece al Perú. Escuché decir esta mañana al Canciller que el procedimiento que trae muestra el respeto que se tiene al Congreso del Perú y al del Ecuador. Me voy a referir a uno solo de los garantes, que además respeto mucho: a los Estados Unidos ¿Se imaginan ustedes que alguien le propusiera al Congreso de Estados Unidos decidir sobre su frontera
con México o con Canadá en dos días con un tratado pegado en la pared? O más aún ¿se imaginan ustedes que a esos representantes norteamericanos se les dijera que van a confiar en el arbitraje de cuatro países europeos sin saber lo que se ha negociado? ¿Se imaginan ustedes qué harían en los Estados Unidos con quien propusiera eso? Por eso, por favor, señor, no se diga que este procedimiento representa un respeto a nuestro Congreso. Yo les pido que no subestimen nuestra inteligencia y nuestra dignidad.

El Presidente Mahuad del Ecuador, al que yo considero un hombre de paz, quiere el arbitraje —la efectivización de la garantía, lo llama nuestro Canciller— y pide que tenga fuerza vinculante. ¿Por qué? ¿No será porque el Ecuador sabe que no tiene nada que perder?

Estamos consternados porque aquellos que son parte de un Gobierno hoy nos piden que emitamos un voto de confianza, cuando ellos lamentablemente han sido despectivos con nuestras instituciones. ¿Pueden pedir confianza quienes sólo han causado incertidumbre? "Siembra vientos y cosecharás tempestades". Sólo tempestades pueden cosechar quienes han sembrado los vientos de la falta de transparencia y de consulta a la ciudadanía.

Lo que se aprueba hoy es parte de un proceso que será juzgado por su eficacia. Si así la juzgamos, en este arbitraje el Perú no tiene nada que ganar porque nada le pide al Ecuador, y tiene todo que perder: conceder derechos que histórica e internacionalmente le son reconocidos.

Señor Presidente: En su exposición, el Canciller no nos ha respondido lo siguiente: ¿Qué concesiones de cualquier tipo se tienen previstas para el Ecuador? ¿Se le va a otorgar derechos públicos, privados o mixtos en territorio peruano? ¿Cuáles son? Sin que hayamos recibido respuestas a estas interrogantes se nos exige que votemos por el procedimiento que proponen. Se nos impele a votar bajo presión y sin información. Si esto no es así, que algún congresista que ha anunciado que va a votar por el sí me diga si sabe realmente y con toda exactitud qué es lo que está aprobando.

Señor Presidente, Lord Acton, ilustre historiador inglés de principios de este siglo, escribió que "el costo de la libertad es su vigilancia permanente". Yo quiero decir esta noche que el costo de la paz con el Ecuador es también su vigilancia permanente. Y quiero decir también que no es de estadista votar sin conocer toda la información. Por eso debemos lamentar que al decidir hoy no sepamos cuál es el costo de la paz con el Ecuador. ¿Será acaso tener un parque binacional que rescinda nuestra soberanía en la Cordillera del Cóndor, como señaló ayer en los medios el Presidente del Ecuador? ¿O serán dos parques, como nos dijo el Canciller? ¿Cuál será el gesto conmemorativo que se nos pide? ¿Un monumento? ¿Una plaza? ¿O acaso una basílica que se instale en nuestra frontera y que tenga un corredor al Ecuador?

Nada más frágil para la vigilancia permanente de la paz que el cultivo del resentimiento en nuestros compatriotas, que podrían ver instalado en nuestro territorio un monumento ecuatoriano del cual desconocemos su naturaleza y su ofrecimiento.

Yo pregunto a mi país: ¿cómo podemos ejercer esa vigilancia permanente de la paz si no tendremos en el futuro a quién recurrir en la Comunidad internacional? ¿Se desconoce acaso, señor Presidente, la profunda ascendencia católica de nuestros compatriotas, y que convierte a la bendición papal en un obstáculo moral antes que en una victoria política? Ése será también el costo desconocido de la paz que hoy se va a votar en el Congreso y que nos pesará como la gran derrota jurídica y moral que va a sufrir el Perú hoy si lo que se acuerde no nos favorece.

Para aclarar esas tinieblas de dudas e incertidumbres, esto tendría que haber sido objeto de un gran debate nacional. Votar sin tener la información es no saber bajo qué fundamento racional y jurídico estamos decidiendo, y así no votan los estadistas.

Por eso, señor Presidente, este gran debate nacional tendría que haber requerido de la consulta de nuestros compatriotas. Facultad que lamentablemente, y lo lamento conjuntamente con el doctor Carlos Ferrero, les ha sido arrebatada porque creo que quizás se sabría cual hubiera sido el resultado.

Resentimiento y fragilidad del acuerdo: ése es el costo que van a pagar hoy los que van a votar favorablemente. Yo, señor Presidente, en mi conciencia
no lo puedo hacer, porque mi convicción moral y existencial apuesta por exigir conocerlo todo, consultar al pueblo peruano y obrar según su parecer.

Por estas razones, señor Presidente, voy a votar por el no. Porque creo, como nos enseñó Porras Barrenechea, "que no se compromete la paz general por verdades parciales o por satisfacciones egoístas" y porque siento profundamente que mi responsabilidad está de parte de la verdad y de la defensa de mi país. Que Dios bendiga siempre y cuide a nuestra Patria.

Gracias.

El señor PRESIDENTE.— Tiene la palabra el doctor Jorge Avendaño.

El señor AVENDAÑO VALDEZ (UPP).— Señor Presidente: Se ha discutido muy extensamente ayer y hoy si estamos ante un arbitraje o no, o si estamos ante una mediación. Ciertamente no estamos ante una mediación, en eso no hay la menor duda.

Yo personalmente creo que estamos ante un arbitraje. Pero después de haber estudiado extenso y profundamente el asunto, he llegado a la conclusión de que no tiene importancia si es arbitraje o si no es arbitraje. En definitiva, estamos ante una decisión obligatoria que van a adoptar terceros ante los cuales se han sometido las partes. Eso es indiscutible, y no interesa si se llama arbitraje o no se llama arbitraje. Los efectos y las consecuencias son las mismas. De manera que la discusión es de tipo académico, y no tiene ninguna consecuencia práctica que nos deba preocupar.

Se ha dicho que se trataría, en todo caso, de "un arbitraje de un arbitraje". Esto no es exacto. "No hay arbitraje de arbitraje". El arbitraje como ya se ha señalado termina con un fallo final e inapelable. ¡Lo que está en cuestión ahora es la ejecución de un Tratado! ¡Cómo se ejecuta un Tratado! ¡Y sobre ese tema ha surgido nueva discrepancia, y eso es lo que hay que zanjar! Esto es frecuente en el mundo de los arbitrajes. Se produce un laudo y después hay que discutir cómo se ejecuta; y algunas veces se designa otro árbitro u otros árbitros para que resuelvan ese nuevo diferendo. Lo cual no significa que se debilite el laudo original. En este caso, la discusión y la aplicación del arbitraje para ejecutar no significa que se debilite en modo alguno el Tratado de Río de Janeiro, que mantiene toda su autonomía y vigencia; simplemente se va a zanjar, a través de este procedimiento pactado, el modus operandi, la forma cómo se va a aplicar el Tratado de Río de Janeiro. Es un problema de ejecución, de implementación, de aplicación.

Se ha dicho mucho que se teme la interpretación de los árbitros. Los árbitros, es verdad, aplican e interpretan. Pero los árbitros, en este caso, tienen un marco doble, que es muy importante señalar: en primer lugar, su tarea es delimitar la frontera; es el tema materia de su pronunciamiento, y eso está claramente dicho en todos los documentos; y en segundo lugar, deben ceñirse a criterios jurídicos y deben aplicar los instrumentos que se mencionan en el proyecto de resolución; y esto crea el ámbito del criterio de su aplicación.

Por eso insistí ayer, señor, y creo que se ha cogido en parte, la mención de "instrumentos jurídicos", para que efectivamente el criterio de aplicación sea de carácter jurídico y atendiendo a ese tipo de instrumentos. Si los árbitros se salen de ese campo de aplicación, el árbitro es nulo.

En el orden privado y particular se va ante un órgano del Estado; en el orden internacional no se puede ir ante un órgano del Estado. Pero el país que considera que el árbitro es nulo, simplemente no lo cumple. No lo cumple, y se acabó, precisamente en ejercicio de su soberanía. La nulidad entonces no se declara, como es en un arbitraje interno. Pero evidentemente salirse del ámbito de la competencia es una causal de la anulación del arbitraje, nacional e internacional, da lo mismo, y eso lo recogen las leyes vigentes.

Otra garantía importante de carácter jurídico, en este caso, es lo que ha mencionado ayer el Canciller, a instancias mías, y al que se ha dado poca importancia: lo que establece el cronograma. ¡Mientras no esté colocado el último hito, es decir mientras Ecuador no haya cumplido y no haya aceptado y no haya admitido la colocación del último hito, no hay nada, no hay eficacia alguna de todo esto que estamos aprobando aquí y en Quito! Ni el pronunciamiento de los garantes tiene
vigencia alguna. De manera que desde ese punto de vista, tenemos una garantía del cumplimiento, de la eficacia y de la ejecución de lo que se resuelva.

Señor Presidente: Desde el punto de vista jurídico, yo estoy tranquilo, estoy satisfecho, no tengo preocupaciones de carácter jurídico. Desde luego nada en la vida nos da cien por ciento de seguridades. Pero como ya he dicho: 99.9% es bastante, de manera que no tengo preocupaciones de carácter jurídico.

Sin embargo, la decisión no es fácil; y quiero decirle personalmente que no es nada fácil para los congresistas de la oposición, que actuamos, en estas circunstancias, sin duda alguna, bajo presión; que se nos ha dado información a última hora, y que la solicitud proviene de un gobierno autoritario que ha violado la Constitución ene número de veces.

Pero, señor Presidente, señores colegas, éste no es un asunto de política interna. No podemos anteponer esas consideraciones a las que están en juego en este momento. Estamos además frente a hechos consumados. Se ha criticado mucho y se ha dicho que se está haciendo una alternativa entre el tratado, o el arbitraje, o la paz y la guerra. Yo no soy tan exagerado. Yo no estoy hablando del arbitraje o la guerra. Pero sí puedo hablar "del arbitraje o la continuación del entredicho"; y eso nadie me puede calificar de exagerado. ¡O zanjamos el asunto por esta vía, que está servida delante de nosotros y del Ecuador, o continuamos el entredicho, con las consecuencias consiguientes de un entredicho, que cada uno de nosotros puede imaginar, hasta donde su imaginación le dé! El arbitraje o la continuación del entredicho.

En conciencia, no puedo optar por la continuación del entredicho. Simplemente, no puedo. No podría dormir esta noche. Con las seguridades jurídicas que existen y que he declarado que personalmente me dejan tranquilo, debo inclinarme por lo primero, por el arbitraje; por consiguiente, votaré a favor.

Muchas gracias.

El señor PRESIDENTE.— Tiene la palabra la doctora Graciela Fernández Baca.

La señora FERNÁNDEZ BACA DE VALDEZ (UPP).— Señor Presidente: A través de usted doy un saludo a los señores Ministros aquí presentes.

Con casi treinta y nueve meses como congresista, yo creo que la decisión que hoy tomaré sobre este histórico asunto será muy trascendente como representante del pueblo peruano. Ello porque podría ser el inicio de la culminación de cincuenta y ocho años de diferencias entre Perú y Ecuador; diferencia, señor Presidente, que sólo ha generado la pérdida de vidas, la minusvalía permanente de muchos jóvenes y la distracción de recursos económicos que pudieron ser mejor focalizados en beneficio de nuestros pueblos.

El señor Ministro de Relaciones Exteriores respondió parcialmente las preguntas que formulamos. Me pregunto: ¿por qué no podemos conocer detalles sobre los tres acuerdos a los que han llegado el Perú y el Ecuador: el de navegación en los sectores de los cortes de los ríos y del Río Napo, el acuerdo para la creación de una comisión binacional sobre las medidas de mutua confianza y seguridad y el acuerdo sobre fijación de medidas para asegurar el funcionamiento eficaz del Canal de Zarumilla?

Estos tres acuerdos, si bien no podrían necesitar la aprobación del Congreso, deberíamos conocerlos para estar completamente seguros de que son positivos, justos y beneficiosos para lograr la paz duradera que tanto ansiamos.

Señor Presidente: Expreso asimismo que me hubiera gustado conocer la opinión del Consejo Consultivo de Relaciones Exteriores, institución especializada sobre el tema que tratamos y que, según tengo entendido, hace tiempo ni siquiera se reúne porque no es convocada.

En cuanto al documento materia de este debate, yo quiero insistir en que se corrija el texto del punto nueve de la parte considerativa del proyecto de resolución legislativa, porque no sintetiza el verdadero contenido del artículo séptimo del Protocolo de Río de Janeiro. El texto actual dice: "desacuerdos en la interpretación", cuando en ninguna parte del texto del artículo séptimo se incluye la palabra "interpretación". Asimismo el texto actual dice que "los garantes pueden ofrecer
su concurso", cuando el artículo séptimo dice: "cualquier duda o desacuerdo será resuelto por las partes con el concurso... ".

Sería positivo, entonces, para una mayor claridad, que en ese párrafo se transcriba literalmente el texto del Protocolo. El párrafo podría ser el siguiente: "9) El artículo séptimo del Protocolo de Río de Janeiro prevé que `cualquier duda o desacuerdo que surgiere sobre la ejecución de este Protocolo será resuelto por las Partes con el concurso de los Representantes de Estados Unidos, Argentina, Brasil y Chile, dentro del plazo más breve posible'. Además el párrafo cuarto del Acuerdo de Santiago faculta a los Países Garantes para promover `los procedimientos más adecuados para la solución definitiva de los puntos de desacuerdo que las Partes no hayan logrado definir en forma directa".

Señor Presidente, yo quiero manifestar que estoy a favor de un arreglo definitivo con Ecuador con la intervención de países garantes, siempre que el objetivo de conseguir la paz duradera de nuestros pueblos se obtenga dentro del cumplimiento estricto del marco jurídico del Protocolo de Río de Janeiro y sus instrumentos complementarios.

Es necesario, señor Presidente, que la frontera del Perú con la del Ecuador se encuentre completamente demarcada. Ello permitirá lograr el desarrollo sostenido y sostenible de los pueblos hoy olvidados de nuestra frontera.

Señor Presidente, al asumir mi responsabilidad como congresista, luego de escuchar la opinión de mi familia y de muchos amigos, sobre todo, la voz de mi conciencia y a pesar de correr un riesgo, manifiesto que votaré a favor de la resolución en debate.

Finalmente, señor Presidente, yo deseo expresar, e invocar, que este acontecimiento sea un puente de consenso, un puente a la institucionalidad y que no nos separe o divide a los peruanos. Y, para terminar, pido que no se haga uso político de lo que hoy aprobaremos.

Gracias.

El señor PRESIDENTE.— Tiene la palabra el señor Jhong Junchaya.

El señor JHONG JUNCHAYA (C90-NM).— Señor Presidente: Por su intermedio saludo a los señores Ministros presentes.

Analizando con ánimo sereno, y a través de la historia, las relaciones entre el Perú y el Ecuador, debemos admitir que muchas veces no han sido buenas. Pero creemos que los cambios ocurridos en la realidad política, cultural, económica y social en ambos países y en el mundo, hoy nos obligan a formular su replanteamiento. Confiamos en que si su análisis se hace tratando de dejar de lado los desmedidos apasionamientos y buscando un junto medio, de ese análisis deben surgir los elementos que permitan nuestra armónica convivencia.

La historia escrita con seriedad debe enseñarnos a evitar caer en los mismos errores. Ella, la historia, debe ser el sustento que brinde las sólidas bases sobre las cuales debemos construir un futuro mejor. Ése es nuestro anhelo; para ello se busca contribuir a un firme y necesario entendimiento entre nuestros pueblos. Demasiado tiempo Perú y Ecuador han sido víctimas de sus propios equívocos; en algunos casos, más frecuentes en ellos que en nosotros.

Por otro lado, y en aras de un malentendido patriotismo, algunas veces la verdad ha sido distorsionada deliberadamente: se han producido numerosos libros, folletos y artículos periodísticos, así como increíbles mapas que nos han llevado a tener una relación difícil sustentada en una recíproca desconfianza. Ecuador insistió siempre en que el Perú entregue parte de su territorio especialmente amazónico. Pero nosotros tenemos mejores y justos títulos, además el Perú tiene la irrecusable posesión antigua y efectiva sobre esa zona.

Actualmente existe un creciente número de investigadores, tanto ecuatorianos como peruanos, que han replanteado algo muy importante, y por lo simple del planteamiento, lo habíamos perdido de vista: ambos pueblos tenemos una historia común que debe de ser estudiada en forma conjunta, con madurez y objetividad. Reconocemos que aún es necesario vencer dificultades y temores para desterrar viejas desconfianzas, pero creemos que los pasos que se den, estarán orientados para el bien de ambos pueblos.

Por extraño que parezca, ad portas del siglo XXI, aún existe documentación que contiene información que mutuamente nos hemos negado en dar, lo que afecta el conocimiento de la verdad histórica en cuanto a nuestro diferendo, saldado con el Protocolo de Río de Janeiro. Creemos que hoy por hoy nuestros pueblos han madurado lo suficiente como para conocer ésa y cualquier otra verdad. Diplomáticos, juristas y políticos de ambos países se inclinan también por reconocer la necesidad de una demarcación fronteriza final en la zona de conflicto. Planteamos que ecuatorianos y peruanos tratemos estos temas en lo político, económico, cultural, en fin, en todas y cada una de las áreas donde sea necesario dialogar. Debemos aprender a hacerlo con sinceridad y a disentir cordial y respetuosamente.

Por otro lado, es natural que este esfuerzo se enmarque dentro de la política exterior peruana, para nosotros, y ecuatoriana, para nuestros vecinos del norte. La aplicación y puesta en marcha de la propuesta, desde luego, corresponde a las Cancillerías y Gobiernos de ambas Repúblicas. Tenemos la firma creencia de que un esfuerzo de este género tendrá efectos positivos sobre la percepción que ambos países tienen el uno del otro. Ésta es una necesidad irreemplazable e impostergable.

Creemos que mirar nuevamente la historia de los pueblos del Perú y Ecuador no tiene un propósito pasadista. Tenemos la convicción de que si nos conocemos debidamente desaparecerán muchos falsos y dañinos fantasmas que perjudican nuestro entendimiento. No desperdiciemos el actual momento que facilitará y hará permanente el acercamiento y el mutuo respeto que entre peruanos y ecuatorianos nos merecemos.

Con esta renovada visión, se podrá construir un futuro mejor para ambos pueblos. Mejor futuro que no sólo se merecen nuestros pueblos sino que tienen que alcanzarlo en este nuevo tiempo de Latinoamérica y del mundo.

Señor Presidente, por lo expuesto, yo votaré a favor del proyecto de resolución legislativa.

Muchas gracias.

El señor PRESIDENTE.— Tiene la palabra el señor Genaro Colchado.

El señor COLCHADO ARELLANO (C90-NM).— Señor Presidente: Saludo la presencia de los señores Ministros y los felicito, con franqueza, por las brillantes y didácticas exposiciones.

Desde que tuve el honor de incorporarme al Congreso, mi modesto aporte ha estado vinculado, en forma especial, con la legislación ambiental. Al respecto, la doctrina y la experiencia de muchos países nos dicen que cuando las actividades humanas pueden producir consecuencias futuras irreversibles e irreparables en el proceso ecológico, la prudencia se impone, la cual debe hallar su expresión en el derecho. Precisamente, señor Presidente, se establece con toda claridad que la búsqueda de una solución global y definitiva, en el proceso de conversaciones, entre los Gobiernos del Perú y Ecuador, deberá darse desde el punto de vista jurídico y no político.

Los tratados internacionales, en general, y la Declaración de Río sobre Medio Ambiente y Desarrollo, de junio de 1992, en especial, tienen como objetivo "establecer una alianza mundial nueva y equitativa mediante la creación de nuevos niveles de cooperación entre los Estados, sectores claves de la sociedad y de las personas, procurando alcanzar acuerdos internacionales en los que se respeten los intereses de todos y se proteja la integridad y el desarrollo mundial".

Consecuentemente, señor Presidente, con este preámbulo debemos reflexionar: o elegimos las confrontaciones bélicas que coadyuvan a la destrucción de la naturaleza y afectan la fertilidad de los suelos, el ciclo hidrobiológico y la diversidad biológica; o elegimos los niveles de cooperación entre los Estados. Es decir, señor Presidente, dentro del concepto de globalización de política ambiental, todos los Estados tienen responsabilidades comunes. En el caso que nos ocupa, es de vital importancia para el Perú que la frontera del territorio nacional con la República del Ecuador se encuentre no sólo delimitada sino, completamente, demarcada.

En lo referente a los parques nacionales, el doctor Fernando de Trazegnies ha explicado clara y reiteradamente que no hay manera de establecer parques binacionales. Sin embargo, y tal como lo señala el propio señor Ministro de Relaciones Exteriores, sólo con fines ecológicos, y luego de la demarcación de nuestra frontera, se podrían establecer parques nacionales en cada país. En el caso del Perú, nuestra legislación, inciso a) del artículo 22º de la Ley Nº 26834, Ley de Áreas Naturales Protegidas, promulgada el 30 de junio de 1997, define claramente a los parques nacionales.

De otro lado, debemos recordar también que en diciembre de 1996 se llevó a cabo en la ciudad de Santa Cruz de la Sierra, Bolivia, la Cumbre sobre el Desarrollo Sostenible de las Américas, para buscar soluciones conjuntas sobre el tema de desarrollo sostenible basado en compromisos comunes de acción y cooperación interregional, vinculando de manera innovadora variables económicas, medio ambientales y de desarrollo social.

Formamos parte, además, del Tratado de Cooperación Amazónica, que involucra al Perú, Ecuador, Bolivia, Brasil, Colombia, Guyana, Surinam y Venezuela. Este Tratado dispone, en su artículo 1º, que nuestros países convienen en realizar esfuerzos y acciones conjuntas para promover el desarrollo armónico de sus respectivos territorios amazónicos.

Por último, existe la urgencia de enfatizar las acciones a seguir. Para elevar la calidad de vida de nuestra población, tenemos que culminar los grandes proyectos de interés nacional, como el proyecto de Puyango-Tumbes, Jaén-San Ignacio, Olmos, Segunda Etapa de Tinajones, Segunda Etapa Jequetepeque-Zaña, Bajo Piura, Chavimochic, entre otros. A cambio de reducir el gasto que implica una paz armada, debemos hacer aquello como objetivo fundamental de política nacional, y con ello alcanzar la conservación de los recursos naturales, la protección del ambiente; teniendo todos la solemne obligación de proteger y mejorar la vida y el ambiente para las generaciones presentes y futuras.

Por ello, señor Presidente, la fórmula propuesta por el Poder Ejecutivo para aprobar el procedimiento sugerido por los países garantes es la más conveniente para culminar la demarcación en los tramos pendientes de la frontera entre el Perú y el Ecuador, conforme al Protocolo de Río de Janeiro, al laudo de Braz Días de Aguiar y a los instrumentos complementarios. Por lo que me aúno a la opinión para aprobar el proyecto de resolución legislativa, por la paz, por la integración andina y amazónica.

Gracias.

El señor PRESIDENTE.— Tiene la palabra el señor José Sánchez.

El señor SÁNCHEZ VEGA (C90-NM).— Señor Presidente: Por su intermedio, saludo a los señores Ministros presentes.

Ésta es una sesión solemne, histórica y trascendente, que por su naturaleza supera a otras sesiones de este Congreso por tratarse de un asunto de Estado que compromete a toda nuestra Nación.

La existencia del diferendo de demarcación limítrofe con el vecino país del norte sobrepasa el medio siglo; pero, sobre todo, ha habido más de medio siglo de denodados esfuerzos por superar las divergencias. Son muchos los antecedentes ocurridos, cual hitos históricos, que expresan la voluntad suprema de superar las diferencias y alcanzar el clima de paz, como base insuperable para lograr el desarrollo de ambos países, particularmente de sus zonas fronterizas.

Conocemos las raíces y antecedentes de la acción militar de 1941, la misma que culminó con la concertación del Protocolo de Paz, Amistad y Límites suscrito el 29 de enero de 1942 en Río de Janeiro y que fuera ratificado por los Congresos de ambas naciones.

Señor, ese Protocolo es un gran hito histórico, en primer lugar, por la naturaleza de su origen. Se trata de un instrumento jurídico que tuvo incluso la solemnidad de estar refrendado por otros cuatro países americanos en calidad de garantes, además de los plenipotenciarios, doctor Alfredo Solf y Muro del Perú, y del doctor Julio Tobar Donoso del Ecuador, quienes gozaban de plenos poderes de las respectivas partes. En segundo lugar, debemos resaltar la aplicabilidad del protocolo, pues ya se ha ejecutado casi en su totalidad. La línea demarcatoria en él fijada está ya trazada sobre el territorio en más del 90% con hitos colocados a lo largo de casi 1 600 kilómetros y falta demarcar únicamente 78 kilómetros.

Aquí debemos reconocer el acucioso y acelerado trabajo de la Comisión Mixta Peruano-Ecuatoriana, que logra
la amplia demarcación en la línea limítrofe. Además, con la intervención del señor Oswaldo Aranha, se absuelven las divergencias respecto de los sectores de Zarumilla, Puyango, Cazaderos y Sabanillas. Asimismo, participó el experto brasileño Capitán de Navío Braz Dias de Aguiar para resolver las discrepancias de interpretación en los sectores de Lagartococha y Cordillera del Cóndor.

Señor Presidente, el fallo Braz Días de Aguiar, ratificado por las Partes, en acta firmada en la ciudad de Iquitos el 6 de setiembre de 1948, es otro hito histórico por la paz y la unificación. Fue un esfuerzo y una lucha de las Partes y de
los Garantes. A Braz Dias de Aguiar se le confirieron los poderes necesarios para resolver las dos divergencias de carácter técnico existentes en la sección oriental de la frontera.

Señor Presidente, los Hitos Históricos por la Paz y la Integración han continuado a lo largo de las tres últimas décadas. Tenemos la Declaración de Paz de Itamaraty, firmada el 17 de febrero de 1995; la Declaración de Quito y la entrega a los representantes de la lista de "impasses subsistentes"; el Comunicado de Buenos Aires; el Acuerdo de Santiago; y la Declaración de Brasilia. La Declaración de Brasilia plantea, con meridiana claridad, propuestas para alcanzar en forma definitiva la paz, la integración y el desarrollo. Inicia el cumplimiento del artículo sexto del Protocolo al plantear el estudio de un tratado de comercio y navegación y el estudio de un acuerdo amplio de integración fronteriza. Ambas propuestas no vienen a ser sino frondosos abanicos de proyectos de inversión en beneficio de la región fronteriza. No hay paquetes desconocidos. Hay paquetes en pro del desarrollo pero discretamente manejados por razones obvias de estrategia. Tenemos que reconocer que en el procedimiento de la fijación en el terreno de la frontera común, se ha producido un estancamiento, por lo que es imperativo recurrir al artículo séptimo del Protocolo.

Hemos llegado así, señor Presidente, a la sesión que hoy nos convoca, cuya importancia es decisiva para culminar la demarcación de nuestra frontera con el Ecuador, dentro del marco del Protocolo de Río de Janeiro, el fallo Braz Dias de Aguiar y demás instrumentos complementarios. Ha llegado el momento de decidirse por la paz y por la puesta de los hitos físicos en las líneas de frontera. Después de este acto patriótico no habrá explicación ni arrepentimiento.

Para terminar quiero plantearme las siguientes preguntas: ¿quiénes son los llamados a personificar estos momentos históricos que vive la Patria? ¡Son los hombres de pensamientos puros y trascendentes! ¡Son los hombres que tienen como cualidad suprema el carácter y la inquebrantable voluntad de decidirse por la paz!

Por estas consideraciones, apoyo el proyecto de resolución legislativa que viene del Ejecutivo, y lo hago con firmeza porque nuestro Presidente y nuestro Ministro de Relaciones Exteriores han decidido enfrentar y afrontar este problema fronterizo.

El señor PRESIDENTE.— Tiene la palabra el señor Fernández Bustinza.

El señor FERNÁNDEZ BUSTINZA (C90-NM).— Señor Presidente: Saludo la presencia del Primer Ministro, del señor Ministro de Defensa y, de manera muy especial, del señor Canciller. Las circunstancias han querido que al Canciller, flamante en el cargo, le corresponda presentarse ante la Representación Nacional en una sesión que posee la característica de ser acaso la más trascendente e histórica en materia de soberanía territorial en casi sesenta años.

El señor Canciller, sin embargo, no es nuevo en el tema relacionado con el cumplimiento del Protocolo de Río de Janeiro, el mismo que zanja o debiera zanjar todo parecer distinto en materia de demarcación limítrofe entre Perú y Ecuador. Por su preparación profesional, por sus estudios sobre la materia y por habernos representado en las recientes deliberaciones, él es, sin duda, un experto.

De su intervención, señor Presidente, rescato el llamado final que ha hecho: que la determinación que adopte cada congresista, a través de su voto, sobre la propuesta de los países garantes del Protocolo, sea un acto individual pensando en los altos intereses de la Patria y su seguridad.

He de expresar en este Congreso, como un juramento ante la historia, que mi voto va a ser la consecuencia
de mi pensamiento y mi patriotismo y no necesariamente es una imposición de la bancada a la que pertenezco. Actúo por mí mismo porque frente a la defensa de la heredad nacional, no puedo hipotecar mis actos ante nadie.

En las diversas intervenciones que se han producido, de la mayoría y de la minoría, encuentro "preocupaciones valederas". Admito que más de una vez me ha intranquilizado el silencio oficial respecto de las conversaciones realizadas; silencio que ha llevado a que los pueblos particularmente de la amazonía reclamen explicaciones. Pero es razonable también admitir que la reserva en materia de deliberaciones ha permitido que se llegue a puntos casi finales de entendimiento.

Declaro también que tenía algunas observaciones que me hubieran llevado a votar en contra de una aprobación anticipada o de una solución que no se sabe cuál es. Ese cheque en blanco yo no lo hubiera firmado. Pero el Canciller ha explicado claramente que se mantiene inalterable el requisito final y constitucional que consiste "en la ratificación o no, por parte del Congreso de la República, de los acuerdos ya alcanzados".

Se ha dicho que se está facultando a los garantes como árbitros. Pero, por lo que se ha expuesto, de un lado y otro, tengo la evidencia de que no es así. En el arbitraje existen laudos que las partes deben acatar. De lo que se trata ahora es de "otorgar carácter vinculante, esto es, obligatorio entre las partes, a la propuesta solicitada por los países garantes". Por lo que en resumidas cuentas nos encontramos ante la ejecución plena del Protocolo de Río de Janeiro, el fallo Braz Días de Aguiar y los demás instrumentos complementarios, entiéndase como tales, los pareceres jurídicos del mes de mayo del presente año formulados por los técnicos nombrados por los países garantes. Me tranquiliza saber, además, que la demarcación estará fijada por las cumbres de la Cordillera del Cóndor, y eso me lleva a expresar confianza en el manejo de un tema de tanta responsabilidad.

Señor Presidente: Nadie ha hablado de los beneficios que la paz en el mediano y largo plazo va a traer a ambos países. Los ingentes fondos que se daban para comprar armas servirán para realizar obras de desarrollo y para la creación de empleo productivo, único medio para luchar contra la pobreza secular de nuestro pueblo. Como primer ejemplo podemos citar que en la frontera entre Ecuador y Perú el comercio registraría un crecimiento explosivo una vez que ambos países culminen el proceso de negociación de su litigio territorial; se prevé un dinamismo muy fuerte, y el potencial es realmente enorme.

Tenemos proyectos comunes y más de dos mil millones de dólares listos para ser invertidos en la zona. Los recursos para desarrollar proyectos comunes en la frontera provienen de organismos internacionales y regionales, como la Corporación Andina de Fomento, brazo financiero de la Comunidad Andina. Entre los proyectos que podrían desarrollarse, puedo citar uno: Ecuador tiene petróleo a unos 80 kilómetros de nuestro oleoducto, y llegarían a la costa del Perú, a través del oleoducto, pagando lógicamente un flete por ese servicio.

Señor Presidente, se sabe que la sociedad civil ecuatoriana, en particular los industriales y comerciantes de la zona fronteriza, viene exigiendo a su gobierno la firma de la paz definitiva, acorde con sus intereses y necesidades nacionales. Ellos señalan que un acuerdo definitivo con el Perú traería múltiples ventajas, pues ya se han identificado más de 125 proyectos de construcción y mejoramiento de infraestructura social, productiva, ambiental y de promoción de inversiones que cuentan con financiamiento conjunto de tres mil millones de dólares.

Señor Presidente, aquí, en este momento, nosotros estamos presentes ante la historia. Ya no se aceptan peroratas, con estilo de plaza pública, ni las discrepancias entre el Gobierno y la oposición. Ahora no nos ponemos la camiseta del club sino nuestra bicolor nacional. Como hombres libres de bien debemos confiar en nuestro Presidente, que nos ha dado muestras de eficiencia en la solución de muchos problemas difíciles que han agobiabo a nuestro país; confiar en nuestro Canciller, conocedor del tema, hombre honesto y peruano a carta cabal; confiar en nuestras Fuerzas Armadas, que avalan el pedido de los garantes porque saben que no habrá ningún tipo de cesión territorial; confiar en los países garantes, que han mostrado buena voluntad y firmeza en el
cumplimiento del Protocolo al ratificar el laudo arbitral a través de los Pareceres técnico-jurídicos; y confiar en el juicio de la historia, que estoy seguro que será favorable a los que apoyemos este pedido.

Por estas razones, señor Presidente, mi voto será a favor de la paz.

Muchas gracias.

El señor PRESIDENTE.— Tiene la palabra al señor Gustavo Flores.

El señor FLORES FLORES (C90-NM).— Presidente: En pocos minutos, permítame fundamentar mi voto.

En primer lugar, saludo la presencia de los tres Ministros de Estado presentes y los felicito por todo el trabajo que vienen llevando hasta este momento.

Hemos escuchado con mucha atención toda la fundamentación que nos permite tomar una decisión hoy más que nunca, y creo que ya no hay otro tiempo. El ex Canciller Tudela, con mucho claridad, nos ha dicho que reflexionemos pensando en el futuro del Perú. Éste es el mejor momento y ésta es la mejor oportunidad de quienes estamos comprometidos con nuestra Patria, con nuestra soberanía y con nuestro desarrollo, para tomar consciencia, reflexionar y tomar una decisión histórica. En este momento nos está mirando todo el pueblo peruano.

Está muy bien que hayamos expuesto nuestras ideas, está muy bien que se hayan hecho las preguntas y que se hayan dado las respuestas. Ése es el camino, y está muy bien que se consulte a los Congresos del Perú y del Ecuador. Muchos quisieran un referéndum, un consenso ideal de todo el país. Presidente, los congresistas, por mandato de la Constitución, tienen la obligación de representar al Perú, y como tal tenemos la responsabilidad de asumir decisiones a nombre de ese electorado, de esos pueblos ubicados a lo largo y ancho del país, que hoy confían en nosotros. Por eso libremente, sin representar a agrupaciones políticas, con nuestra conciencia puesta al servicio de la Patria, hemos venido a tomar una decisión. Está bien que los congresistas asuman su responsabilidad. ¿Quién más va a asumirla? ¿Acaso toda la vida nos vamos a pasar preguntando? ¿Hasta cuándo no vamos a decidir? Tenemos más de cincuenta años sin resolver el problema, y las últimas tratativas de Itamaraty vienen desde el año 1995. ¿Cuánto más vamos a esperar? Las poblaciones del Ecuador y del Perú están esperando que de una vez tomemos una decisión, y estoy seguro que esa decisión se va a tomar hoy.

Las posibilidades de guerra siempre han estado dadas, pero hay que alejar este fantasma. El pueblo no quiere la guerra, y no es chantaje alguno decir que quienes no votan a favor de la propuesta en debate están por la guerra. No es así. Las posibilidades existen pero hay que alejarlas. Porque en la guerra ¿quién pone los muertos? ¿Los congresistas ponen los muertos? ¿Acaso no son los campesinos, los pobladores del ande, los aimaras y los quechuas hijos del pueblo? Ellos son los que pagan finalmente con su sangre las equivocaciones de los gobernantes que provocan las guerras. Y por ellos, tenemos que tomar conciencia y votar pensando en ellos.

¿Qué es la guerra? ¡La guerra significa el atraso! ¡Entre dos países pobres, la guerra es pecado mortal! No puede haber guerra. ¡Liberémonos de la guerra y de todos los gastos que ella implica! ¿Cuánto vamos a ganar con esa liberación? No solamente se destinarían recursos en forma prioritaria a la frontera y a la zona de la selva sino también al resto del Perú. Yo soy representante de la frontera sur, de Puno, y ahí tampoco queremos la guerra: ni con Chile, ni con Bolivia, ni con Brasil. Queremos el desarrollo de todos los pueblos, queremos que se unan nuestros pueblos, como lo propuso Simón Bolívar y Haya de la Torre. Nosotros queremos una América grande y unida, sin guerra. Todos queremos eso, y por eso esta noche he venido a dar mi voto consciente por el Perú, por mi Patria, por mis paisanos y por el desarrollo de mi tierra.

Muchas gracias.

El señor PRESIDENTE.— Tiene la palabra el señor Samalvides. ¿No sé cuánto tiempo le queda, señor?

El señor SAMALVIDES DONGO (C90-NM).— Me quedan siete minutos, señor Presidente, pero voy a usar sólo cinco minutos.

En primer lugar, expreso mis afectuosos saludos al señor Canciller, al Presidente del Consejo de Ministros
y al Ministro de Defensa, con quienes hoy compartimos un acontecimiento realmente histórico porque nos dan la extraordinaria oportunidad de poner fin a décadas de problemas. Problemas que no solamente tienen que ver con la distracción de nuestros recursos para comprar armamentos sino, fundamentalmente, con el sufrimiento del pueblo peruano. Particularmente, nuestros pueblos de las zonas fronterizas con el Ecuador, cada vez que se producían los conflictos, han estado aportando decenas o centenares de vidas humanas, con toda una existencia plagada de inseguridad y zozobra.

Señor Presidente, de la exposición del señor Ministro de Relaciones Exteriores cabe relevar no sólo su claridad y precisión propias de un docente universitario altamente calificado sino, fundamentalmente, su elevada convicción patriótica para poner al servicio de los intereses superiores del Estado y la Nación sus valiosos conocimientos.

La Nación entera ha tomado conocimiento de los grandes esfuerzos desplegados por la diplomacia peruana para consolidar la paz entre dos países hermanos, sin que ello haya significado, en momento alguno, una afección a nuestra integridad territorial ni a nuestra soberanía.

Señor Presidente, nosotros queremos paz y lucharemos por ella. La guerra es la peor de las malas alternativas para nuestro país. Este proceso no tiene retorno pero queremos que tenga un destino duradero y no efímero.

Muchos años de intranquilidad hemos compartido los peruanos. Pero muchos de nosotros, que vivimos en Lima o en otros departamentos alejados de la línea de frontera y desde la comodidad de nuestras oficinas o de nuestras casas, sólo nos enteramos de lo que sucedía en aquella zona, a través de la televisión o de los periódicos, mientras tanto nuestros compatriotas del norte luchaban a brazo partido, ofrecían su vida, se sometían a la crueldad de las mutilaciones y, en fin, regaban su sangre en la selva inhóspita en aras de defender la integridad de nuestro territorio y la soberanía nacional.

A los pueblos de Tumbes, Jaén, Maynas y a todos los peruanos que lucharon y luchan en defensa de los sagrados intereses de la Patria, el Perú entero les debe la tranquilidad y la confianza que nunca ha tenido, por la existencia de un problema latente; problema que hoy tenemos la gran oportunidad de resolverlo definitivamente. Es una deuda que tenemos de pagar en esta histórica oportunidad, dejando de lado las posiciones políticas y los intereses de grupo. Porque cuando se trata del país, no hay asunto particular que valga. De haberlo, ciertamente pone en riesgo los intereses del Perú.

Señor Presidente, la Representación Nacional y el país entero, a través de los medios de comunicación, hemos tenido la ocasión de escuchar con amplitud y suficiencia los argumentos y todas las explicaciones posibles que fundamentan la posición del Gobierno, cuyo logro más importante será, sin duda alguna, al paso de los años, la consolidación de la paz, lograda prácticamente en el campo interno, y a punto de lograrse en el campo externo con nuestro tradicional enemigo del norte. No creo equivocarme si digo que en el futuro inmediato, en la historia, que de todas maneras se escribirá, nuestro gobierno, de todos, será reconocido como el gobierno de la paz y del desarrollo.

Gracias a las explicaciones que hemos recibido, sabemos que no está en juego la soberanía nacional ni la integridad de nuestro territorio; sabemos que la intervención de los garantes se enmarcará en el contenido y los alcances del Protocolo, en el fallo de Braz Días de Aguiar, en los pareceres técnico-jurídicos de los propios garantes y en todos los instrumentos complementarios derivados de las negociaciones bilaterales. Sabemos que no hay ni habrá cesión alguna de territorio; que Tiwinza seguirá siendo del Perú y que no habrá enclaves ecuatorianos en ninguna parte de nuestra amazonía. Son criterios confirmados explícitamente por los garantes y respaldadas por las Fuerzas Armadas, por la Conferencia Episcopal de la Iglesia Católica y por la gestión limpia, patriótica y transparente de nuestra Cancillería y de los especialistas más destacados en los campos de la diplomacia y del derecho internacional.

Los peruanos estamos realmente orgullosos por la actuación de nuestros Cancilleres. Los doctores Francisco Tudela, Eduardo Ferrero Costa y el actual son Cancilleres de lujo porque han dado muestras no sólo de patriotismo sino también de mucho conocimiento y versación. El doctor Tudela, que coincide con las opiniones de casi todos los diplomáticos y personalidades del país, acaba de alertarnos sobre la necesidad de no dejar pasar la oportunidad que nos ofrece la historia para consolidar la paz y abrir en nuestro país una nueva senda de progreso y desarrollo, que le permita dedicar el íntegro de sus recursos a la creación de puestos de trabajo y a resolver los problemas de educación, salud, vivienda e infraestructura que aún aquejan a gruesas capas de nuestra población.

No levantemos sospechas acerca de la renuncia del ex Canciller Ferrero. Él explicará sus razones cuando la ocasión sea propicia. Dejemos de pensar en el aplauso de la platea y en la posibilidad de nuestra reelección para el año 2000; dejemos de mirar a las cámaras de televisión y dirijamos nuestros ojos y nuestros corazones al Perú y a sus intereses que ciertamente...

El señor PRESIDENTE.— Señor Samalvides, su tiempo ha concluido.

El señor SAMALVIDES DONGO (C90-NM).— Señor Presidente: Para terminar, le pido que tome en cuenta los dos minutos que me está dando la doctora Edith Mellado.

El señor PRESIDENTE.— Concluya, señor Samalvides, porque se cumplieron los diez minutos, incluido el tiempo que cedió.

El señor SAMALVIDES DONGO (C90-NM).— Cedí tres minutos al doctor Ferrero; me faltan dos, señor Presidente.

El señor PRESIDENTE.— Ya los usó, señor Samalvides. Tiene un minuto para concluir su intervención.

El señor SAMALVIDES DONGO (C90-NM).— Gracias, señor Presidente.

Decía que debemos dejar de mirar las cámaras de televisión para dirigir nuestros ojos y nuestros corazones al Perú, al Perú y a sus intereses que, ciertamente, nada tienen que ver con los efímeros motivos de enfrentamiento entre un oficialismo y una oposición. En este momento, se debe dar muestra de grandeza aportando lo suyo a favor de la paz y el desarrollo, y dejando de convertirse en instrumento del hermetismo y del odio ciego que no tiene justificación alguna cuando se trata de los intereses de la Patria.

Tampoco es el momento de pedir que haya consulta popular o referéndum pues, como ya se vio, sería susceptible de manipulación y tergiversación; lo cual nada tiene que ver con los anhelos de paz del pueblo peruano.

Ojalá, señor Presidente, que pudiéramos lograr consenso en este tema. Ojalá que a la hora del voto no haya abstenciones ni votos en contra, para que el Congreso de la República pueda presentarse ante la historia como una institución consecuente.

Gracias.

El señor PRESIDENTE.— Tiene la palabra el señor Daniel Estrada.

El señor ESTRADA PÉREZ (UPP).— Señor Presidente: En este momento en que la historia del Perú toca los formidables umbrales de nuestra conciencia, cada uno de los congresistas responderemos por ella luego, entiendo, de una profunda meditación.

En mi caso, desde ayer han venido a mi memoria los años en que, aún infantiles, salía a recorrer las calles de mi vieja ciudad, pidiendo que se respete el Protocolo de Río de Janeiro. Como yo, señor, cuantos miles o millones de personas han estado con el permanente pregón de defender, a toda costa, el Protocolo de Río de Janeiro. Llegamos hoy al momento en que nuestra peruanidad y nuestra resistencia se pone a prueba y si somos capaces o no de hacer cumplir el Protocolo de Río de Janeiro, a través de una propuesta que nos plantea el señor Presidente del Brasil. Y esta propuesta, señor, es clara y concreta. Más allá de definiciones o indefiniciones teóricas o académicas, lo que plantean los cuatro garantes al Perú y al Ecuador es hacerles una propuesta para aceptarla o no, para poner hitos definitivos que procuren conducir a estos dos pueblos por los caminos de la paz. Por tanto, señor, aquí no hay disyuntiva: o aprobamos lo que plantean los garantes o nos negamos a ello; y precisamente con ello también cerramos otra posibilidad para a su vez cerrar la vieja herida que lacera parte de la patria latinoamericana.

Señor, en estas meditaciones, como peruano de raíces hondas, han venido también a mi memoria las angustias o las penas profundas de Vallejo o las heridas que muestra José María Arguedas. También han venido a mi mente los mensajes esperanzadores de los peruanos que no solamente con su sangre sino con su pluma y su pensamiento nos han dado los caminos de peruanidad. Por tanto, es una decisión que compete a lo más profundo de nuestra conciencia peruana.

Aquí no hay, compatriotas del Congreso, posibilidad alguna de tomar una bandera o una banderilla político-partidaria. ¡Aquí está la política del Perú! ¡Está la política de la Patria Grande que soñaron desde Bolívar hasta Artigas o Martí! ¡Está también el gran venturoso camino que comenzando por Salvador Allende tuvieron otros y muchos visionarios de América Latina!

¡Pero qué contraste, señor, para nosotros, gente probada de oposición, tener que definirnos en este tema, ante un gobierno al cual no le tenemos confianza política! ¡Qué atroz, señor! ¡Qué ironía del destino! ¡Sin embargo, más allá de estas divergencias o discrepancias, está nuestra lucha por la paz! ¡Más allá del artículo escrito por el Canciller, está mi preocupación por la paz! ¡Por ello, señor, voy a votar por eso que es una conquista, por eso que es un anhelo, por eso que es un ferviente fruto no solamente de las sociedades sino de las multitudes: la conquista de la justicia a través de la paz! No digo que aquí haya guerra, señor. La paz que a su vez será la semilla de la prosperidad; la paz que a su vez será y hará fructificar nuestros mejores anhelos de unidad, de integración, de fe en Latinoamérica, se juega en este Parlamento y en el Parlamento del Ecuador.

Ayer dije que "la Patria no se vende". Puede ser que por distintos caminos lleguemos al mismo afán persecutorio de la paz. Puede ser que el Canciller y nosotros no tengamos los mismos puntos de partida. Pero tenemos que confluir en ese anchuroso mar, finalmente de ilusiones, que es la convivencia fraternal entre latinoamericanos. Yo no creo, señor, que los traficantes de armas, vengan de donde vengan, puedan seguir teniendo cabida en América Latina. ¡Yo quiero pensar, como que en efecto pienso, que la presencia de la MOMEP, que la paz a punta de bayonetas o de balas no es paz! Es una tregua. ¡Yo no quiero treguas! ¡Yo quiero vivir en paz con ecuatorianos y otros latinoamericanos! ¡Quiero que esas viejas conjunciones, como las labradas en la ciudad de donde yo vengo y en Cuenca o Quito, finalmente tengan el destino común con que soñaron nuestros predecesores!

Quiero, por tanto, reclamar que el derecho a la paz, el derecho social público por el que tenemos que luchar se haga efectivo y real en este Congreso. Debemos dar un voto de confianza no al Gobierno, que seguramente la mayoría se lo va a dar. Daremos un voto de confianza a cuatro países que ponen por en medio su prestigio, su tradición y sus propias consecuencias con la verdad.

Yo voy a votar a favor de ese pedido porque no tengo por qué dudar que los cuatro países garantes, como dijo ayer el Canciller de la República, van a poner ante nuestros ojos el 99.99% de los pareceres técnico-jurídicos. Eso será lo que tengan que traernos aquí. Porque de lo contrario, a través suyo, respetable Presidente, digo al señor Canciller de la República que nos sentiremos no solamente defraudados sino también traicionados. ¡Por tanto, el voto que se llevarán en mi caso está cargado de peruanidad profunda! ¡Pero también está cargado de moral, de limpieza, de esperanza, de fe en el Perú y en América Latina!

Yo quiero señalar también que creo en las instituciones del país. Yo no puedo ofender —por mucho que haya problemas de orden personal ni remotamente sugerir dudas— al Ejército, por ejemplo. Tengo a la vista un pronuciamiento del Ejército. No es deliberante pero ¡qué bien que se pronuncie! ¡No puedo dudar de la diplomacia del Perú como institución! Por el contrario, al escuchar ecos que vienen desde fuera, yo encuentro que la Cancillería peruana ha tenido un comportamiento ejemplar y ha puesto al Perú en la posición de hacer cumplir el Protocolo con argumentos jurídicos, históricos y políticos. ¡Por tanto, señor, que la diplomacia peruana reciba el testimonio de mi profunda admiración y mi gratitud por llegar a este momento! Que no se quiebre en este momento. En este momento, necesitamos el aliento vital de esos hombres que, realizados en la historia del Perú,
heredaron de los viejos y antiguos peruanos las formas de tratar y de conquistar a través de la ley o a través de su persuasión. Esperamos que esos hombres hoy más que nunca no se quiebren, y lleven la fe que tenemos muchos en el Perú.

Señor, que no haya vencedores ni vencidos. Que la paz que vamos a lograr sea el gran abrazo, que esperamos, entre todos los latinoamericanos, y que la cicatriz que la historia formó en la geografía de América se borre para siempre, y que cada uno siga hablando: "amo a mi Patria, no porque es grande; la amo porque es mía".

Votaré por el sí, señor Presidente.

El señor PRESIDENTE.— Tiene la palabra el señor Aldo Estrada.

El señor ESTRADA CHOQUE (UPP).— Señor Presidente: Hace tiempo que en este Congreso no se ha vuelto a dar un debate muy importante y, por supuesto, alejado de los intereses políticos y personales; por el contrario, está golpeando a nuestra conciencia. Para mí, señor, ha sido sumamente difícil, bastante conflictivo, tomar una decisión sobre este asunto. He recibido innumerables pronunciamientos de los Colegios de Abogados del Perú. Sin embargo, debo pronunciarme.

Ayer el señor Canciller ha expuesto los aspectos más interesantes sobre las conversaciones con el Ecuador. Ha absuelto algunas interrogantes. Sin embargo quiero decir que no ha logrado convencernos. Esto es cierto, señor. Yo como un hombre de leyes, puedo decir, sin temor a equivocarme, que nuestro país no puede delegar en terceros una decisión relacionada con su soberanía. El Congreso del Perú quedaría prácticamente de lado. Estaría resolviendo a ciegas una cuestión vital para entregar a terceros, me refiero a los garantes, la aplicación de un Tratado de dos países; y esto va contra el artículo 56º de la Carta Fundamental del Estado. Insisto, la decisión es histórica porque pone en juego la soberanía nacional.

Yo estuve muy entusiasmado en apoyar la resolución legislativa en debate, sin embargo las explicaciones que se han dado, los acontecimientos posteriores y estos pronunciamientos han hecho que haya cambiado de opinión, y como cualquiera puedo hacerlo.

La participación de los garantes debemos considerarla como un verdadero arbitraje. ¿Y el arbitraje qué significa en términos de derecho? Significa ceder, significa renunciar. En este caso, el Perú tiene que hacer aquello porque, simple y llanamente, el Ecuador no tiene nada que perder; nosotros, en cambio, sí.

Durante la explicación del Presidente del Ecuador a su pueblo dijo que luego de las conversaciones con nuestro Presidente habían llegado a un punto en el cual no estaban de acuerdo. ¿Cuál era ese punto? "Que la demarcación no podía ser por la Cordillera del Cóndor, y que había una oreja —se refería al Cenepa— que el Ecuador no estaría dispuesto a ceder". Entonces dijo claramente y ahí se habían estancando las conversaciones, y acudieron a esto que nosotros ahora venimos discutiendo: el arbitraje de los cuatro países garantes. Yo me pregunto, señor, ¿qué espera el Ecuador en este momento? ¡Espera que nosotros tengamos que renunciar a parte o a la totalidad de esa oreja o de ese territorio! ¿Esto es posible o no es posible?

Se dice que la resolución legislativa consigna el carácter vinculante de la decisión de los garantes a la integridad de los cinco puntos que se vienen trabajando: El Tratado de Navegación y Comercio, el de Integración Fronteriza y Demarcación y otros más que no conocemos. Estos instrumentos deben ser debatidos y aprobados previamente en el Congreso. No podemos ceder y menos permitir que se forme un paquete de instrumentos, a manera de todo un tratado, para que sea objeto de decisión de los países garantes.

En el proyecto de resolución legislativa no se hace referencia a la condición eminentemente jurídica de la mediación de los garantes, si consideramos que ésta no puede tener carácter político, mucho menos equitativo.

Ha dicho el señor Canciller que todo se resolverá de acuerdo al Protocolo y a los documentos que por supuesto existen y son complementarios. Sin embargo, lo que anoche hemos escuchado no nos lleva precisamente por ese camino.

El pueblo peruano por lo menos debe ser informado y, mejor aún, consultado. No podemos ignorar al pueblo, como se pretende, por el afán protagónico de solucionar una situación que desde hace más de cincuenta años nos preocupa tremendamente. Tampoco podemos obviar compromisos, los mismos que el Gobierno, con mayor razón, y nosotros estamos obligados a cumplir.

El tiempo para conseguir nuestra respuesta es mínimo. Sobre todo cuando el contenido de las conversaciones entre las comisiones y entre los mandatarios se ha mantenido en la más absoluta reserva, y en sólo cuarenta y ocho horas se pretende informarnos de aquello que ha durado más de tres años.

Comprendo que la paz es necesaria; la esperamos; es una exigencia; hay muchas vidas perdidas y también hay subdesarrollo que no se ha podido superar. Sin embargo, hay un territorio, hay un dominio que es de los peruanos muertos y de los peruanos vivos; territorio que no es del Presidente de la República, que no es del Canciller, mucho menos del Congreso.

Víctor Andrés Belaunde ha dicho que "la Patria es el amor de las tumbas y de las cunas". El amor de las tumbas es el amor a la tierra, herencia de los hombres que en ella yacen. Es una especie de legado que tenemos la obligación de conservarlo, de defenderlo y honrarlo en todas partes y en todas las horas. El amor a las cunas da a la Patria un sentimiento de proyección hacia el porvenir; el presente es apenas un puente que se renueva constantemente entre el ayer y el mañana. Y ahí precisamente se inscriben nuestras victorias, ahí están nuestros fracasos, ahí están nuestras esperanzas; y por qué no decirlo también están nuestras frustraciones.

Hay una profunda aspiración de los peruanos, y se inscribe también ahí la necesidad de defender la soberanía como parte integrante de nuestro suelo, del territorio que cobija a la gran familia espiritual que se llama Nación, y que hace unos minutos hacía referencia Ferrero.

Yo tengo la convicción de que gane quien gane, la mayoría o nosotros, no vamos a incriminarnos nada; en todo caso habrá ganado la democracia; será el voto de nuestras conciencias; y no habrá canibalismo, mucho menos aprovechamiento político.

Por esas consideraciones, mi voto es porque no se apruebe el proyecto de resolución legislativa en debate. En un momento, ya lo dije, yo fui partidario de apoyar esa propuesta; pero la ruda y cruel realidad y, sobre todo, la sinceridad de mi conciencia me han llevado a dejar de lado esa opción y a decir "no a dicha aprobación".

Gracias.

El señor PRESIDENTE.— Tiene la palabra la señora María Ofelia Cerro.

La señora CERRO MORAL (UPP).— Señor Presidente: Cedo mi turno al señor Pease García.

El señor PRESIDENTE.— La mencioné, señora Cerro, porque a usted le correspondía intervenir. Sin embargo, puede hacer uso de la palabra el señor Pease.

El señor PEASE GARCÍA (UPP).— Presidente: Llegó la hora de decidir, y el Gobierno nos ha puesto ante una opción maniquea: o entregamos la decisión en materia demarcatoria y no demarcatoria a los garantes; o vamos a la guerra. Yo no estoy de acuerdo con esta opción. Pero además si ésta fuera la única alternativa, la responsabilidad de habernos conducido a ella sería del Gobierno, y tendría que asumirla aquí el Premier.

Yo creo que hay otras alternativas, y durante más de cincuenta años el Protocolo ha sido justamente una manera de evitar la guerra, incluso después de varios conflictos.

Me cuesta mucho enfrentar esta disyuntiva, porque soy hombre de paz, porque, en la guerra interna y externa, he dado muestras no solamente de mi vocación de paz sino también de mi disposición de sacar la cara cada vez que sea necesario. Sin embargo, concuerdo con lo que ha dicho muy bien Beatriz Merino: una cosa es ser pacífico y otra cosa es ser pacifista.

Los derechos justifican la paz. La paz es obra de la justicia; y en este caso el derecho se refiere a lo demarcatorio. Pero ésta no es la única dimensión del
derecho de los pueblos: En nuestros pueblos hay elementos importantes de los derechos que no podemos dejar de tener en cuenta: en el comercio, en las oportunidades, en el derecho político de ser informado y de participar en procedimientos ratificatorios. Lo que ha dicho Carlos Ferrero en materia de soberanía popular lo comparto, y el Congreso tiene que tenerlo en cuenta.

Abdican del deber constitucional de aprobar tratados. Lo primero que tengo que afirmar con preocupación es que con la propuesta en debate al Congreso se le está invitando a abdicar en términos reales de la función constitucional de ratificar tratados. Jurídicamente se van a cumplir las cosas. En el nivel formal, la resolución propuesta asegura, y ustedes ofrecen, que traerán acá los tratados. Pero cuando vengan esos tratados, no se podrá modificar ni una coma sin mandar todo el paquete al tacho. Es un error discutir por partes lo que tendrá solución global.

Aquí no hay una cuestión marginal sino central: el rol constitucional del Congreso, y por eso es "a posteriori". Ese rol es central incluso para la estabilidad política. Si tras la firma de un tratado se produce una conmoción, una demanda popular muy fuerte, el Congreso corregirá al Ejecutivo y se negociará otro tratado. Ésa es la razón por la cual no está bien que este Congreso asuma ahora esta función y deje para un requisito meramente formal la tarea posterior. Esto quizás a ustedes no les preocupe, colegas de la mayoría, porque muchas veces han actuado así. Han convertido en trámite estrictamente formal lo que es una cuestión de fondo. Pero para el país es importante y también para el sistema democrático; y aquí quiero decir que hay otra cuestión que queda al margen.

Impiden que la ciudadanía participe en la decisión. El Congreso se está negando a escuchar a la ciudadanía antes de decidir, por este apresuramiento; y luego convierte en formalidad la ratificación. ¡Por tanto, estamos sustituyendo a nuestros representados, y esto es un error! Yo no digo que los representados tomen la decisión, no digo que se tome por referéndum; pero si aplicamos el mecanismo constitucional, el pueblo sí participaría porque primero actuaría el Ejecutivo y luego de un tiempo lo ratificaría el Parlamento. Ese mecanismo, en este caso, ustedes lo están negando. No van a poder corregir ni una coma del tratado sin tirar, otra vez, todo a fojas cero. Creo que éste es un problema muy grave.

Arbitraje con margen de discrecionalidad en manos de los Garantes. Yo creo que se ha avanzado mucho. Estamos mucho más cerca de la paz. Y es un error negarse totalmente a encontrar otros caminos. Larga discusión ha habido sobre el arbitraje. Al final, si un animal camina como pato, funciona como pato y tiene plumas, es un pato, aunque quiera llamarse pollo. El problema de fondo es que aquí terceros toman la decisión, ésta es inapelable y luego tenemos que cumplirla. He hecho preguntas sobre el margen de discrecionalidad; creo que ese margen es grande. Es más estrecho, sí, en materia demarcatoria porque los garantes tienen que sujetarse a derecho, ¡pero toda resolución, incluso la de los jueces —y éstos no van a ser jueces sino políticos— tiene algún margen de discrecionalidad! Yo me pregunto, incluso, por los pareceres. Conversaba hace un momento con el doctor Torres y Torres Lara sobre el "Caso del área famosa de Teniente Ortiz". Ayer se hizo un cuestionamiento, y el Canciller no ha respondido. Con las conclusiones vistas en cinco minutos, no podemos decir que esos pareceres corresponden con los límites que defendemos, porque no los hemos estudiado. ¿Hacemos acto de fe de que corresponden? ¿Para eso es el Congreso?

¿Y Tiwinza? Yo creo que la discrecionalidad puede variar tanto por los contenidos de los pareceres, que solamente revisamos marginalmente, como por la decisión de los árbitros. Pero hay otras dimensiones de la discrecionalidad: ¿Qué pasa si nos encontramos con una Tiwinza formalmente peruana pero tiene un monumento o una propiedad privada del Ecuador, como el Chinchorro, prácticamente todo el escenario donde murieron nuestros héroes y también los ecuatorianos? ¿Y qué pasa si allí vemos izada una bandera ecuatoriana? Porque también en las casas particulares puede izarse la bandera de la nación de quien tiene esa propiedad privada. ¿Qué pasa además, en otra dimensión de la discrecionalidad, si el pueblo del Oriente desconoce los tratados? Yo tengo observaciones de lo que he leído, a pesar de hacerlo con dificultades y con la ayuda de los bifocales porque estaba a distancia.

Señor Presidente, eso también es importante. Tengo la convicción de que aquellos que proponen esta
decisión tienen más elementos que aquí no se han dado, y tengo la seguridad de que mi obligación es decir las convicciones a las que he llegado.

Es obvio, señor Presidente, que yo voto en contra de esta resolución. Para mí es una decisión difícil porque confío en la calidad profesional y moral del Canciller. Yo no comparto agravios. Incluso quiero decir que es explicable el artículo que ha publicado, aunque no estoy de acuerdo con ese artículo. Es que hay una diferencia entre el mundo académico y el mundo político. En lo académico estamos en el reino de la libertad, donde hay que ser osado y decir todo lo necesario para ayudar a pensar. En lo político, estamos en el reino de la responsabilidad, y las consecuencias de lo que decimos es otra.

Por tanto, mantengo la confianza en la calidad moral del Canciller. Pero, al mismo tiempo, tengo gran confianza en los mismos méritos del ex Canciller Ferrero; y su renuncia a mí me ha conmovido. Y no tengo explicaciones, y no me contestan cuando las pido; y me interesan ahora, no me interesan después de esta resolución. Porque tengo que tomar una decisión responsablemente. Yo soy responsable y cada uno de ustedes también de la decisión que tomamos, en los términos en que la tomamos y con el nivel de información que la tomamos. Acá no tenemos, señor Presidente, esos elementos.

No me han convencido. Digo esto a pesar de que pienso que sólo la confianza en las personas nos debe llevar a tomar una decisión; las decisiones tienen que tener elementos más objetivos. Y aquí concluyo. Las respuestas del Canciller no me han convencido. No me ha convencido de que, primero, no hay arbitraje o de que no se trata de una decisión inapelable, tomada por terceros; segundo, de que hay la seguridad total de que se respetarán nuestras fronteras; las reales, no las que interpreten los terceros; tercero, de que las compensaciones, que se proponen, serán aceptables por mí, como parte de una Nación que ni odió, ni invadió, ni se apropió un milímetro cuadrado alguno del Ecuador; cuarto, estoy convencido de que el Congreso abdica de su función de aprobar tratados en términos reales, aunque haya una sesión que debata el asunto y resuelva ratificar el tratado; y quinto, tampoco estoy convencido de que el Congreso por actuar precipitadamente no atenta contra la participación ciudadana.

La historia del Perú tiene muchos agravios en materia de límites. Aprendí desde niño a considerarlos sagrados. Pero los límites y las fronteras tienen que verse en forma mucho más viva. A mí me preocupa cuando el pueblo del Oriente protesta porque este Congreso y este Gobierno han hecho que ese pueblo se sienta maltratado, marginado y no escuchado. Y a mí me preocupa que no se dialoga con ese pueblo, y que a ese pueblo se le imponga un Tratado de Comercio y Navegación, sin que pueda decir ni pío porque lo desconoce.

Para terminar, quiero decirles que les vaya bien. Quiero pedir a Dios, en quien creo, que yo no tenga la razón; que mi voto sea así por ser excesivamente suspicaz. Quisiera que yo no tenga la razón porque quiero la paz y, además, porque quiero una solución justa. Pero si ésta no fuera justa, la responsabilidad está en una equivocada manera de tomar decisiones, en una equivocada manera de ver la democracia, como si fuera un problema sólo de elites, y en el tremendo error de no respetar la historia con los mandatos que nos pone en materia de límites y en materia de relaciones con nuestros vecinos. Lo digo con la mayor amistad hacia el Ecuador y los ecuatorianos.

El señor PRESIDENTE.— Tiene la palabra el señor Lastenio Morales.

El señor MORALES COSTA (PAP).— Señor Presidente: Nuevamente mi saludo a los señores Ministros presentes.

Quiero reiterar lo que manifesté ayer, pero no voy a repetir los argumentos vertidos. Con sentido patriótico y con responsabilidad, en esta hora histórica que debemos decidir por la paz, yo deseo dejar constancia de lo siguiente:

Primero, este gobierno, que no ha dudado en violar las buenas maneras de la democracia, nos ha conducido a que tomemos una decisión en este momento, en nombre de los pueblos del Perú. Pero no nos ha permitido participar en todo el proceso previo; nos ha negado la información sobre las materias que directamente atañen a los intereses de la República, a su soberanía y a su integridad territorial. De las preguntas formuladas ayer, en mi concepto, hay muchas que han quedado sin respuesta.

Segundo, después de tantos años de incertidumbre y de dudas tenemos que emitir un voto basados y confiados en las observaciones y afirmaciones del Canciller. Tengo fe y confianza en lo que ha manifestado. He tomado nota del apoyo y respaldo que ofrecen los institutos armados a la propuesta del Ejecutivo. Quiero decir que renuevo mi fe en que las nuevas autoridades institucionales estén compenetradas realmente en su verdadera responsabilidad y que estén alejados de los actos de gobierno. Mi decisión responde también a los deseos de paz de la mayoría de los peruanos y también de los países de América que están atentos a nuestras decisiones en favor de la paz; la que contribuirá seguramente a nuestra integración económica, política y social.

Tercero, convencido de que nuestro voto contribuirá a eliminar tensiones permanentes y a cimentar la paz con desarrollo, propongo que con su advenimiento destinemos nuestros recursos al desarrollo de nuestra amazonía y de nuestras fronteras; recursos que han estado orientados a la guerra. En ese sentido, señor Primer Ministro, usted tiene una función que cumplir, la misma que le ha encomendado el Gobierno. Tengo también confianza de que se sacarán conclusiones importantes a favor de los pueblos olvidados. Propongo, asimismo, que se inicie un proceso gradual de desarmamentismo en los países de esta región, con el fin de destinar los recursos a la erradicación del hambre y la pobreza, porque tenemos que preocuparnos de los territorios y también de las personas.

Cuarto, propongo que nuestro Gobierno pida ante las Naciones Unidas que todos los países del mundo utilicen solamente el uno por ciento de los recursos destinados al armamentismo y a la guerra para dedicarlo a incrementar los fondos destinados a la eliminación del hambre y la pobreza en el mundo.

Finalmente, basado en la convicción de que ésta es la mejor manera de contribuir a la paz y basado en la certeza de que habrá un mejor destino para el Perú en el nuevo milenio, mi voto patriótico y de conciencia es a favor de la aprobación de la resolución legislativa que se discute, sin más dilaciones, porque la guerra y la paz tienen su tiempo, y el tiempo de la paz y el desarrollo es ahora.

Gracias.

El señor PRESIDENTE.— Tiene la palabra la señora Susana Díaz.

La señora DÍAZ DÍAZ (I).— Señor Presidente: Expreso mis fraternos saludos a los Ministros presentes.

Sin lugar a dudas, hoy estamos convocados a este plenario para tratar un tema de gran relevancia para la historia de nuestro país. Nuestra Patria exige la paz como aspecto esencial para su desarrollo integral. Como Congreso, nuestra responsabilidad es asumir decisiones que hagan viable la solución del problema que se ha prolongado por más de cincuenta y ocho años, lo que ha dado lugar a lamentables conflictos armados entre nuestro país y el Ecuador, así como una cantidad considerable de pérdida de vidas humanas de jóvenes peruanos.

Como es de conocimiento, los jefes de los Estados garantes han propuesto los procedimientos para la solución de los puntos en desacuerdo que tanto el Perú como el Ecuador no han logrado solucionarlos en forma directa.

Quiero resumir los aspectos positivos y negativos de la propuesta de los garantes.

Los aspectos positivos son los siguientes: Existe la garantía de que no se actuará a espaldas del Legislativo; existirá un plazo perentorio y corto para que los garantes emitan su opinión; la participación de los garantes podría permitir la superación de obstáculos; el texto del Tratado de Comercio y Navegación no implica cesión de soberanía; el procedimiento que solicitan los garantes para terminar con la demarcación de la frontera, se enmarca dentro del Protocolo de Río de Janeiro, el Fallo de Braz Días de Aguiar y los pareceres técnico-jurídicos; no es un cheque en blanco porque no cabe posibilidad de que los garantes se aparten del Protocolo de Río de Janeiro; no cabe ningún tipo de canje ni cesión territorial; el desarrollo y progreso de los pueblos se logra con la paz; y el Perú tiene en sus manos la posibilidad de poner punto final al conflicto fronterizo que ha durado más de cincuenta años.

Los aspectos negativos son los siguientes: No se conoce totalmente los informes para que el Congreso emita
un informe adecuado; no hay un tiempo suficiente para que los congresistas se informen adecuadamente a favor de nuestra soberanía; se debe ver el tema con paciencia; La participación de los garantes vendría a ser un arbitraje; el tema de la fijación de frontera y de comercio y navegación deben someterse a un referéndum; los garantes podrían apartarse del Protocolo de Río de Janeiro y realizar planteamientos que impliquen concesiones complementarias para el Ecuador; la decisión de los países garantes podría tener efectos vinculantes.

Señor Presidente, la solución de las discrepancias o superación de las dificultades en el tema de la fijación de la frontera será siempre conforme y dentro del marco del Protocolo de Río de Janeiro, al Laudo del árbitro Braz Dias de Aguiar y demás instrumentos complementarios. Así, señor Presidente, lo han manifestado los representantes de los Estados de los países garantes y así se ha planteado en el proyecto de resolución legislativa; y es el caso, además, que los instrumentos que resulten de la propuesta de los garantes, van a requerir necesariamente aprobación del Congreso.

Merece destacarse que los acuerdos a que se lleguen no implicarán cesión de soberanía ni cesión territorial. En este sentido, la propuesta de los países garantes sobre las negociaciones demarcatorias que lleva adelante Ecuador y Perú no es un cheque en blanco, porque no cabe la posibilidad de que los garantes se aparten del texto del Protocolo de Río de Janeiro.

Por estos fundamentos, señor Presidente, confío en que la aprobación por parte del Congreso del procedimiento planteado por los países garantes, y presentado por el Poder Ejecutivo, será beneficiosa para nuestra Patria. Por ello, brindo mi respaldo a los lineamientos que se adopten para erradicar definitivamente los conflictos armados y por ende evitar más muertes de jóvenes peruanos.

Muchas gracias.

El señor PRESIDENTE.— Tiene la palabra el señor César Larrabure.

El señor LARRABURE GÁLVEZ (C90-NM).— Señor Presidente: No sólo pretendo reflexionar sobre la realidad en la cual nos encontramos sino, además, recordar lo que ha sucedido en los últimos años. Recuerdo claramente que una madre lloró por su hijo caído en batalla; recuerdo también a los huérfanos, a las viudas y toda la juventud que ya no está aquí porque dio lo más preciado que tenía: su vida. No podemos pensar irresponsablemente que son parte del pasado. No podemos seguir con los odios y los rencores, que los mataron. Ha llegado la hora de hacerles un homenaje, ha llegado la hora de unirnos en un solo esfuerzo y encaminarnos hacia la paz. Es tiempo, señor Presidente, de dar el paso definitivo. Despojémonos de los viejos traumas y busquemos la integración y el desarrollo. Es el momento de ser valientes e íntegros, es el momento de ser conscientes y consecuentes.

Con nuestro pueblo, asumamos el reto que significa construir la paz, señor Presidente. ¿Por qué se pretende bloquear cualquier alternativa de solución, ahora que estamos tan cerca de culminar la demarcación definitiva del tramo pendiente de la frontera con el Ecuador? Lo que sucede es que nos volvemos a enfrentar como siempre, por los intereses mezquinos y oportunistas de algunos demagogos y de aquellos que sólo desean estar políticamente vigente a costa de continuar con un conflicto centenario que tanto daño ha hecho a la nación peruana y, también, a la ecuatoriana.

Ya no estamos para hacer actos y discursos demagógicos y efectistas. El desarrollo pacífico debe y tiene que imponerse al anclaje conflictivo en el cual ambos países han vivido. Para superar esto, nos hemos reunido en este foro.

Es absolutamente falso, señor Presidente, que la propuesta alcanzada por los garantes sea un "cheque en blanco", como falso es que se esté atentando contra lo ya resuelto y avanzado hasta la fecha. Lo concreto es que Ecuador en la actualidad ha aceptado la validez del Protocolo de Río de Janeiro, y dentro de ese alcance actúan los garantes. Ecuador ha entendido y ha aceptado el cierre de la demarcación fronteriza y lineal, hecho por Braz Dias de Aguiar. Ecuador ha aceptado que los Pareceres Jurídico-Técnicos, emitido por los garantes, nos da la razón. Ecuador ha aceptado y ha entendido que no puede tener acceso soberano al Amazonas.

La realidad es una sola, señor Presidente. Existe una propuesta para salir adelante. ¿Acaso alguno de los que se oponen a ella ha formulado una contrapropuesta, que no sea la misma que tenemos hace más de sesenta años, o una alternativa de solución? No lo han hecho. Sólo se han limitado a bloquear la paz, porque piensan que con ello seguirán logrando la notoriedad política bajo el argumento de un patriotismo que nunca han sentido.

Señor Presidente: Para terminar, quiero decir que debemos superar los anclajes y las posiciones que impiden la paz. Apostemos por el desarrollo y la unidad e integración latinoamericana. Esa paz la tendremos gracias al país, a nuestros héroes caídos en batalla, a nuestras Fuerzas Armadas, a nuestra diplomacia y a nuestros hijos que han caído en batalla. Tomemos la iniciativa de salvar a nuestros pueblos, porque para ello nos han elegido. Debemos actuar y hacer historia. Es el momento de dejar atrás el pasado. Es el momento de olvidar rencores. Es el momento de ser conscientes. Es el momento de ser valientes. Es el momento de amar al país.

Por eso, señor Presidente, yo voy a votar, en forma patriótica, a favor de la propuesta en debate. Voy a votar a favor porque creo que tenemos que olvidarnos de las viejas lacras que nos han separado a los dos países durante tantos años. Por la memoria de nuestros héroes, de Bolognesi, de Quiñones; por la sangre de Miguel Grau, de Alfonso Ugarte, por la sangre de ellos, que la llevo yo, señor Presidente, por ser chozno de Hipólito Unanue, voy a votar a favor. Votar por la paz es votar por la vida y por nuestro país.

Gracias.

El señor PRESIDENTE.— Tiene la palabra el señor Figueroa.

El señor FIGUEROA VIZCARRA (C90-NM).— Señor Presidente: Mi saludo al Canciller y a los Ministros presentes.

La Patria es definida como la tierra a la que nos sentimos ligados como seres humanos por vínculos jurídicos, históricos y afectivos. La Patria es también la fuente de aquel sentimiento profundo al que llamamos patriotismo. El patriotismo, al igual que la libertad, exige actuar con responsabilidad. Somos patriotas y por la Patria estamos dispuestos a dar la vida.

Sin embargo, también somos parte de una comunidad de naciones, de países, cuyos ciudadanos, seres humanos como nosotros, sienten la tierra que los vio nacer tal como nosotros la sentimos en nuestro país en el gozo y en el sufrimiento; no obstante, así siempre la amamos. Peruanos y ecuatorianos tenemos nuestros puntos de vista. Son distintos y los defendemos como patriotas.

Se nos presenta una inmejorable oportunidad de sacudirnos del fantasma de la guerra y marchar juntos hacia un destino común. En ello nos acompañan los países garantes quienes, gracias a un fino trabajo diplomático, basado en razones y no en pasiones, han asumido su rol de fuerza ejecutora de un instrumento jurídico perfecto.

No se está proponiendo un arbitraje. Puede parecer arbitraje pero no lo es. La fórmula propuesta no es la del sometimiento de un litigio a la decisión de un juez, sino la ejecución de una resolución firme, lo que en derecho procesal se denomina "ejecución de sentencia", lo que es, a su vez, un aspecto final y accesorio a un proceso principal ya cerrado mediante una sentencia inconmovible. Se busca que en forma definitiva se ejecute un fallo y se cumpla un contrato. Ésta es la figura. Repito: No se trata de un arbitraje porque éste ya se hizo y se concluyó. Se trata de la ejecución de un tratado y de un laudo ya existente, mediante la intervención de los países garantes, conforme a lo establecido en la cláusula 7º del Protocolo de Río de Janeiro. Señor Presidente, entonces ¿cuáles son las razones que nos deben hacer confiar en el procedimiento que se propone?

En primer lugar, la guerra es una posibilidad real, y la guerra significa enormes gastos en armamento y trabajo logístico y, sobre todo, la pérdida de vidas humanas.

En segundo lugar, la fórmula que propondrán los garantes se ha de circunscribir al marco estricto del Protocolo de Río de Janeiro. Lo dicen los mismos garantes; lo ha confirmado aquí el señor Canciller, y las Fuerzas Armadas de nuestro país se han pronunciado al respecto.

En tercer lugar, el derecho está de nuestro lado y ésta es una buena razón para confiar. Otra razón es la existencia de los pareceres técnico-jurídicos de los garantes, que consolidan la posición sostenida por el Perú a lo largo de todo el proceso de negociaciones.

En cuarto lugar, en el Ecuador hay una fuerte y, me atrevo a asegurar, mayoritaria corriente de opinión pública en favor de la aprobación del procedimiento propuesto por los países garantes. Ayer leía la prensa ecuatoriana, y con satisfacción he podido comprobar que sus editorialistas coinciden en ese sentido; las instituciones y organizaciones de la sociedad civil de nuestro vecino país del norte también apoyan el procedimiento. Se mantiene en las puertas del Congreso del Ecuador una vigilia musical por la paz e ilustres ciudadanos ecuatorianos; ahí encontramos a los ex Presidentes Sixto Durán Ballén y Oswaldo Hurtado quienes han suscrito una emotiva carta por la paz. Hay pues, señor Presidente, un clima favorable. Ahora más que nunca la paz es posible y llega con vocación de permanencia, para quedarse siempre en nuestros países, y que señala una ruta de amistad y de cooperación común.

Nuestro Canciller y el Presidente de la República han dicho en forma enfática que no habrá cesión de territorio; ni un centímetro de nuestro territorio pasará a la jurisdicción ecuatoriana. Lo que sí haremos es cumplir, en todos sus extremos, el Protocolo de Río de Janeiro; se facilitará al Ecuador la libre navegación por el Amazonas y al efecto se aprobará un Tratado de Comercio y Navegación. Ya lo ha dicho el Canciller, las facilidades que se otorguen no admitirán sino la presencia de empresas privadas ecuatorianas registradas en el Perú.

¿Y qué dice, señor Presidente, nuestro sentimiento patriótico? ¿Por qué debemos guiarnos por él?

El señor PRESIDENTE.— Tiene un minuto para concluir, señor Figueroa.

El señor FIGUEROA VIZCARRA (C90-NM).— Sí, señor Presidente.

Compatriotas nuestros: Tres son, en síntesis, nuestras razones para confiar y aprobar el proyecto de resolución legislativa que ha enviado el Gobierno: en primer lugar, nuestra necesidad de paz y desarrollo; en segundo lugar, la razón jurídica que está de nuestro lado; y en tercer lugar, las condiciones favorables para componer toda controversia subsistente.

Por eso, señor Presidente, y porque el Perú y el Ecuador se lo merecen, voy a votar por la paz y por el pedido del Gobierno.

Muchas gracias.

El señor PRESIDENTE.— Tiene la palabra el señor Revilla Jurado.

El señor REVILLA JURADO (C90-NM).— Señor Presidente: Los pueblos escriben su historia; pero los hombres, que saben interpretar sus anhelos, sus esperanzas, su psicología, son sus verdaderos líderes. Para el Perú y para el Ecuador precisamente ha llegado el momento histórico de tomar una decisión muy importante, gracias a que las esperanzas de paz de ambos países están bien interpretadas por sus dirigentes, en este caso por los mandatarios del Perú y del Ecuador.

Señor Presidente, la razón por la cual cada uno de los representantes del pueblo tienen que emitir su voto patriótico y de conciencia es que en el Perú y en el pueblo del Ecuador hay demasiada pobreza, extrema pobreza y falta de educación. Por lo tanto, indudablemente una de las causas que ha originado esta situación es el gasto de ingentes cantidades de dólares, millones de dólares, en la compra de armamentos sofisticados, en armamentos para la muerte.

Por esta razón, por la historia y por los pueblos del Perú mi voto es, con fervor patriótico, por la solución de este problema. Felicito a los países garantes y a la comunidad internacional por el deseo de paz a los pueblos del Perú y del Ecuador.

Muchas gracias.

El señor PRESIDENTE.— Tiene la palabra la señorita María Jesús Espinoza.

La señorita ESPINOZA MATOS (C90-NM).— Señor Presidente: Por su intermedio saludo la presencia de los señores Ministros.

Debo empezar diciendo, Presidente, que hay momentos en la historia que son decisivos en el destino de los pueblos. Son momentos en que los protagonistas, las autoridades, los representantes y el pueblo mismo deben tomar una decisión dentro de una complejidad de elementos que confunden y hacen difícil una decisión que compromete al país.

Entiendo el recelo de algunos parlamentarios y su desconfianza en los garantes. Pero más entiendo la amenaza permanente de una guerra cruenta cuyas consecuencias serían impredecibles en el desarrollo histórico-social de los pueblos del Perú y del Ecuador. En la toma de decisiones para aprobar el procedimiento que permite resolver pacíficamente un conflicto que data más de medio siglo, y pensando en la Patria del pasado, del presente y del futuro, votaré a favor.

La búsqueda del sosiego, de la armonía, de la tranquilidad y por la seguridad que necesitan los Estados en contraposición a la guerra o a la turbulencia; es decir, la búsqueda de la paz, siempre es difícil. Su camino está sembrado de dudas y de expectativas, de incertidumbres y de recelos. No es nada fácil lograr la paz, más aún, cuando se trata de la soberanía del país.

La paz exige una inmensa sensibilidad humana para buscarla y hacerla realidad; exige racionalidad y entrega de quienes tienen la altísima responsabilidad de llevarla a cabo. Nunca habrá paz permanente si ésta es producto de la imposición de un vencedor de la guerra sobre un vencido, en medio de heridas de muerte y de heridas incurables del corazón, de resentimiento y de angustia. Ésta es una clase de paz eventual que en cualquier momento se quiebra, bajo el tambor de la guerra que reaparece con nuevos bríos.

Señor, queremos la paz fruto del diálogo y del entendimiento entre las partes. Queremos una paz duradera para que nuestros pueblos tengan la plena seguridad de que sus esfuerzos, sus bienes, sus recursos y sus planes de desarrollo sean respetados. Hoy es una oportunidad histórica que no debemos dejarla pasar. Por la memoria de los fundadores de nuestra Nación; por quienes desde el altar de la historia forjaron la Patria grande en el crisol de las luchas; por nuestros hijos y por nuestros nietos; es decir, por el porvenir, no vacilemos en tomar una decisión histórica. Habiendo paz, tranquilidad y alegría puede haber posibilidades de progreso y bienestar social que todos aspiramos. La decisión que hoy tomamos es una decisión de conciencia, de compromiso y de identificación con la Patria que nos duele y con la Patria que amamos.

Hoy, a puertas del siglo XXI, tenemos la oportunidad de votar por una de estas dos alternativas: o por el progreso o por el retraso del país; y serán las futuras generaciones quienes nos juzgarán. Yo estoy por el progreso y por el desarrollo del país.

Señor, antes de concluir quiero citar la oración que San Francisco nos enseñó: "Oh, Señor. Haz de mí un instrumento de paz. Donde haya odio, ponga amor. Donde haya ofensa, ponga perdón. Donde haya discordia, ponga unión. Donde haya error, ponga verdad. Donde haya duda, ponga fe. Donde haya desesperación, esperanza. Donde haya tinieblas, vuestra luz. Donde haya tristeza, vuestra alegría". "Oh Maestro: Haced que no busque tanto el ser consolado como el consolar, ser comprendido como comprender, ser amado como amar, porque dando se recibe, olvidando se encuentra, perdonando se es perdonado y muriendo se resucita en la vida eterna".

Gracias.

El señor PRESIDENTE.— Tiene la palabra el señor Carlos León Trelles.

El señor LEÓN TRELLES (C90-NM).— Señor Presidente: Por su intermedio, saludo al Premier, ingeniero Pandolfi; al Ministro de Defensa, General Salazar, y al Ministro de Relaciones Exteriores, doctor Fernando de Trazegnies. Los felicito porque están tomando con mucha responsabilidad y valentía lo que para otros gobiernos era un tabú: están viendo el problema a fondo con el Ecuador para tener una paz duradera.

Señor Presidente, agradezco, como piurano, por darme la oportunidad de dirigirme al pueblo que me eligió como representante nacional en el Parlamento; me dirijo al pueblo campesino, especialmente de Piura, departamento fronterizo con el Ecuador. Yo no soy abogado sino ingeniero agrónomo. Pero sé que los instrumentos y fundamentos jurídicos ampliamente
expuestos por el señor Canciller concluyen en que son favorables, y que ha quedado claramente establecido que no se va a ceder ni una pizca de tierra peruana.

Ambos Presidentes, tanto del Perú como del Ecuador, han pedido a los países garantes que termine el problema de la guerra latente y llegue la paz definitiva. El Presidente Alberto Fujimori viene trabajando en este proceso desde que fue electo en el año 1990 y tiene el deber y la obligación moral e histórica de concluirlo.

Fue el primer Presidente peruano en visitar el Ecuador en 1992, después del conflicto de 1941. Se dirigió al pueblo ecuatoriano desde el Parlamento y dijo que ya era hora de cambiar los tanques por tractores, las balas por semilla, y de dejar de gastar dinero en armamento. Somos países pobres y ese dinero se debe invertir en el desarrollo que nuestros pueblos lo necesitan.

Nuestra frontera norte y la frontera sur del Ecuador se verán beneficiados con la disponibilidad de tres mil millones de dólares que ofrece la comunidad internacional con préstamos y donaciones. Esperamos que este dinero no se invierta en Quito y en Lima sino en las fronteras. Así se podrán desarrollar proyectos binacionales como el proyecto Puyango-Tumbes que ampliará y regularizará la frontera agrícola en más de cincuenta mil hectáreas para el Perú e igual área para el Ecuador. Se podrá terminar, creo yo, la carretera bioceánica que empieza en Paita (Océano Pacífico) y termina en Puerto Belén (Océano Atlántico). En nuestro país, en la provincia de Ayabaca, fronteriza con el Ecuador, se podrá desarrollar el proyecto Anchalay el que ampliará la frontera agrícola más o menos con una extensión de seis mil hectáreas. También se podrá desarrollar los complejos mineros de Bayóvar, donde tenemos un puerto, quizá el puerto de mayor calado del país, que servirá para que acoden los barcos que en el futuro serán los transportistas de los chips de madera que pronto saldrán al mercado. También se podrá desarrollar el complejo minero de Tambo Grande, zona de extrema pobreza del Perú que necesita estas inversiones. También, estoy seguro, que habrá un gran intercambio comercial: compra y venta de productos agropecuarios y otra actividad de interés común.

Hace pocos días asistieron a la feria de Loja, provincia fronteriza de Ecuador, autoridades y empresarios de Piura. Nos han devuelto la visita, en esta oportunidad, para la feria de la semana de Piura. Llegaron el Presidente de la Cámara de Comercio, el Prefecto y la Reina de Loja. También vinieron empresarios e inclusive un amigo diputado del Ecuador. Nos reunimos próximamente el 4 de setiembre para formar la Cámara Binacional Peruano Ecuatoriana. Esto ha sido una demostración de paz, amistad y ganas de trabajar que caracterizan a los pueblos vecinos de la frontera y que construyen el progreso y desarrollo de ambos países.

Por todo ello, señor Presidente, estoy consciente y convencido de que ha llegado el momento de promover la solución definitiva en la frontera norte. Voy a votar a favor del proyecto de resolución en debate.

Muchas gracias.

El señor PRESIDENTE.— Tiene la palabra el señor Vito Aliaga.

El señor ALIAGA ARAUJO (C90-NM).— Señor Presidente: Hechar la culpa al Gobierno es el paradigma fundamental del que busca siempre culpables. Encarar el proceso no basta para mejorar; sólo se está poniendo un vendaje en la herida sin colocar el hueso en su sitio; porque para mejorar el sistema en el ámbito nacional, tiene que mejorar fundamentalmente el pensamiento de los que lo formulan. Por eso hay un dicho que dice: "Si continúas haciendo lo que siempre has hecho, seguirás recibiendo lo que siempre has recibido".

Señor Presidente, yo preferiría que nos critiquen por intentar resolver el problema, pero que no nos culpen por incapaces. Han pasado más de cincuenta años y todavía se sigue diciendo que se requiere más tiempo. Se sigue diciendo todavía que se necesita analizar el problema. Los daños no solamente son físicos y económicos. Pregunto a aquellos que piden más tiempo: ¿realmente conocen al pueblo? ¿Realmente han ido a evaluar sus necesidades? ¿Realmente conocen el sufrimiento que hay en las zonas de frontera? ¿Realmente saben el daño moral, físico y espiritual que se hace a los niños cuando muchas veces se tergiversan las enseñanzas que se dan en las fronteras?

Pero a ellos no podemos culparlos porque, primero, tenemos que preguntarnos si nosotros confiamos en nosotros mismos. ¿Nosotros podemos exigir confianza en las personas, cuando muchas veces nosotros mismos no somos capaces de ser íntegros y de tener convicción física, moral y espiritual? Porque antes que técnicos y políticos somos seres humanos. También los ecuatorianos son hijos de Dios, y Juan Pablo II lo dijo bien claro: ya son tiempos de ir y solucionar los problemas pero no con armas sobre los hombros; son tiempos de ir con una espiguilla de trigo para sembrar confianza en el corazón de los niños; son tiempos de ir con un sentimiento verdadero y auténtico de amistad; son tiempos de ir a sembrar una espiga de trigo para llenar los platos vacíos para muchos que se mueren de hambre. Sin embargo, todavía se insiste en pedir más tiempo.

Hay dos alternativas en la vida cuando los seres humanos han superado la vida de la rebelión anárquica: El camino del desarrollo egoísta y ajeno a las normas y costumbres de los demás, con el propósito de obtener un provecho eminentemente personal a expensas de otras personas. O el camino de la cooperación y el respeto recíproco, que busca un beneficio común; lo esencial para ello es que una persona se ponga siempre en la situación de la otra persona; es bueno decir a los hermanos ecuatorianos: ustedes también tienen niños. Otros han cometido errores; pero no tenemos por qué vivir de los errores. Otros tienen culpa; pero nosotros tenemos que andar con una mentalidad totalmente diferente, con una gestión que diga: "ganar y ganar"; pero no se debe decir: "yo gano, tú pierdes". Eso ya pasó a la historia. Lo aplican los mediocres; aquellos que no tienen capacidad ni mentalidad de poder razonar.

La pequeña empresa, el país en general, necesita un trabajo cooperativo; necesita practicar la filosofía que dice: "todos tienen que ganar". El sentido de ganar no significa ganar solamente en términos físicos o monetarios sino también en mejorar la persona humana, mejorar el respeto, mejorar las relaciones fundamentales. Si utilizamos la tecnología y la herramienta de gestión con esa filosofía, nos olvidaremos de aquello de "yo gano, tú pierdes". Estamos en una situación crítica, y todos y cada uno de nosotros somos el Perú y tenemos la responsabilidad de adoptar una decisión sin echar la culpa a nadie, ni repetir la frase que escuché: que les vaya bien.

Es muy fácil mirar los toros desde el exterior; pero lo lindo es responsabilizarnos y decir: Todos nosotros lo conseguimos. Vale la pena porque cada minuto vale; tenemos que pensar y tomar decisiones en función de los seres humanos porque somos hijos de Dios. De otra forma, simple y llanamente no valdría la pena responsabilizar a todos nuestros votantes. Decimos a los peruanos y a los ecuatorianos que tenemos toda la voluntad; y vale la pena cualquier esfuerzo en aras de una paz. Pero no una paz teórica sino una paz con trabajo cooperativo para practicar la solidaridad, los valores y los principios a fin de mejorar la calidad de vida de los seres humanos.

Muchas gracias.

El señor PRESIDENTE.— Tiene la palabra el señor Jubert Chávez.

El señor CHÁVEZ SERRANO (C90-NM).— Señor Presidente: Por su intermedio, saludo a los señores Ministros presentes.

Señor Presidente: Éste es un tema técnico y la exposición la compartiré con mi colega Juan Huamanchumo. En nuestra Patria, los pueblos necesitaban la paz para implementar su desarrollo integral e integrador, salvando límites distritales, provinciales o departamentales, lo cual fue logrado por la decisión valiente del Gobierno del ingeniero Fujimori. Análogamente, es necesario eliminar la incertidumbre de una paz armada en nuestras relaciones con países vecinos para lograr el desarrollo armónico de nuestros pueblos, creando el escenario para la ejecución de proyectos binacionales.

Específicamente, me voy a referir al Proyecto Binacional Puyango-Tumbes, que naciera hace veintisiete años con la creación de la Comisión Mixta Peruano Ecuatoriana para el aprovechamiento conjunto de las aguas binacionales del río Puyango-Tumbes. Durante los años 1973 y 1974 se desarrolló el estudio de prefactibilidad del proyecto. El año 1976, el BID concedió un préstamo para la ejecución de los estudios de factibilidad y definitivos del proyecto. Se interrumpió en 1979 antes de que se concluya el
estudio de factibilidad. La interrupción duró hasta 1985. En 1989, en la Octava Reunión de la Comisión Mixta Peruano Ecuatoriana, se acordó desarrollar un proyecto ambicioso para satisfacer a los países. Se incluyen tres estudios paralelos y complementarios. Posteriormente, el estudio realizado con financiamiento de la Corporación Andina de Fomento en 1990 y 1991 determinó que el proyecto era técnicamente factible, pero era inviable desde el punto de vista económico y financiero.

¿Por qué este resultado? Todo lo hecho fue realizado en un marco de desconfianza, de incertidumbre. Para que estén contentos los dos países, se sobredimensionaron las obras con proyectos maximalistas, como: centrales hidroeléctricas y túneles, presas e irrigaciones muy amplias para cada país. Bajo estas condiciones las inversiones necesarias superaron los dos mil doscientos millones de dólares.

Pero ahora con paz habrá confianza, la que permitirá el desarrollo de ambos pueblos; se explotarán en forma técnica y eficiente los recursos naturales que poseen los pueblos con la ejecución de proyectos técnica y económicamente rentables y viables.

En el caso del Proyecto Puyango-Tumbes, se permitiría un redimensionamiento que consiste en la ejecución del embalse de regulación, en la ejecución del sistema hidroeléctrico y del sistema principal de riego. Los que se operarían en forma conjunta con una inversión estimada entre seiscientos setenta y cinco y novecientos millones de dólares; es decir, treinta a treinta nueve por ciento del proyecto original.

Los beneficios del proyecto redimencionados son muchos. Enumeraré algunos: habilitación de cincuenta a setenta mil hectáreas en Ecuador y Perú para la agricultura de alta rentabilidad; generación de setenta y cinco a ciento cincuenta megavatios de potencia firme para Perú y Ecuador; desarrollo equilibrado de las provincias ecuatorianas de El Oro y Loja, y de los departamentos peruanos de Tumbes y Piura.

Así, podemos no sólo seguir enumerando sino, también, cuantificar todos los beneficios que tiene este importante proyecto.

Para la ejecución de los proyectos binacionales, como Puyango-Tumbes y otros de igual o de mayor importancia, considero que debemos respaldar con nuestro voto aprobatorio el proyecto de resolución legislativa en debate, con la convicción de que se logrará la paz definitiva.

Muchas gracias.

El señor PRESIDENTE.— Tiene la palabra el señor Juan Huamanchumo.

El señor HUAMANCHUMO ROMERO (C90-NM).— Señor Presidente: El problema fronterizo con el Ecuador y sus nefastas consecuencias superan los cincuenta años de vigencia, ¡cuánto hemos esperado!

¿Cuáles han sido sus resultados? Las siguientes: pérdida de muchas vidas; previsiones presupuestales elevadas e irrecuperables; carrera armamentista; incertidumbre permanente; y atención escasa a la zona fronteriza.

¿Qué quieren las poblaciones fronterizas y ambos países en general? Quieren la paz; salir de la pobreza que es un mal endémico; trabajo; mayores ingresos. En otras palabras: superación humana y vivir con dignidad.

Señores, con relación a esta ansiada paz, tengo una experiencia que contar. Viajé a Quito, Ecuador, los primeros meses del año 1992: Un grupo de representantes de los gremios empresariales acompañó al Presidente Fujimori. Era la primera visita que hacía un Presidente peruano al Ecuador. Hubo un buen recibimiento y una buena atención. Al caminar por las calles de Quito, el Presidente peruano fue muy aplaudido y al unísono decían: "Queremos paz". La paz, entonces, es una ansiedad y una aspiración de peruanos y ecuatorianos.

Hay dos formas de conseguir la paz: La paz armada, siguiendo una carrera armamentista, cuya experiencia ya la conocemos; es costosa y dolorosa. Y la paz sin armamentismo, con obras para el desarrollo humano y para vivir con dignidad.

Señores, tenemos todavía una cartera pesada de necesidades insatisfechas que atender. Hasta hace
poco, años atrás, los grandes problemas y las grandes aspiraciones se diferían, no se enfrentaban con valentía a diferencia del actual Gobierno que asume su responsabilidad histórica. Creo que a las actitudes anteriores, les hizo falta, entre otros, cultura de paz, capacidad de gobernar y unidad nacional.

Ultimamente somos testigos de que en la presente década se han dado importantes avances. Hoy con el tema que nos han convocado estamos viviendo un momento histórico que nos compromete a todos los peruanos, pero más a los parlamentarios por nuestra responsabilidad política. Es el momento, entonces, de mostrar nuestra capacidad política en este tema, como lo viene haciendo el Ejecutivo con su capacidad para gobernar, no obstante que hay probablemente algunas imperfecciones, como toda obra humana.

¿Qué se ha hecho y qué podemos hacer por nuestra frontera? No voy a hablar de los aspectos técnicos y jurídicos. Un colega congresista ha dicho que nada se está haciendo por la frontera y que después nos vamos a preocupar. Voy a complementar lo expuesto por mi colega Chang Ching en cuanto a obras. Me refiero, entre otros, a los siguientes: El Proyecto Especial Jaén-San Ignacio-Bagua, de múltiples propósitos, multiprovincial y multidistrital; ahora no voy a hacer específico en señalar todas sus bondades. Luego tenemos la carretera bioceánica del norte, que une el Pacífico con el Atlántico. También tenemos el Proyecto Catamayo-Chira y el Binacional Puyango-Tumbes. En cuanto al proyecto Puyango-Tumbes, mi colega Jubert Chávez lo ha expuesto ampliamente.

Señores, hay congresistas que piden que sobre la aspiración de la paz se necesita hacer más consultas, recoger más opiniones, sin embargo, ya hay bastantes a favor. La paz sin concesiones, como se pide, aspira y quiere, no se consulta; más, aun, si practicamos una democracia representativa. Ni un minuto más de espera. Hoy tenemos la oportunidad de honrar las aspiraciones de nuestro pueblo, no hay que perderla.

Finalmente, señor Presidente, mi colega Jubert Chávez y yo hemos compartido esta exposición, y en nuestro nombre, en el de nuestros familiares, y en el de aquellos que nos apoyaron con su voto para representarlos, asumimos una vez más nuestra responsabilidad.

Señor Presidente, nosotros apoyamos la propuesta del Ejecutivo y de los países garantes. ¡Que Dios ilumine las mentes para lograr la paz que queremos!

Muchas gracias.

El señor PRESIDENTE.— Tiene la palabra, señor Díaz Bringas.

El señor DÍAZ BRINGAS (C90-NM).— Señor Presidente: Un voto por la paz es urgente, necesario y oportuno hoy más que nunca; y justamente ésta es la decisión sabia que han tomado los Presidentes del Perú y del Ecuador. Donde hay sabiduría, donde hay inteligencia no se necesitan armas. Donde hay sabiduría, donde hay inteligencia, podemos conducirnos hacia el desarrollo de nuestros pueblos. Fácil es hablar de paz desde el Congreso de la República, desde nuestro escritorio o desde nuestra vivienda. Voy a hablar como un soldado que sirvió a su Patria en la frontera. En las fronteras de Tumbes, Sullana, Suyo, La Tina, en el Río Corriente, en Trompeteros, en Paquisha, ahí donde los corazones se conmueven y tiemblan pensando en el drama de la guerra, pues las madres de familia de esos pueblos tiemblan y se conmueven por sus hijos jóvenes cuando ven el peligro que amenaza a sus hijos.

Hay dos maneras, entre otras, para lograr la paz: una es a través de las armas, y todos sabemos las consecuencias de su uso. Probablemente se llegue a una paz, entre comillas; pero esa paz no es duradera. Esa paz ahonda las heridas, genera rencor, odio, remordimientos y deseos de venganza. La paz, entonces, lograda a través de las armas no es sostenible en el tiempo.

En cambio, la paz que se logra mediante la diplomacia, mediante el diálogo civilizado, mediante la comunicación que debe haber entre los pueblos es una paz duradera, sostenible, aunque los años pasen. Cuando dos pueblos se han puesto de acuerdo, esta paz siempre va a permanecer.

Quiero terminar citando las palabras de un político norteamericano, conocido por todos. Me refiero a Abraham Lincoln. Él, en una de sus intervenciones, cuando hizo un llamado a su pueblo, dijo: "Señores, tenemos que lograr la paz, pero con el voto de cada
uno de ustedes"; y luego decía: "Háganlo por ustedes; háganlo por su familia; háganlo por sus hijos; háganlo por su Patria".

Señor Presidente: Nosotros necesitamos los votos por la paz. Necesitamos colocar los hitos de la paz, para conducir a nuestro Perú al desarrollo sostenible y a una seguridad que todos los peruanos desean.

Muchas gracias.

El señor PRESIDENTE.— Tiene la palabra al señor Carlos Chipoco.

El señor CHIPOCO CÁCEDA (UPP).— Presidente: Yo quisiera señalar, en primer lugar, que éste no es un debate —quiero reafirmarlo— entre patriotas y entreguistas. Tampoco es un debate entre quienes quieren la guerra, o quienes tienen irresponsabilidad frente a la posibilidad de la guerra, y quienes quieren la paz. Éste tampoco es un debate entre radicales y moderados. Éste es un debate, y el país entero debe saberlo, entre peruanos de bien que discuten cuál es el mejor destino de su Patria; y lo hacen, Presidente, ofreciendo lo mejor que tienen: sus ideas, su conciencia, su convencimiento, su honradez.

A mí me hace dudar mucho que muchos peruanos, de bien, estén de acuerdo con la propuesta de los países garantes. Me hace dudar mucho que oficiales de nuestro ejército, a quienes admiro, de reconocido patriotismo, incluso algunos de ellos han arriesgado su vida en el conflicto de 1981, otros en el de 1995, digan que están dispuestos a aceptar esta propuesta de los países garantes. Me hace dudar que el Canciller, mi maestro, mi profesor de Historia del Derecho y de Filosofía del Derecho, una persona a la que he admirado desde mis años de juventud en la universidad, esté de acuerdo con esta propuesta. Pero él sabrá, estoy seguro, porque es un hombre de bien, un caballero y una persona brillante, que a veces hay que admitir discrepancias; y sabrá que a veces hay que admitir también equivocaciones. Y sabrá reconocer que incluso él, en quien reconocemos esta brillantez y este conocimiento jurídico, puede eventualmente equivocarse.

Me resulta también difícil tomar una posición cuando en el Congreso no ha existido un proceso que permita acompañarlos de cerca en la negociación. Presidente, hoy, en este Congreso, la mayoría y la minoría debate si debemos o no aceptar este arbitraje; porque es un arbitraje. Pero lo hacemos ¿a pedido de quién? ¡A solicitud del señor Clinton, del señor Frei, del señor Cardoso y del señor Menem! ¡Cómo me hubiera gustado que no fueran Presidentes extranjeros los que llamaran a este Congreso a tomar una decisión, sino que fuera el propio Presidente del Perú! Estos Presidentes extranjeros, demócratas, que reconocen que en los congresos se expresa la voluntad de los pueblos, han pedido que el Congreso del Perú y el del Ecuador debatan. Y eso, Presidente, es muy importante. Pero por ellos, y no por quien nos gobierna, estamos debatiendo hoy estos temas en el Perú.

Se señala que existen diversas fórmulas en las que, en todo caso, ganaremos. Sin embargo, hay acá dos formas de gobernar: una es abierta al país, en la que se dice todo al país, en la que los protocolos y los tratados no están en urnas cerradas; y otra es en la que de repente algunos creen que las elites pueden resolver los problemas históricos de nuestros países.

Mi duda es que, en primer lugar, el arbitraje es inapelable; es tan inapelable que hasta el Papa lo va a bendecir, Presidente. ¡Cómo será de inapelable! En segundo lugar, el arbitraje supone discernimiento. En tercer lugar, el arbitraje supone la interpretación del Protocolo de Río de Janeiro. Y aquí discrepo —y me cuesta discrepar— con mi otro profesor, el doctor Jorge Avendaño.

Los elementos jurídicos de un tratado no son el único instrumento de interpretación en el derecho internacional público. En un arbitraje privado, sí. Sólo los elementos jurídicos que se ponen valen para el arbitraje privado. Pero, según el tratado de Viena, la regla general de interpretación, que tendrán que usar los países, es que se aplique toda norma pertinente del derecho internacional público. ¿Y cuál es toda norma pertinente del derecho internacional público? Lo dice la Corte Internacional de Justicia: los principios generales del derecho, reconocido por las naciones civilizadas; y, dentro de ellos, la equidad. Entonces, ahí hay un hueco que permite a los garantes, en su condición de árbitros, tomar una decisión que sobrepase el Protocolo; es decir, tienen una
apertura para decidir algo como "el monumento bajo soberanía cuestionada", y no sabemos si habrá o no carretera.

Me preocupa también que un arbitraje no está previsto sino como tratado en la Constitución; es decir, es un tratado de arbitraje en la Constitución. Pero el procedimiento constitucional del tratado, remitido al Congreso para su debata, no se ha seguido en este caso. Esto evidentemente dificulta la posibilidad de que aceptemos esta propuesta.

Me asaltan además algunas dudas, Presidente. Y lo repito aunque el Canciller ha explicado algo. No ha terminado de explicar sobre la naturaleza del monumento a que ha hecho referencia ¿Será un monumento binacional? ¿En qué parte lo van a ubicar? ¿Va a haber carretera del Ecuador al monumento? ¿Es posible que el monumento tenga una extensión que sea una especie de compensación al Ecuador? ¡No lo sé, Presidente! Y esa falta de información me hace dudar: hay la posibilidad de entregarle algo que es nuestro territorio completo y lo tenemos firme; y hay la posibilidad de que alguien juzgue como árbitro, como juez.

Hay también otra duda que se la planteo al país, y por eso no votaré a favor del proyecto en debate. Con poner los hitos, no se logra la paz, Presidente. Hay la ilusión de pensar que los hitos suponen el fin de los gastos de armamento y el fin de la posibilidad de la confrontación.

La base de La Joya, la más importante base de nuestra Fuerza Aérea, no se construyó en el norte. Y nuestra frontera sur está perfectamente delimitada, con hitos totalmente clarificados. La historia, Presidente —vaya usted a revisar la historia— nos señala que Alemania y Francia, luego de la primera Guerra Mundial, delimitaron totalmente la frontera; Alemania y Polonia, igualmente. Sin embargo, hubo guerra. Presidente, los hitos no aseguran la posibilidad de la paz. ¿Sabe lo que aseguran la posibilidad de la paz? El que los pueblos decidan democráticamente sobre sus límites. El que los pueblos se convenzan de la paz. El que los pueblos participen de los procesos de cooperación internacional, y que los pueblos tengan acceso pleno a los procesos mediante los cuales los países llegan a tratados. En este caso, desafortunadamente eso no ha ocurrido.

En consecuencia, es importante señalar este elemento: Aun en el caso de que se pongan los hitos, que sería extraordinario para el país, Presidente, porque se superaría un impasse de más de cincuenta años, ese hecho no asegura la paz. Es un esfuerzo mucho más profundo el que tenemos que hacer. Yo creo, incluso, Presidente, que hay que ser conscientes de que el mismo pueblo ecuatoriano tiene que sufrir un proceso para que también sea consciente de sus fronteras, de su historia y de la delimitación real entre el Perú y el Ecuador.

Todas estas dudas, Presidente, me obligan a oponerme. Sin embargo, como se ha dicho antes, como buen peruano, deseo que ustedes tengan razón. Sinceramente, Presidente, deseo que tengan éxito en esta apuesta que hacen para que los árbitros respeten el 100% de nuestro territorio y no le concedan ninguna prebenda al Ecuador. Deseo que los árbitros sean unos jueces imparciales: que no le den nada al Ecuador y que a nosotros nos den el 100%. Ojalá que ustedes tengan razón, Presidente; pero considero, y es un deber de representante del pueblo, que no puede ponerse en juego el territorio del país. Se ha dicho que hay un 99% de posibilidades.

Presidente, yo no pongo el 1% del Perú en juego; no lo pongo; no tengo esa autoridad por el voto. Sólo la pondría el pueblo si decidiera correrse ese riesgo; diría: vamos a un arbitraje y vamos a la posibilidad, limitada o no, de poder perder.

Finalmente, Presidente, aunque perderé, yo propongo que los garantes presenten su propuesta y que ésta sea sometida al veredicto inobjetable del pueblo del Perú, que es el único soberano ante el cual debemos inclinarnos.

Presidente, Canciller, amigos que tienen una posición en contra, déjenme tener de repente el atrevimiento de oponerme.

A mis maestros les pido que me dejen tener el atrevimiento de objetar y estar en contra de la propuesta en debate. Lo hago así porque tengo la convicción absoluta, la seguridad personal, moral, personal, ética y jurídica de que el territorio del Perú, Presidente, no se puede poner en juego, y porque los protocolos y los tratados tenemos que defenderlos al 100% y no al 99%.

Muchas gracias.

El señor PRESIDENTE.— Puede hacer uso de la palabra el señor Vargas Marín.

El señor VARGAS MARÍN (C90-NM).— Señor Presidente: Antes de dar inicio a mi intervención, con su venia, quiero saludar la presencia en el Pleno del Presidente del Consejo de Ministros, del Ministro de Relaciones Exteriores Fernando de Trazegnies y del Ministro de Defensa, y decirles que compartimos, en estas angustiosas horas, sus preocupaciones y sus anhelos y que estamos emocionalmente conectados en este momento histórico para el país.

Señor Presidente, dicen que las reiteraciones resultan odiosas, antipáticas y tediosas y que a veces revelan no solamente mala consideración, sino también una gran falta de respeto; no obstante ello es bueno que aquí reiteremos algunos conceptos, porque sólo machacando las ideas podremos hacer que éstas se graben claramente en la población.

Yo quiero hacer hoy un discurso para el pueblo del Perú que quiere la paz y siempre quiso la paz, señor Presidente. No es posible que olvidemos los procesos históricos que se han producido desde que se firmó el Protocolo de Río de Janeiro en 1942 y desde que se decidió el laudo arbitral de Braz Dias de Aguiar.

Lamentablemente, muchos de nosotros tenemos poca memoria y olvidamos rápidamente lo que ha pasado; por eso ahora quiero refrescar muy brevemente la memoria de todos los peruanos.

Cómo hemos podido olvidar tan pronto que en 1952 el Presidente de Ecuador, Galo Plaza, dijo que el Protocolo de Río de Janeiro era inejecutable; y después de ocho años de incertidumbre y de dudas, en el año 1960, el Presidente Velasco Ibarra declaró que el Protocolo era nulo. Sin embargo, luego de tres décadas, en 1996, Ecuador reconoce que el marco objetivo de los tratados y las conversaciones para buscar la paz definitiva entre ambos países era el Protocolo de Río de Janeiro.

¿Ganamos o no ganamos, señores? Por supuesto que sí. Y este largo camino que hemos transitado para llegar a esta instancia no podemos echarlo por la borda. No se pueden desandar tantas gestiones y tantos trabajos de comisiones, de idas y venidas no sólo de diplomáticos, de juristas y de especialistas, sino de los propios presidentes, que nos permite ahora decidir el futuro de nuestras naciones.

Por eso, señor Presidente, quiero decirle a todo el pueblo peruano y en especial a la comunidad internacional que nos escucha, que hoy la historia nos abre la gran posibilidad de sellar la paz definitiva para nuestros países.

Y quiero, en este sentido, puntualizar que la intervención de los países garantes se dará estrictamente dentro de los alcances del Protocolo de Río de Janeiro, del laudo arbitral de Braz Dias de Aguiar y los instrumentos jurídicos complementarios, como, por ejemplo, la declaración de Paz Itamaraty. Sobre esto hay que insistir y machacar hasta que se entienda: no se va a salir de este marco para el arreglo que realmente corresponde.

Por eso, el papel de los garantes no ha sido ni será de mediadores ni de árbitros, por una sencilla razón, porque el arbitraje ya se dio en el laudo de Braz Dias de Aguiar; este laudo arbitral tiene carácter de cosa juzgada, ya fue convenido entre ambos Estados y es obligatorio e inapelable; por ello, es imposible volver a someter este arbitraje a otros árbitros. Esto tiene que quedar muy claro.

De otro lado, debo decirle al colega Chipoco Cáceda, quien creo no ha entendido bien la exposición del Canciller, que no habrá ningún parque binacional en Iquitos y que los pueblos del Perú y Ecuador participarán libre y soberanamente en el desarrollo de su futuro.

Quiero adelantar que seguramente ahora nos van a venir a decir que tomaron el muelle y los puertos de Iquitos, que tomaron Jaén y que no faltarán vendedores y agoreros de desgracias; pero estoy seguro que la opinión del pueblo se impondrá finalmente.

Estoy seguro que la madurez del pueblo peruano, en este momento histórico que nos toca vivir...

El señor PRESIDENTE.— Su tiempo ha vencido en exceso, congresista Vargas Marín. Tiene un minuto para que concluya su intervención.

El señor VARGAS MARÍN (C90-NM).— Muy bien, señor Presidente.

Quiero concluir mi intervención señalando lo siguiente: Las diferencias entre dos pueblos hermanos, como el Perú y Ecuador, tienen una antigüedad ancestral surgida precisamente por boca de historiadores ecuatorianos que dicen que en este conflicto fraternal hay que recordar a Huáscar y Atahualpa, que representaban las Casas Reales del Cusco y de Quito.

Ojalá que la historia, ahora que tenemos esta brillante oportunidad, nos permita finalmente resolver este histórico enfrentamiento y que podamos sellar la paz definitiva después de varios siglos; es decir, que por lo menos en nuestras mentes Huáscar y Atahualpa se den un abrazo a través de este acuerdo, porque ambos pueblos tenemos un mismo origen, tenemos el mismo idioma y tenemos el mismo color de piel.

Yo recuerdo mucho, y con esto termino, que con los pobladores de Quito, en las viejas plazas coloniales de la zona de La Tola, al pie del Cotopasi y del Pichincha, compartía reflexiones sobre la paz en quechua. Por ello creo que el Perú y Ecuador tienen el legítimo derecho de construir la paz definitiva a partir de la firma de este acuerdo.

Voy a votar por la paz, mi voto es por la paz que está hoy más cerca que nunca.

Muchas gracias.

—Reasume la Presidencia la señora Luz Salgado Rubianes de Paredes.

La señora PRESIDENTA.— Puede hacer uso de la palabra la congresista Mellado Céspedes, por cinco minutos.

La señorita MELLADO CÉSPEDES (C90-NM).— Señora Presidenta: El día de hoy los congresistas de la República debemos tomar lo que posiblemente represente la decisión de mayor responsabilidad de nuestras vidas; una decisión en la que si no queremos correr ningún riesgo de equivocarnos y rechazamos el proyecto de resolución legislativa enviada por el Poder Ejecutivo, es casi seguro que estaremos condenando a muerte a cientos o tal vez miles de jóvenes del Perú y Ecuador.

Y no sólo eso, sino que estaremos colocando a nuestro país en una situación de inestabilidad fronteriza que es sumamente perjudicial y que nos obliga a gastar ingentes recursos en armamento costoso en detrimento de poder invertirlos de manera que contribuyan al bienestar de esa misma zona que, todos reconocemos, necesita con urgencia se la dote de los recursos necesarios para convertirse en una de nuestras fronteras vivas.

Para mí, señora Presidenta, sería muy fácil optar por esa vía y quedar ante la opinión de muchos ciudadanos como una congresista responsable que defiende a toda costa la integridad territorial, el Protocolo de Río de Janeiro, el fallo arbitral de Braz Dias de Aguiar; que es capaz de oponerse heroicamente a la mayoría de la que forma parte y sabe escuchar la voz de quienes defienden la soberanía nacional y en particular la de los jóvenes, que con su presencia quieren orientar de alguna manera el sentido de nuestro voto.

Sin embargo, señora Presidenta, este voto es de conciencia y, por lo tanto, sólo está sujeto a nuestro propio conocimiento de los hechos y a la fortaleza con que debemos afrontar nuestra función congresal. Es así que el día de ayer hemos escuchado la exposición del señor Ministro de Relaciones Exteriores y las diversas opiniones de los señores congresistas que sustentaron sus respectivos puntos de vista y formularon algunas preguntas.

Por otra parte, cada uno de nosotros ha estudiado con mucha seriedad documentos y escuchado atentamente opiniones de personas versadas en la materia; y es así como hemos definido nuestra propia opción.

Creo, señora Presidenta, que tanto el Presidente Alberto Fujimori como los Ministros de Relaciones Exteriores, así como los juristas y diplomáticos convocados, que han participado en cada paso de las negociaciones y contribuido a que las distancias entre las posiciones de Perú y Ecuador se acorten, son tan patriotas como puede serlo cada uno de los ciudadanos del Perú y han dado lo mejor de sus esfuerzos, conocimientos y buena voluntad.

Creo en nuestras Fuerzas Armadas, en su posición y en sus razones; asimismo, que la soberanía de esos territorios está garantizada; y que la vigencia del Protocolo de Río de Janeiro y demás instrumentos complementarios, que son para nosotros garantía de integridad territorial, se mantienen incólumes.

Un signo positivo que me alienta es la perspectiva de que ya se estén dando pasos firmes para el retiro de las minas antipersonales que tanto muertos y mutilados nos ha costado.

Repito, fácil sería para mí pedir que los garantes nos digan a priori cómo serán los planteamientos que diseñen en el afán de lograr la paz; fácil, también, adherirme a quienes piden un referéndum y pretenden que todos los peruanos mayores de edad tomen una decisión que para nosotros es sumamente difícil; razón por la cual me pregunto, ¿es justo proteger mi vida política a través de ese mecanismo sabiendo que ni siquiera la décima parte de la población tiene acceso a una información que yo sí tengo? ¿Decidirá el ciudadano por conocimiento o por emoción? ¿Es justo que la responsabilidad que debo asumir la delegue en los demás? ¿Es justo poner en duda la integridad de quienes han dedicado lo mejor de sus esfuerzos para lograr esta situación, gracias a la cual se reconoce por diferentes instrumentos jurídicos la validez de la línea de frontera que siempre hemos defendido?

Podría, señora Presidenta, continuar analizando motivaciones para una u otra alternativa de voto, pero no haría sino abundar en lo que todos los aquí presentes conocemos y que de una u otra manera compartimos. En tal sentido, habiendo recibido el voto de miles de ciudadanos que confiaron en que haría lo que considere mejor para el país, de ninguna manera puedo disminuir ni delegar mi responsabilidad.

Puesta frente a mi conciencia, no debo decidir en función a críticas, ni a presiones directas o indirectas; sino debo decidir por mí y ante mí y cumplir así con mi deber de ciudadana peruana y de Congresista de la República.

Puedo equivocarme, señora Presidenta, pero espero que ello no ocurra, porque estoy convencida de que el voto que daré a favor de aprobar la propuesta del Poder Ejecutivo es la decisión responsable que me corresponde; y sé que una vez aprobada esta resolución legislativa, se abre para el país, y por qué no para Ecuador, una perspectiva que por más de cincuenta años estuvo cerrada: la de la paz, progreso y fraternidad.

Muchas gracias, señora Presidenta.

La señora PRESIDENTA.— Puede hacer uso de la palabra el señor Pulgar Lucas, por cinco minutos.

El señor PULGAR LUCAS (C90-NM).— Señora Presidenta: Después de largas horas de debate en el que han intervenido colegas de diferentes bancadas, logro entender que la decisión que hoy vamos a tomar es histórica, porque quedará sentado nuestro voto destinado a concederle a los garantes del Protocolo de Río de Janeiro la posibilidad de que planteen una solución que haga viable la paz entre los dos países hermanos. Allí donde ha habido discrepancias en el tema de la fijación en el terreno de la frontera común, que haya una solución conforme a ese instrumento jurídico.

Es importante que la ciudadanía en general, y en especial el pueblo de Loreto, sepa que la posición de los países garantes tendrá que estar encuadrada dentro de los términos del Protocolo de Río de Janeiro; y que, de no hacerlo así, serían ellos los que estarían contradiciéndose en cuanto al fundamento de su garantía, que es ese Tratado.

Pero también es importante que el pueblo peruano sepa que no es la primera vez que recurrimos a los garantes; es más, tenemos que decirle al pueblo peruano que la opinión de los garantes es de carácter obligatorio.

Lo cierto es que si esa propuesta no estuviese enmarcada dentro del Protocolo de Río de Janeiro, simplemente no la aceptaremos, seremos nosotros quienes la rechazaremos, ya que nadie nos la puede imponer, por los títulos y tratados jurídicos reconocidos por el propio Presidente del Ecuador; y tampoco permitiremos que ni un solo milímetro de nuestro territorio pase al Ecuador. El patriotismo —digo yo— se definirá hoy con un acto de conciencia de cada uno de nosotros, que representamos a un sector de nuestra población.

Pero de llegar el momento en que no se respeten esos tratados, seré el primero en empuñar una bayoneta para defender el territorio patrio junto con nuestras Fuerzas Armadas. Y a ti, hermano huanuqueño; y a ti, pueblo del Perú, quiero decirte que permaneceré celoso y vigilante de cómo se llevan a cabo los acuerdos de aquí en adelante.

Es por eso, señores congresistas, especialmente a quienes aun no han definido su voto, que les invoco a cada uno de ustedes que esta noche apoyemos el pedido del Poder Ejecutivo y que, en consecuencia, votemos por el sí.

Muchas gracias, señora Presidenta.

La señora PRESIDENTA.— Puede hacer uso de la palabra la señora Cerro Moral.

La señora CERRO MORAL (UPP).— Señora Presidenta: Estoy aquí presente para cumplir con mi deber de votar a pesar de la indisposición que me aqueja, por la cual la Presidencia del Congreso y el Consejo Directivo me han autorizado una licencia, que incluía el día de hoy, que está respaldada por un certificado médico.

Hoy en la mañana, al empezar esta sesión, la mayoría parlamentaria nos recordó que hoy jueves 15 de octubre tanto en Quito el Congreso ecuatoriano, como en Lima el Congreso peruano, estamos por tomar una decisión histórica. Antes que nada, debo dejar sentado que a mí nada ni nadie me coacciona, pues soy independiente por naturaleza y por formación periodística, soy demócrata por convicción, heredo de mi padre una vocación integracionista y dejaré para después lo que aún me falta decir.

Ahora quisiera recordar lo que no se observó esta mañana cuando un colega pidió que en este Hemiciclo se pasara una filmación sobre la entrevista que tres periodistas le hicieron en Quito al Presidente Mahuad.

No voy a redundar en lo que allí se mencionó, sino que voy a referirme a algo que suelto, cuando el señor Benjamín Ortíz, uno de los entrevistadores del Presidente ecuatoriano, le escuchó narrar la secuencia de sus reuniones con el Presidente del Perú y cómo le dijo que no a su propuesta. Por fin le replicó: "Si usted ha podido convencer al Presidente Fujimori para consultar a los representantes de los países garantes, ¿quiere decir esto que las cosas se le han puesto difíciles al Presidente del Perú?"

Efectivamente, digo yo, creo que se le están haciendo difíciles las cosas al Presidente Fujimori para que haya tenido que ceder, aunque se esgrima como razón la paz. ¡Se puede decir tanto en nombre de la paz!

Yo, al igual que mi padre, soy partidaria de la paz y enemiga de las guerras cuando se trata de defender los intereses de mi país; y de él también aprendí a no ser entreguista. Y decía que se pueden decir tantas cosas en nombre de la paz; pero, ¿quién nos puede asegurar que esta paz será duradera, si no lo ha sido en 56 años desde la firma del Protocolo de Río de Janeiro, que en este Palacio Legislativo recibiera en 1942 una votación unánime a favor?

El flamante Canciller de la República, que lo es desde hace tres días, ¿nos infunde una fe ciega?, ¿nos da una seguridad absoluta? Pienso que no, no a quienes tenemos los pies sobre la tierra. Yo no soy jurista, señora Presidenta; pero como común mortal no le concedo derecho a errar a un jurista de la talla de Fernando de Trazegnies, cuando según algunos se equivoca y según otros nos engaña, a sabiendas, cuando nos trata de convencer de que no es arbitraje lo que a todas luces es un arbitraje.

Este mismo Canciller nos ha repetido hasta la saciedad el respeto que le merece este Congreso. Realmente, no sé si se refiere al mismo Congreso de la República que ha perdido toda su majestad debido al maltrato que viene recibiendo de parte del Poder Ejecutivo, que le niega toda autonomía y que hoy, curiosamente, se la reclama a la hora de votar.

Nos ha recordado un colega congresista, que es socio del estudio de abogados del nuevo Canciller, que éste es descendiente de Chabuca Granda, la autora de La Flor de la Canela; cuando más bien tenía entendido que el Canciller acudía a este recinto cargado de títulos nobiliarios. Pensé que por esa razón había hecho caso omiso a las advertencias que ayer le hicieran algunos colegas congresistas, que le dijeron que nosotros nos debíamos a nuestros electores y que, por tanto, había
que consultar con el pueblo; pero el doctor Fernando de Trazegnies contestó, un poco despectivamente, que eso no era necesario.

Yo, en cambio, traigo aquí algunos recortes periodísticos con resultados de encuestas hechas en Trujillo y en Chiclayo, para que se conozca lo que piensan —si no es el pueblo que tampoco está informado al igual que nosotros los congresistas, a quienes se nos exige votar a ciegas— personas representativas de cada localidad.

Por una parte, el doctor Napoleón Cieza Burga, Jefe del Archivo Departamental de La Libertad. Quiero dar lectura rápidamente a un párrafo de la entrevista que se le ha hecho. La pregunta es la siguiente: "Se dice que la propuesta de los garantes debe tener carácter obligatorio, ¿qué opina al respecto?". "Así es —responde—, incluso la propuesta debe ser aprobada por los Congresos de Perú y Ecuador. Si fuera así se convertiría en una especie de arbitraje en el cual los países negociantes estarían supeditados a la decisión de ellos. En este caso se dejarían de lado los justos títulos jurídicos de nuestros derechos territoriales que por historia y tratados internacionales nos corresponden".

Por otra parte, en la ciudad de Chiclayo también se ha efectuado una encuesta. A los chiclayanos se les ha preguntado qué piensan al respecto y han contestado —anoche— que esa aprobación anticipada a una desconocida propuesta es riesgosa para la soberanía territorial, por tanto, es conveniente que los países garantes informen primero cuál es su posición y den sugerencias para que sobre la base de ella los Congresos del Perú y el Ecuador lleguen a un acuerdo.

Entre ellos, Luis Ramírez Mío, Gerente de la Cámara de Comercio, Agricultura e Industrias de Lambayeque ha dicho: "Considero que no debe darse una carta en blanco a los países garantes, porque no pueden convertirse ni en mediadores ni en árbitros; además, el Congreso de la República no debe avalar algo que no conoce. Lo ideal es que los garantes emitan una propuesta antes de ser aprobada y se haga llegar a los congresistas del Perú y de Ecuador, para que sirva de base a la negociación y las dos partes lleguen a un acuerdo. Tampoco ellos pueden imponer una decisión, sino garantizar que se ejecute lo señalado en el Protocolo de Río de Janeiro".

Por su parte, el ingeniero Gerardo Pastor Boggiano, Presidente de Confecámaras, ha señalado lo siguiente: "Por los antecedentes que recuerdo del conflicto de 1941, pienso que no sería adecuado que los garantes se conviertan en mediadores, debido a que en la época del Protocolo de Río de Janeiro hubo ciertas preferencias por satisfacer más al Ecuador que al Perú. Ahora, la decisión que tome el Congreso de la República quedará para la historia; y si lo que viene después no es para beneficio del país, entonces que sus habitantes los condenen por la decisión errónea que hoy van a tomar".

Muchas gracias, señora Presidenta.

La señora PRESIDENTA.— Puede hacer uso de la palabra el congresista Ghilardi Alvarez.

El señor GHILARDI ALVAREZ (PAP).— Señora Presidenta: En primer lugar, saludo la presencia en el Pleno del Presidente del Consejo de Ministros, del señor Canciller de la República y del señor Ministro de Defensa.

Evidentemente, éste es un asunto de Estado y es en este contexto que tenemos que verlo para poder opinar y analizar la propuesta remitida por el Poder Ejecutivo; en consecuencia, los asuntos de índole política e ideológica deben quedar de lado, por ahora.

Las condiciones en que el Poder Ejecutivo ha remitido esta consulta al Congreso de la República no es de las mejores, pues existe un afán presidencialista que ha llegado al extremo de que las negociaciones han sido hechas, hasta ahora, al margen de la opinión del Congreso de la República.

Hay, por otro lado, una desmesurada y preocupante rapidez por querer aprobar algo que debería ser ampliamente debatido. Por ello existen dudas, muchas dudas, como acá se ha plasmado, razón por la cual nosotros hemos consultado con expertos en la materia.

A nuestro compañero Armando Villanueva del Campo, que en 1981 fue embajador itinerante del Perú sobre esta materia, nosotros le consultamos sobre el tema y nos dijo que sí convenía a los intereses del país.

Le consultamos a nuestro compañero, ex Canciller Guillermo Larco Cox, en forma conjunta, y él nos respondió: "Hay que poner los intereses del país por encima de los intereses del partido, ya que ésta es una decisión que le conviene al Perú.

Le consultamos a Javier Valle Riestra y nos hizo conocer un texto de Juan Miguel Bákula, quien en su libro sobre Perú y Ecuador, "Tiempos y testimonios de una vecindad", dice: "Tanto en el caso de la fórmula Aranha como en el del fallo de Braz Dias de Aguiar, el procedimiento acordado supera los términos de Protocolo de Río de Janeiro, que, estrictamente interpretado, limita la acción de los garantes a prestar su concurso"; con lo cual nos demostraba que el mecanismo y el procedimiento que hoy debatimos no son ajenos a los antecedentes que existían.

Y también nos decía Javier Valle-Riestra, hace unas noches, que si se trata de conflictos de orden jurídico, hay que recordar lo que dice el diccionario de Derecho Internacional Público de Charles Rosseau, que, a la letra, señala lo siguiente: "Los conflictos de orden jurídico o susceptibles de ser sometidos a un órgano judicial, consisten en un desacuerdo sobre la aplicación o la interpretación del derecho existente, llámese Protocolo. De ellos, que puedan resolverse remitiéndose a las reglas conocidas, llámese fallo Braz Dias de Aguiar".

Asimismo, hemos consultado con el doctor Alfonso Arias Schreiber Pezet, quien el día de hoy ha escrito un artículo en el diario El Comercio, que dice lo siguiente: "En resumen, al contestar las notas de los países garantes, cabría expresarles: Primero, con respecto a la propuesta de una fórmula de arreglo sobre la demarcación de la frontera en los tramos pendientes, ajustada a lo dispuesto en el Protocolo y sus instrumentos complementarios, que el Congreso no encuentra inconveniente alguno en que se atribuya a dicha fórmula carácter vinculante. Segundo, con respecto a los acuerdos de integración fronteriza y al Tratado de Comercio y Navegación, que tampoco existe inconveniente para que ellos sean considerados como elementos de la propuesta de solución obligatoria, hasta que se sometan a la conformidad de lo dispuesto en la Constitución Política, y confirmándose que no entrarán en rigor mientras no se haya colocado el último hito en la frontera."

Además, señora Presidenta, han opinado muchos peruanos conocedores del tema, han opinado las Fuerzas Armadas en forma conjunta, han opinado los funcionarios de la Cancillería de la República, han opinado organismos representativos del país. ¿Todos estarán coludidos para ceder un pedazo de territorio nacional? ¿Habrá entonces acá en el país tantos traidores juntos que se pusieron de acuerdo para ceder parte del territorio peruano?

Pero, aún así, nos preocupa que en el artículo 1º de la resolución solamente se haga referencia al Protocolo de Río de Janeiro y al laudo arbitral Braz Dias de Aguiar; cuando debemos ser más tajantes y precisos e incluir en la propuesta que la intervención de los garantes también será dentro de las opiniones técnicas jurídicas que ellos dieron en mayo de este año. Creo que con ello tendríamos mayor seguridad de que así será.

Respecto de las opiniones técnico jurídicas de los países garantes, al ser consultado por mí, el día de ayer, el general Germán Parra, miembro de mi partido, me respondió que él lo encuentra favorable y beneficioso para el país.

Sobre el artículo 2º de la propuesta en mención, también está perfectamente claro que el Acuerdo Amplio de Integración y el Tratado de Comercio y Navegación, a ser suscritos y a ser sometidos a este Congreso, no se aprobarán si la ubicación de los hitos que digan los garantes no se encuentran establecidos dentro del marco del Protocolo de Río de Janeiro y del fallo de Braz Dias de Aguiar.

Mi compañero, ex ministro de Justicia, Joffré Fernández, a quien también le consultamos, me aconsejaba anoche y me preguntaba: ¿Y es obligatorio que el Congreso se pronuncie sobre esto? ¿En qué parte de la Constitución se obliga a los congresistas a pronunciarse sobre este hecho? Y claro, la respuesta es con relación al pedido de los países garantes; si nosotros les hemos pedido que participen, ellos nos dicen: "Nosotros participamos, pero que primero opinen sus Congresos".

Señora Presidenta, Haya de la Torre creó nuestro partido pensando en la integración de los pueblos, porque las luchas y las guerras sólo han beneficiado a los
negociantes. En Centroamérica hubo pugna por los bananos y entre Paraguay y Bolivia hubo pugna por el petróleo. Haya de la Torre decía que los intereses de estos mezquinos negociantes de armas exacerbaban el nacionalismo sólo para beneficio de ellos; pero son los pueblos los que quedan muertos y quienes se benefician con estas guerras y con estos enfrentamientos son los grandes intereses, compañero. Sino, preguntemos, cuántos de los ciento veinte señores congresistas presentes o cuántos funcionarios del Ministerio de Relaciones Exteriores han hecho Servicio Militar Obligatorio. La unidad de los pueblos se basa en la paz y el desarrollo y en la guerra contra la pobreza.

En un discurso, al asumir la Asamblea Constituyente, Haya de la Torre dijo lo siguiente: "Nos aguarda la tarea de cristalizar, en principios precisos e instituciones modernas, esos ideales de democracia y justicia social de pan con libertad, que fueron guía y bandera de varias generaciones de nuestro país; nos aguarda la tarea de promover aquella unidad continental americana que nos guía, que en el Perú fue motivo de proscripción y que es hoy compartido por la mayoría del continente".

Mi voto no será un voto a favor del gobierno podría abstenerme cómodamente, sino será a un voto favor del pueblo peruano y de la unidad del continente latinoamericano, que sólo busca, como dijo Víctor Raúl, que retomemos la ruta del Libertador Simón Bolívar.

Muchas gracias, señor Presidente.

(Aplausos.)

La señora PRESIDENTA.— Puede hacer uso de la palabra el congresista Flores-Araoz Esparza.

El señor FLORES-ARAOZ ESPARZA (PPC).— Señora Presidenta: ¿Cuál es la historia del Perú respecto a nuestros límites fronterizos? Al respecto, debo decirle que nuestra historia realmente es muy lamentable, en razón de que cuando en 1821 nos independizamos teníamos 3 661 732 kilómetros cuadrados de territorio; sin embargo, por el Tratado Salomón Polo Sánchez, con Bolivia, perdimos, además de la desmembración en su oportunidad, 91 276 kilómetros cuadrados; con Brasil, a través del Tratado Hernán Velarde Río Branco, 441 267 kilómetros cuadrados; con Chile, mediante el Tratado Rady Gamio y Larraín, 133 341 kilómetros cuadrados; con Colombia, según el Tratado Salomón-Lozano, 126 173 kilómetros cuadrados; con Ecuador, a través del Protocolo de Río de Janeiro, 97 328 kilómetros cuadrados. Ésta es la historia del Perú, estimados colegas.

¿Qué ha pasado con la historia del Perú en relación con el Ecuador? Con el Ecuador, Presidente, hemos suscrito varios tratados: el de Lima de 1832, el de Paz y Amistad de 1860, la Convención Arbitral de 1887, la Transacción García-Herrera de 1890, la Convención Adicional de Arbitraje, el Tratado Pardo-Aguirre y Cornejo Valverde, el Protocolo Castro-Oyanguren-Ponce de 1924. Ecuador, por lo menos respecto a este antecedente, ni siquiera cumplió aquél que parcialmente le favoreció.

Los incumplimientos del vecino país del Ecuador han sido más que evidentes y todos los conocemos. Antes, el Perú se caracterizó por cesiones territoriales; hoy no sabemos qué concesiones se darán para lograr este acuerdo que ojalá sea histórico y conveniente para nuestro país.

¿Qué es lo que se pretende, Presidente? Los garantes nos piden un acto de fe y el Gobierno, a través de su proyecto de resolución legislativa, también nos pide un acto de fe; pero sabemos que ese acto de fe debilita, por lo menos, la posición histórica tradicional y ortodoxa de la Cancillería Peruana; y la debilita porque siempre la Cancillería Peruana dijo "no" a cualquier arbitraje y "sí" a cualquier entendimiento directo.

Me pregunto, ¿tenemos hoy todos los elementos de juicio para tomar una decisión responsable? No, señor Presidente, no conocemos todos los convenios, pues escasamente uno fue publicado, otro lo acabamos de ver el día de ayer y de los demás no sabemos absolutamente nada, por lo menos no las minorías.

Yo no sé si lo mismo ocurre con los funcionarios del Ministerio de Relaciones Exteriores, seguramente muchos de ellos lo conocen, seguramente también lo conoce el Consejo Nacional de Defensa, probablemente lo conozcan los altos mandos militares e igualmente muchas personas en el Ecuador; pero los representantes del pueblo, quienes ejercen el mandato del pueblo a través de elecciones, no conocemos absolutamente
nada y, no obstante ello, nos piden que hagamos un acto de fe y ése es un acto de confianza. Sin embargo, quienes nos piden confianza en ellos no tienen confianza en nosotros, pues no nos han dado todo el abanico, no nos han proporcionado todos los instrumentos, no conocemos todas las posibilidades y montones de cosas están en la ambigüedad.

Por lo tanto, si no tienen confianza en nosotros, que somos los representantes del pueblo, que somos tan parlamentarios como cualquiera de la mayoría, por qué razón vamos a ser tratados como minusválidos mentales o como personas que no tenemos capacidad de discernimiento para saber qué es bueno o qué es malo. No confían en nosotros, pero nos piden un acto de confianza.

Yo no puedo brindar esa confianza cuando no me dan documentos ni me dan la información respectiva; hemos pedido que nos la proporcionen, pero no nos la han entregado completa. En consecuencia, la decisión que hoy adoptemos tendría que ser ciega; porque por lo menos quienes somos abogados sabemos algo que hemos aprendido desde el primer año de letras: "Papelito manda"; pero acá no hay ningún "papelito manda". Quienes nos piden un acto de fe, un acto de confianza, realmente no tienen confianza en nosotros para decirnos las cosas completas ni para entregarnos los documentos correspondientes.

Señora Presidenta, la decisión que hoy día adoptemos no puede estar librada al azar, ni puede ser cuestión de timba o de lotería; porque lo que se nos pide, que es una decisión de confianza sin documentos, sin decirnos las cosas completas y sin información general, francamente nosotros no podemos concederla, al menos no quien les habla.

Les deseo sí que a todo lo que se pueda arribar con el vecino país del Ecuador sea conveniente para los intereses del Perú. Yo no creo en ese maniqueísmo que dice que aquí están algunos de los buenos y que allá están los malos, ni viceversa, porque para mí todos son buenos; como tampoco creo en que unos sean patriotas y otros no, ya que todos lo son. Cada uno tiene su propia concepción y no dudo del patriotismo de nadie. Incluso, reconozco públicamente el coraje que ha tenido el Presidente de la República en afrontar este problema; pero creo que la fórmula que hoy se nos propone no es la más conveniente, ya que a lo único que nos está llevando, por lo menos para algunos de nosotros, es a algo desconocido.

A mí me gusta votar reflexivamente, a mí me gusta votar a conciencia, a mí me gusta tomar decisiones por propia convicción y evaluando las cosas que se me presentan; pero no me pidan —como he dicho más de una vez— que haga un acto de confianza, que haga un acto ciego y que haga un acto de fe en quienes no se merecen esa confianza y en quienes tampoco han confiado en nosotros para decirnos toda la verdad, como se esperaba que debían hacerlo.

Les deseo, sin embargo, que el acuerdo al que se llegue sea lo mejor para el Perú, porque todos los peruanos anhelamos eso.

El señor OLIVERA VEGA (FIM).— ¿Me permite una interrupción, doctor Flores-Araoz Esparza?

El señor FLORES-ARAOZ ESPARZA (PPC).— Me solicita una interrupción el señor Olivera Vega y no tengo ningún inconveniente en concedérsela, con lo cual doy por concluida mi intervención, señora Presidenta.

Muchas gracias.

La señora PRESIDENTA.— Por el tiempo que le resta, puede interrumpir el señor Olivera Vega.

El señor OLIVERA VEGA (FIM).— Señora Presidenta, acabo de recibir una llamada telefónica del periodista César Hildebrandt, quien me ha pedido que comunique a los peruanos que hoy día su programa ha sido sacado del aire por disposición del Presidente del Directorio de Astros, justamente cuando iba a hacer una serie de revelaciones que hoy se quieren silenciar.

El Perú tiene que saber cómo es que se está coaccionando a ese medio de información y cómo es que se quiere que los peruanos estén desinformados...

La señora PRESIDENTA.— Puede hacer uso de la palabra el señor Urrelo Guerra, por cinco minutos.

El señor URRELO GUERRA (C90-NM).— Señora Presidenta, quisiera empezar mi intervención...

La señora PRESIDENTA.— Voy a agradecer a los señores congresistas que guarden la compostura debida para que pueda dar inicio a su intervención el congresista Urrelo Guerra.

El señor URRELO GUERRA (C90-NM).— Gracias, señora Presidenta.

Quiero empezar mi intervención rindiendo homenaje a muchos peruanos caídos hasta en tres conflictos bélicos producidos en la frontera con el Ecuador; pero también quisiera recordar a catorce profesionales extranjeros que, en el afán de aerofotografiar la zona de la Cordillera Oriental con el Ecuador, fallecieron en sendos accidentes aéreos. Creo que es meritorio que los recordemos ahora, porque ellos proporcionaron la información necesaria para que se fijen, con precisión, nuestros límites en la Cordillera del Cóndor.

Quisiera también informar, en forma breve, sobre el talante que reina en cierto sector de la opinión pública ecuatoriana.

El señor Manuel Terán, del diario El Comercio de Quito, al referirse a la posible solución que debe surgir de este encargo a los países garantes, dice lo siguiente: "Si la resolución de los países garantes únicamente mira lo jurídico, lo más probable es que se sustentará en los documentos que se han producido en las negociaciones, en las propuestas y contrapropuestas de los países, en los criterios de las comisiones, para que de ahí surja una resolución que intente zanjar definitivamente el tema".

También el diario El Comercio de Quito, a través de su reportera Cecilia Sáenz, dice: "El dolor de la renuncia, de haberla, nadie nos la va a quitar y tenemos derecho a sentirla. Nuestro corazón late más deprisa cuando elucubramos sobre la posibilidad de que la línea de frontera sea trazada alejándonos de lugares que históricamente conocimos como nuestros. Hasta las lágrimas aparecen en nuestros ojos cuando recordamos el esfuerzo mancomunado que hicimos todos para defender el territorio en 1995, o aquél que hicieron nuestros padres en 1941; pero respetando estos sentimientos, y a pesar del dolor que siento ante las diferentes posibilidades, mi voto sigue siendo "sí por la paz". Hay una resignación evidente, señora Presidenta.

Luego de este preámbulo, quisiera saludar a nuestros Ministros, aquí presentes, por el magnífico trabajo que han hecho hasta ahora, que nos ha permitido ponernos en la situación de que podamos tomar una decisión con confianza, sabiendo que vamos a salir bien parados de la decisión que vamos a adoptar el día de hoy.

La suerte ha querido que ciento veinte representantes del pueblo, provenientes de diferentes tiendas políticas, tengamos la oportunidad de ser actores en un debate histórico que puede conducirnos a despejar el último tramo de un espinoso camino que hemos recorrido hasta el día hoy con el afán de encontrar la solución definitiva al problema demarcatorio con el vecino y hermano país del Ecuador.

Recientes encuestas llevadas a cabo en el Perú y Ecuador han demostrado que los pueblos de ambos países desean y anhelan la paz, lo cual es un mensaje que los líderes políticos de ambos países tenemos la obligación de recoger y transformarlo en un entendimiento lo más pronto posible.

Entendemos, señora Presidenta, que tomar una decisión que viabilice la solución final de un problema tan grande como el que nos convoca el día de hoy, requiere de una responsabilidad que algunos no están dispuestos a asumir, quizás por temor a ser juzgados incriminatoriamente por un sector de la opinión pública o por el argumento de que falta información.

Quiero invocar a mis colegas que han manifestado opinión contraria o que aún están indecisos, para que, elevándose a la condición de estadistas y confiando en el juicio ponderado de la historia, voten a favor de la resolución legislativa planteada por el Poder Ejecutivo.

La señora PRESIDENTA.— Congresista Urrelo Guerra, su tiempo ha vencido en exceso. La Presidencia le concede un minuto adicional para que pueda culminar su intervención.

El señor URRELO GUERRA (C90-NM).— Muchas gracias, señora Presidenta.

Quisiera concluir mi intervención manifestando que luego de que encontremos el acuerdo final se producirán
consecuencias muy positivas para ambos países, y quisiera resaltar una de ellas. Nuestro país, para poder mantener vigilancia en la frontera, tendrá que asumir ingentes costos para el desplazamiento de nuestras tropas.

Señora Presidenta, quienes vivimos en ciertos lugares donde aún existe violencia social, hemos asistido al abandono de algunos puestos de vigilancia contra la subversión justamente para atender los requerimientos de frontera; de lo cual se han aprovechado los malos peruanos para crear zozobra en muchos pueblos del Perú.

Ojalá que a partir de este acuerdo nuevamente se pueda retomar ese trabajo para que todo el país pueda ser pacificado. La paz, señora Presidenta, es un gran signo de desarrollo.

Muchas gracias,

La señora PRESIDENTA.— Puede hacer uso de la palabra el congresista Lajo Lazo.

El señor LAJO LAZO (DEMO).— Presidente: Los pueblos peruano y ecuatoriano no somos enemigos. Podemos ser hermanos en desacuerdo o vecinos distantes, pero nuestros intereses y nuestros problemas son casi los mismos en todas las áreas de la vida nacional.

El 50% de los peruanos son pobres y lo son también el 60% de los ecuatorianos; somos naciones aún no consolidadas y no tenemos estados plenamente democráticos. Los enemigos de ambos pueblos son pequeños grupos con privilegios económicos y políticos; pero nuestros mayores enemigos son aquellos mecanismos que causan el atraso, la pobreza y la creciente desigualdad interna, que impiden que Perú y Ecuador tengan éxito en la globalización y que más bien permiten que sus pueblos sean víctimas de ella.

Le pido, Presidenta, que prendan las luces porque todavía no se van a proyectar los cuadros que he traído para ilustración del Pleno.

Si la bancada oficialista que apoya al gobierno cuenta con más de 70 votos, ¿por qué no aprobó ayer sin mayor trámite el pedido de los garantes? Porque sabe que eso no basta, porque sabe que una decisión tan trascendente como delegar en los cuatro países garantes la demarcación final del sector pendiente de la frontera con Ecuador debería ser no sólo del Congreso, sino también de la sociedad peruana.

¿Por qué, entonces, pudiendo consultar a las instituciones, colegios profesionales, municipios o regiones como la de Iquitos, que se nos dice está al borde de la insurrección, y pudiendo permitir que los propios congresistas podamos siquiera leer la avalancha de información con que nos bombardean desde ayer, optan tan torpemente por un procedimiento apresurado, por un libreto que repite casi con todos sus pasos el carpetazo y la imposición apenas disimulada por este maratónico debate que suplanta un verdadero debate nacional? Cuando nuestro pueblo se entere y pueda dar su opinión, ya nos habrán obligado a tomar una decisión apresurada. Eso no es justo, no es prudente, no es democrático.

¿Hay alguna norma que prohíba que los Congresos y los pueblos debatan propuestas de tratados y se les ponga en la encrucijada de ratificar o anular todo el paquete? Yo les quiero pedir que antes de someter a arbitraje la demarcación final de la frontera con el Ecuador, que significa suspender la vigencia del Protocolo de Río de Janeiro, recuerden que van a aceptar que el fallo de Menem, Clinton, Frei y Cardoso sea obligatorio.

¿A quiénes deberían consultar los congresistas del oficialismo siquiera 24 horas antes de suspender el Protocolo de Río de Janeiro si no es a sus electores?

Ahí están los cuadros proyectados, Presidente, en los que puede verse el número de electores que votaron por cada uno de ustedes: 30 187 en Lima por Martha Hildebrandt; 23 183 por Amorín Bueno en Cajamarca; 19 821 en Arequipa por Samalvides Dongo; y continúan Velit Núñez, Aurora Torrejón Riva de Chincha, Martorell Flores, Pando Pacheco, Hermoza Ríos, Quicaña Avilés, Ruiz-Caro Alvarez, Reynafarje Abensur, Chang Ching, León Trelles, Lam Alvarez, Ramos Santillán, Jhong Junchaya, Ruiz Dávila, Urrelo Guerra, Larrabure Gálvez, Flores Flores, Villasante Chambi, Abanto Pongo, Chávez Serrano, Medelius Rodríguez, Vega Ascencio, Chiroque Ramírez, Luz Salgado Rubianes de Paredes, María Jesús Espinoza Matos, Amurúz Gallegos, Sánchez Vega, Revilla Jurado, Matsuda Nishimura, Espichán Tumay, Campos Baca,
Vicuña Vásquez, Reggiardo Sayán, Huamanchumo Romero, Gutiérrez Mercedes, Rodas Díaz, Torres y Torres Lara, Figueroa Vizcarra, Edith Mellado Céspedes, Siura Céspedes, Delgado Aparicio, Carmen Lozada de Gamboa, Patsías Mella, Vilchez Malpica y Aliaga Araujo, en sus respectivas provincias. Ellos van a decidir sin consultar a quienes los pusieron en ese lugar. ¿Es eso justo, Presidente? En 48 horas quieren que nosotros pasemos a sustituir un debate serio, un debate nacional, por una decisión de esta naturaleza. (Ver cuadros 1, 2, 3, 4, y 5).


CUADRO 1

CIUDADANOS

CONGRESISTA

PROVINCIAS

30 187

M. HILDEBRANDT

LIMA

23 183

AMORÍN

CAJAMARCA

18 821

SAMALVIDES

AREQUIPA

15 224

VELIT

HUANCAYO

13 388

A. TORREJÓN

TARAPOTO

12 835

MARTORELL

TACNA

12 500

PANDO

TARMA

11 173

HERMOZA

CHIMBOTE

11 053

QUICAÑA

AYACUCHO

10 363

RUIZ CARO

CUSCO

ELABORACIÓN: OFIC. DEL CONGRESISTA M.LAJO

 

CUADRO 2

CIUDADANOS

CONGRESISTA

PROVINCIAS

8 064

REYNAFARJE

IQUITOS

7 905

CHANG CHING

CHICLAYO

7 561

LEÓN

PIURA

7 139

LAM

ICA

7 022

RAMOS

JAÉN

6 729

JHONG

PUCALLPA

6 724

RUIZ

TRUJILLO

6 043

URRELO

TINGO MARÍA

5 955

LARRABURE

CHINCHA ALTA

5 291

FLORES

PUNO

ELABORACIÓN: OFIC. DEL CONGRESISTA M. LAJO

 

 

CUADRO 3

CIUDADANOS

CONGRESISTA

PROVINCIAS

4 650

VILLASANTE

JULIACA

4 635

ABANTO

SULLANA

4 622

CHÁVEZ

ABANCAY

4 154

MEDELIUS

CALLAO

4 095

VEGA

CAÑETE

2 966

CHIROQUE

CHULUCANAS

2 894

L.SALGADO

HUANCAVELICA

2 516

M. ESPINOZA

HUARAZ

2 417

AMURÚZ

P. MALDONADO

1 645

SÁNCHEZ

PACASMAYO

ELABORACIÓN: OFIC. DEL CONGRESISTA M. LAJO

 

 

CUADRO 4

CIUDADANOS

CONGRESISTA

PROVINCIAS

1 472

REVILLA

NAZCA

1 375

MATSUDA

TUMBES

1 343

ESPICHÁN

HUARAL

1 031

CAMPOS

YURIMAGUAS

843

VICUÑA

HUÁNUCO

752

REGGIARDO

MOYOBAMBA

652

HUAMANCHUMO

HUAMACHUCO

642

GUTIÉRREZ

BARRANCA

556

RODAS

CHOTA

444

TORRES Y T.

EXTERIOR

ELABORACIÓN: OFIC. DEL CONGRESISTA M. LAJO

 

 

CUADRO 5

CIUDADANOS

CONGRESISTA

PROVINCIAS

440

FIGUEROA

SICUANI

333

E. MELLADO

LA MERCED

190

SIURA

MOQUEGUA

190

DELGADO

HUACHO

122

C. LOZADA

PASCO

94

PATSÍAS

QUILLABAMBA

79

VILCHEZ

ANDAHUAYLAS

42

ALIAGA

CHACHAPOYAS

ELABORACIÓN: OFIC. DEL CONGRESISTA M. LAJO

  A ver, levanten la mano los que han podido leerlo y los que podrían explicárselo a sus pueblos. Ahí están, Presidenta, uno, dos, tres, cuatro...

La señora PRESIDENTA.— Señor Lajo Lazo, le comunico que soy yo la que dirige el debate, de tal forma que puede usted continuar fijando su posición.

El señor LAJO LAZO (DEMO).— Puede usted seguir interrumpiendo y haciéndonos perder el tiempo, pero nosotros tenemos la obligación de expresar nuestra opinión. Ese Tratado debería ser conocido por los pueblos de Loreto, Amazonas, Cajamarca, Piura, y Tumbes, por lo menos.

La lectura de esas páginas me ha creado varias dudas, pero no sé si su carácter secreto impide que las diga acá y en todo caso no podré hacerlo por el poco tiempo que me queda. Una vez más a los congresistas se nos obliga a tomar decisiones sobre algo que no conocemos.

Como si quisieran olvidar la protesta nacional del 30 de setiembre no sólo en Lima, sino en todo el país, así como los resultados de las elecciones del domingo pasado, que le han quitado la confianza al gobierno, todo el poder de comunicación del régimen ha buscado esta semana reemplazar una consulta nacional necesaria, que era posible, por esta teatral y a veces atolondrada representación unilateral, sin retroalimentación alguna.

Algunas señoras congresistas dicen aquí que se trata de cuestionar nuestro mandato. No se trata de cuestionar nuestro mandato, sino, por el contrario, de fortalecerlo y no debilitarlo, lo cual ocurriría si se acepta que nos impongan cinco días de plazo para tal vez abonar la vanidad de algunos presidentes que el próximo sábado estarán reúnidos en Oporto.

¿Podemos fortalecer nuestro mandato? No, lo vamos a devaluar aún más, Presidenta. Tenemos dos dilemas y no solamente uno. No sólo hay un dilema, como muy bien ha sido planteado por el Canciller: estancamiento o avance de este proceso que, efectivamente, podría estar en sus últimos tramos.

Hay también otro dilema: el atropello soberbio de la voluntad popular mediante una simulación de debate


Nosotros no somos obstruccionistas ni queremos postergar por postergar u oponernos por oponernos, aun cuando sabemos que ésta es una oportunidad única y que el Perú no puede inhibirse frente al riesgo. Nuestro pueblo sabe que el que no arriesga no gana. No le tenemos miedo al riesgo, Presidente; pero la decisión debe ser de todo el pueblo peruano y no de un grupo de representantes presionados a tomar una decisión en cuarenta y ocho horas sin meditar, sin consultar y sin información completa.

No pido un referéndum, Presidenta, apenas pido, veinticuatro horas antes de votar, un gesto de respeto por los ciudadanos del Perú. Estamos acostumbrados al desdén a los ciudadanos y a la sociedad civil; nos creemos grandes estadistas que podemos tomar decisiones sin consultar. ¿Han tenido tiempo de consultar, más allá de lo que nos cuentan acá sentimentalmente, con sus respectivas familias?

A ver, levanten la mano los que han podido leer de pie y humillados y los que podrían explicar a sus electores el Tratado de Navegación y Comercio, cuyo texto fue colocado ayer en la Sala de Constituciones. nacional o una decisión razonada, democrática y serena.

Si a los congresistas nos dan 48 horas para considerar, de cinco a diez minutos para hablar y nada de tiempo para leer los documentos o consultar, ¿qué le darán al pueblo al que sin embargo se le pide poner la sangre, los muertos y los mutilados en la defensa de nuestra soberanía cuando las papas queman?

Que fácil es tachar de protagonismo y de pensar en intereses electorales a los que exigimos se respeten mecanismos democráticos en el Perú. ¿No será que el señor Fujimori se empeña en encontrar en un comportamiento personalista respecto del terreno internacional una vía para revertir aunque sea por unos días la pérdida dramática de su popularidad? Por el bien del Perú, esperemos que no sea así, porque nosotros queremos que haya democracia en nuestro país.

Después de las declaraciones rotundas del Presidente ecuatoriano anoche, sabemos que éste se negó a firmar un acuerdo en el que el 100% de lo reclamado por el Perú quedaba dentro de nuestro territorio. Si ello se somete al arbitraje es porque Mahuad tiene alguna seguridad de que de alguna forma esto cambiará, es decir, que logrará que algún porcentaje se adjudique a su país. Por eso es que se le pide a los Congresos que autoricen un arbitraje que será obligatorio e inapelable. Como señaló esta mañana el colega Guerra-García, se está dando la razón al Ecuador, a su criterio de que el Protocolo no basta, que es inejecutable y que se requiere de un arbitraje.

Aun así, yo aceptaría el riesgo si el oficialismo permitiera una decisión democrática y no una parodia, una simulación de consulta nacional.

Yo les pido a los colegas del oficialismo, ya que quieren tomar una decisión histórica, que posterguen por veinticuatro horas la votación. Esperemos a escuchar la decisión del Congreso ecuatoriano, respetemos a nuestro pueblo, leamos y consultemos los pronunciamientos que recién nos están llegando y que no hemos tenido tiempo de analizar. No nos apresuremos, no aceptemos el libreto autocrático al que ha estado sometido este Congreso y que ha llevado a Cambio 90-Nueva Mayoría a la situación en la que hoy día se encuentra.

Recuperemos la democracia y evitemos que se sigan recortando programas como el de César Hildebrandt, que indudablemente es un golpe a nuestra débil democracia; pero aun así, sabemos que el pueblo peruano ha vencido enemigos más difíciles y, sea como sea, vamos a avanzar. La democracia, la nación y la soberanía vencerán en el Perú, cueste lo que cueste.

Muchas gracias, Presidenta.

La señora PRESIDENTA.— Puede hacer uso de la palabra el congresista Velit Núñez.

El señor VELIT NÚÑEZ (C90-NM).— Señora Presidenta: Quiero saludar en forma muy especial a los señores Ministros que se encuentran hoy presentes en el Hemiciclo y, a su vez, agradecer por permitirme fundamentar mi voto. Con ello no pretendo convencer absolutamente a nadie, sino sencillamente hacer algunas reflexiones respecto a la decisión de mi voto.

Precisamente el día de hoy escuchaba al padre Juan Julio Wicht en una entrevista que ofreció en Radio Programas del Perú, en la cual hacia mención de aquella persona que estuvo de rehén en la residencia del Embajador de Japón y que salió ileso gracias a la decisión del Presidente de la República, al llevarse a cabo la operación "Chavín de Huántar" de la cual todos nos alegramos; y también decía que precisamente después de muchos años se tomaba con mucha firmeza y decisión las negociaciones con el vecino país del Ecuador, con el fin de hacer prevalecer el Protocolo de Río de Janeiro y todos los antecedentes sobre la materia. Creo que el padre Juan Julio Wicht está al margen de cualquier cuestionamiento político

Por eso, según mi criterio, muy personal por cierto, esta resolución asegura la decisión política del Presidente de la República.

Pero a la vez reflexionaba y decía qué orgullosos se deben de sentir en la Pontificia Universidad Católica de saber que los últimos tres Ministros de Relaciones Exteriores han sido alumnos y también prestigiosos profesores de esa casa de estudios. El actual Canciller no sólo ha sido maestro, sino ha sido un señor maestro, y se tienen que sentir orgullosos sus alumnos de que tengamos un Canciller que realmente se preocupa por su país.

Eso es lo que me garantiza a mí, y es lo que nos debe garantizar a todos, tener la tranquilidad de tomar una decisión de esa naturaleza.

No obstante ello, he escuchado decir acá a muchos señores congresistas que unos van a votar por el "sí" y otros por el "no", y todos se sienten patriotas. Bueno, yo creo en el patriotismo de todos, Presidente; pero espero que aquellos que públicamente han señalado que van a votar por el "no", después no pretendan subirse al "coche del triunfo" si los resultados son positivos; porque nosotros, los que decidimos por el "sí", estamos —como algunos piensan— arriesgando y asumiendo una responsabilidad; mientras que quienes lo hagan por el "no" tendrán que esperar que las cosas salgan bien para después decir: "Estuvimos salvaguardando los intereses del país, tomamos una decisión que creímos la más conveniente".

Presidenta, espero que aquéllos que voten por el "no" sean lo suficientemente valientes, cuando las cosas salgan bien, para reconocer que no tuvieron el valor ni el coraje de votar por el sí en un momento difícil e importante para el país.

De otro lado, un congresista ha dicho hace unos momentos que nosotros somos mandatarios del pueblo; y es lógico, el colega que me ha antecedido en el uso de la palabra lo es, pero probablemente es mandatario con muy pocos votos.

La verdad, señora Presidenta, es que tengo el orgullo de haber llegado dos veces al Congreso con votaciones muy significativas, precisamente de gente de mi provincia, de mi ciudad natal, Huancayo, y representó a la zona central del país.

Por eso, con orgullo puedo decir, no solamente como huancaíno sino como peruano, que muchísimos jóvenes marcharon de la zona central del país para ir a defender nuestras fronteras; pero lamentablemente muchos de ellos no regresaron porque perdieron la vida y sus padres todavía lloran su ausencia; sin embargo, hasta hoy no se toma una decisión firme. Por otra parte, señora Presidenta, los congresistas no solamente somos mandatarios de ellos, porque normalmente los congresistas nos vemos favorecidos por una votación que corresponde a la provincia de
la cual procedemos y por otra votación proveniente de nuestras propias familias.

Señora Presidenta, yo, por lo menos, puedo decir con orgullo que mi abuelo, el doctor Mariano Velit Salazar, no solamente fue médico, sino también coronel del Ejército, pues salvó muchas vidas y defendió a la Patria. Y con ese orgullo de tener permanentemente en casa a un médico y a un militar, puedo decirles que, en nombre de mi familia, de mis amigos y de mis paisanos huancaínos, como mandatario de ellos, voy a votar por el sí y espero que igual lo hagan todos los congresistas provincianos.

Gracias, señora Presidenta.

La señora PRESIDENTA.— Tiene el uso de la palabra el señor San Román.

El señor SAN ROMÁN CÁCERES (I).— Presidenta: A estas alturas del debate creo que ya es poco lo que tenemos que decir, pues, como hemos podido advertir, por ambos lados hay argumentos válidos. Yo no quiero justificar ninguno de ellos.

Pero, repitiendo lo que dije el día de ayer, quiero señalar una vez más que la paz entre los pueblos de Perú y Ecuador nunca estuvo tan cerca. Esta decisión que hoy tomará el Congreso, después de un debate tan amplio, nos permitirá ofrecer a la opinión pública nacional e internacional cuál es el nivel de cohesión que tiene la Representación Nacional para poder apostar por un objetivo nacional.

Yo siempre he dicho que cuando se trata de objetivos nacionales nada nos debe dividir y todo no debe unir. Por eso, manteniendo la coherencia sobre los principios integracionistas, tengo que decir que todos esos esfuerzos de integración, todos esos esfuerzos con el fin de enlazar entre nuestros pueblos los factores positivos de la competitividad, han sido truncados por brotes de enfrentamiento.

Desde muchos años atrás nuestros pueblos permanentemente tratan de integrarse. Los vecinos del país del norte pasan de un lado a otro de la frontera sin mayor dificultad y sus empresarios continuamente realizan encuentros fronterizos.

Señores, hubo esfuerzos andinos para integrarnos: El Pacto Andino logró promover lo que en ese entonces se llamó la Confederación Andina de Pequeñas y Medianas Industrias. Nos tocó ir a los peruanos a los pueblos profundos del Ecuador, no sólo a la capital; como también vinieron los hermanos empresarios ecuatorianos a nuestras ciudades. Compartieron e intercambiaron tecnología entre ambos países, complementaron sus niveles de producción, buscaron la ampliación de sus mercados. ¿Qué es lo que nos unía, Presidenta? Nuestra historia, nuestra tradición y nuestros orígenes.

Cuando estuvimos en Bolivia pudimos observar cómo los hermanos bolivianos recibían con entusiasmo a ecuatorianos, a peruanos, a venezolanos y a colombianos. ¿Cómo no podemos aprovechar esa ventaja comparativa tan maravillosa del idioma y de nuestras costumbres para procurar la integración de nuestros pueblos? ¿Qué lo impide, Presidenta? Solamente esos viejos rencores históricos que especialistas en la materia se han encargado hoy de revivir.

Antes, cuando había que usar los caballos como medio de transporte para llegar hasta Quito, se demoraba mucho en conocer las noticias; y hoy seguramente, con los adelantos tecnológicos, los hermanos ecuatorianos ya están enterados de lo que pasa en el Perú. Ha cambiado el tiempo, Presidenta. No podemos remontarnos a la historia para tratar de revivir viejos rencores, tenemos que apostar a futuro porque el futuro es la esperanza de nuestros hijos y la esperanza de nuestros pueblos.

Por eso quiero decir aquí que como objetivo nacional debemos buscar otras alternativas, porque sé y estoy seguro de que la paz de nuestros pueblos está muy cerca, probablemente este fin de semana. Pero queremos mostrar a la opinión pública nacional la realidad de esta situación, para lo cual tenemos que aclarar algunos aspectos sobre los que hay dudas; y dudas que algunos personajes se encargan de agrandar al poner en tela de juicio la seriedad de nuestras instituciones, la seriedad de nuestros representantes y la seriedad de los países garantes.

Presidenta, desde que yo tenía uso de razón siempre se nos enseñó, y nos sacaban a las calles, a pasear
con nuestra bandera peruana y a reclamar los derechos de Tumbes, Jaén y Maynas. Cómo no vamos a recordarlo todos. ¿Acaso en ese momento no escuchábamos a nuestros padres y a las autoridades de nuestros pueblos reclamar qué hacen los garantes, por qué no ponen los hitos para solucionar este problema?

Y hoy que justamente aceptan los garantes interponer sus buenos oficios sobre bases sólidas y estudios serios basados en el Protocolo de Río de Janeiro y demás instrumentos complementarios y, por último, sobre el informe de los pareceres técnico jurídicos, como dije el día de ayer, que nos daba toda la razón y que, por tanto, no podía dudar de la palabra de nuestro ex Canciller Ferrero, porque él nos explicó minuciosamente en su Despacho y aquí en el Pleno sobre el particular, no podemos dejar pasar esta oportunidad.

Y ayer mismo, en la noche, escuchamos por la televisión ecuatoriana cómo el Presidente del Ecuador ratificaba aquello, porque llegó a aseverar que efectivamente ese informe favorecía todas las aspiraciones y todo el deseo del pueblo peruano, porque era su justo derecho; y que las autoridades ecuatorianas no tenían qué presentar a su pueblo. En esas condiciones, el Presidente del Ecuador dijo que no podía firmar.

Seguramente a eso se refería cuando dijo que había razones sentimentales que le impedían firmar. ¿Quieren ustedes, aquellos que van a votar y apuestan por el no, que sigan estos problemas por líneas paralelas? Tenemos que encontrarnos, tenemos que hacer el esfuerzo, tenemos que apoyar esta decisión, tenemos que respaldar esta solicitud de los países garantes, que justamente reclaman que los pueblos y sus instituciones primero muestren la disposición de aceptar el fallo que ellos puedan dar, que no es otra cosa que reconocer el informe técnico jurídico por el cual el Perú tiene toda la razón y, por tanto, no perderá un solo milímetro de su frontera.

Eso es lo que está en tela de juicio, el resto son suspicacias. En nuestro país, efectivamente, ya estamos acostumbrados a que cuando se da una ley nunca es para promocionar, sino solamente para sancionar, porque siempre estamos buscando con antelación las razones para sancionar todo efecto que una ley pueda causar.

Colegas, tenemos que aprender a confiar, pues el futuro es muy promisorio. Nuestro país necesita integrar a sus pueblos, necesita integrar a sus empresarios, necesita explotar esos recursos naturales que año tras año permanecen dormidos, inactivos y que podrían generar riqueza justamente en donde ahora tenemos estos enfrentamientos, que es la frontera norte, que tiene un clima maravilloso, que posee recursos hídricos que podrían producir la energía necesaria para desarrollar a esos pueblos abandonados y empobrecidos, sólo por el capricho de no llegar a un entendimiento y de no cumplir lo que dispone el Protocolo.

Después de cincuenta años, el pueblo ecuatoriano ha madurado. Ésa es la única explicación, Presidenta, porque el día de hoy hemos escuchado por las emisoras radiales que más del noventa por ciento del pueblo ecuatoriano aprueba por adelantado lo que decidan fallar los países garantes. Nunca antes en el vecino país del Ecuador ha habido tanta unión. Siempre que se preguntaba cuál era el objetivo nacional del Ecuador, se decía: "su salida al Amazonas"; cuál es el objetivo nacional de Bolivia: "su salida al mar"; sin embargo, cuando se preguntaba cuál era el objetivo nacional del Perú, nadie sabía qué responder.

Por lo menos, que un primer punto de partida sea la paz. Espero que nos encontremos, espero que nos entendamos y espero que nuestro Congreso dé hoy muestras de madurez, de coherencia y, lo que es más importante, de consenso.

Muchas gracias, señora Presidenta.

La señora PRESIDENTA.— Puede hacer uso de la palabra el congresista Medelius Rodríguez.

El señor MEDELIUS RODRÍGUEZ (C90-NM).— Presidenta: Llevamos dos días de debate de un asunto muy importante como es la resolución legislativa remitida por el Poder Ejecutivo, que esta noche debe ser sometida a votación.

Hemos tenido en estas largas horas de debate distintas posiciones sobre el particular: unas a favor de la
resolución legislativa y otras en contra de la misma. Queda, por tanto, muy poco por decir, pero sí algunas cosas por aclarar.

En algunas intervenciones de distinguidos congresistas que se oponen a la resolución legislativa en debate, se argumenta, bajo premisas que considero equivocadas, que la resolución legislativa que nos remite el Poder Ejecutivo sería un acto de fe que encierra cesiones de territorio, que es un nuevo Tratado o que es un cheque en blanco.

Para ello, señora Presidenta, creo que es pertinente leer bien el texto del artículo 1º enviado a este Congreso, que a la letra dice: "Aprobar el procedimiento planteado por los países garantes y presentado por el Poder Ejecutivo, a fin de permitir el concurso de los mismos en la solución de las discrepancias en el tema de la fijación en el terreno de la frontera terrestre común, conforme al Protocolo del Río de Janeiro, al Laudo del árbitro Braz Dias de Aguiar y demás instrumentos complementarios". Al respecto, tenemos que señalar que el Protocolo de Río de Janeiro es el marco jurídico de la resolución legislativa en debate.

Igualmente, tenemos que destacar que los límites ya están señalados en el artículo octavo del Protocolo de Río de Janeiro, el cual es muy extenso, pero que todos los señores congresistas pueden leerlo. También es necesario señalar que en el artículo noveno del mismo se señala lo siguiente: "Queda entendido que la línea anteriormente descrita, será aceptada por el Perú y el Ecuador para la fijación, por los técnicos, en el terreno, de la frontera entre los dos países". Eso es a lo que estamos comprometiendo a los garantes para que hagan honor a la gestión que deben de continuar hasta la demarcación definitiva de las fronteras entre el Perú y Ecuador, conforme lo establece el artículo quinto del Protocolo.

En consecuencia, señora Presidenta, debemos aclarar que acá no existe ningún "cheque en blanco", no existe ningún acto de fe, sino lo que existe es el respeto al Tratado. Sobre el particular, sería conveniente señalar la regla general sobre Interpretación de los Tratados de la Convención de Viena, que en forma taxativa en el articulo 31º establece que "un tratado deberá interpretarse de buena fe conforme al sentido corriente que haya de atribuirse a los términos del tratado; igualmente, que el contexto para el análisis será todo acuerdo que se refiera al tratado y haya sido concertado entre todas las partes con motivo de su celebración; y todo instrumento formulado por una o más partes con motivo de la celebración del tratado y aceptado por las demás como instrumento referente al tratado".

Si hablamos del significado de equidad en el Derecho Internacional Público, debemos precisar, como dice Juan Antonio Carrillo y Salcedo, que un arreglo ex aequo bono o arreglo por equidad, únicamente es posible cuando los Estados partes en la controversia así lo hubieran convenido.

En este caso, Presidenta, es clarísimo el proyecto de resolución legislativa en debate, porque se está estableciendo que únicamente debemos de ceñirnos al Protocolo de Río de Janeiro, al Arbitraje de Dias de Aguiar y a los instrumentos complementarios.

Respecto al artículo 2º propuesto por el señor Canciller de la República, debemos señalar que con ello se precisan los alcances de lo que significaría la ratificación de los tratados a futuro.

No estamos acá en estos momentos aprobando ningún tratado, Presidenta. El artículo 2º de la resolución legislativa propuesto por el señor Canciller, en forma clara, precisa y taxativa señala lo siguiente: "El Acuerdo Amplio de Integración Fronteriza y el Tratado de Comercio y Navegación a ser suscritos serán sometidos al Congreso para su aprobación antes de su ratificación, de acuerdo a la Constitución y las Leyes de la República".

Por ende, señora Presidenta, debo decir que estamos totalmente de acuerdo con la propuesta de resolución legislativa en su texto sustitutorio; con lo cual, estoy seguro, cumplimos con lo establecido en los artículos 38º y 54º de la Constitución, en cuanto a que todos los peruanos tenemos el deber de proteger los intereses nacionales.

Considero que a través de esta resolución legislativa así lo estamos haciendo; como igualmente estamos haciendo que el territorio del Estado peruano sea inviolable e inalienable.

Para concluir, únicamente quiero señalar que, como en el Derecho Internacional Público, aquí lo que debe de primar es la buena fe. Y, en ese sentido, vamos a dejar sentado que es la buena fe, la razón que nos asiste y la justificación de los instrumentos internacionales las que nos permitirán dar con seguridad y con responsabilidad nuestro voto.

Por ello, señora Presidenta, anuncio que mi voto será a favor de la aprobación de la resolución legislativa en debate.

Muchas gracias.

La señora PRESIDENTA.— Puede hacer uso de la palabra el congresista Matsuda Nishimura, por cinco minutos.

El señor MATSUDA NISHIMURA (C90-NM).— Señora Presidenta: El día de hoy, uno de los diarios más importantes y serios del país, me refiero al diario Expreso, ha dado su opinión sobre el tema trascendental que desde el día de ayer venimos debatiendo en el Congreso de la República.

Me adhiero plenamente a lo expresado en el editorial del diario Expreso del día de hoy; por lo tanto, considero pertinente que esa opinión sea registrada en el Diario de los Debates del Congreso de la República, a la cual voy a dar lectura no en forma completa, por la tiranía del tiempo, sino sólo a un extracto de la misma.

Dice: "El Congreso de la República tiene hoy día entre sus manos una decisión histórica. Tiene la posibilidad de dar el paso necesario para ponerle fin de una vez por todas a un problema secular entre el Perú y Ecuador que sólo ha servido para desangrar ejércitos y economías, para impedir el progreso e incluso el desarrollo de la democracia.

Debe el Congreso decidir, con todos los elementos de juicio proporcionados por el Canciller, si aprueba que la propuesta de los garantes sobre la manera de demarcar la frontera común tenga poder vinculante para el Perú.

Esta fórmula se ha hecho necesaria por varias razones. Primero, porque, ante la solicitud que recibieran de los presidentes del Perú y Ecuador a prestar su concurso para destrabar el proceso en el tema demarcatorio, hubiera sido ocioso que los garantes reiteraran los pareceres técnico-jurídicos que habían formulado y que no eran aceptados por Ecuador. Allí, precisamente, estaba el entrampamiento. Ellos, entonces, como ha explicado el Canciller Fernando de Trazegnies, solicitaron que su propuesta tenga carácter vinculante, para que los mencionados pareceres sean de obligatoria aceptación. Lo que hacía falta no era una nueva propuesta para demarcar la línea fronteriza, sino darle a la que ya existe fuerza definitiva.

El Canciller ha precisado que los garantes no pueden salirse del marco del mandato que le confieren las partes, señalado en la carta de los presidentes, que incluye no sólo el Protocolo sino los propios pareceres de los expertos. Y es por eso mismo que no estamos acá ante un arbitraje —aunque pueda parecerlo—, sino ante una manera de aplicar o de poner en ejecución un fallo ya pronunciado. En consecuencia, no existe "cheque en blanco" ni razón para temer la decisión que el Congreso debe tomar. Se trata de aprobar el modo en que los garantes van a garantizar, precisamente, que se cumpla el Protocolo. Con ello, están asumiendo el papel que el Perú siempre les ha reclamado."

Expreso se pregunta: "¿Qué garantía hay de que no se contradirán a sí mismos y no cambiarán sus propios pareceres, el laudo de Dias de Aguiar y el propio Protocolo?" Y Expreso se responde: "Pues la de la razón, la de la legalidad. Desde ambos puntos de vista, no existe otra alternativa, ya que si los contradijeran, dejarían de ser garantes y su dictamen carecería de obligatoriedad."

Y continúa: "El recelo inicial de muchos congresistas se explica perfectamente: éste ha sido un proceso en el que el pacto de moratoria informativa se cumplió, del lado peruano, de manera estricta y acaso excesiva tratándose del Congreso; de modo que los representantes sencillamente no han estado informados y no tenían por qué presumir que, efectivamente, los acuerdos logrados hasta la fecha —como el de Comercio y Navegación— no contenían cesión alguna territorial o de soberanía o jurisdicción.

Ahora, no obstante, el proyecto del tratado ha sido puesto a disposición de los congresistas y se ha
distribuido las conclusiones de los pareceres. Y puede constatarse que ésta ha sido, quizás, una de las negociaciones diplomáticas más brillantes que se hayan llevado a cabo en la historia del Perú. Los acuerdos logrados hasta el momento son impecables desde el punto de vista de la soberanía nacional y se ha logrado que el Ecuador vaya aceptando pacíficamente cada vez más las cosas como son y como siempre fueron."

La señora PRESIDENTA.— La Presidencia le concede dos minutos más para que pueda concluir su intervención, congresista Matsuda Nishimura.

El señor MATSUDA NISHIMURA (C90-NM).— Gracias, señora Presidenta.

Continúo entonces. "Por eso mismo, para no desperdiciar un esfuerzo diplomático extraordinario de tantos años, es necesario franquear la fórmula para el arreglo final. Se requiere de un esfuerzo excepcional para aislar el voto de toda otra circunstancia política y considerar que el acuerdo final con el Ecuador no es una decisión del gobierno, sino del Estado peruano. Ésa es la altura que el pueblo reclama de sus representantes. Y ése es el carácter que precisamente le darían al aprobar el pedido de los garantes.

Porque, por lo demás, lo verdaderamente patriótico no consiste en estar dispuesto a ir a la guerra en cualquier momento, sino en asegurar de una vez por todas una paz que permita el desarrollo de los pueblos y libere a ambos países de una carga que les impide no solo salir de la pobreza, sino incluso consolidar la democracia. Es el tipo de decisión que reclama cualidades superiores, que obliga a ponerse por encima de las pasiones y que, por eso mismo, libera a los hombres y a las naciones."

Señora Presidenta, yo quiero ponerme a la altura de esta decisión crucial y por esto anuncio que mi voto será a favor de ella.

Muchas gracias.

La señora PRESIDENTA.— Puede hacer uso de la palabra el congresista Cáceres Velásquez.

El señor CÁCERES VELÁSQUEZ (DEMO).— Señora Presidenta: Los señores congresistas aquí presentes pueden dar fe de que en ningún momento me he ausentado y que he seguido con mucho interés este importante debate, porque me considero vitalmente comprometido con el desarrollo del mismo dada la trascendencia del tema a que se refiere.

Hay muchos conceptos y aspectos que se han manejado durante las diversas exposiciones que en el transcurso del debate han efectuado nuestros colegas: la importancia de la paz, del desarrollo de los pueblos, de la lucha contra la pobreza; la necesidad de incentivar la Comunidad Latinoamericana de Naciones, la Comunidad Andina de Naciones; incluso se han hecho aquí una serie de referencias históricas. Todo ello, señora Presidenta, me ha comprometido a una mayor reflexión, como también a comprender el riesgo que en estas negociaciones corre el Perú, porque creo que por parte de nuestra patria mucho está en juego en este asunto.

Y por otro lado, el apremio con el que se ha conducido este debate, ya que en escasas horas tenemos que decidir sobre algo de mucha importancia sin que la Nación haya sido debidamente consultada, sin que hayamos recibido manifestaciones de lo que el Perú profundo y sus instituciones piensan sobre el particular.

Hace pocos momentos se ha conocido, por ejemplo, que el Municipio Provincial de Lima ha rechazado dar su aprobación, su respaldo a la resolución legislativa que se encuentra en Mesa. Se conoce, de otro lado, que se ha suspendido el programa del señor Hildebrandt el día de hoy. Ésos son algunos elementos de juicio muy preocupantes para llegar a la decisión que se nos pide.

En lo que corresponde a mi persona, yo mantengo mis dudas iniciales. En primer lugar, porque habiéndose dado muchos precedentes de inconstitucionalidad con este gobierno, resulta que el acto inicial con el que ha comenzado esta etapa en la vida del Perú ha estado fuera del marco de nuestra Constitución, porque no se ha sujetado a lo que establece el artículo 120º de la misma, pues la oferta hecha por el Presidente de la República no tuvo la refrendación del señor Ministro de Relaciones Exteriores de entonces, el señor Ferrero Costa, quien por el contrario renunció.

De otro lado, el actual Canciller de la República, al dar respuesta a una observación que le formulé, no ha sido convincente cuando se ha remitido al inciso 2) del artículo 118º de la Constitución, en el cual se establece que el Presidente de la República representa al Estado. Ese hecho no es suficiente para que al amparo de esa representación pueda convalidarse una inobservancia constitucional como aquella que he señalado.

De otro lado, tampoco me ha convencido lo que aquí se ha dicho sobre la constitucionalidad del debate en el que estamos empeñados. Creo que al haberse hablado de fuerzas de carácter vinculante, de arbitraje y de una aprobación por adelantado de determinados tratados, en la práctica estamos faltando a lo que establecen los artículos 56º y 57º de nuestra Constitución, pues no se ha esclarecido la posibilidad de riesgo que está corriendo el Perú. Mucho se remiten, los señores congresistas de la mayoría, a lo que aparece en los considerandos y en el texto resolutivo de la resolución legislativa que se encuentra en debate, e igualmente al texto de la comunicación cursada al señor Presidente de Brasil por los Presidentes del Perú y del Ecuador.

Pero no es ello lo determinante, señora Presidenta, lo que en verdad nos preocupa a los congresistas de la oposición es fundamentalmente el texto de la carta del señor Presidente del Brasil. Ese texto es el que estamos aprobando, no es precisamente lo que han propuesto los presidentes del Perú y Ecuador o lo que está apareciendo del texto de la resolución en debate.

Si leemos una y otra vez el texto de la comunicación cursada a los presidentes del Perú y el Ecuador por el Presidente del Brasil, encontraremos que en ella hay demasiado riesgo para el Perú, todo está en juego, estamos volviendo a fojas uno con lo que podrían presentar los garantes como fórmula global y final de este drama.

De otro lado, también está patente que nuestra decisión en la noche de hoy no será una aprobación con cargo a futuras aprobaciones, sino será una aprobación de carácter definitivo. El párrafo penúltimo de la carta del señor Presidente de Brasil lo pone en evidencia, pues dice textualmente: "En vista del profundo interés con que Su Santidad, el Papa Juan Pablo II, ha seguido el desarrollo del proceso de paz y tomando en cuenta la profunda religiosidad de los pueblos del Perú y Ecuador, los garantes, una vez determinada por nosotros la fórmula de arreglo conforme el Protocolo de Río de Janeiro, solicitaremos la bendición papal". Es decir, no esperarán a que los Congresos se pronuncien —en nuestro caso el Congreso del Perú— sobre los tratados que son mencionados aquí, que quedarían en Mesa para una futura refrendación, porque ya éstos se tendrán por definitivos.

De igual forma, manteniendo aún mis dudas, también debo señalar que no hemos contado con todos los elementos de juicio requeridos para evaluar la propuesta legislativa. Por lo tanto, no me siento yo comprometido a votar por estrategia política o por consigna partidaria, como creo que en parte se encuentran los congresistas de la mayoría.

Considero, señora Presidenta, que la Representación Nacional ha debido conocer el contenido de la carta de renuncia del ex Canciller Ferrero, porque creo que en ella existen elementos de juicio indispensables para formar opinión sobre el asunto que se encuentra en debate.

En ese sentido, debo señalar que he solicitado a través del órgano correspondiente de la Presidencia, conforme lo dispone tanto la Constitución como el Reglamento del Congreso, que el señor Presidente del Consejo de Ministros nos proporcione copia de esa carta, pues está obligado a hacerlo. En pocos días más lo tendremos.

Por ello es que con el carácter de cuestión previa, para que usted lo consulte oportunamente, estoy pidiendo que —en sesión reservada si se quiere, pero de inmediato— escuchemos la lectura de esa carta, que creo podría cambiar el criterio de muchos de los colegas aquí presentes.

Alcanzaré oportunamente a la señora Presidenta el texto de la cuestión previa que estoy planteando, así como el texto del oficio con el que he pedido la información antes aludida.

Existiendo todas estas dudas en mi conciencia, por ser una decisión de mucha importancia la que vamos a tomar, debo decir que no puedo votar a favor de la
resolución que se encuentra en debate; y no puedo votar a favor porque no tengo la convicción suficiente sobre la procedencia de esa resolución. Esto es así, porque no tengo los elementos de juicio suficientes para formarme esa convicción, por tanto, no debo votar tampoco en favor de dicha resolución por respeto al pueblo del Perú y por respeto a la Constitución. Soy un congresista con experiencia, elegido nueve veces en los 43 años que llevó en el Congreso y de una manera tan fácil no puedo entregar mi aceptación a algo de tanta transcendencia.

Evocando recuerdos de niño, tengo presente que mi abuelo paterno, combatiente de la Guerra del Pacífico, alguna vez me hacía recuerdo de que caído Cáceres —mi abuelo fue cacerista— y habiéndose retirado del servicio toda la oficialidad de entonces, pretendieron convencerle para ejercitar un cargo público y él dio una respuesta contundente: "Mi dignidad no me lo permite". Señora Presidenta, mi dignidad de Representante de la Nación, con tantos años de experiencia, no me permite aceptar una propuesta como la formulada por la mayoría; me hace sentir sí en la necesidad de votar en contra de esa propuesta.

Creo incluso que de esa manera seré parte de la estrategia que la mayoría quiere; porque ante el pueblo del Ecuador debemos demostrar que no todos los congresistas estamos detrás de esta propuesta, dado que ello podría llevar a determinada sospecha que quizás malograría la estrategia que se advierte en la resolución en debate.

Antes de concluir, señora Presidenta, debo decirle que mi deber es votar en contra de esta propuesta, tanto por la tranquilidad de mi conciencia y por todas las razones que he invocado, como también porque además así lo exige la salud de la patria.

Es necesario, pues, que haya reservas morales establecidas en el debate, para que oportunamente puedan hacerse valer si acaso los resultados no son los que la mayoría espera; sin embargo, debo decir que soy de aquellos peruanos que oraré a la providencia y que estaré aquí cuando pase el Señor de los Milagros para pedirle a Dios que los temores de quienes votamos en contra no se cumplan, y sea más bien totalmente exitosa la gestión del Presidente de la República y de la mayoría. Ojalá tenga éxito por el bien del Perú, lo deseo con toda sinceridad; pero aún así, mi votó será en contra de la resolución que se encuentra en Mesa.

Le ruego consultar la cuestión previa que estoy alcanzando a usted sobre el asunto antes expresado, extrañando que no me haya concedido el minuto...

La señora PRESIDENTA.— Tiene usted el minuto que solicita, señor Cáceres Velásquez, no tiene por qué alterarse.

El señor CÁCERES VELÁSQUEZ (DEMO).— Haciendo uso del minuto que usted me concede, voy a proceder a dar lectura a la cuestión previa que planteo.

"El Pleno del Congreso,

Acuerda:

Solicitar al señor Presidente del Consejo de Ministros, presente en el recinto del Congreso, copia de la carta de renuncia del ex Canciller Ferrero Costa (a quien tributo mi homenaje, dicho sea de paso, porque mucho de lo que se ha avanzado en estas negociaciones ha sido fruto de su ingenio), para conocerla de inmediato en sesión secreta, a fin de mejor resolver respecto de la resolución que autoriza al Poder Ejecutivo a recurrir a los países garantes con la finalidad de encontrar una solución definitiva para la regularización de las relaciones fraternas del Perú con el Ecuador".

Señora Presidenta, no se nos puede privar de un elemento de juicio tan importante como es esta carta, porque una vez que la conozcamos, tal vez después muchos podríamos arrepentirnos de haber votado en contra y otros de haber votado a favor de la propuesta en debate.

Creo que el Congreso está en el deber de aceptar la cuestión previa que planteo, señora Presidenta.

Muchas gracias.

—Reasume la Presidencia el señor Víctor Joy Way Rojas.

El señor PRESIDENTE.— Se va a computar el quórum a través del sistema electrónico antes de someter a votación la cuestión previa planteada.

—Se efectúa el cómputo del quórum mediante el sistema electrónico.

El señor PRESIDENTE.— Se encuentran presentes en la Sala de Sesiones ciento diez señores congresistas.

Antes de pasar a la votación de la cuestión previa, se le va a conceder el uso de la palabra al señor Presidente del Consejo de Ministros.

El señor PRESIDENTE DEL CONSEJO DE MINISTROS, ingeniero Alberto Pandolfi Arbulú.— Señor Presidente, señores congresistas: Sobre este asunto yo quisiera señalar que no traigo la carta de renuncia del ex Canciller Ferrero conmigo. Al respecto, debo destacar que si las discrepancias obedecen a temas de fondo, el ex Canciller tiene la obligación de expresar las razones que motivaron su alejamiento del cargo; sin embargo, si las diferencias fueron de forma, es decir, de relación entre el señor Presidente de la República y el ex Ministro Ferrero Costa, creo que éstas no tiene mayor importancia en el presente debate.

Gracias, señor Presidente.

El señor PRESIDENTE.— Se va a votar la cuestión previa.

Los señores congresistas que aprueben la cuestión previa planteada por el señor Cáceres Velásquez se servirán manifestarlo presionando el botón verde; los que estén en contra, el botón rojo; y quienes deseen abstenerse, el botón amarillo.

—Al voto, se desestima la cuestión previa planteada por el señor Cáceres Velásquez por 69 votos en contra, 36 a favor y 2 abstenciones.

El señor PRESIDENTE.— En consecuencia, ha sido rechazada la cuestión previa.

El señor FERRERO COSTA (C90-NM).— Una cuestión de orden, señor Presidente.

El señor PRESIDENTE.— Para una cuestión de orden, puede hacer uso de la palabra el señor Ferrero Costa.

El señor FERRERO COSTA (C90-NM).— Presidente, el ex Canciller de la República me encarga expresar que habiendo sido retado por el Presidente del Consejo de Ministros para que exprese el porqué de su renuncia, solicita que el Congreso autorice su presencia para exponer las razones de fondo que motivaron la misma.

Gracias.

El señor PRESIDENTE.— Correcto.

Señor Relator, por favor, dé lectura al Reglamento en la parte referente a las cuestiones de orden.

El RELATOR da lectura:

" Reglamento del Congreso de la República

Cuestiones de Orden

Artículo 59º.— En cualquier momento del debate, con excepción de aquel en el que se desarrolla la votación, los Congresistas pueden plantear una cuestión de orden, a efecto de llamar la atención sobre la correcta interpretación y aplicación del Reglamento del Congreso. Deben citar el artículo o los artículos materia de la cuestión."

El señor PRESIDENTE.— Proceda igualmente a dar lectura a la parte pertinente del artículo 129º de la Constitución, señor Relator.

Le pido a los señores congresistas guardar la compostura debida para poder continuar con la sesión, pues lo único que ello conlleva es a demorarnos más.

Por favor, señor Relator.

El RELATOR da lectura:

" Constitución Política del Perú

Artículo 129º.— El Consejo de Ministros en pleno o los ministros por separado pueden concurrir a las
sesiones del Congreso y participar en sus debates con las mismas prerrogativas que los parlamentarios, salvo la de votar si no son congresistas.

Concurren también cuando son invitados para informar."

El señor PRESIDENTE.— Puede hacer uso de la palabra el señor Delgado Aparicio.

El señor DELGADO APARICIO (C90-NM).— Señor Presidente: La reunión del Congreso de la República, desde el día de ayer, ha tenido diversas facetas según hemos podido advertir en el desarrollo del debate; y estoy seguro que de igual forma el Congreso ecuatoriano, reunido también en sesión reservada, viene tratando este importante tema. Entre ambos tienen que sacar adelante una situación que involucra a dos pueblos vecinos, como son los del Perú y Ecuador.

Debo señalar que tanto el día de ayer como hoy hemos tenido un debate alturado, de una claridad meridiana con quienes han dado su parecer respecto a su voto a favor o en contra, con un sobrio nivel cívico que resalta el nivel parlamentario.

Dando inicio a mi exposición, tengo que destacar que los señores parlamentarios que han manifestado su posición por el sí, como va a ser la mía al final de mi exposición, merecen igual respeto que los señores congresistas que han expresado su voto por el no, porque "respetos guardan respetos", señor Presidente.

Este importante debate, en el cual los señores parlamentarios han intervenido por sus respectivos grupos políticos, nos tiene a todos nosotros, a los 120 congresistas peruanos y a los 121 parlamentarios ecuatorianos, en una situación en que de por medio están dos países que tienen una controversia sobre la cual sus Congresos deben hoy pronunciarse. Reitero, en el curso del mismo se ha alcanzado un nivel cívicamente ponderado y que, obviamente, como lo han mencionado los señores congresistas, será histórico para el Perú.

En el debate, señor Presidente, cada cual ha guardado en sus intervenciones la compostura debida, un alto nivel cívico y el sentido de las proporciones, cualquiera que fuese la manifestación de voluntades, lo cual le da al presente debate un alto peso específico, es decir, está potenciada la valencia del Congreso del Perú.

Debo señalar, señor Presidente, que desde el día de ayer en radio y televisión y hoy la prensa escrita, han recogido con rigor y seriedad lo que ayer expresaron tanto el señor Presidente del Consejo de Ministros, ingeniero Alberto Pandolfi Arbulú, como el Canciller de la República, doctor Fernando de Trazegnies, a quienes les doy la bienvenida en este Congreso. Y esto es importante que la ciudadanía lo sepa, porque quedará registrado en el Diario de los Debates y en los anales de la historia de la República del Perú la importancia de esta reunión.

Como señaló en su intervención el señor Matsuda Nishimura, un diario de circulación nacional de gran importancia en el país ha dicho que "se requiere de un esfuerzo excepcional para aislar el voto de toda otra circunstancia política y considerar que el acuerdo final con Ecuador no es una decisión del gobierno, sino del Estado Peruano"; como lo será en el Ecuador, la resolución que tomen los congresistas del Parlamento de ese país andino. Y concluye el artículo de ese diario señalando lo siguiente: "Es el tipo de decisión que reclama cualidades superiores —por eso hace breves momentos dije de un alto peso específico—, que obliga a ponerse por encima de las pasiones y que, por eso mismo, libera a los hombres y a las naciones". Por ello manifesté, al iniciar mi exposición, que guardo por la posición contraria el respeto debido.

Quisiera destacar que el señor Sandoval Aguirre, Presidente de la Comisión de Relaciones Exteriores, nos ha hecho llegar a los 120 congresistas la documentación precisa para que todos contemos con la información necesaria con el fin de poder ilustrarnos. Unos conocen mejor el tema, otros podemos conocerlo menos; pero todos venimos con el enorme deseo de poder llevar adelante esta reunión que, obviamente, nos compromete y que es diferente a las llevadas a cabo en nuestros tres años cuatro meses de ejercicio parlamentario.

Así, señor Presidente, el día de hoy daré mi voto a favor... A pesar de que el día de ayer y el día de hoy he guardado la compostura debida y he escuchado
con todo respeto a mis amigos, si alguno cree que es importante lo que puedo decir, le agradezco; y a quienes pretenden fomentar un pequeño barullo para no escuchar lo que vengo diciendo, también les agradezco. Aquí ninguno de nosotros está sujeto a mandato imperativo y usted, señor Presidente, es quien dirige el debate.

Me voy a limitar a culminar mi intervención en estos cuatro minutos que aún me quedan.

Lo de hoy es un acto de responsabilidad que no se debe eludir, es también un acto de convicción y de fe, pero basado en la razón y en el derecho que nos asiste.

Debo agradecer a los países garantes por su decisivo apoyo para solucionar, con la paz definitiva, el diferendo entre el Perú y el Ecuador. Asimismo, debo expresar mi agradecimiento a los miembros de la Cancillería de la República, a los diplomáticos y a los especialistas que han contribuido para llegar al estado actual de las negociaciones.

Debo también saludar el comunicado de la Conferencia Episcopal, de la Federación de Cámaras, de la Sociedad de Industrias de la Amazonía, de CONFIEP, de las Fuerzas Armadas e igualmente de la Asociación de Oficiales y Generales en Retiro (ADOGEN), que el día de hoy ha publicado un comunicado de apoyo en la búsqueda de la paz.

Desde 1995, han transcurrido tres años de la Declaración de Itamaraty; y en los últimos 57 años han pasado 11 Presidentes de la República del Perú y 43 Ministros de Relaciones Exteriores, que de una u otra forma han tenido que ver con esta situación, y todos merecen nuestro respeto absoluto porque todos han puesto su cuota de trabajo y de sacrificio, como también lo han hecho en el vecino país del norte.

Debo agradecer al ex Canciller Francisco Tudela van Breugel Douglas, con quien tuve privilegio trabajar, y al ex Canciller Ferrero Costa, a quien conozco desde que fuimos estudiantes; ambos han puesto su cuota de sacrificio, su talento, sus ideales, su presencia y su honor para llevar adelante esta importante tarea. Como ayer ellos, hoy, hace sólo cuarenta y ocho horas, el Canciller Fernando de Trazegnies, un hombre de bien, se ha comprometido a esta noble tarea teniendo todo en la vida; digo ello, porque lo conozco desde que tenía 15 años, aunque mejor lo conoce el doctor Jorge Avendaño Valdez; conozco a Fernando y Leopoldo y también he conocido a sus padres. Este hombre de bien, en las últimas 48 horas, ha asumido este reto de peruano para poder llevar adelante lo que todos estamos esperando, tanto peruanos como ecuatorianos.

No se puede eludir esta gran responsabilidad, pues son millones de peruanos y de ecuatorianos los que están esperando la solución definitiva del problema. Por ello, la de hoy constituye una sesión histórica en que se verán reflejadas, en diversa magnitud, las intervenciones de los señores congresistas; pero, sobre todo, cada uno de nosotros va a apoyar la decisión y el procedimiento que proponen los países garantes.

En consecuencia, Presidente, mi voto va a ser por el sí.

Muchas gracias.

El señor PRESIDENTE.— Puede hacer uso de la palabra el señor...

El señor CHIPOCO CÁCEDA (UPP).— Una cuestión de orden, señor Presidente.

El señor PRESIDENTE.— ¿Cuál es su cuestión de orden señor Chipoco Cáceda?

El señor CHIPOCO CÁCEDA (UPP).— Presidente, hace breves momentos hemos hecho llegar a la Mesa una moción de orden del día firmada por varios señores congresistas, la cual es muy sencilla. El tema es crucial y en estos momentos lo estamos debatiendo; por lo tanto, es fundamental que el país sepa por qué el ex Ministro de Relaciones Exteriores, doctor Eduardo Ferrero Costa, presentó su renuncia en medio de las negociaciones con el Ecuador.

Por esa razón, pedimos que se suspenda la sesión y que en el acto se constituya la Comisión de Relaciones Exteriores, a fin de que el ex Canciller de la República pueda exponer ante ella sobre los motivos de su renuncia. Si ello no ocurriese, no podremos, Presidente, levantar las dudas sobre las razones por las cuales el doctor Eduardo Ferrero Costa renunció.

Por el bien del Perú, por el bien del futuro de nuestras relaciones con el Ecuador y por el bien de nuestras próximas generaciones, creo que es indispensable que conozcamos toda la verdad; y la verdad sólo nos la debe decir el ex Canciller Ferrero en el seno de la Comisión de Relaciones Exteriores.

Que se suspenda la sesión, que se convoque a la Comisión de Relaciones Exteriores y que ante ella declare el ex ministro Ferrero.

Muchas gracias, Presidente.

El señor PRESIDENTE.— Las mociones de orden del día se tramitan de acuerdo con los procedimientos establecidos, señor Chipoco Cáceda. Así que no se va a abrir debate sobre ese tema.

Sobre la cuestión de orden, puede hacer uso de la palabra el señor Torres y Torres Lara.

El señor TORRES Y TORRES LARA (C90-NM).— Señor Presidente: Indudablemente estamos en una situación de impaciencia, en razón de que la sesión ha sido larga y tenemos que reflexionar.

Por un lado, las disposiciones constitucionales establecen quiénes son las personas que pueden venir al Congreso; pero, por otro lado, también hay una inquietud general en el ambiente.

Esta sesión va a durar varias horas porque aún hay inscritos en la lista de oradores 25 ó 30 señores congresistas para hacer uso de la palabra. En ese ínterin, Presidente, el ex Ministro de Relaciones Exteriores puede enviar una nota que puede ser leída... Perdón, un momentito, déjeme hablar. ¡Ah, magnífico! Ahí está la nota.

Perfecto, entonces que se lea la nota que ha remitido el ex ministro y continuemos la sesión, porque más adelante los colegas de la oposición podrían pedir que también venga quien fue el Vicecanciller a explicar por qué renunció y después el señor De los Heros, cuando el objetivo concreto es avanzar en el tema.

Si el ex Ministro de Relaciones Exteriores ha enviado una carta, que se dé lectura, señor Presidente.

Muchas gracias.

El señor PRESIDENTE.— Por favor, señor Relator, lea usted la parte pertinente de los artículos 51º y 59º del Reglamento. Les pido a los señores congresistas que presten atención.

"Reglamento del Congreso de la República

Sesiones

Artículo 51º.— (...)

No pueden coincidir las sesiones de las Comisiones con las del Pleno o de la Comisión Permanente, salvo que éstos las autoricen por ser de interés para el desarrollo y conclusión de los asuntos pendientes de decisión contemplados en la agenda."

"Cuestiones de Orden

Artículo 59º.— En cualquier momento del debate, con excepción de aquel en el que se desarrolla la votación, los Congresistas pueden plantear una cuestión de orden, a efecto de llamar la atención sobre la correcta interpretación y aplicación del Reglamento del Congreso. Deben citar el artículo o los artículos materia de la cuestión."

El señor PRESIDENTE.— Se va a votar el planteamiento formulado por el señor Chipoco Cáceda, en el sentido de suspender el debate y que se reúna la Comisión de Relaciones Exteriores para que el ex Canciller Eduardo Ferrero Costa pueda exponer los motivos de su renuncia.

—Al voto, se desestima la cuestión de orden planteada por el señor Chipoco Cáceda.

El señor PRESIDENTE.— A pedido de varios señores congresistas, se va a rectificar la votación.

—Rectificada la consulta, el Pleno se ratifica en su anterior determinación.

El señor PRESIDENTE.— Continúa el debate sobre el tema principal.

Puede hacer uso de la palabra el señor Amurúz Gallegos.

El señor AMURÚZ GALLEGOS (C90-NM).— Señor Presidente: Qué duda cabe de que la votación de hoy, históricamente, es la más importante que el Congreso peruano va a tener en el presente siglo.

Bajo este marco, cada congresista de la mayoría y de la minoría viene haciendo uso de la palabra en forma responsable y sin ninguna presión. Sólo tenemos como parámetro nuestra propia conciencia y nuestro profundo amor por el Perú.

Señor Presidente, en julio de 1941, por la ausencia de hitos en los 1 529 kilómetros de la frontera entre Perú y Ecuador, estalló la guerra entre estos dos países, la cual se solucionó legal y jurídicamente con la firma del Protocolo Peruano-Ecuatoriano de Paz, Amistad y Límites de Río de Janeiro de 1942. De eso, a ningún peruano le puede caber duda, señor Presidente.

Pero todo tratado tiene que ser ejecutado no a medias, sino en su totalidad. No obstante ello, han transcurrido 58 años desde la firma del Protocolo de Río de Janeiro y hoy estamos a punto de cerrar la última herida abierta que representan los 78 kilómetros de frontera entre los pueblos peruano y ecuatoriano, sólo 78 kilómetros de 1 529 kilómetros de frontera común, señor Presidente. Pero de lo que tenemos que estar seguros es de que así falte un kilómetro, se tiene que cerrar esta frontera de acuerdo con las normas de derecho.

El Perú, señor Presidente, tiene tres importantes títulos contemporáneos que le dan la razón en esta materia: el Protocolo de Río de Janeiro, el laudo arbitral de Braz Dias de Aguiar y, el más reciente, los pareceres técnico-jurídicos de los países garantes. Estos tres instrumentos jurídicos especifican claramente que la línea de frontera debe pasar por las altas cumbres de la Cordillera del Cóndor, precisando que el lado occidental corresponde al Ecuador y el lado oriental al Perú.

Estoy seguro que ningún buen peruano podría estar de acuerdo con una medida que desconozca estos tres importantísimos instrumentos jurídicos; ningún peruano bien nacido podría estar por una propuesta que pusiera en riesgo un centímetro cuadrado de nuestro sagrado territorio.

Por eso, señor Presidente, después de analizar profundamente, más que la magnifica exposición del señor Canciller, la resolución legislativa en sí, he llegado a una conclusión que hace latir mi corazón de patriotismo. La solución planteada es muy buena para el Perú y la voy a tratar muy rápidamente.

Luego de la Declaración de Paz de Itamaraty, del 17 de febrero de 1995, prácticamente se solucionaron todos los impasses subsistentes, de acuerdo al Protocolo de Río de Janeiro, entre ellos, el Tratado de Comercio y Navegación, el Acuerdo Amplio de Integración Fronteriza, el Acuerdo de Navegación en los sectores de los cortes de los ríos y del río Napo. Se dio solución, además, a la creación de la Comisión Binacional sobre medidas de confianza mutua y seguridad; la fijación de medidas para asegurar el funcionamiento eficaz del canal de Zarumilla. ¡Cuánto se avanzó, señor Presidente, después de la Declaración de Paz de Itamaraty!

Pero a pesar de estos avances, Perú y Ecuador no lograron ponerse de acuerdo en culminar la fijación, en el terreno, de los hitos en los 78 kilómetros faltantes, estoy hablando de la fijación de los hitos, no de los límites, lo que ya está solucionado.

Para resolver este único impasse, esto es, la colocación de los hitos, los presidentes de Perú y Ecuador acuerdan un procedimiento muy interesante: hacer uso del artículo 7º del Protocolo de Río de Janeiro que claramente especifica que pueden intervenir los garantes cuando no exista acuerdo entre ambas partes.

Por eso es que los presidentes Fujimori del Perú y Mahuad de Ecuador, se dirigen directamente a los garantes a través de una carta; no solicitan permiso al Congreso, no tendrían por qué hacerlo para aplicar el artículo 7º del Protocolo ya aprobado. Ante esta situación, los garantes, en su afán de que el Protocolo se ejecute totalmente, están pidiendo que el "procedimiento" que solicitan los presidentes sea aprobado por los Congresos de ambos países.

Es así que con esta resolución legislativa estamos aprobando el procedimiento de solución, de acuerdo al artículo 7º del Protocolo de Río de Janeiro, mas no la propuesta de los países garantes. Acá caen en un error, incluso muchos de lo que se llaman juristas,
cuando creen que estamos aprobando la propuesta; no, no hay ninguna aprobación anticipada, sólo vamos a aprobar el procedimiento, después vendrá la propuesta de los países garantes. No obstante ello, le especificamos que la propuesta definitiva sólo tendrá carácter vinculante si se enmarca dentro del Protocolo de Río de Janeiro, del laudo Braz Dias de Aguiar y demás instrumentos complementarios.

Clarísimo, señor Presidente, pues no es lo mismo decir "procedimiento de solución" que "propuesta de solución", porque son dos cosas diferentes. Acá estamos aprobando el procedimiento para que después venga la propuesta; no estamos aprobando la propuesta, o no se ha leído bien.

Aquí están los dos artículos de los que consta la resolución legislativa en debate, que en el artículo 1º —lean bien— garantiza que no perderemos ni un centímetro cuadrado de terreno peruano; y en el 2º, que en un acto de transparencia fue mejorado por el propio Canciller de la República, especifica que el Acuerdo Amplio de Integración Fronteriza y el Tratado de Comercio y Navegación a ser suscritos serán sometidos al Congreso para su aprobación antes de su ratificación.

Todo está totalmente claro, señor Presidente. Esto hay que repetirlo para que políticos malintencionados no se aprovechen del reconocido patriotismo del pueblo peruano.

Decir que no se ha consultado a nuestra población es no interpretar correctamente la solución de las discrepancias, que se basa en un instrumento jurídico: el Protocolo de Río de Janeiro, aceptado hace 58 años por el pueblo peruano. Por lo tanto, la pregunta que se le tendría que hacer al pueblo en un referéndum sería: "Acepta que se ejecute el Protocolo de Río de Janeiro", y estoy seguro que obtendríamos el cien por ciento de los votos. Por eso es que digo que nuestro pueblo ha venido siendo consultado desde hace 58 años e indudablemente quiere que se ejecute el Protocolo de Río de Janeiro.

No obstante ello, señor Presidente, porque se ha analizado acá que se podrían dejar de lado los pareceres técnico-jurídicos de los países garantes, estoy haciendo llegar a la Mesa una propuesta para que el procedimiento planteado se base en el Protocolo de Río de Janeiro, en el Laudo del arbitro Braz Dias de Aguiar, "en los pareceres técnico-jurídicos de los países garantes" y demás instrumentos complementarios. Remito en estos momentos mi propuesta a la Mesa, señor Presidente.

Por eso, por una historia inteligente y de gloria, por la paz de nuestros pueblos, por la felicidad de mi familia, de mis hijos y de todos los niños peruanos, por mi convicción católica de obra y no de palabras y fiel a una política de paz entre los cristianos, hoy mi voto será por el sí, señor Presidente.

Muchas gracias,

El señor PRESIDENTE.— Puede hacer uso de la palabra la señora Luz Salgado.

La señora SALGADO RUBIANES DE PAREDES (C90-NM).— Señor Presidente: Espero que la cordura retorne a este Hemiciclo, pues por largas horas venimos enfrascados en este importante debate, en el que hemos tenido la paciencia de escuchar a cada uno de los señores congresistas que han hecho uso de la palabra, con argumentos o sin ellos, pero hemos tenido la paciencia de escucharlos; así que yo solicito la misma paciencia y el respeto que se merece cada uno de nosotros en sus intervenciones.

El señor SAN ROMÁN CÁCERES (I).— ¿Me permite una interrupción, señora Luz Salgado?

La señora SALGADO RUBIANES DE PAREDES (C90-NM).— Me solicita una interrupción el congresista San Román Cáceres, señor Presidente.

El señor PRESIDENTE.— Puede hacer uso de la interrupción, señor San Román Cáceres.

El señor SAN ROMÁN CÁCERES (I).— Señor Presidente, sólo para hacer notar que no es paciencia para escuchar lo que se nos debe pedir a los congresistas, porque no se trata de ningún obsequio, sino de que todos estamos en la obligación de escuchar las intervenciones de nuestros colegas, señor Presidente.

Muchas gracias.

El señor PRESIDENTE.— Puede continuar, señora Luz Salgado.

La señora SALGADO RUBIANES DE PAREDES (C90-NM).— Gracias, congresista San Román Cáceres.

Señor Presidente, este tema va más allá del interés personal de cada uno de nosotros, pues indudablemente es un tema de carácter nacional, sobre el cual, en el transcurso de estas cuarenta y ocho horas de debate todos los aquí presentes han reiterado que se trata de una decisión histórica y que cada uno conscientemente ha venido a sustentar su voto.

Señor, en este momento miles de peruanos y ecuatorianos se encuentran pendientes de lo que viene ocurriendo en cada uno de sus Congresos. Por primera vez, se ha visto reflejada la esperanza en generaciones de jóvenes de ambos países que han vivido angustiados por el tema de la guerra, señor Presidente.

Y hoy que se ha conocido más que nunca en nuestro país el significado del Protocolo de Río de Janeiro y el Tratado Braz Dias de Aguiar, porque me imagino que muchas personas ni siquiera pudieron estudiarlos en los colegios; hoy que se ha tomado conciencia de nuestras obligaciones y estamos plenamente convencido de que el derecho nos asiste, y que estamos a un paso de que por primera vez en cincuenta años se reconozca este derecho, no podemos dejarlo caer, Presidente.

No podemos dejar, por sentimientos personalistas, que se nos pasen otros cincuenta años de historia, porque eso no nos lo van a perdonar las generaciones venideras, no nos lo van a perdonar nuestros hijos, que son los que tendrían que ir a ponerse al frente de esa frontera, y de repente no nuestros hijos porque moveríamos nuestras varas para que no vayan, sino aquellos jóvenes de la serranía o de la selva que no tienen un amigo parlamentario que pueda hacer algo por ellos y, por tanto, tendrán que ir a luchar con el riesgo de mutilarse un brazo o una pierna.

¿Eso es lo que queremos por un falso egoísmo, Presidente? ¿Eso es lo que queremos pensando más en nuestra posición personal y en nuestro propio voto que en lo que le conviene al país? Yo no creo que sea así, señor Presidente. Es por eso que considero que esta noche tiene que ser histórica, porque abrigo la esperanza de que de aquí a menos de un mes —ojalá— podamos estar abrazándonos con los parlamentarios ecuatorianos en nuestra frontera, sintiendo que realmente hemos hecho algo bueno por nuestros países.

No hay que tener miedo, no hay que tener suspicacia sobre el procedimiento si se nos está asegurando constantemente que nuestra frontera va a estar marcada por hitos cuya colocación todos hemos defendido a través del Protocolo de Río de Janeiro, el Laudo del arbitro de Braz Dias de Aguiar y los instrumentos complementarios. Qué más podemos pedir, señor Presidente.

Creo que aquí cada uno de nosotros realmente tiene que ponerse la mano en el pecho, no importa lo que se nos diga o que se nos quiera azuzar, o que tal periódico publique cualquier cosa. Aquí sí está nuestra responsabilidad histórica, la que durante todos estos años de repente no hemos asumido como parlamentarios. Y sí nos van a juzgar, Presidente, porque si dejamos pasar esta oportunidad, quien nos garantiza que los garantes no se cansen y simplemente abandonen todo este proceso de negociaciones.

Quién nos asegura que no se vayan a cansar y nos dejen diciendo arréglense ustedes. Así habremos dejado pasar el momento más cercano para cerrar de una vez estas heridas; esta oportunidad histórica, como dice Andrés Reggiardo, de unirnos los países latinoamericanos para poder continuar con un proceso de desarrollo y de lucha contra nuestro principal enemigo que es la pobreza. Ése si es nuestro real enemigo, aquel que mata de hambre, aquel que mata de incomunicación, aquel que mata por no tener salud, aquel que mata por no haber una canoa que pueda transportar y llegar con elementos básicos a poblaciones que siempre han estado abandonadas, donde la gente todavía sigue usando taparrabos y donde los niños se hinchan por los parásitos que se introducen en su organismo por el agua insalubre que beben, ya que en esos lugares no se cuenta con agua potable.

Ése es nuestro principal enemigo, no nosotros, no la televisión, ni el programa que dicen que lo han sacado del aíre, cuando nosotros sabemos que estas imágenes
se están transmitiendo en directo y sin embargo nos han venido aquí a contar una mentira. Frente a un nuevo milenio realmente tenemos grandes retos, frente a un nuevo milenio nuestros jóvenes tienen que enfrentar otra clase de retos; por lo tanto, no le dejemos a ellos esa espada de Damocles que significa tener sobre nuestras cabezas una guerra pendiente, señor Presidente.

Yo no quiero para mis hijos bayonetas, sino quiero para ellos instrumentos que los ayuden a salir adelante y sean competitivos. Señor, son los jóvenes los que nos lo van a agradecer, porque nosotros ya no vamos a ir al frente, que no me vengan a decir aquí que van a ir a luchar; serán nuestros hijos y nuestros nietos los que tengan que marchar. Es por ellos que ahora debemos ponernos mucho más sensatos y de repente sacarnos de la cabeza aquellas ideas de los que dicen "no quiero la guerra", pero con su discurso promueven actos belicistas; con su discurso parece que quisieran decir yo quiero más guerra. Por tanto, su deseo por la paz es mentira. Además nos dicen: "Ojalá que les vaya bien"; sin embargo, en su interior están pensando "ojalá que fracasen", porque no les interesa el país.

Aquí no interesa quién esté en el poder, aquí no interesan los odios que le tengan a Fujimori, aquí interesa nuestro país y ésa sí es una responsabilidad que cada uno de nosotros va a cargar, porque egoístamente algunos quieren negar el voto, egoístamente quieren decir que no a una posibilidad de éxito que nunca han visto en los cincuenta o sesenta años que algunos tienen, o en los ochenta que pudieran tener.

Señor, creo que ha llegado el momento de decir, cerremos estas heridas que están sangrantes, abandonemos ese odio, ese rencor, esa envidia, desechemos ese corazón de fierro que algunos tienen y no se dejan tocar por los miles de heridos, por las miles de viudas o por los cientos de mutilados resultado de estos actos belicistas.

Yo quiero decirle que esos ríos de los que ahora tanto se nos ha hablado y esas carreteras para nuestras zonas selváticas nos van a hacer sentir más peruanos, nos van a hacer sentir más patriotas cuando pasen por ellos brasileños o cuando pasen colombianos o cuando pasen ecuatorianos, porque el hecho de sentir que muchos de ellos transitan y que nosotros estamos en nuestro territorio nos va a hacer ver que en el Perú se hace más patria.

No es que no sepamos lo que contienen esos documentos. Nos han garantizado con cientos de documentos peruanos —yo tengo un alto así de documentos probatorios que he recopilado en el transcurso de ayer y hoy—, en los cuales nos garantizan que nuestra soberanía y nuestro territorio por fin va a estar debidamente delimitados con hitos; que no nos vengan a engañar con otras cosas.

Por fin vamos a tener ubicación de los hitos en el mapa que todos los peruanos hemos conocido; eso es lo que se está pidiendo, no hay ningún engaño, no hay ningún subterfugio. Aquí las susceptibilidades personales tienen que quedar de lado frente a la defensa nacional de lo que realmente significa la paz para todos nosotros.

Por consiguiente, yo les pido a mis colegas que reflexionen; si se quiere ir a una confrontación, les pido que piensen en las miles de personas que están esperando que nos demos un abrazo de paz. Ojalá, señor, podamos cumplir este gran anhelo, ojalá que con el voto del día de hoy muy pronto nos podamos abrazar con los parlamentarios ecuatorianos, pues seré la primera en estar en la frontera para darnos un abrazo mutuamente. Es por eso que voy a votar a favor de que esta resolución legislativa se aplique, señor Presidente.

Muchas gracias.

El señor PRESIDENTE.— Puede hacer uso de la palabra el señor Ruiz Caro Alvarez.

El señor RUIZ CARO ALVAREZ (C90-NM).— Presidente: Previo el saludo al señor Presidente del Consejo de Ministros, al Ministro de Relaciones Exteriores y al Ministro de Defensa, debo decir que éste ha sido un día muy especial en la vida de nuestro Parlamento.

El día de hoy es una de las pocas veces en que hemos podido gozar de esa cordura, de esa sensibilidad, de esa reflexión de los colegas congresistas tanto de la
minoría como de la mayoría; sin embargo, somos concientes de que en este momento nos toca asumir una gran responsabilidad, pues se va a decidir el futuro de dos pueblos importantes de América, se va a decidir el futuro de Sudamérica, se va a decidir la tranquilidad de las futuras generaciones tanto peruanas como ecuatorianas.

Presidente, colegas congresistas, quienes hoy día han hecho uso de la palabra han demostrado esa sensibilidad y ese sentido de solidaridad que caracteriza a los latinoamericanos, a los sudamericanos; y sólo por un aspecto de forma no creo que se tenga que deteriorar la imagen de nuestros países, se tenga que romper esa clara vocación latinoamericana tendiente a la globalización a la que hoy día todos los pueblos del mundo se van uniendo, se tenga que destruir ese deseo de liderazgo para el nuevo milenio. Creo que los aspectos de forma, con un pequeño diálogo con las personas que tienen que ver este tema en nuestro Congreso, se podrían resolver satisfactoriamente y más tarde, por qué no, darnos un abrazo entre los congresistas de la mayoría y de la minoría.

Yo quisiera, por ejemplo, pedirle a mi amigo Carlos Ferrero Costa, a quien siempre he admirado por sus dotes de intelectual, que nos pueda mostrar la carta donde el ex Canciller Ferrero hace renuncia al cargo. Qué honroso sería que esta noche tanto los miembros de la minoría como de la mayoría demostráramos un acto de reflexión en la que todos apoyemos este reconocimiento a un Protocolo que hace más de cincuenta años debió haberse aceptado y por el cual se generaron una serie de discrepancias porque las partes no cedían.

En mi intervención del día de ayer dije muy claramente que los ciudadanos tenemos que saber honrar nuestras deudas y cumplir nuestros compromisos y agregue que ésa era una práctica de los buenos ciudadanos. Por eso, Presidente, nuestro gobierno ha tenido y tiene la predisposición de resolver este problema limítrofe con el Ecuador dentro del marco jurídico del Protocolo de Río de Janeiro, del laudo arbitral de Braz Dias de Aguiar y demás instrumentos complementarios.

Tenemos que ser concientes de que no va a haber un nuevo arbitraje, sino que simplemente se va a respetar lo que se estipula en el Protocolo de Río de Janeiro. El cumplimiento de las bases de este Protocolo por parte de ambos países está garantizado, pues su incumplimiento por cualquiera de ellos daría por anulado dicho Protocolo.

Respecto del Tratado de Comercio y de Libre Navegación, del cual se ha comentado tanto, seamos sinceros, se ha dicho acá claramente que este tratado va a ser visado por nuestros Congresos. Entonces ¿qué es lo que buscamos, Presidente? ¿Acaso queremos derramamiento de sangre? No lo creo.

Cómo no escuchar, cómo no tomar nota de las palabras de nuestros colegas originarios de las fronteras del nororiente; cómo poner en juego la estabilidad de los ciudadanos que actualmente viven en nuestras fronteras, Presidente. No me parece justo que por simple apetitos políticos o porque no queremos el éxito de un grupo político, o porque no queremos que reine la paz, vayamos a generar la tristeza de estos pueblos.

Desde el punto de vista empresarial, sabemos que entre Perú y Ecuador ha habido los más grandes vínculos comerciales y los sigue habiendo; pero lamentablemente éstos se ven afectados continuamente por la falta de esta trascendental decisión, Presidente.

También tenemos que ser conscientes de que en el aspecto turístico hay dos productos famosos en Sudamérica: uno es Machu Picchu y el otro es Galápagos, productos turísticos considerados en las mejores vitrinas del mundo; pero que, lamentablemente, en estos momentos no vienen generando los beneficios para sus respectivos pueblos. Por qué querer destruir todo ello, Presidente.

Por eso, esta noche me permito invocar a mis colegas de la oposición que aún no deciden su voto, a que hagan un acto de reflexión; pero también en forma especial me dirijo a quienes están de acuerdo para que esta noche se defina y se respete definitivamente el Protocolo de Río de Janeiro; porque de lo contrario, nuestros pueblos seguirán sufriendo.

En consecuencia, reitero este pedido a mis colegas en honor de esos ciudadanos de nuestras fronteras, en honor al desarrollo del Perú y del Ecuador, dos pueblos hermanos con características similares en todo sentido, dos pueblos
que han nacido juntos, dos pueblos que no pueden seguir siendo maltratados por decisiones que muchas veces no han tenido un sentido pragmático.

Por eso, esta noche, apoyemos a que se dé una solución para resolver este viejo problema.

Muchas gracias, Presidente.

El señor PRESIDENTE.— Puede hacer uso de la palabra el señor Vidarte Correa.

El señor VIDARTE CORREA (C90-NM).— Presidente: Desde el día de ayer asistimos a una sesión donde hemos escuchado de parte del Ministro de Relaciones Exteriores, doctor Fernando de Trazegnies Granda, una exposición clara, precisa y transparente digna de un jurista de brillante trayectoria.

Señor, como peruano y como representante del pueblo, me siento tranquilo después de haber analizado concienzudamente lo beneficioso de la propuesta para nuestro país; pero debo reconocer que en algún momento dudé, no del Presidente de la República, ingeniero Alberto Fujimori Fujimori, cuyo objetivo principal es la paz, como también es el deseo de todos los peruanos, ni de las excelentes exposiciones o intervenciones de juristas como Francisco Tudela y Eduardo Ferrero que estuvieron encabezando las negociaciones con el Ecuador; sino dudé de los entrampamientos jurídicos que en estos casos suelen suceder.

Sin embargo, hoy ha quedado demostrado que el concurso de los países garantes será estrictamente técnico-jurídico, es decir, ceñido a los parámetros del Protocolo de Río de Janeiro, al laudo de Braz Dias de Aguiar y demás instrumentos complementarios.

Pero, señor Presidente, esta noche no he venido a hablar de pareceres jurídicos ni técnicos, ya que existen sobresalientes juristas que han intervenido desde la mañana del día de hoy y estoy seguro que lo harán en las siguientes horas de debate. Mi opinión, señor, es la de un representante de los pueblos de las zonas fronterizas de la parte Nor Oriental del Marañón, que han sido los que más han sufrido, a través de todos estos años, los embates de estos conflictos. Semanas convertidas en meses y meses en años, tensión al cien por ciento, muertos, mutilados y heridos, y pueblos enteros temerosos de ser destrozados.

Zonas como Condorcanqui, como San Ignacio, como Jaén, como Bagua, como Utcubamba, etcétera, han vivido en carne propia situaciones de tensión física y sicológica a consecuencia de estos lamentables conflictos; y hoy es la oportunidad de poner fin a esta incertidumbre maldita que sembró muerte y miseria en la frontera norte de nuestro país.

Hubo momentos, señor Presidente, en que en esas ciudades se tuvo que cortar el fluido eléctrico como prevención de ataques; hubo momentos en que muchas familias vieron partir al hijo mayor, muchas veces el único sustento, para no volverlos a ver más. Valientes oficiales y soldados peruanos henchidos de peruanidad marcharon hacia la frontera dejando abandonados a sus familiares, pero con su lema "en la paz vigilantes y en la guerra vencedores". Así es, señor, y así seguirá siendo si no aprovechamos esta oportuna propuesta que nos viene del Poder Ejecutivo.

Me gustaría que muchos de los representantes que se oponen a esta decisión viviesen o tuviesen familiares o propiedades en esas zonas, para que realmente sientan lo que es vivir en una región en constante conflicto. Pero hoy, felizmente se vislumbra una salida a esos entrampamientos, se vislumbra un nuevo amanecer para el Perú y se vislumbra un nuevo amanecer para Ecuador, que ya no quieren seguir desgastándose más anímicamente, que ya no quieren seguir desgastándose económicamente, ni viviendo en estado de resentimientos y en continua lucha.

Porque, señores, este conflicto ha perjudicado mucho la zona Nor Oriental del país...

El señor PRESIDENTE.— Su tiempo ha concluido, señor Vidarte Correa. La Presidencia le concede un minuto para que pueda finalizar su exposición.

El señor VIDARTE CORREA (C90-NM).— Muchas gracias, señor Presidente.

Recuerdo, por ejemplo, que en la zona de San Ignacio existían ferias dominicales entre ambos países; pero lamentablemente, por causa de este conflicto, hoy ya no existen.

Señores congresistas, dejemos de lado nuestras convicciones políticas y permitámosle a nuestro país y a sus pueblos respirar paz y tranquilidad, lo que indudablemente redundará en el desarrollo de nuestro Perú. Estoy seguro, señor Presidente, que la historia nos dará la razón. Por eso solicito el respaldo de todos ustedes para hoy aprobar esta propuesta legislativa.

Gracias, señor Presidente.

El señor PRESIDENTE.— Puede hacer uso de la palabra el señor Martorell Flores.

El señor MARTORELL FLORES (C90-NM).— Señor Presidente: Deseo iniciar mi exposición dando lectura a un párrafo del editorial al que hace unos momentos se refirió el congresista Matsuda Nishimura, el cual dice: "Se requiere de un esfuerzo excepcional para aislar el voto de toda otra circunstancia política y considerar que el acuerdo final con el Ecuador no es una decisión del gobierno, sino del Estado peruano. Ésa es la altura que el pueblo reclama de sus representantes. Y ése es el carácter que precisamente le darían al aprobar el pedido de los garantes."

Debo decir, además, que he analizado todos los documentos que sobre esta materia he tenido a la mano, incluyendo el del proyecto del Tratado de Comercio y Navegación, y por ello estoy convencido de que no vamos a perder un solo centímetro de nuestro territorio.

Por otro lado, quisiera referirme a que el Canciller de la República ha propuesto un texto sustitutorio del artículo 2º del proyecto de resolución legislativa que nos ha sido entregado, el cual será objeto de un análisis posterior por parte del Congreso.

Se ha dicho también que este tema debe ser sometido a consulta popular mediante un referéndum y al respecto quisiera fijar mi posición, Presidente. El pueblo nos ha elegido justamente para pensar, meditar, razonar y decidir de acuerdo con nuestras conciencias y patriotismo; de tal forma que es preferible que asumamos la responsabilidad que la ciudadanía nos ha confiado. Y en mi caso, si me equivoco, que el pueblo me juzgue, porque el pueblo me eligió para ser el primero en poner la cara y no esconderme en la honestidad, en la simpleza y en la confianza sana y pura de ese pueblo que es la mayor de sus virtudes.

Señor Presidente, yo confío plenamente en la opinión de las Fuerzas Armadas, no de los jefes transitorios y temporales de hoy; confío en las Fuerzas Armadas de la historia de nuestra patria, porque estoy seguro de que nuestros héroes Grau, Bolognesi y Quiñones lo que más desearon fue la paz, puesto que jamás odiaron a nadie y menos a sus enemigos. Sus muertes, en cumplimiento de su deber, fueron precisamente para asegurar la paz permanente de nuestro país. En tal sentido, si el Presidente de mi país, cualquiera que fuera, que ha sido legítimamente elegido por la mayoría del pueblo peruano y que además es Jefe Supremo de las Fuerzas Armadas, me pide ayuda para lograr la paz, me siento en la obligación de apoyarlo, porque confío en que todas las personas involucradas están haciendo lo mejor para nuestro Perú y, sobre todo, para nuestras futuras generaciones.

Gracias, señor Presidente.

El señor PRESIDENTE.— Puede hacer uso de la palabra el señor Bartra Gonzáles.

El señor BARTRA GONZÁLES (CODE-AP).— Señor Presidente: Por razones de enfermedad solicité licencia el día de hoy, aun cuando desde mi domicilio he podido escuchar el debate desde su inicio; pero al ver que hay que tomar una decisión en estos momentos trascendentales que vive el país, no he tenido reparo en acercarme para depositar mi voto.

El señor CHIPOCO CÁCEDA (UPP).— Que se lea la carta de renuncia del ex Canciller Ferrero Costa.

El señor BARTRA GONZÁLES (CODE-AP).— Eso creo que no va conmigo, yo también estoy de acuerdo en que se lea la carta de renuncia del ex Canciller Ferrero. Depende de la Presidencia; por mi parte no hay ningún inconveniente.

Si me guío emocionalmente tendría que votar en contra de la propuesta del Poder Ejecutivo, porque considero que al Ecuador no hay que brindarle ninguna consideración ni concesión, pues se ha infiltrado en nuestra frontera cuantas veces nosotros se lo hemos permitido, ha minado nuestra zona
fronteriza provocando muertes y mutilaciones a muchos peruanos, no nos devuelven hasta la fecha a compatriotas nuestros desaparecidos durante el conflicto del Cenepa, no cumplen sus compromisos; de lo contrario, no estaríamos tratando aquí este tema que tiene ya más de 57 años.

No obstante ello, tampoco puedo ser ajeno a una realidad jalonada por fatigosas negociaciones que ahora encuentran una nueva vía que ojalá nos lleve a una paz duradera y definitiva.

El Perú ha cedido de buena fe a todo lo que podía a lo largo del proceso de negociaciones, porque su vocación por la paz y su deseo vehemente por concluir el conflicto lo llevaron a hacer concesiones en algunos rubros. Espero que esta vez no suceda nada igual y se diga taxativamente a los países garantes que cualquier fórmula de arreglo se debe hacer dentro del marco del Protocolo del Río de Janeiro y que el Perú no aceptará nada que vaya en contra de su soberanía e integridad territorial. Además, debo creer en el honor y patriotismo del actual Canciller de la República, quien ha manifestado que nada entrará en vigencia si no se coloca el último hito de la frontera por demarcar, que es el objetivo supremo de esta negociación.

Teniendo en cuenta que los altos mandos militares de nuestras Fuerzas Armadas, que constitucionalmente tienen que velar por nuestra integridad territorial y nuestra soberanía, han aprobado este pedido de los países garantes, pienso que ello nos otorga un margen de garantía, porque realmente yo no podría dudar de que un soldado preparado para luchar y defender a su patria pueda estampar su firma en algo que va en contra de su país. En base a estas consideraciones, señor Presidente, anuncio que voy a votar a favor de esta propuesta legislativa.

Muchas gracias, señor Presidente.

El señor PRESIDENTE.— Puede hacer uso de la palabra el señor Chiroque Ramírez.

El señor CHIROQUE RAMÍREZ (C90-NM).— Señor Presidente: Me correspondía una intervención de diez minutos, pero creo que con el tiempo que usted me está concediendo es suficiente.

Antes de poner en conocimiento de ustedes mi intervención, quiero pedirles con el mayor respeto, con la mejor consideración, que tengan ustedes la ponderación y la serenidad que la condición de congresista nos exige a todos los congresistas tanto de mayoría como de minoría.

Del desarrollo de esta reunión, del orden que tengamos en esta reunión van a obtenerse resultados que son enormemente transcendentes para nuestro país y para el Ecuador.

Señor Presidente, por su intermedio, saludo la presencia del Presidente del Consejo de Ministros, ingeniero Alberto Pandolfi Arbulú, del Ministro de Relaciones Exteriores, doctor Fernando de Trazegnies Granda, y del Ministro de Defensa, General Julio Salazar. He hecho una invocación a la ponderación para poder...

El señor PRESIDENTE.— Señor Chiroque Ramírez, le pido dirigirse a la Presidencia.

El señor CHIROQUE RAMÍREZ (C90-NM).— Disculpe, señor Presidente.

A través de la Presidencia, debo decir que como piurano, como hijo de una provincia vecina con la frontera con el Ecuador, en muchas oportunidades he podido viajar tanto a la costa como la sierra del vecino país, y he podido observar el comportamiento de ciudadanos civiles siempre con sentimientos fraternales en cuanto a sus relaciones tanto sociales como amicales con los peruanos.

En muchas oportunidades, he tenido manifestaciones de mucho aprecio y deseos de conseguir una paz verdadera y duradera entre los dos pueblos hermanos. Creo que hoy tenemos esta oportunidad; no la desperdiciemos estimados colegas.

No sé, señor Presidente, si me va a permitir efectuar mi intervención como estaba programada; pero voy a continuar hasta donde usted lo permita.

El señor PRESIDENTE.— ¿Recién va a empezar, señor Chiroque Ramírez? Usted sólo dispone de cinco minutos.

El señor CHIROQUE RAMÍREZ (C90-NM).— Señor Presidente: Quiero iniciar mi intervención reconociendo que existe un antiguo y grande problema pendiente entre nuestro país y el país hermano del Ecuador, al que estamos patriótica y moralmente obligados a darle solución, para legarle a las nuevas generaciones países en paz y en continuo desarrollo.

Asimismo, debo manifestar que soy consciente de que hoy nos encontramos frente a un asunto de mucha responsabilidad para nosotros; de lejos, el tema más trascendente que le toca decidir al Congreso de la República en estas últimas décadas. Ello hace que nuestra decisión histórica de aprobar la iniciativa legislativa, en relación con la petición de los países garantes, deba ser inteligente, conveniente y desapasionadamente meditada; pues debe darse esta decisión no sólo considerando aspectos específicos, sino considerando todo el contexto.

Esta decisión, que siendo individual, encarna una representatividad por nuestra condición de congresistas, nos obliga a pensar y a actuar en función del país y no en actitud individual.

El señor PRESIDENTE.— Señor Chiroque Ramírez, por favor, continúe su intervención.

El señor CHIROQUE RAMÍREZ (C90-NM).— Señor Presidente, he reflexionado mucho respecto al pedido de los países garantes, como considero lo han hecho todos los señores congresistas.

Quiero, por su intermedio, decirle a los congresistas, al público presente y a todos mis compatriotas, los fundamentos que han dado fuerza a mi decisión, aparte de considerar que he tenido la información y el tiempo necesario para tomar esta determinación.

Señor Presidente, ha dado fuerza a mi decisión saber que el pedido de los países garantes no les permite la efectivización del Protocolo con discresionalidad, sino que están sujetos a parámetros impuestos por Perú y Ecuador en estricto acatamiento del Protocolo de Río de Janeiro, del Laudo arbitral de Braz Dias de Aguiar y los pareceres jurídico-técnicos.

Ha dado fuerza a mi decisión saber que el equipo que ha realizado todo el proceso de búsqueda de ejecución del Protocolo de Río de Janeiro, en los últimos tres años, integrado por el Presidente de la República, ingeniero Alberto Fujimori, el señor Canciller Francisco Tudela van Breugel-Douglas, el señor Canciller Eduardo Ferrero Costa y últimamente el señor Canciller Fernando de Trazegnies Granda, y el eficiente grupo de asesores, son compatriotas que no sólo reúnen capacidad, idoneidad y voluntad, sino que además poseen grandes calidades y cualidades éticas y morales.

Ha dado fuerza a mi decisión saber que los garantes no se han hecho los invitados y que no sólo están obligados de conformidad con el Protocolo de Río de Janeiro, sino han sido convocados por los Presidentes del Perú y Ecuador para que presten su concurso, dado el estancamiento y la imposibilidad de avanzar en los acuerdos.

Ha dado fuerza a mi decisión saber que los garantes nunca han dado muestras de quererse desviar ni de la letra ni del espíritu del Protocolo de Río de Janeiro; por el contrario, han declarado, como no podía ser de otra manera, que van a cumplir y hacer cumplir el Protocolo en toda su extensión.

Ha dado fuerza a mi decisión saber que la solución de este centenario y álgido problema permitirá que nuestros países dejen de derivar ingentes cantidades de dinero hacia el armamentismo y lo canalicen hacia el desarrollo de nuestros pueblos, hacia la construcción de colegios, de hospitales, de carreteras, hacia la adquisición de maquinaria, instrumentos básicos para avanzar en la modernización a fin de que las empresas peruanas y ecuatorianas creen las riquezas y el trabajo que estamos necesitando.

Ha dado fuerza a mi decisión saber que la solución de nuestro diferendo que tiene, según el ex Canciller Tudela, el 99,9% de resultados positivos, evitará la pérdida de vidas de jóvenes peruanos y ecuatorianos, que como ya se ha dicho acá no son sino los campesinos más jóvenes, los más pobres y definitivamente los menos favorecidos por la cultura y por la fortuna.

Por último, señor Presidente, después de lo que acabo de manifestar, quiero decir que tomando como base
mi responsabilidad histórica ante el país acudo a mi criterio analítico frente a las circunstancias que me ha tocado vivir. Acogiendo la opinión de mis compatriotas de la talla de nuestro Presidente Constitucional de la República, ingeniero Alberto Fujimori, de nuestro ex Canciller Francisco Tudela, de nuestro Canciller...

El señor PRESIDENTE.— Señor Chiroque Ramírez, le pido que fije su posición, por favor.

El señor CHIROQUE RAMÍREZ (C90-NM).— A través suyo, señor Presidente, le digo a los señores congresistas, a la Nación peruana a la cual represento y, en particular, al pueblo que me concedió el honor de esta representación, que mi voto será por la aprobación de la resolución legislativa, que significa un voto en favor de la paz, y que asumo la responsabilidad que de ello se derive.

Muchas gracias, Presidente.

El señor PRESIDENTE.— Puede hacer uso de la palabra, señor Noriega Febres.

El señor NORIEGA FEBRES (C90-NM).— Señor Presidente: A raíz del conflicto de 1995 y luego de la firma de la Declaración de Paz de Itamaraty el 17 de febrero de 1995, tanto el Perú como el Ecuador, con la asistencia de los países garantes, iniciaron conversaciones con el fin de solucionar los "impases subsistentes" entre ambos países. Con esta terminología se trató de salvar formalmente las diferentes perspectivas que las partes tenías del problema.

En primer lugar, se negociaron los procedimientos, se intercambiaron la lista de los impases, así como se iniciaron contactos por intermedio de dos comisiones negociadoras, que luego se incrementaron en las Comisiones de Demarcación, de Comercio y Libre Navegación, de Integración Fronteriza, del Canal de Zarumilla y de Medidas de Confianza.

Todas estas Comisiones llegaron a concluir sus trabajos, con excepción de las Comisiones de Demarcación y Libre Navegación, puesto que estos dos temas fueron considerados como los más complicados. Cabe por ello recordar que, conforme a los procedimientos fijados en el Acuerdo de Santiago, el acuerdo bilateral debe ser de carácter global y por tanto debe incluir todos los aspectos trabajados por las distintas Comisiones.

Una parte básica dentro de estas negociaciones era la reserva; es por ello que se acordó una moratoria de declaraciones e informaciones sobre la negociación, con el fin de no entorpecer o poner dificultades adicionales en el acuerdo global.

Hasta octubre de 1996 se lograron los acuerdos de Lima, Quito, Buenos Aires y Santiago, en los cuales el Perú logró reafirmar el marco jurídico de las conversaciones, acordando las partes que se llevarían a cabo conforme el Protocolo de Río de Janeiro.

Fijado los procedimientos y ratificado el marco jurídico, se dio inicio a la primera etapa que constó de cinco reuniones entre abril y setiembre de 1997, donde básicamente se registraron desacuerdos y no hubo negociación alguna.

La segunda etapa de las rondas de conversaciones en Brasilia se realizaron entre noviembre de 1997 y enero de 1998, que consistió en que los países garantes, de conformidad con los procedimientos acordados, formularan propuestas de procedimientos para resolver los desacuerdos y tuvo resultados muy positivos

El 26 de noviembre de 1997 se suscribió la llamada "Declaración de Brasilia", que estableció una nueva agenda para la continuación de las conversaciones sustantivas, la cual sólo contenía cuatro temas: Comercio y Navegación, Integración Fronteriza, Fijación en el terreno de la frontera terrestre común y Medidas de Confianza Mutua y Seguridad.

Los resultados positivos fueron los siguientes:

—Quedó superado para el Perú el tratamiento del impasse ecuatoriano del acceso soberano al Amazonas.

—En la Declaración de Brasilia se estableció que para la fijación en el terreno de la frontera, además del Protocolo de Río de Janeiro, también debía tenerse en cuenta los instrumentos complementarios del mismo.

—Se suscribe el cronograma de aplicación de la Declaración de Brasilia, firmado por las partes y por los representantes de los países garantes en Buenos Aires, el 19 de enero de 1998, donde se ratifica una vez más el Protocolo de Río de Janeiro y sus instrumentos complementarios, que constituyen el marco jurídico dentro del cual se iban a desarrollar los trabajos tanto para culminar la demarcación como para preparar un Tratado sobre Comercio y Navegación.

Todos estos avances que nosotros reconocemos al señor Ministerio de Relaciones Exteriores, a pesar de los importantes logros obtenidos, siempre se quedó en un estancamiento en los avances de las negociaciones. En estas circunstancias críticas y antes de tomar una decisión que parecía inevitable, es que las partes comunicaron este hecho a los garantes y ellos sugirieron una reunión en Brasilia, donde surgió la idea de solicitar el concurso de los garantes a fin de que propusieran procedimientos para salir del estancamiento.

Esto tiene una sólida base legal en el Protocolo de Río de Janeiro y los instrumentos del proceso de Itamaraty, como en el artículo 7º del Protocolo, el comunicado suscrito por las partes en Buenos Aires el 19 de junio de 1996 y el artículo 4º del Acuerdo de Santiago del 29 de octubre de 1996.

Es sobre estas bases que los Presidentes del Perú y de Ecuador, con fecha 8 de octubre de 1998, envían una carta al Presidente de Brasil señalando la situación del estancamiento y solicitando la elaboración de una propuesta de solución dentro del marco jurídico del Protocolo de Río de Janeiro y el Laudo de Braz Dias de Aguiar.

El 19 de octubre de 1998, el Presidente del Brasil, en representación de los países garantes, contesta la buena disposición de los garantes de asistir a las partes, a través de un procedimiento que permita alcanzar la solución de los desacuerdos. Este procedimiento consiste en que los propios garantes formularán el planteamiento de solución, pero que previamente las partes acuerden que el punto de vista de los garantes tenga carácter vinculante y que los Congresos de ambos países hayan respaldado esta solicitud.

Se ha discutido ampliamente el día de hoy que no se trata de una mediación ni de un arbitraje, sino simplemente se pide a los garantes una opinión sobre la forma cómo se va a ejecutar el laudo y el Protocolo.

La propuesta de los garantes tiene que estar encuadrada dentro del marco jurídico que vincula a ambos países y debe tomar en cuenta el desarrollo del Proceso de Itamaraty. Es por eso que el punto de vista de los garantes —si Dios nos ayuda, lo sabremos muy pronto—tiene que ser jurídico, no puede basarse en consideraciones políticas o de equidad, sino que tiene que ser un pronunciamiento de derecho. Caso contrario, sería actuar más allá del mandato que le fue otorgado por las partes y, en consecuencia, ese punto de vista contradictorio del marco jurídico no resultaría obligatorio y, por tanto, descarta todo canje de territorio.

Es por ello que digo que el día de hoy nos corresponde tomar una decisión muy trascendental; y como la aprobación de este procedimiento no afecta nuestro territorio, no afecta nuestra soberanía y no altera en absoluto la línea de frontera que nos corresponde jurídicamente, votaré por la aprobación de dicho procedimiento.

Muchas gracias, señor Presidente.

El señor PRESIDENTE.— Puede hacer uso de la palabra el señor Presidente del Consejo de Ministros.

El señor PRESIDENTE DEL CONSEJO DE MINISTROS, ingeniero Alberto Pandolfi Arbulú.— Señor Presidente: Con relación a la renuncia del ex Canciller Eduardo Ferrero Costa, he solicitado se me envíe una copia de la carta, la cual, con su permiso, voy a proceder a dar lectura.

"Lima, 2 de octubre de 1998

Señor ingeniero
Alberto Fujimori Fujimori,
Presidente de la República.

Estimado señor Presidente:

Debido a divergencias relativas al tratamiento de un asunto vital de nuestra política exterior, que son de su
conocimiento, mediante la presente formulo renuncia irrevocable al cargo de Ministro de Relaciones Exteriores, al mismo tiempo que le expreso el honor que ha representado para mí colaborar con usted en su noble tarea de conducir los destinos del Perú.

Le agradezco, señor Presidente, por la confianza depositada durante el desempeño del cargo y por la oportunidad que me ha brindado de aportar mis esfuerzos al servicio del país.

Muy atentamente,

Eduardo Ferrero Costa."

Señor Presidente, de la lectura de la carta se desprende que las razones de la renuncia del ex Canciller, doctor Eduardo Ferrero Costa, no son de forma y que él ha preferido mantenerlas en reserva, según me lo ha manifestado hace unos instantes el congresista Carlos Ferrero Costa.

Muchas gracias, señor Presidente.

El señor PRESIDENTE.— Puede hacer uso de la palabra el señor Ruiz Dávila.

El señor RUIZ DÁVILA (C90-NM).— Señor Presidente: En primer término, para en estos recortados minutos que se me ha concedido saludar los señores Ministros aquí presentes, y a su vez aprovechar la ocasión para dejar sentada mi posición y mi manera de pensar sobre este histórico tema que a todos nos preocupa, nos concierne; y a través de nosotros, a todo el país.

Debo decirle que mi posición denota también el compromiso que tengo con una parte del pueblo peruano y que se refiere a mis orígenes, pues yo nací y crecí buena parte de mi juventud en la selva profunda, donde pude escuchar e interactuar con mucha gente que, como quien le habla, prácticamente vivió más de cincuenta años en forma permanente conociendo de un conflicto interminable con el país vecino del Ecuador.

Luego transcurrí parte de mi vida universitaria y de mi vida profesional dedicado a la docencia universitaria, siempre en contacto con la juventud y con las poblaciones del norte del país. El norte y el oriente peruano han estado permanentemente ligados, año tras año, a este conflicto entre Perú y Ecuador. Allí pude comprobar, en este ambiente, cómo realmente los conflictos que el Perú ha tenido durante el presente siglo, especialmente con Colombia o con el Ecuador, han significado un decrecimiento o un impacto negativo en el desarrollo no solamente de nuestro país, sino también de los otros países involucrados en este conflicto.

Puedo recordar de esta interacción en el ambiente ya sea familiar, en el ambiente de la población o en el ambiente universitario, cómo en los años iniciales de este siglo la zona del oriente tuvo su época de oro coincidente con el desarrollo de la industria del caucho y de otras riquezas típicas de esta población; y es más bien el advenimiento de estos conflictos los que han llevado a estos pueblos a situaciones tensas, que han significado una serie de contratiempos, y que al ver la ejecución del Protocolo Peruano-Ecuatoriano de Paz, Amistad y Limites del año 1942 y del fallo del capitán de mar Braz Dias de Aguiar, hemos podido observar un círculo vicioso constante de más de 53 años que no daba ningún viso de mejoramiento.

Es más bien en estos últimos años, a raíz del conflicto de 1995, que por decisión política se insiste en hacer algo novedoso, algo que signifique romper ese círculo vicioso y romper esquemas —si se quiere— en que han participado varios Cancilleres nuestros junto con sus homólogos del Ecuador, así como los Cancilleres de los países garantes. De esta forma hemos podido ver desde un comienzo de estas negociaciones al Canciller Goldenberg, al Canciller Tudela, al Canciller Ferrero y actualmente al Canciller De Trazegnies, que junto con la política que se denomina diplomacia presidencial se ha podido llegar a un esquema sui géneris, que ha permitido encontrar el fin de este conflicto y dar a nuestros pueblos la posibilidad de un desarrollo sostenido.

Hubiera querido hablar más sobre este tema, señor Presidente, pero voy a concluir señalando que estos mecanismos novedosos experimentados en los últimos tres años han permitido establecer métodos y maneras eficaces para resolver este álgido problema. Yo particularmente me encuentro convencido de que no hay nada más que decir y que debemos acordar esta
propuesta de resolución legislativa para llegar a una solución definitiva y permitir el desarrollo a nuestros pueblos del Perú y del Ecuador.

Nada más, Presidente.

El señor PRESIDENTE.— Puede hacer uso de la palabra el señor Del Castillo Gálvez.

El señor DEL CASTILLO GÁLVEZ (PAP).— Señor Presidente: Ruego a usted considerar los diez minutos que me corresponden y los cuatro minutos que dejó pendiente el señor Mantilla Campos, que harían un total de catorce, si usted lo tiene a bien, para poder empezar mi intervención.

Sin duda alguna, hoy nos encontramos ante una cuestión de estado sumamente seria en la que tenemos que actuar con altura y con la responsabilidad que verdaderamente nos corresponde.

Percibo, y lo digo sin reservas, que como nunca en los últimos años el país se viene acercando a una probable solución que, eventualmente, podría ser definitiva. Si es así, eso es bueno para el Perú, es bueno para el Ecuador, es bueno para los dos países y para América Latina en su conjunto.

No hay mejor aspiración que ésa, la cual nosotros deseamos como integrantes de un partido que cree en la integración continental, en la paz entre los pueblos, en la convicción de que nuestro verdadero enemigo es la pobreza y el subdesarrollo, porque no somos partidarios de luchas entre pueblos que tienen más en común que diferencias. De tal forma que ésta es una premisa esencial en la que como aprista y con las ideas de Haya de la Torre no puedo dejar de mencionar como el basamento de mi intervención.

Pero el tema con el Ecuador, que gracias a un manejo profesional en los últimos tiempos vemos que se ha aproximado a una probable solución, ha tenido —y no hay que dejar de mencionarlo, señor Presidente— una serie de altibajos, y más bajos que altos, debido a la denominada diplomacia directa o diplomacia presidencial.

De esta manera nosotros terminamos, por ejemplo, en el Pacto de Caballeros que tanto se cuestionó, no vamos a discutirlo ahora, pero es un punto que se cuestionó duramente en su momento; en el conflicto del Cenepa, con los nefastos resultados militares para nuestro país, sin ninguna duda; y en esa versión nunca desmentida del Presidente Rodrigo Borja, sino recordemos cuando él dijo: "sobre una mesa el señor Fujimori, en una reunión privada, me marcó un acceso del Ecuador al río Marañón".

Ésas son las consecuencias de la diplomacia directa, qué ojalá nunca más vuelvan. Ojalá el Presidente Fujimori y todos los presidentes del Perú tengan siempre a su lado un Canciller competente, un profesional en la materia o un jurista —como tenemos ahora—, que es gente solvente que puede dar una respuesta y respaldar una decisión.

Pero esa famosa diplomacia directa de la que tanto se jacta el señor Fujimori ha sido un error histórico para el Perú, ha sido un retroceso que incluso ha costado vidas y la compra de mucho equipamiento militar. Debido a ello es que el Perú en los últimos tres años ha tenido que virtualmente rearmarse efectuando una millonaria inversión, que significa quitarle el pan de la boca a muchos niños para comprar cañones, tanques y aviones.

Bien, esta famosa diplomacia directa también tuvo otro dislate respecto a la frontera sur del país. Quién puede olvidar las famosas Convenciones de Lima, que en ese tiempo —si mal no recuerdo— contó con la opinión favorable del Comandante Conjunto de las Armadas. Así que para nosotros no son novedad los pronunciamientos de los comandos militares, señor Presidente.

Hace muy poco tiempo los comandos militares respaldaron al general Hermoza Ríos; pero cuando a las pocas semanas fue licenciado, ninguno de esos señores generales que le entregaron la bandera en la mano se acordó del respaldo que le habían dado. Así que esos son respaldos muy valiosos en otros tiempos y hoy día un tanto cuestionados, cuando menos; pero no por eso menos importante, porque estoy seguro que allí hay mucha gente que puede conocer y evaluar seriamente esta propuesta o solución que se está planteando.

No obstante ello, debo decir que las famosas Convenciones de Lima, consecuencia de la diplomacia
directa de un Canciller, que mejor es no recordar, tuvieron que ser retiradas del Congreso, pues llegaron a este Congreso porque sufrieron el rechazo de toda la colectividad, comenzando por el glorioso pueblo de Tacna.

Entonces, nos preguntamos en estas circunstancias, ¿cuál es el apuro? ¿Por qué tenemos nosotros que resolver tan apresuradamente? Ayer recién hemos recibido los documentos y hoy ya tenemos que votar para poder adoptar una decisión, cuando lo mejor para el país, como solución definitiva, que de todo corazón quisiéramos que lo fuera, es que ésta sea una decisión que cuente con el consenso nacional.

Creo que una decisión con relación a este tema, que cuente con los votos de los congresistas de Cambio 90-Nueva Mayoría y de otras personas de buena voluntad, me parece que no es suficiente para ponerle un sello definitivo a esta decisión. Incluso, esta misma sesión, lamentablemente, hoy ha devenido en una situación de completa incertidumbre.

Y permítame, señor Presidente, hacer una breve digresión respecto a lo que acaba de señalar el señor Presidente del Consejo de Ministro, quien nos ha leído la carta de renuncia del ex Canciller Eduardo Ferrero Costa, de fecha 2 de octubre de 1998, en la que dice que las divergencias relativas al tratamiento de un asunto vital de nuestra política exterior, que son de su conocimiento —dirigiéndose al Presidente Fujimori—, son las causas de la renuncia. Reitero, dice "divergencias relativas al tratamiento de un asunto vital".

Éste es un asunto muy serio, porque, como bien lo ha dicho y reconocido hoy el propio Ministro Pandolfi Arbulú, las diferencias no son de forma, sino de fondo, pues se refieren a divergencias relativas al tratamiento de un asunto vital.

El colega Ferrero Costa no lo quiere decir, tendrá sus razones para no hacerlo. Creo yo, lo digo sinceramente, que tiene el deber cívico de decirlo; pero también el señor Presidente de la República tiene el deber cívico de esclarecer estos temas vitales. El señor Fujimori que, según su ex Canciller, conoce divergencias relativas al tratamiento de asuntos vitales, no puede permanecer callado en todos los idiomas y ser el gran ausente de este debate nacional. El hombre que dirigía y dirige la política diplomática personalmente en nuestro país no quiere decir esta boca es mía en este punto. ¿Por qué razón? ¿Por qué calla, Presidente?

Él, que a este Parlamento a veces lo trata con la punta del pie, o lo maltrata con sus ucases o con sus imposiciones, sin embargo hoy día está muy interesado en compartir con todos nosotros una decisión; pero no muy interesado en compartirla con el resto de instituciones del país, como si en el Perú no hubiera universidades, no hubiera gremios, no hubiera colegios profesionales, no hubiera medios de comunicación, no hubiera opinión pública, no hubiera una serie de personas que tiene derecho a decir las cosas. Cuánto quisiéramos nosotros que esta decisión no solamente contara con la opinión nuestra, sino también con la opinión de vastos sectores de nuestro país, a fin de que tenga el necesario consenso nacional.

Cuál es el apuro de viajar a Oporto en 48 horas llevando un tema bajo una invitación que nos dice: "Resuelvan ustedes en esta semana". No se nos dice que es un plazo fatal, pero el señor Fujimori que —reitero— no ha tocado este tema en los últimos días, creo que tiene la obligación de esclarecer cuál es el asunto vital que el señor Ferrero Costa ha puesto en su conocimiento y que lo llevó a formular su renuncia.

Yo no entiendo cómo la Representación Nacional, cómo el país puede confiar en una decisión de tal naturaleza y trascendencia estando pendiente el esclarecimiento de un asunto vital que se puso en conocimiento del Presidente y que motivó la renuncia nada menos que del Canciller de la República.

Entonces, señor Presidente, es necesario que este tema que es tan serio se convierta virtualmente en una cuestión de estado, en una necesidad de estado a efecto de darle el debido esclarecimiento para poder continuar el debate.

Ayer o anteayer el señor Mahuad ha acudido a una sesión reservada del Congreso ecuatoriano a informar sobre la propuesta de los países garantes. Por lo tanto, considero que es deber del señor Alberto Fujimori, Presidente de la República del Perú, venir al Congreso, dado los nuevos hechos presentados, a informar cuáles
fueron los asuntos vitales que motivaron la renuncia del ex Canciller de la República.

El señor PRESIDENTE.— Está haciendo uso de los cuatro minutos del señor Mantilla Campos, señor Del Castillo Gálvez.

El señor DEL CASTILLO GÁLVEZ (PAP).— Cuatro minutos más cinco, nueve en total; pues sólo he hablado cinco, señor Presidente.

El señor PRESIDENTE.— Puede continuar, señor Del Castillo Gálvez.

El señor DEL CASTILLO GÁLVEZ (PAP).— Señor Presidente, nosotros creemos, y lo digo con toda sinceridad, que el Perú está a punto de lograr una solución; creo que sería lo mejor que le puede pasar a ambos países: resolver este álgido problema y sellar la frontera. Es una buena decisión cerrar esas tres brechas que se encuentran en la frontera con el Ecuador.

El día que eso suceda habrá menos armas, habrá menos excesos en la zona, habrá más alimentos para los niños, habrá una mejor inversión; creo que no podrá haber sino beneficios allí. Pero, ¿dónde surge la duda?, cuando viene el tema de la renuncia, cuando el Presidente de la República no dice nada, cuando fluye de esta reunión que el propio Canciller de la República todavía tiene algo más que decirnos.

Yo invito al señor Canciller de la República, a través de la Presidencia, para que pasemos a una sesión reservada y nos diga allí todo lo que tiene que decirnos. Yo no puedo votar a ciegas, porque considero que este tema es muy importante. No podemos votar de una manera tal en que nos falten elementos. Quisiera respaldar esta propuesta, lo digo de todo corazón y de buena fe, quisiera respaldarla.

Creo que por el bien del Perú y de sus futuras generaciones es indispensable llegar a esto; pero hay que llegar con transparencia y no con una actitud de intolerancia o con una actitud de discrepancia: ustedes son los buenos, nosotros somos los malos; unos están a favor y otros en contra. No, señor Presidente. Acá, obviamente, no vamos a aspirar a la unanimidad, probablemente no sea posible; pero sí a una amplia mayoría y eso no solamente lo da un grupo parlamentario, más aún cuando en las pasadas elecciones han demostrado que ya no son la mayoría que decían ser y que ya no se va a repetir la votación que trajo al Congreso tantos representantes, y seguramente serán mucho menos. Entonces, también hay que prestar atención a ese aspecto.

Esa elección del día domingo anterior también ha dejado algunas lecciones que hay que escuchar y atender, porque se ha invertido la proporcionalidad política en el país. En consecuencia, podrán tener los setenta votos o lo que sea, pero ya no tienen la mayoría del pueblo y eso también hay que escucharlo y hay que atenderlo.

Por eso, señor Presidente, nosotros planteamos que venga al Congreso el señor Presidente de la República a informar en sesión reservada las verdaderas causas de la renuncia del señor ex Canciller Ferrero Costa y que, asimismo, el señor Canciller Fernando de Trazegnies, se sirva ampliar su informe también en sesión reservada.

Igualmente, nos parece inconducente que este Congreso adopte decisiones sin saber lo que está sucediendo en el Parlamento del Ecuador. El Protocolo de Río de Janeiro de 1941 se ratificó el mismo día en ambos países; pero como en ese entonces no había la comunicación de hoy se aprobó por separado y después confluyeron los resultados. En cambio ahora no es así, ellos saben lo que nosotros estamos tratando y nosotros perfectamente podemos saber lo que el aparato del Estado nos pueda informar sobre lo que está ocurriendo en el Congreso ecuatoriano. Ése es un tema que tuvo que haberse tratado con mayor amplitud y no solamente en conciliábulos o en pequeñas reuniones amicales o lo que fuera.

El señor Canciller sabe que nosotros hemos aportado algunas ideas, algunas frases e incluso párrafos completos en beneficio de una mejor decisión, sin ninguna duda. Realmente quisiera votar a favor de una solución definitiva; pero en estas condiciones, lo digo con toda sinceridad, mientras subsistan estas piedras en el camino no puedo adoptar una decisión ni emitir un voto en un compromiso tan grave como éste.

Se está jugando la integridad territorial de nuestro país, se está jugando la paz también, todos aspiramos a eso; pero yo no puedo llegar a eso auspiciando una decisión o una solución que puede ser inestable por la forma como se pretende arribar a ella. Quisiera en esta sesión, tampoco me quiero aferrar al extremo, tener la posibilidad de respaldar una solución definitiva y patriótica de nuestro pueblo; pero para eso necesitamos conocer aquí, con el mecanismo de sesión reservada, todos los elementos que permitan arribar a una buena solución.

Está en manos de ustedes señores, está en manos del señor Presidente del Consejo de Ministros, del señor Canciller de la República, del señor Ministro de Defensa, del señor Presidente del Congreso y su mayoría parlamentaria y del propio señor Presidente de la República, darnos la explicación que merecemos como Representantes de la Nación, para luego tomar una decisión con serenidad, con ecuanimidad y con gran sentido patriótico; pero a ojos cerrados, de ninguna manera puedo comprometer mi voto ni la decisión de nuestro pueblo.

Nuestros propios compañeros, que habían expresado una voluntad y una simpatía hacia el documento remitido por el Poder Ejecutivo, tienen ahora nuevos elementos de juicio que, sin duda, les va a permitir repensar o revaluar cualquier decisión que puedan haber tomado. Lo digo con la mejor buena voluntad, señor Presidente, pensando en mi Patria, pensando en el futuro de nuestros hijos y pensando en que es lo mejor para el Perú.

El señor PRESIDENTE.— Ha hablado durante quince minutos, señor Del Castillo Gálvez; le pido por favor que concluya su intervención.

El señor DEL CASTILLO GÁLVEZ (PAP).— Permítame sólo diez segundos, señor Presidente.

El señor PRESIDENTE.— Cómo no.

El señor DEL CASTILLO GÁLVEZ (PAP).— Muchas gracias.

El partido del pueblo, el partido de Haya de la Torre, el partido que cree en la integración continental no puede auspiciar un conflicto, no puede auspiciar la continuidad de una herida abierta entre el Perú y el Ecuador. Queremos resolver las cosas, pero queremos resolverlas bien, correctamente, con limpieza y con transparencia.

Que tenga el señor Canciller de la República el pleno respaldo de la bancada aprista en una solución justa para el tema; pero esperamos de él y del equipo del gobierno la mayor información y la mayor transparencia, y que el Presidente de la República asuma la responsabilidad constitucional que le corresponde de dirigir la política exterior aun en el momento difícil de afrontar una gran responsabilidad como ésta.

Muchas gracias, señor Presidente.

El señor PRESIDENTE.— Puede hacer uso de la palabra el señor Ministro de Relaciones, Fernando de Trazegnies Granda.

El señor MINISTRO DE RELACIONES EXTERIORES, doctor Fernando de Trazegnies Granda.— Señor Presidente: Si me permite, solamente para responder en forma breve a la propuesta del doctor Del Castillo Gálvez.

He explicado con el mayor detalle todo lo que sabemos y todo lo que conocemos, así como muchos aspectos que de una forma o de otra han sido tratados ampliamente; por lo tanto, no veo el sentido de pasar en estos momentos a sesión secreta, porque creo que no tengo nada más que decir sobre el tema.

Lo único que quedaría pendiente es, como advirtió el doctor Del Castillo Gálvez, lo referente a las razones de la renuncia del doctor Ferrero. Respecto de las razones de la renuncia del doctor Ferrero, yo no puedo pronunciarme sobre los motivos ni puedo comentarlos, porque él ha decidido guardar reserva.

Lo que sí quisiera decir es que tenemos que leer la carta con cuidado, esa carta no dice que sean discrepancias vitales, sino dice que son discrepancias en el tratamiento de un asunto vital, que evidentemente es respecto al Ecuador, que es un asunto vital para el país; pero no hay que dramatizar la carta. Obviamente hay algunas discrepancias de fondo y esas discrepancias lo llevaron a apartarse del cargo, pero
no quiere decir que se trate de un asunto terrible; sin embargo, él, me imagino que por razones de su profesionalidad diplomática, ha decidido mantenerlas en reserva.

Eso es todo.

El señor PRESIDENTE.— Puede hacer uso de la palabra al señor Santa María.

El señor SANTA MARÍA (PAP).— Señor Presidente: Con su venia quisiera hacer un paréntesis breve en este crucial debate, para rendir homenaje a todos aquellas personas que han tenido un rol protagónico en las elecciones municipales del pasado 11 de octubre. Han sido más de 10 mil candidatos a alcalde, 60 mil candidatos a regidores y más de 100 mil personeros, que conjuntamente con los miembros de mesa han permitido demostrar la profunda convicción democrática del pueblo peruano y su identificación con los gobiernos locales, protagonistas postergados en la conducción y el desarrollo de nuestro país.

Y por supuesto, al margen de algunas irregularidades que se vienen denunciando en muchos lugares, la expresión democrática del país ha sido indudable, sobre todo con relación a los temas y a los acontecimientos recientes, como fue la anulación, el guillotinamiento y la violación del derecho del pueblo a pronunciarse en un referéndum.

Sin embargo, el tema que congrega hoy al Congreso y a la opinión pública nacional es un asunto que tiene, por igual, una actualidad palpitante e implicaciones decisivas para el futuro del país, así como profundas raíces en nuestra historia.

Estamos asistiendo sólo a un capítulo adicional de un escenario que tiene punto de partida en los anales políticos, en el conflicto que hace 500 años protagonizaran Huáscar y Atahualpa, como ha sido señalado hace unos momentos. Ambos entonces, como ahora, eran hermanos de sangre, raza y religión.

Quienes tenemos alguna curiosidad por la política en la historia asistimos también hoy estupefactos a las guerras de pueblos colindantes, como acontece en el África Central y en los Balcanes. Conflictos de pueblos que han vivido en paz durante décadas, pero que producto de una chispa fatal se enfrascan de un día a otro en luchas fratricidas que han conllevado, incluso, al genocidio y a tenebrosas limpiezas étnicas.

En estos tiempos, y más aún en el caso nuestro, en las guerras pierde el vencido y también el triunfador; es un juego malo para ambos, pues se consume riqueza, demasiadas vidas y el resultado es siempre el mismo: miseria para todos, como aleccionadoramente señala Pío Baroja; y algo más, que el pretexto de todas las guerras es conseguir la paz; por eso mejor y más seguro es una paz cierta que una victoria esperada.

Decía, señor Presidente, que el tema al que hoy nos abocamos tiene raigambres históricas y quisiera mencionar algunas de ellas, porque es importante tenerlas en cuenta para la decisión que debemos tomar. Quiero referirme a una anécdota que es poco conocida y se refiere a Haya de la Torre, fundador del Partido Aprista Peruano.

En la década del 50, Haya de la Torre se encontraba prisionero en la Embajada de Colombia y se enteró de la decisión del dictador Odría de tomar por asalto la embajada con fines inconfesables. Haya estaba enterado de que el gobierno de Colombia no iba a aceptar eso y también que había de por medio un conflicto armado entre Perú y Colombia.

Haya de la Torre hizo saber su decisión, sin lugar a dudas, que él prefería quitarse la vida antes de que pudiera tener lugar ese conflicto y que pudiera costar vidas a soldados o a jóvenes peruanos y colombianos. Haya, pues, quería dar con esto un mensaje de sus profundas convicciones indoamericanas y latinoamericanistas. Circunstancias políticas y diplomáticas permitieron que ese despropósito del dictador de turno se llevara a cabo y, finalmente, algún tiempo después, Haya de la Torre saliera del país con destino al exilio.

El Perú y el Ecuador, señor Presidente, también tienen en este siglo una historia que los hermana en la lucha por la democracia y la justicia social; pues muchos peruanos que han luchado por la democracia, víctimas de las dictaduras, han estado exiliados en el Ecuador; y de igual modo, políticos ecuatorianos han sido acogidos en nuestro país.

No me voy a referir, por tanto, a aspectos jurídicos que han sido tratados con mucha solvencia por la mayoría de nuestros compañeros y de nuestros colegas el día de hoy.

Sin embargo, queríamos rescatar estos elementos históricos porque creemos que más allá de una solución jurídica tenemos que recoger el aliento histórico del destino común de nuestros pueblos, para poder tomar una decisión que también pueda tener un aliento histórico que vaya más allá de la firma de un tratado o la demarcación de una frontera que, como ha sido señalado en este Hemiciclo, no son de por sí una garantía para la paz.

Creo, señor Presidente, que la controversia fundamental que existe hoy es entre el sentido común y el galimatías; y justamente porque el sentido común es el menos común de los sentidos, creemos que este problema dura ya más cincuenta años.

No obstante ello, como bien ha señalado el colega Del Castillo Gálvez, nadie puede negar que realmente nos encontramos ad portas de una solución definitiva. Pero si queremos que esta solución, como se ha dicho acá, tenga un aliento histórico importante y que no solamente signifique la garantía de paz, sino signifique la garantía del progreso y del trabajo conjunto de ambos pueblos, tiene que ser un acuerdo sin cartas bajo la manga y sin asuntos que pudieran no estar claros para la ciudadanía.

En ese sentido, nuestra posición sigue siendo firme, señor Presidente. Nosotros no podemos apoyar un acuerdo basado en el chantaje, basado en la imposición y basado en el desconocimiento de lo que realmente ahora está en juego en la relación entre Perú con Ecuador.

Nosotros hemos manifestado nuestra voluntad de contribuir lealmente a una solución de esta naturaleza; pero no podemos pisotear la dignidad y el derecho del pueblo peruano a estar adecuadamente informado; y tampoco podemos superponernos al necesario pronunciamiento del pueblo peruano en relación con este importante tema.

Convocamos, pues, a quienes han venido a representar y solicitar, en nombre de los garantes, el apoyo de este Congreso, con el fin de que este apoyo no esté divorciado de la dignidad y del derecho a estar plenamente informado no sólo el Congreso, sino también la ciudadanía en su conjunto.

Apostamos y ofrecemos toda nuestra colaboración para la solución de este álgido problema; pero esta colaboración tiene que responder también a la voluntad de nuestra población.

Hacemos votos porque el equipo y el servicio diplomático del Perú puedan concluir este importante trabajo libre del jaqueo y libre de la amenaza de la diplomacia presidencial. Debemos hoy hacer todos un gran esfuerzo, señor Presidente. La primera responsabilidad le corresponde al Presidente de la República; sin duda alguna, él debe dejar de seguir entorpeciendo la posibilidad de un acuerdo; y el servicio diplomático, por encima de todo, tiene que ser leal al pueblo peruano.

Muchas gracias, señor Presidente.

El señor PRESIDENTE.— Puede hacer uso de la palabra el señor Velásquez Quesquén.

El señor VELÁSQUEZ QUESQUÉN (PAP).— Señor Presidente: Es evidente que la decisión que hoy día vamos a tomar es trascendente; es así que ustedes habrán podido advertir que en sus intervenciones algunos colegas de mi bancada han aludido a Haya de la Torre. Qué mejor momento que este para evocar la trascendencia y el mensaje integrador que nos dejó nuestro maestro Víctor Raúl Haya de la Torre; y digo esto porque esta convocatoria, con el fin de adoptar una decisión trascendente, necesariamente tiene que pasar por revisar principios fundamentales.

En el año 1970 Haya de la Torre sostenía que el signo de nuestro tiempo era una tendencia cada vez más vigorosa y paladina de todos los pueblos hacia su organización regional en comunidades económicas. Agregaba además que había que acabar con el inexplicable designio de que los estados más coherentes y fuertes tendían a expandirse imperialmente sobre los estados dispersos y débiles; y concluía señalando, que la respuesta no puede limitarse a quejas inocuas o desesperadas protestas. Haya de la Torre apostaba por la integración.

Ése fue el legado imperecedero que Haya de la Torre dejó no solamente a América Latina, sino también a todos los apristas. Es por eso que tenemos la convicción de que no habrá forma de que estos pueblos de América Latina puedan salir adelante si no hacen un esfuerzo por ir a su integración, como muy bien ha sido referido esta noche por algunos compañeros. Pero lo que quiero decir como complemento, señor Presidente, es que Haya de la Torre era integracionista, pero más que integracionista era un demócrata; y esta actitud de Haya de la Torre, de respeto por las instituciones, es lo que ha generado dudas en quienes tenemos la convicción de que la decisión que hoy día se va a tomar es una apuesta por la paz.

Sin embargo, quiero reflexionar señalando que las dudas que nosotros tenemos no son porque tengamos una vocación beligerante, ni porque no seamos patriotas, sino porque como mandatarios del pueblo no podemos permitir que al Congreso se le sortee en decisiones trascendentes y se le convoque a última hora para tomar una decisión que supuestamente se nos dice que es histórica.

Es por eso que desde un inicio hemos venido reclamando que se nos proporcione una información cabal sobre el tema. Hace unos minutos leía en Internet sobre la presencia del Presidente Mahuad en el Parlamento ecuatoriano, y como envidiaba que un periodista serio del diario El Comercio decía: "Mahuad habló la realidad cruda a sus parlamentarios"; les hizo una información amplia y detallada de este futuro acuerdo.

Nosotros hemos tenido esta limitación, señor Presidente, por eso no podemos permitir de ninguna manera que al Congreso se le siga burlando. Ya la Constitución del año 1993 le recortó funciones y atribuciones, y ahora pretendemos abdicar de una responsabilidad que constitucionalmente está reservada para el Congreso de la República.

Y hay dos elementos adicionales que me llevan a tener estas dudas. La primera de ellas es la actitud sistemática de los ecuatorianos —me refiero a los gobernantes— de no respetar los convenios y los acuerdos que son instrumentos jurídicos internacionales, que son el soporte de la comunión pacífica de los pueblos.

Si el señor Presidente del Ecuador ha dicho que el Perú tiene de su lado la razón y el derecho, realmente no veo el motivo para que tengamos nuevamente que ceder y ser chantajeados por un gobernante que sólo quiere quedar bien con la historia de su país.

Se ha dicho hace unos momentos que si este acuerdo es victorioso de repente nosotros nos vamos a querer subir al carro, no lo vamos a hacer, señor Presidente, nos podemos equivocar, pero creo que tampoco estamos preparados para eso. Por lo menos, en lo más profundo de mi ser, pienso que no podemos manchar la historia con vergüenza, ni podemos capitular nuevamente. Es por eso que nosotros necesitamos que previamente se nos informe sobre las razones por las que en el curso de las tratativas renunció el ex Canciller Ferrero Costa.

Si se ha venido practicando una diplomacia presidencial y directa, ¿por qué el Presidente de la República no viene a honrar a su Congreso e informarle detalladamente cuál es el avance de esa conversación? Mientras esto no suceda, señor Presidente, nosotros no podemos comprometer nuestro voto y no porque no seamos patriotas, sino porque queremos reivindicar a una institución, como es el Congreso, que ha sido venida menos por el propio Presidente de la República. Creemos en la separación de poderes, pero también creemos en el respeto por las instituciones.

Por eso es que muestro esta opinión contraria y democrática, discutida al interior de nuestra Cédula Parlamentaria. Respeto la opinión de mis compañeros, pero voy a votar en contra de esta propuesta.

Muchas gracias, señor Presidente.

El señor PRESIDENTE.— Puede hacer uso de la palabra el señor Zumaeta Flores.

El señor ZUMAETA FLORES (PAP).— Señor Presidente: Creo que estamos llegando a la parte final de esta larga y extendida sesión de dos días continuos en la que los argumentos de uno y otro lado han llevado a encasillarnos entre dos conceptos: la paz o la guerra. Los que desean la paz van a votar por el sí y los que quieren la guerra van a votar por el no; porque resuelto el
problema de la frontera, los tanques se convertirían en tractores y en posibilidades de desarrollo; y con el fundamento de que la pobreza del Perú y del Ecuador es consecuencia permanente del armamentismo que practican ambos países.

Yo creo que ese razonamiento no tiene ninguna validez, Presidente, porque si así fuera, cómo es que un pueblo como México en los últimos catorce años ha tenido un crecimiento violento. Allí está México con la mitad de su país pobre, y lo que ocurre no es porque sea un país que se arma, sino porque el modelo, por ejemplo, no llegó a Chiapas; y allí está la revolución campesina de Chiapas, porque la modernización y el crecimiento, lamentablemente, no llegaron a ese pueblo.

Ahí está Brasil, el país más poderoso de América Latina. ¿Con qué país esta en guerra Brasil? ¿Con qué país está en conflicto permanente? Con ninguno, sin embargo la mitad de su población se encuentra en situación de pobreza.

Y si vamos al otro extremo, Chile es un país que todos los días se arma, no está en conflicto con nadie, pero su pobreza baja. De manera que, con el respeto debido, para mí es un verdadero disparate seguir tomando ese argumento de que los que desean la paz van a votar por el sí y los quieren la guerra van a votar por el no.

Por eso creo que, más allá de los resultados de esta sesión, hoy día desde diferentes bancadas hemos podido extender nuestro patriotismo. En algunos casos razonadamente para votar por la opción de la resolución legislativa que piden los garantes; y en otros casos, con sobradas y fundamentadas razones para estar en contra de esta decisión.

Y es algo elemental, porque yo no creo —a través de la Presidencia al Canciller de la República— que por más que a los garantes se les entregue un texto lo más amplio posible, nada nos garantiza en un ciento por ciento que el fallo definitivo, al entregar esa decisión, va a ceñirse exactamente a lo que establece el Protocolo de Río de Janeiro, el fallo de Braz Dias de Aguiar y los pareceres técnico-jurídicos de los países garantes. Nada, absolutamente nada nos los garantiza.

Lo que yo sí puedo decir, y estoy seguro de ello, es que en el fallo de los garantes sí se garantiza que no se va a tocar un milímetro de territorio al Ecuador, porque no está en juego el territorio ecuatoriano; pues el cuestionamiento es respecto a los títulos que posee el Perú sobre su territorio.

En consecuencia, cuando Mahuad dice: "Bueno, necesitamos el puente para unir la última valla que define nuestra relación definitiva en la frontera"; ese puente —prefigurando— no puede hacerse en territorio ecuatoriano, sino tiene que ser un puente internacional: mitad ecuatoriano y mitad peruano. Pero ese puente se va a tener que hacer tomando en cuenta el fallo de Braz Dias de Aguiar, en el cual se reconocen títulos de propiedad sobre territorio peruano.

En consecuencia, por allí surge la duda, la desconfianza en los garantes. Es más, si Mahuad dice que este asunto es arbitral y el Canciller dice que no, necesariamente tendrá que haber un fallo. Y cuando hay un fallo de los jueces, siempre éste se da con criterio de conciencia y con arreglo al derecho; pero eso del criterio de conciencia tiene algo de subjetivo. Entonces, tenemos lo que en su intervención nos dijo el colega Chipoco Cáceda, pues allí hay un porcentaje de subjetividad para que el razonamiento de los garantes —teniendo las cartas del Perú y del Ecuador: la del Perú que es una razón de derecho y la de Ecuador que exige una razón histórica, emocional y de equidad— traiga consigo una compensación para el Ecuador.

Por eso, no es verdad lo que nos dice el Canciller de la República o la mayoría parlamentaria respecto a que el éxito, es decir, el fallo de los garantes a favor del Perú, esté garantizado en un ciento por ciento.

Y en segundo lugar, cuando algunos colegas de mi bancada exigen mayor precisión en los temas, es elemental que tengamos que dibujar un escenario posible hacia donde discurre o puedan discurrir las variantes en la decisión final de los garantes. Y eso lamentablemente no hemos podido lograrlo. Por eso es que cuando el ex Canciller Ferrero vino a informar sobre la infiltración ecuatoriana en territorio peruano, aquí indudablemente hubo una sesión reservada y nos informamos incluso de cómo en los pareceres técnico-jurídicos de los garantes se habían definido
varias opciones, y que finalmente habían fallado tal como lo hizo Braz Dias de Aguiar.

De eso es lo que se trata, señor Presidente. Por eso es que creo que existe una absoluta desconfianza en que finalmente este fallo pueda ser favorable para el Perú.

Por otro lado, aquí no están en juego conceptos sobre el tema de la integración, porque la integración se hace defendiendo la soberanía de un país. La integración de los países europeos, que van a tener una moneda única a partir de enero del próximo año, está hecha sobre la base de la comarca. De la comarca me integro al mundo, de la comarca marcho a la globalización, a partir de la comarca creo en la economía de mercado, en la economía pura de mercado para algunos y en la economía social de mercado solidaria para otros países como el nuestro.

Por eso considero que esos conceptos tampoco pueden detener una decisión de esta naturaleza, porque creo que éste no es el caso, ya que aquí nadie va a demostrar que es más integracionista que otros.

En ese sentido, debo señalar que a pesar de la decisión de los miembros de la mayoría y también de los razonados fundamentos de los congresistas de la oposición en el debate del día de hoy, voy a votar en contra de esta propuesta legislativa. Es más, el pueblo de Loreto se encuentra actualmente muy preocupado por este tema, hay un ambiente muy caldeado en esa zona del país, señor Presidente. No se puede entonces ignorar la voluntad de ese pueblo, porque, para bien o para mal, el pueblo de Loreto está esperando una decisión; ni se puede pretender que aquí, entre cuatro paredes, vayamos a definir las consecuencias de una decisión.

Por eso, señor Presidente, nosotros vamos a hacer un seguimiento respecto de esta materia. Pero no hemos hablado todavía del Tratado de Comercio y Navegación, que para mí es un tema mucho más delicado que el que estamos tratando y sobre el cual también vamos a hacer el seguimiento debido.

Por eso, señor Canciller de la República, señor Presidente del Consejo de Ministros, señor Ministro de Defensa, espero que todos...

El señor PRESIDENTE.— Su tiempo ha concluido en exceso, señor Zumaeta Flores. La Presidencia le concede un minuto para que pueda finalizar su intervención.

El señor ZUMAETA FLORES (PAP).— Tengo los cinco minutos de mi colega Morales Costa. No se preocupe, señor Presidente.

Por eso debo decir, bajando un poco los ánimos antes de tomar esta decisión, que los ciento veinte parlamentarios somos peruanos, creemos en la patria y queremos una solución definitiva sobre el problema de la frontera norte. Es más, cual sea el texto que apruebe el Congreso ecuatoriano, también encasillará a los garantes y finalmente este proceso se entrampará cuando haya dos resoluciones: la del Perú y la del Ecuador. ¿Sobre qué fallarán los garantes? Y si se entrampa la decisión de los garantes, ¿vendrá la guerra?

Entonces, creo que hay que ser mucho más serios en la decisión que tomemos el día de hoy, el mundo no se va a acabar, ésta será una decisión más y se continuarán las conversaciones; pero eso sí, siempre pensando en que hay que defender la soberanía nacional.

Muchas gracias, señor Presidente.

El señor PRESIDENTE.— Puede hacer uso de la palabra el señor Castillo Chirinos.

El señor CASTILLO CHIRINOS (CODE-AP).— Presidente: En la experiencia que pude lograr a lo largo de mi vida, he aprendido que no se pueden celebrar pactos, acuerdos, convenios ni contratos si no están precisados con meridiana claridad los alcances, objetivos y propuestas que comprometan a las partes; y esto ocurre hasta en hechos intrascendentes.

Por eso es que el día de ayer, cuando efectué mi intervención, sostuve al final, no obstante que se cortó el audio porque se cumplió el tiempo que se me había concedido, que iba a votar en contra del tema en debate si no se establecían reglas de juego claras y transparentes en este asunto de tantísima trascendencia para nuestro país.

La resolución legislativa enviada por el Poder Ejecutivo hace referencia a un procedimiento; pero ese procedimiento no existe ni siquiera, por el mínimo respeto a este Congreso, como una adenda o como un anexo de esta propuesta de resolución legislativa.

Existe ambigüedad en la propuesta, puesto que el Canciller ha adelantado la posibilidad de que habrá un parque ecológico o un monumento conmemorativo en la zona; a lo cual se suma la propuesta de crear dos Centros de Comercio y Navegación —porque así se califican o así se denominan—, cuya ubicación se precisará más adelante. Vale decir, señor Presidente, que en estos términos sería absurdo que un peruano con un mínimo de dignidad y de respeto por lo que le ocurra a su Patria pueda adherirse a esta propuesta tan incierta.

Esto me obliga a decir que, no obstante las tantísimas horas de debate transcurridas, ha habido una postura indeclinable e invariable de parte de quienes siguen siendo dueños de la verdad, es decir, de parte de la mayoría que representa a este gobierno y que por tradición nos ha acostumbrado a que siempre tengamos que aceptar las imposiciones que vienen desde Palacio de Gobierno, para que aquí en este Congreso solamente nos limitemos a aprobarlas.

¿Quién, Presidente, podría estar en contra de la integración? Ése es un tema tan antiguo como que los peruanos reclamamos descentralización; sin embargo, aquí en el Perú no se ha dado ningún atisbo serio de descentralización, como que tampoco se ha dado progresos importantes o definitivos en la propuesta o en la posibilidad de por lo menos lograr la autointegración de nuestro país y la integración de nuestros pueblos, muchos de los cuales siguen viviendo aislados precisamente porque no ha habido una política integracionista para poder unir a nuestros propios pueblos.

Claro que hay un argumento de peso, histórico si se quiere, que reclama y demanda que haya una integración en nuestro país, una integración subregional o regional, que de repente puede ir más allá; pero creo que esto tiene que forjarse a partir de propuestas serias y responsables.

¿Quién no va a estar a favor de la paz? ¿Quién va a estar a favor de la guerra?, cuando sabemos las calamidades y el drama que provocan a quienes conciertan o concluyen en ir a un enfrentamiento armado. La guerra, indudablemente, es el peor enemigo del progreso y del desarrollo de los pueblos. Pero realmente no creemos que en un país como el nuestro pueda haber siquiera la posibilidad de avanzar con verdadero criterio hacia un análisis de lo que efectivamente representa posibilitar el logro de una paz con dignidad.

Hay en este Congreso y en el país una total falta de apertura democrática, Presidente. Hoy día quienes defienden ardorosamente su posición en favor del sí, se olvidan que durante todo el tiempo que este Congreso nos cobija solamente ha habido comportamientos antidemocráticos y autocráticos que no nos han invitado a llevar adelante la posibilidad de un buen entendimiento; porque es difícil que en un país donde hay un gobierno autocrático se pueda pretender llevar el tema que hoy estamos discutiendo a un debate nacional. Porque, indudablemente, ello constituiría un pecado para este gobierno, como también constituye un pecado el que nosotros le reclamemos al Presidente Fujimori que venga aquí a este Parlamento en honor a la situación de gobernante que ocupa gracias al sistema democrático, que lamentablemente no ha logrado fortalecerse en el país.

Señor Presidente, yo quiero rendir culto a la sangre de nuestros héroes; pero creo que para eso tenemos que pensar en negociar, con el fin de poner muy en alto el honor y la dignidad de nuestra Patria. Si hay un camino viable para nuestros pueblos, ojalá que este camino no nos conduzca a un futuro impreciso, sino que nos garantice un destino mejor para nuestros hijos, que Dios quiera vivan mejor que nosotros, pero en una Patria digna en donde se respeten los altos intereses de la Nación.

Por mi parte, felicito a los colegas que por mandato de su conciencia sostienen y defienden fervorosamente su posición en favor de la propuesta que estamos discutiendo en estos momentos; pero también censuro la conducta de quienes a cambio de un favor político, de una dádiva o de algún servicio recibido generosamente del gobierno, o que de repente por salvaguardar sus intereses personales comprometen este destino que nosotros queremos más digno para todos los peruanos.

De la misma manera, reclamo y exijo que se respete la opinión de quienes, también por mandato de nuestra conciencia y de lo que consideramos un deber patriótico, no estamos de acuerdo con la tesis que se está debatiendo.

Realmente nos preocupan las causas que han provocado, como a muchos colegas les ha preocupado, el alejamiento de la Cancillería del doctor Ferrero Costa. Ojalá que este alejamiento no haya sido provocado por la voluntad, que algunos peruanos percibimos en el gobierno, de querer hacer —posiblemente— concesiones que resultarían indignas para el orgullo nacional.

Muchas gracias, señor Presidente.

El señor PRESIDENTE.— Puede hacer uso de la palabra el señor Barrón Cebreros.

El señor BARRÓN CEBREROS (PPC).— Presidente: Es la primera vez que voy a hacer uso de la ayuda escrita para poder expresar mis ideas con mayor claridad. Lo dije ayer y lo ratifico hoy, Presidente.

La consulta planteada por el Poder Ejecutivo al Congreso de la República no tiene carácter técnico ni político y ni siquiera carácter jurídico. Y no lo es por el simple hecho de que la propuesta no contiene materia técnica que debatir, tampoco contiene materia política, y aquel que pretendiera obtener réditos o provecho político de ella, estoy seguro que será sancionado por la opinión pública con la mayor severidad. Como tampoco contiene materia jurídica, pues se nos pide confianza y fe en lo que en un futuro cercano los presidentes de cuatro países hermanos y amigos habrán de resolver en favor de la paz y de la seguridad jurídica.

Por eso, en las sesiones matinal y vespertina del día de ayer, formulé diversas preguntas a nuestro Canciller, antiguo amigo y profesor, preguntas ellas vinculadas todas con precisión y claridad al tema demarcatorio y también a las cuestiones extraprotocolo, que aunque no esté en contravención al mismo sí habrán de ser de alguna manera resueltas a fin de otorgar cierta equidad, pienso yo, en favor del Ecuador.

Con respeto, pero también con firmeza, indicó que no se me ha respondido a ninguna de esas interrogantes. He tenido entonces que recurrir a la ayuda de historiadores, filósofos y escritores, a quienes he consultado en sus libros sus opiniones respecto a lo que podría ser una propuesta de respuesta; y a su vez, a lo propuesto por el Poder Ejecutivo.

Algunas de esas lecturas me recordaban la página negra de la historia peruana en la que hace referencia al Tratado de García Herrera, del 2 de mayo de 1890. En ella, nuestro joven y noble Canciller de aquel entonces, Arturo García, firma en Quito un tratado en virtud del cual, de manera absolutamente desfavorable e inaceptable para el Perú, le da salida soberana y territorial al Marañón al país del norte, cede la provincia de Tumbes; como gran cosa, no entrega Jaén, pero cede la región entonces conocida como Los Canelos y también gran parte de la entonces conocida Comandancia General de Maynas.

Sigue así la línea que estableció el libertador Simón Bolívar, que aunque muchos crean lo contrario, en materia territorial con el país del Ecuador, no fue ni mucho menos favorable en su tesis al Perú.

También se me ha recordado en esas lecturas, la epopeya gloriosa de las Fuerzas Armadas del Perú, comandada en ese entonces —me refiero al año 1859— por el general moqueguano Ramón Castilla. En aquella oportunidad y ante la increíble e inaceptable pretensión del Ecuador de haber cedido parte del territorio peruano para pagar deudas con el imperio británico, no tuvo más remedio, muy a su pesar y con el consentimiento de este Congreso, que declararle la guerra al Ecuador, a fin de restablecer la vigencia territorial del Perú. Guerra ésta que concluyó con el Tratado de Mapasingue, celebrado en Guayaquil.

Pero más allá de la cita histórica y territorial, quería hacer referencia a aquello que dice la crónica de los diarios de Guayaquil. Por ejemplo, La Estrella de Guayaquil, en su edición del 25 de enero de 1860, habla de "Viva el Perú generoso", merced a los regalos y a las donaciones que sin esperar la consulta con el gobierno de Lima y con el Parlamento limeño se había visto obligado a hacer el general Ramón Castilla. Entregó en ese entonces 3 000 fusiles belgas, llamados entonces de aguja, 24 000 pertrechos balas, 4 barriles de pólvora, 33 000 fulminantes, 3 000
uniformes, 3 000 uniformes de parada, 3 000 pares de botas, etcétera. En lugar de hacerle pagar el costo de la guerra al Ecuador, el Perú —país vencedor— le acabó haciendo donativos, que el pueblo entonces del Ecuador supo valorar y agradecer al gobierno del Perú en la persona del gran Mariscal Ramón Castilla.

Quienes realmente me quieren bien —como dijo acertadamente Lourdes Flores en la mañana de hoy—, como son los miembros de mi familia, me han ayudado a reflexionar poniendo siempre y antes que todo los intereses del Perú.

He pedido también ayuda, obviamente, a nuestro Creador para que pueda iluminarme no sólo a mí, sino a todos los colegas hoy. Pero esto quiere decir que en esta hora crucial para el Perú en la que estamos obligados todos los parlamentarios a emitir votos de conciencia, fruto del diálogo exclusivo entre nuestra conciencia y Dios, hay algunos colegas de la mayoría, al igual que algunos editoriales de diarios y revistas recientes el día de hoy, que se han pronunciado a favor del voto de confianza a la propuesta del Poder Ejecutivo, pidiéndole de esta manera a los parlamentarios peruanos que asuman el riesgo histórico en las puertas del tercer milenio.

Nadie de la mayoría ni del gobierno me ha pedido en lo personal que los acompañe con mi voto, tampoco lo ha hecho ninguno de los colegas de la oposición; más bien, agradezco que hayan respetado mi independencia de criterio, porque no habría aceptado ni presión ni forma de solución que no sea el fruto de mi conciencia para hoy emitir un voto.

Presidente, en la Encíclica Populorum Progressio, en mayo del año 1977, su Santidad Pablo VI dijo señeras palabras que hasta hoy golpean la conciencia de gobernantes y gobernados; dijo en aquel entonces: "El desarrollo es el nuevo nombre de la paz".

Y aun a sabiendas de que no se nos ha proporcionado toda la información requerida y necesaria para tomar una tan trascendente decisión; aun a sabiendas de que se nos está ocultando parte importante de los acuerdos, que estoy seguro ya han sido, sino concertados, sí apalabrados, en el término exacto de la palabra, entre nuestro gobernante y el del Ecuador; aun a sabiendas de que la mayoría oficialista del Parlamento no va a saber valorar el gesto generoso de aquellos que entregan sin pedir nada a cambio; aún con las dudas y suspicacias que me da el haber escuchado ayer y hoy en la televisión y la radio, provenientes del Ecuador, noticias altamente preocupantes, como aquélla del ex Presidente del Congreso Heinz Moeller Freile, en la que dice: "Si en el Perú están tan optimistas y favorables a la tesis de los cuatro garantes, algo tenemos que temer y algo tenemos que esperar de malo para el Ecuador".

Aun a sabiendas de que este voto favorable, que hoy seguramente va a otorgar el Congreso a la propuesta del Poder Ejecutivo, puede no servir realmente a la causa de la paz por la impertinencia, por la imprudencia y la contumacia de la que puede ser otra vez víctima el pueblo y el gobierno del Ecuador; y esperando que parte importante de aquellos recursos económicos a los que tanto se ha hecho referencia hoy, que habrán de ser liberados de la paz armada en la que hoy vivimos para ser destinados al desarrollo nacional; esperando —digo— que sean destinados estos recursos para honrar la deuda impostergable, urgente y necesaria que tienen tanto el Estado Peruano como la sociedad en su conjunto, para con los sufridos y angustiados pero también valientes y patriotas cesantes y jubilados, mi voto será por el sí, asumiendo de esta manera parte de la cuota del riesgo histórico que hoy hacemos quienes vamos a votar a favor.

Gracias, señor Presidente.

El señor PRESIDENTE.— Puede hacer uso de la palabra la doctora Chávez Cossío.

La señora CHÁVEZ COSSÍO DE OCAMPO (C90-NM).— Presidente: "Obras son amores y no buenas razones" y "por sus frutos los conoceréis".

No basta señalar que amamos la paz, a nuestra patria, a nuestros hijos, a nuestros antepasados; no basta señalar que defendemos la democracia, los derechos humanos o que nos preocupa la situación de la mujer, de los ancianos y de los niños, porque las palabras se las lleva el viento.

La vida nos exige actuar, Presidente. Si frente a la crisis económica y al asedio del terrorismo y el
narcotráfico el gobierno y el pueblo peruano se hubieran limitado a decires o a palabras, hoy quizás no estaríamos aquí muchos de nosotros ni de nuestros seres queridos, o incluso no existiríamos como país.

Me pregunto, ¿de qué nos habría valido tanto esfuerzo para lograr la estabilización de nuestra economía, el triunfo sobre la hiperinflación y sobre el terrorismo, la reducción de la pobreza, el mayor flujo de inversiones, etcétera? ¿De qué nos valdría haber visto la luz al fondo del túnel si todo ello puede ser echado por la borda al mantenerse una situación de desentendimiento o de no cumplimiento cabal de los acuerdos internacionales?

¿Es que acaso pretendemos que los pueblos de nuestra amazonía se queden en la situación de postración que hoy padecen? ¿Es que acaso pensamos que debemos continuar gastando enormes cantidades de dinero en armas, cuando aquí y en Ecuador millones de niños, hombres, mujeres y ancianos no tienen las mínimas condiciones que su dignidad exige?

¿En nombre de qué razón o ideal podemos mantener una situación como la que actualmente existe entre Ecuador y Perú? ¿En nombre de qué razón o ideal podemos negar a nuestro país la oportunidad de dedicar todos sus esfuerzos en combatir al verdadero enemigo que es la pobreza y todas las miserias e injusticias que la generan y que ella a su vez alimenta?

Pretender venir a decirnos que el Congreso y los congresistas no tienen derecho a tomar decisiones significa despreciar un mandato recibido que debe durar cinco años y ser ejercido en forma permanente, no a sobresaltos cada vez que es fácil hacerlo. Resulta frívolo pensar en un mandato que deba de ser ejercido sólo cuando resulta fácil.

Señor Presidente, señores congresistas, de acuerdo con la Constitución que nos rige, podemos incluso modificar la misma y para ese acto tan trascendente no requerimos consultar al pueblo en caso de que tal decisión cuente con el respaldo de más de los dos tercios del número legal de congresistas en dos legislaturas ordinarias sucesivas. Es decir, 81 congresistas pueden cambiar las normas de mayor jerarquía en el país sin necesidad de consultar con la población; y ello, porque así lo han decidido expresamente los propios representantes cuando aprobaron la Constitución de 1993, ya que eso precisamente constituye el núcleo de la democracia representativa.

Señor Presidente, tal como mi madre ha querido para mí y yo quiero para mi hija, el Perú debe ser un país en el que todos sus habitantes deben tener la oportunidad de vivir en paz, sin la amenaza de una guerra, que sólo trae dolor y beneficia a los fabricantes de armas. Muchas madres no han podido lograr este anhelo, precisamente porque quienes nos antecedieron en los cargos que hoy ocupamos no pudieron o no quisieron tomar la decisión que hoy tenemos delante.

Yo saludo, señor Presidente, a quienes estando en la oposición han anunciado su voto a favor, porque no han pensado en intereses partidarios, sino en la patria común. Y a quienes aún no se atreven a tomar esa decisión, les invoco a que en estas circunstancias difíciles, como son todas aquellas trascendentes, apuesten por la paz, por el futuro del país y del mundo entero. "Obras son amores y no buenas razones".

Gracias, señor Presidente.

El señor PRESIDENTE.— Puede hacer uso de la palabra el doctor Torres y Torres Lara.

El señor TORRES Y TORRES LARA (C90-NM).— Señor Presidente: Casi al concluir esta importante reunión quisiéramos señalar algunos puntos que en nuestro criterio son fundamentales.

¿Cuál es el punto principal que debemos resolver y que nos debe preocupar? Es simplemente la colocación de los hitos en los tres sectores que están pendientes de demarcación. Ése es el problema fundamental, ése es nuestro problema permanente. Sin embargo, la respuesta también está expresada a través de los pareceres técnico-jurídicos de los países garantes, cuyas conclusiones nos han sido entregadas el día de ayer. Ahora, el problema es la ejecución más inmediata posible del acuerdo al que se ha llegado.

Efectivamente, se nos ha requerido esta decisión de darles poder a los garantes para que den solución al
problema fronterizo en el plazo más inmediato posible; pero ello no es una imposición, sino es una solicitud e igualmente debemos hacer nosotros.

Nosotros habíamos propuesto, por ejemplo, que el tiempo límite para resolver este problema fuese hasta el 31 de diciembre; pero creo que esto debe quedar como poder del Congreso: otorgar esta facultad, pero para que se cumpla a la mayor brevedad posible, tal como lo establece el artículo 7º del Protocolo de Río de Janeiro. De tal manera que, al mismo tiempo que el Congreso peruano lo considere conveniente, podría dejar sin efecto esta norma si es que el tratamiento por parte de Ecuador o por parte de los garantes se extiende.

En consecuencia, hemos explicado por qué es necesario ajustar los plazos no solamente para los garantes, sino para nosotros también; porque si extendiéramos este planteamiento indefinidamente, las condiciones podrían cambiar. Por lo tanto, debe quedar sujeto a la decisión de nuestro Congreso el hecho de que, si evaluada las circunstancias y pasado un tiempo determinado que exceda el mandato del artículo 7º del Protocolo de Río de Janeiro, este Congreso pudiera dejar sin efecto la referida disposición.

Estamos seguros de nuestra decisión que es por el sí a la autorización, Presidente. ¿Y por qué? ¿Por qué estamos seguros de ello?

1. Porque tenemos por delante el Protocolo de Río de Janeiro que no puede ser variado.

2. Porque tenemos el laudo arbitral de Braz Dias de Aguiar que tampoco puede ser variado y porque la autorización se refiere a los tres sectores que aún faltan demarcar.

3. Por los pareceres técnico-jurídicos de los países garantes, que están debidamente expresados y cuyas conclusiones nosotros tenemos.

4. Por la información dada por el propio Presidente del Ecuador el día de ayer.

5. Por la decisión del Consejo de Ministros, que ha analizado este tema detenidamente.

6. Por la decisión del Consejo Nacional de Defensa, que ha intervenido en esta acción.

7. Por la decisión del Comando Conjunto de las Fuerzas Armadas.

8. Por la decisión de 30 oficiales generales, cuyas firmas y cargos se nos ha entregado, que son precisamente quienes están en el Comando de nuestras Fuerzas Armadas.

9. Por el pronunciamiento favorable de intelectuales especializados en el tema, como el embajador Félix Denegri Luna o como quien inició positivamente este proceso el doctor Francisco Tudela, ex colega nuestro.

10. Por el pronunciamiento favorable de las entidades representativas de las empresas, tales como ADEX, CONFIEP y de la Federación de la Cámara del Oriente Peruano.

11. Por el pronunciamiento de los pequeños empresarios, como APEMIPE.

12. Por el voto a favor anunciado por la oposición.

Quiero remarcar, en este caso, nuestra opinión y nuestro aprecio por las dieciséis posiciones favorables expresadas en el curso del debate por los miembros de la oposición, fundamentando por qué, aunque discrepan del gobierno, consideran que éste es un asunto nacional y que, según ellos, esto no es afirmación para el gobierno, sino afirmación para el país y para la nación, y lo entendemos así.

Asimismo, quisiera remarcar, entre todas las intervenciones que se han efectuado en este debate, la posición de la doctora Flores Nano, quien ha evidenciado la dificultad de asumir esta decisión, pero teniendo en cuenta que la peruanidad está por delante de todas las circunstancias.

Muy bien. Después de todo esto qué debemos decir, sino atender la necesidad de responder a lo que nos exige el pueblo durante los años que han pasado. ¿Y qué quiere el pueblo al respecto? Más trabajo y menos armas, eso es lo que pide la población. ¿Por qué normalmente exige el pueblo que los garantes actúen? Porque normalmente el pueblo considera que los
garantes deben actuar. ¿Para qué están los garantes y por qué éstos no actúan? Pues bien, hoy le vamos a dar poder a los garantes para que puedan actuar.

Hemos esperado 58 años, Presidente, y aun cuando el Ecuador no cumpliera con la nueva decisión, aun así habremos capitalizado un argumento más, como bien lo ha manifestado el señor Canciller de la República.

Estamos seguros de que los garantes, y desde aquí invocamos su posición, harán honor a su palabra para garantizar el cumplimiento del Protocolo de Río de Janeiro, el Laudo de Braz Dias de Aguiar y los instrumentos complementarios. Por esa razón, el día de hoy nuestro voto será a favor de la resolución legislativa que se encuentra en debate.

Gracias, señor Presidente.

(Aplausos.)

El señor PRESIDENTE.— Finalmente, hará uso de la palabra el señor Sandoval Aguirre para dar cuenta de algunos perfeccionamientos al proyecto inicial remitido por el Poder Ejecutivo.

El señor SANDOVAL AGUIRRE (C90-NM).— Señor Presidente: Todos los señores congresistas que han deseado expresarse sobre esta materia han tenido la oportunidad de hacerlo durante las largas horas que viene durando este debate; y tal como lo manifestamos esta mañana al iniciar la sesión, hoy debemos tomar una decisión de peruanos y no de partidarios de un grupo político o de adherentes de una ideología. Eso es lo que hemos escuchado en el curso del debate, tanto por parte de los congresistas que han anunciado su voto a favor como de aquellos que han anunciado su voto en contra.

Todos quienes hemos expresado nuestros puntos de vista a favor y en contra somos peruanos, somos patriotas, deseamos lo mejor para nuestro país y lo hemos expresado en la forma que mejor creemos interpretar ese amor por la patria. Por esa razón, todos debemos sentirnos orgullosos de la decisión que tomemos hoy, porque lo hacemos con la convicción de que es lo mejor que podemos ofrecer a nuestra patria, a nuestras familias, a nuestros electores y a todos aquéllos que con su voto nos han traído a este recinto.

Quiero decirle, señor Presidente, que en la responsabilidad que ocasionalmente tenemos en el Congreso en esta legislatura, nos ha correspondido en esta oportunidad coordinar con los diversos congresistas que han expresado sus puntos de vista respecto de la forma como debería ser redactado el proyecto de resolución legislativa. Este tema también lo hemos coordinado tanto con el Canciller como con sus asesores y con especialistas en la materia.

Quiero anunciar, señor Presidente, que en este momento se viene distribuyendo a los señores congresistas el texto final que tendría este documento, es decir, la forma cómo éste ha quedado redactado.

En primer lugar, se le está dando forma al texto final que tendrá la resolución legislativa, en la cual se han efectuado pequeñas variaciones al inicio de cada uno de los párrafos.

Por ejemplo, en el primer párrafo donde dice: "Es de importancia vital, etcétera"; el texto final dirá: "Que es de importancia vital, etcétera", porque en la parte considerativa se reemplaza la expresión "Atendiendo a que" por el vocablo "Considerando" y se inserta la palabra "Que" al inicio de cada uno de los párrafos.

En el párrafo sexto, señor Presidente, a solicitud de un señor congresista, se hace una pequeña adición en la redacción y ahora ese párrafo dirá: "Esta situación de controversia —aquí viene la adición— no obstante la histórica voluntad de paz que ha caracterizado al Perú" y continúa el texto de la propuesta original.

En el párrafo noveno, después de: "El artículo séptimo del Protocolo de Río de Janeiro prevé que...", se transcribe el texto del artículo 7º del Protocolo.

(Intervenciones fuera de micro).

Sí, me estoy refiriendo al párrafo noveno de la parte considerativa.

Según parece, ustedes ya han recibido la versión final de la propuesta.

Me estoy refiriendo al párrafo noveno de la parte considerativa, que voy a explicar nuevamente, el cual se encuentra en la segunda página, cuarto parágrafo. Voy a referirme a él, porque parece que han entregado otro documento distinto del que yo había solicitado; mejor dicho otra versión, cuyo texto es el mismo, sino que ya no tiene numerales, como ustedes habrán podido advertir.

Decía que en el párrafo noveno, después de: "El artículo 7º del Protocolo de Río de Janeiro prevé que...", se transcribe el texto del artículo 7º del Protocolo de Río de Janeiro, que dice: "Cualquier duda o desacuerdo que surgiere sobre la ejecución de este Protocolo, etcétera". En todo caso, les ruego que lo vean en la parte considerativa del texto con que iniciamos el debate.

Luego, en el párrafo decimotercero, que se encuentra en la tercera página, se ha incorporado un parágrafo adicional, cuyo texto dice: "Siendo aspiración del Perú superar las discrepancias históricas que han enfrentado a países hermanos, con la finalidad de afrontar el reto de la integración económica, política, social y cultural de las naciones de América Latina y luchar mancomunada y prioritariamente por la paz y contra el subdesarrollo y la pobreza". Ésa es una adición que ha sido incluida a solicitud de un grupo de señores congresistas.

En la parte resolutiva, el artículo 1º ahora tendrá la redacción siguiente: "Aprobar el procedimiento planteado por los Países Garantes y presentado por el Poder Ejecutivo, a fin de permitir el concurso de los mismos en la solución de las discrepancias respecto de los tramos pendientes de fijación en el terreno de la frontera terrestre común, conforme a los instrumentos jurídicos constituidos por el Protocolo de Río de Janeiro, el laudo de Braz Dias de Aguiar y otros complementarios, así como por los desarrollos registrados en el curso del proceso iniciado con la Declaración de Paz de Itamaraty."

Como ustedes podrán advertir, en ese texto hay una mayor precisión que la que había en el artículo 1º del proyecto original, el cual ha sido coordinado con varios señores congresistas que han manifestado su interés en esta materia y que incluso han solicitado las modificaciones que estamos anunciando.

El artículo 2º, señor Presidente, no ha sido modificado en relación con el texto de la propuesta original.

Y el artículo 3º, es precisamente el que ha anunciado el colega Carlos Torres y daré lectura al mismo:

"La aplicación del procedimiento a que se refiere el artículo 1º, deberá realizarse "dentro del plazo más breve que sea posible" conforme lo señala el artículo 7º del Protocolo de Paz, Amistad y Límites de 1942.

En el caso de que por cualquier razón el Congreso Peruano considere que para la solución de las discrepancias el plazo transcurrido ha excedido el criterio a que se refiere el párrafo anterior más allá de lo razonable, podrá dejar sin efecto la autorización extendida en esta resolución."

Señores congresistas, ésas son las modificaciones que se plantean al texto del proyecto original, que son producto de las propuestas efectuadas por los señores congresistas durante los dos días de debate que hemos tenido y que obviamente han sido coordinadas con el señor Canciller de la República y con sus asesores.

Con esto, señor Presidente, solicito que en atención a lo propuesto y a las modificaciones efectuadas, tenga usted a bien, cuando lo estime conveniente, someter a consideración de los señores congresistas la aprobación de la presente propuesta mediante votación nominal.

Muchas gracias.

El señor PRESIDENTE.— Para una precisión, puede hacer uso de la palabra el doctor Grados Bertorini.

El señor GRADOS BERTORINI (UPP).— Señor Presidente: Agradezco al señor Canciller de la República, doctor Fernando de Trazegnies Granda, la respuesta que nos dio respecto a aquello que constituía mi principal preocupación.

Reitero mi adhesión al procedimiento seguido para obtener la demarcación de nuestro territorio; pero mantengo mis dudas respecto a si en la reunión de Oporto se van a presentar, como documentos ya aprobados por el Perú, aquellos otros que se refieren Tratado de Comercio y Navegación y al de Integración
Fronteriza, puesto que en ese caso estaríamos prescindiendo de un hecho muy importante.

No me estoy refiriendo de la ratificación posterior, sino a la necesidad de que estos documentos se presenten simultáneamente, porque eso es lo que resulta de todos los acuerdos que vienen desde la Declaración de Itamaraty hasta el Acuerdo de Santiago y como también lo solicita en su carta el señor Presidente del Brasil.

De tal manera que, con todo sentimiento, a pesar de que podría estar de acuerdo con que se permita el concurso de los países garantes, tendría que abstenerme de votar, señor Presidente.

Muchas gracias.

El señor PRESIDENTE.— Puede hacer uso de la palabra el señor Forsyth Mejía.

El señor FORSYTH MEJÍA (UPP).— Señor Presidente: Voy a esperar un instante a que concluya su conversación el señor Sandoval.

Congresista Sandoval, es simplemente para una cuestión de forma.

En el segundo considerando, donde dice: "Que, con relación a dicha frontera los dos países firmaron en 1942 el Protocolo de Paz, Amistad y Límites de Río de Janeiro, que fue ratificado por los Congresos de...", quiero aclarar que los Congresos no ratifican los tratados sino los aprueban, el que ratifica el tratado es el Jefe del Estado, es decir, el Presidente de la República. Por lo tanto, ahí habría que reemplazar el término "ratificado" por "aprobado".

Ahora, a través de la Presidencia, congresista Sandoval, en la parte final de ese mismo párrafo dice: "que fue ratificado por los Congresos de Ecuador y Perú", nosotros como peruanos no tenemos por qué adecuar los nombres de dichos países a un orden alfabético; en consecuencia, esa parte final tendría que decir: "que fue aprobado por los Congresos del Perú y Ecuador", que es la misma fórmula que utilizamos en los diferentes párrafos de esta propuesta.

Y termino con el punto 3.2. del último artículo, en el que simplemente hay un problema de elemento explicativo que debe considerarse no entre comillas, pero sí entre comas. El punto 3.2., dice textualmente: "En el caso de que —ahí debe ponerse una coma— por cualquier razón —aquí la otra coma— el Congreso peruano considere, etcétera"; de modo que el concepto "por cualquier razón" quede efectivamente individualizado.

Eso sería todo, señor Presidente.

El señor PRESIDENTE.— Puede hacer uso de la palabra el señor Sandoval Aguirre.

El señor SANDOVAL AGUIRRE (C90-NM).— Señor Presidente: El señor Forsyht Mejía tiene razón, en el párrafo segundo de los considerandos debería ponerse lo que él ha sugerido, es decir, que no se diga "ratificado" sino "aprobado"; y efectivamente, el orden de los países debe ser a la inversa, esto es, "por los Congresos del Perú y Ecuador".

Respecto al punto 3.2. del artículo 3º también le damos la razón al señor Forsyth Mejía, aceptamos la sugerencia de considerar entre comas la expresión "por cualquier razón" en el referido artículo.

Asimismo, aprovechamos la ocasión para corregir un error de índole formal que ha advertido el señor Blanco Oropeza, en el sentido de que en el artículo 1º de la parte resolutiva se habla del Protocolo de Río de Janeiro de 1942, mientras que en el artículo 3º se habla del Protocolo de Paz, Amistad y Límites de 1942. Considerando que el nombre formal es precisamente Protocolo de Paz, Amistad y Límites, deberíamos concordar ambos artículos con dicha denominación.

De igual forma, debemos hacer notar que, cumpliendo con una normatividad que dimos en este Congreso no hace mucho tiempo, a cada artículo de la parte resolutiva del texto final le estamos añadiendo su correspondiente sumilla, esto es, al artículo 1º: Objeto de la Resolución; al artículo 2º: Aprobación de otros Instrumentos Internacionales; y al artículo 3º: Plazo para la aplicación del procedimiento.

Estas modificaciones que son importantes pero no sustanciales, apreciaría que las haga notar usted, señor Presidente, como correcciones válidas que deberían de tomarse en cuenta, para luego pasar a votación
nominal, tal como ha sido solicitado por varios señores congresistas.

Muchas gracias, señor Presidente.

El señor PRESIDENTE.— Antes de someter a consideración de los señores congresistas la aprobación de la propuesta legislativa mediante votación nominal, vamos a invitar a hacer uso de la palabra al señor Ministro de Relaciones Exteriores, doctor Fernando de Trazegnies Granda, para sus palabras finales; y posteriormente al señor Presidente del Consejo de Ministros, ingeniero Alberto Pandolfi Arbulú.

El señor MINISTRO DE RELACIONES EXTERIORES, doctor Fernando de Trazegnies Granda.— Si me permite, señor Presidente, antes quisiera responder a la pregunta que me ha formulado mi amigo el doctor Grados Bertorini.

Sobre ese particular, debo decirle que esos dos textos no forman parte del procedimiento propuesto y que hasta donde yo tengo entendido, lo único que nosotros vamos a presentar en Oporto va a ser la aceptación por parte del Gobierno peruano y del Congreso de la República de dicho planteamiento.

Señor Presidente, señoras y señores congresistas: Ha llegado a su término la consideración, por parte del Pleno del Congreso Nacional, de la solicitud del Gobierno para aprobar el procedimiento sugerido por los Jefes de Estado de los países garantes en su comunicación de 10 del presente, a fin de superar el estancamiento de las conversaciones peruano-ecuatorianas.

En ese intenso y exhaustivo intercambio de criterios y opiniones producidos a lo largo, iba a decir de casi dos días, pero debo decir casi de tres días, espero haber cumplido mi propósito de proporcionar a la Representación Nacional los elementos suficientes para que adopte la decisión que estime pertinente.

Los señores congresistas, con énfasis, han señalado repetidamente que la determinación que tomarán hoy será histórica y decisiva, y yo comparto plenamente esa convicción.

Creo que es histórica porque, de ser favorable el pedido del concurso a los garantes, constituirá la forma de determinar definitivamente 56 años de recelos, desencuentros, tensiones y conflictos armados entre los pueblos del Perú y del Ecuador.

Algunos de los señores congresistas han puesto de relieve que este problema se remonta incluso mucho más atrás, hasta los albores de nuestra independencia; lo cual significa que la decisión de hoy día puede aliviarnos de una carga que soportamos desde hace 150 años. Es importante visualizar claramente lo que significa este período de tiempo.

El problema de fronteras con Ecuador ha tenido más duración que el Imperio Incaico, al que los historiadores le atribuyen entre 70 y 140 años. No cabe duda, pues, de que la solución de este problema abre las puertas a una nueva época histórica. Y esa nueva época se caracterizará por una auténtica conciencia de todos los países americanos, de que somos hermanos no simplemente en sentido retórico, sino porque tenemos un punto de vista común frente al mundo, porque juntos luchamos contra los únicos enemigos verdaderos que son la miseria y el subdesarrollo, fundando nuestra unidad en un pasado que alimenta a una cultura común y en un futuro que queremos compartir solidariamente

Hoy he escuchado, señor Presidente, a dos congresistas de bancadas diferentes, los señores Francisco Pardo Mesones y Harold Forsyth Mejía, describir una América Latina activamente unida, que hasta hace poco hubiéramos considerado un sueño inalcanzable y que ahora vemos que es una realidad tangible que espera delante de nosotros.

De esta manera, el problema centenario entre el Perú y el Ecuador no terminará con vencedores ni vencidos, sino con la victoria de ambos países ante la historia y con el triunfo de América Latina, que en esta forma demuestra al mundo la madurez que ha alcanzado y que le permite asumir decididamente un papel liderante en la vida de la humanidad.

Y creo que la determinación de hoy es decisiva, porque permitirá consolidar nuestra heredad territorial completando la demarcación de la frontera, conforme a la posición jurídica que ha mantenido el Perú invariablemente.

Señor Presidente, señores congresistas, la aprobación del procedimiento planteado por los garantes no es un cheque en blanco que conceda la facultad de interpretar o contradecir el Protocolo de Río de Janeiro de 1942; por el contrario, se trata de hacer efectiva la garantía para que se ejecute la demarcación pendiente de plena conformidad con el Protocolo de Río de Janeiro, con el Laudo de Braz Dias de Aguiar y con los pareceres jurídico-técnicos de los expertos de los propios países garantes.

Hoy, tenemos que optar entre quedar atrapados en el inmovilismo o concluir un proceso laboriosamente construido, para asegurar la paz definitiva y así poder concentrarnos en desarrollar un mejor futuro para todos los peruanos.

Éste es el interés nacional sobre el que los Poderes Ejecutivo y Legislativo tienen que asumir valientemente su responsabilidad, ya que requiere del más amplio consenso y compromiso.

Reiteremos a través de ese voto nuestra vocación de paz y nuestra convicción en la validez, solidez y rigor de nuestros derechos.

Pienso que el mayor homenaje que podemos rendir a los jóvenes peruanos que se han sacrificado heroicamente en defensa de nuestro territorio no es perennizar las condiciones que los llevaron a caer por la Patria y que pueden llevar quizá a que nuestros hijos tengan que inmolarse también, porque nosotros no supimos que encontrar la forma de solucionar racional y pacíficamente nuestras discrepancias.

Y la posibilidad de guerra no es abstracta ni alarmista. El 10 de agosto pasado —debo decirlo— estuvimos al borde de la guerra; y fue detenida diplomáticamente, cuando los dedos estaban en los gatillos y las miras de los fusiles habían tomado como blanco los pechos de los jóvenes del país contrario. Y esto puede volver a ocurrir en cualquier momento.

Creo, señor Presidente, que es preciso reconocer el valor de nuestros soldados caídos en el ejercicio del deber; pero el mejor homenaje a los caídos por la Patria es terminar la demarcación de la frontera, de manera que su generoso y patriótico sacrificio no sean en vano, sino que constituya un hito heroico en el camino del reconocimiento de nuestra frontera.

Muchas gracias, señor Presidente.

El señor PRESIDENTE.— Puede hacer uso de la palabra el señor Presidente del Consejo de Ministros, ingeniero Alberto Pandolfi Arbulú.

El señor PRESIDENTE DEL CONSEJO DE MINISTROS, ingeniero Alberto Pandolfi Arbulú.— Señor Presidente del Congreso de la República, señoras y señores congresistas: Hemos participado de una amplia discusión sobre un tema fundamental para los destinos del país: La posibilidad de alcanzar un acuerdo global y definitivo a nuestras diferencias con el Ecuador en el marco del Protocolo de Río de Janeiro, del Laudo de Braz Dias de Aguiar y de sus instrumentos complementarios.

Estamos, pues, en presencia de una oportunidad histórica. Hoy nos encontramos más cerca que nunca de alcanzar una solución definitiva que termine con más de un siglo de desconfianza y resentimiento entre dos pueblos unidos por culturas y tradiciones comunes. Hoy está a nuestro alcance dar un paso trascendental, un paso que nos conduzca a un futuro distinto en nuestras relaciones con el Ecuador, que se caracterice por el diálogo, la cooperación y la integración en mutuo beneficio para ambas naciones.

Sin duda, los resultados de casi cuatro años de conversaciones con el Ecuador, bajo el liderazgo y conducción dedicada del señor Presidente de la República, han sido positivos y convenientes para el Perú, y positivos y conveniente para la paz.

Es justo por ello hacer también un singular reconocimiento al excelente trabajo cumplido por los ex cancilleres Francisco Tudela y Eduardo Ferrero, así como al trabajo desplegado por el actual responsable de la Cancillería, Doctor Fernando de Trazegnies Granda.

Asimismo, debemos de resaltar el apoyo eficiente y profesional de nuestro Servicio Diplomático, como también de aquellas personas que integraron la delegación peruana y las comisiones que negociaron con el Ecuador. Del mismo modo, debemos destacar
de manera muy especial la labor profesional, patriótica y pacifista de nuestras Fuerzas Armadas, auténticas garantes de nuestra soberanía nacional e integridad territorial.

Este reconocimiento deseo extenderlo también a la Iglesia Católica, a los gremios y a los medios de comunicación, los cuales vienen teniendo una participación muy positiva en este proceso.

Es también oportuno en esta ocasión expresar el aprecio y reconocimiento de los peruanos a la buena voluntad y al compromiso de los Jefes de Estado de los países garantes, presidentes Clinton, Cardoso, Menem y Frers, al prestar su invalorable y algunas veces decisivo concurso para alcanzar los objetivos de paz y amistad que perciben los pueblos del Perú y el Ecuador.

Tenemos la convicción de que este amplio diálogo democrático ha servido para que el Congreso de la República, y por su intermedio el Perú en general, haya tenido la oportunidad de conocer los términos de los dos proyectos de Tratado de Comercio y Navegación y de Integración Fronteriza, y así percibir el absoluto respeto de los mismos a la soberanía nacional y a los términos del Protocolo de Río de Janeiro.

En efecto, como ha explicado el Ministro de Relaciones Exteriores, el proyecto de Tratado de Comercio y Navegación establece facilidades al Ecuador al amparo de lo dispuesto por el artículo sexto del Protocolo de Río de Janeiro. Ninguna de esas facilidades en forma alguna afecta a la soberanía y jurisdicción que ejerce y seguirá ejerciendo el Perú en todo su territorio.

Asimismo, y en estricto cumplimiento del Protocolo de Río de Janeiro, se han logrado resultados finales en materia de integración fronteriza, que se plasman en el proyecto de acuerdo que conoce la opinión pública. Estos instrumentos internacionales, de conformidad con el artículo 56º de la Constitución, serán sometidos a aprobación del Poder Legislativo previamente a su ratificación.

El amplio diálogo también ha permitido conocer que la propuesta que harán los países garantes, en virtud del procedimiento debatido, no podrá sino ratificar y consolidar nuestros derechos soberanos en el marco del Protocolo de Río de Janeiro, del fallo de Braz Dias de Aguiar y los demás instrumentos complementarios.

Señor Presidente, señoras y señores congresistas, hoy los peruanos debemos dar un ejemplo de unidad en torno a un tema de interés nacional. Sólo una visión del futuro hará posible la paz definitiva con el Ecuador; y con ello llegará el diálogo, la concordia y el entendimiento entre los dos países.

De esta manera removeremos también los gravitantes obstáculos que han venido frenando el desarrollo de nuestra zona de frontera, en especial de la amazonía, dando paso a una nueva percepción del espacio fronterizo nacional, que no tendrá que conciliar las prioridades del desarrollo con los condicionamientos externos que el celo y la suspicacia vecina nos han impuesto hasta ahora.

La solución definitiva de las diferencias con el Ecuador permitirán implementar, sobre bases seguras y estables, políticas de desarrollo de largo plazo en la zona de frontera, promoviendo así el ingreso de nueva y mayor inversión y el destino de recursos adicionales para la satisfacción de las necesidades básicas en beneficio de la población, en especial de aquella más pobre.

La decisión ante la cual nos encontramos nos exige dejar de lado cualquier interés político o partidario y pensar en términos de país, en términos de unidad nacional. La decisión histórica que hoy el destino nos demanda es una cuestión de Estado; por ello no puede ni debe generar ganadores ni perdedores. No hay ni debe haber réditos políticos cuando estamos hablando de los destinos de nuestro país. El gobierno no busca ni espera beneficios políticos, sino sólo cumplir con las obligaciones que la historia y el pueblo le exigen. En caso de alcanzar el éxito que todos deseamos, éste será pues el éxito de todos los peruanos.

Hoy la historia ha puesto al alcance de nuestras manos la posibilidad de cumplir con la obligación que tenemos con las generaciones futuras, brindándoles un país en el cual puedan vivir en una atmósfera de paz, seguridad y dignidad. Optemos pues por la paz definitiva y contribuyamos así a superar definitivamente el recelo entre los dos países.

Estoy seguro de que la mayoría del pueblo peruano comparte este anhelo; por ello tengo la convicción que hoy el Congreso de la República dará una lección histórica votando por la paz y aprobando la resolución legislativa propuesta por el Poder Ejecutivo.

Muchas gracias.

(Aplausos.)

El señor PRESIDENTE.— Señores congresistas, todo ha sido dicho, la Presidencia no tiene nada más que agregar; por consiguiente, vamos a pasar a la votación nominal de la propuesta.

Se va a pasar lista para computar el quórum que establece el Reglamento.

—El RELATOR pasa lista para verificar el quórum correspondiente.

El señor PRESIDENTE.— Han contestado a la lista 114 señores congresistas.

Antes de proceder a votar, se va a dar lectura a la parte resolutiva de la propuesta.

El RELATOR da lectura:

"El Congreso de la República;

Ha dado la Resolución Legislativa siguiente:

Artículo 1º.— Objeto de la Resolución.

Aprobar el procedimiento planteado por los países garantes y presentado por el Poder Ejecutivo, a fin de permitir el concurso de los mismos en la solución de las discrepancias respecto de los tramos pendientes de fijación en el terreno de la frontera terrestre común, conforme a los instrumentos jurídicos constituidos por el Protocolo de Paz, Amistad y Límites de Río de Janeiro de 1942, el Laudo de Braz Dias de Aguiar y otros complementarios, así como por los desarrollos registrados en el curso del proceso iniciado con la Declaración de Paz de Itamaraty.

Artículo 2º.— Aprobación de otros Instrumentos Internacionales


P E R Ú - E C U A D O R
El Acuerdo Amplio de Integración Fronteriza y el Tratado de Comercio y Navegación a ser suscritos serán sometidos al Congreso para su aprobación antes de su ratificación, de acuerdo a la Constitución y a las Leyes de la República.

Artículo 3º.— Plazo para la aplicación del procedimiento.—

3.1. La aplicación del procedimiento a que se refiere el artículo 1º, deberá realizarse "dentro del plazo más breve que sea posible" conforme lo señala el artículo 7º del Protocolo de Paz, Amistad y Límites de Río de Janeiro de 1942.

3.2. En el caso de que, por cualquier razón, el Congreso Peruano considere que para la solución de las discrepancias el plazo transcurrido ha excedido el criterio a que se refiere el párrafo anterior más allá de lo razonable, podrá dejar sin efecto la autorización extendida en esta Resolución."

El señor PRESIDENTE.— Se va a votar en forma nomimal.

Los señores congresistas que aprueben el proyecto de resolución legislativa leído se servirán manifestarlo pronunciando la palabra SÍ; los que estén en contra, la palabra NO; y quienes deseen abstenerse, así lo expresarán.

Señor Relator, sírvase pasar lista.

—El RELATOR pasa lista para los efectos de la votación.

El señor PRESIDENTE.— Se han pronunciado por el SÍ 87 señores congresistas, 26 por el NO, con una abstención.

—Señores congresistas que votaron por el SÍ: Blanco Oropeza, Salgado Rubianes de Paredes, Abanto Pongo, Aliaga Araujo, Amorín Bueno, Amurúz Gallegos, Avendaño Valdez, Barba Caballero, Barbarán Rengifo, Barrón Cebreros Bartra Gonzáles, Campos Baca, Ciccia Vásquez, Colchado Arellano, Chang Ching, Chávez Cossío de Ocampo, Chávez Serrano, Chiroque Ramírez, Delgado Aparicio, Díaz Bringas, Espichán Tumay, Espinoza Matos, Estrada Pérez,
Ezquerra Cáceres, Fernández Baca de Valdez, Fernández Bustinza, Figueroa Vizcarra, Flores Flores, Flores Nano, Forsyth Mejía, Ghilardi Alvarez, Grados Bertorini, Gutiérrez Mercedes, Heresi Abdelnour, Hermoza Ríos, Hildebrandt Pérez Treviño, Huamanchumo Romero, Jhong Junchaya, Lam Alvarez, Larrabure Gálvez, León Trelles, Lozada de Gamboa, Mantilla Campos, Martorell Flores, Matsuda Nishimura, Medelius Rodríguez, Mellado Céspedes, Morales Costa, Muñiz Ziches, Noriega Febres, Núñez Román, Pando Pacheco, Pardo Mesones, Patsías Mella, Pulgar Lucas, Quicaña Avilés, Ramos Santillán, Reátegui Trigoso, Reggiardo Sayán, Revilla Jurado, Rey Rey, Reynafarje Abensur, Rodas Díaz, Ruiz Caro Alvarez, Ruiz Dávila, Salazar Larraín, Samalvides Dongo, San Román Cáceres, Sánchez Vega, Sandoval Aguirre, Santa María, Sato Abe, Siura Céspedes, Torrejón Riva de Chincha, Torres y Torres Lara, Trelles Montero, Umezawa Yokoyama, Urrelo Guerra, Vargas Marín, Vega Ascencio, Velásquez Ureta, Velit Núñez, Vicuña Vásquez, Vidarte Correa, Vilchez Malpica, Villasante Chambi y Zevallos Ríos,

—Señores congresistas que votaron por el NO: Alva Orlandini, Baella Tuesta, Breña Pantoja, Cáceres Velásquez, Cardoso Romero, Castillo Chirinos, Cerro Moral, Coral Pérez, Chipoco Cáceda, Chirinos Soto, Donayre Lozano, Estrada Choque, Ferrero Costa, Flores-Araoz Esparza, Gamarra Olivares, Guerra-García, Lajo Lazo, Llerena Marotti, Merino Lucero, Mohme Llona, Olivera Vega, Pease García, Salazar Vargas, Townsend Diez Canseco, Velásquez Quesquén y Zumaeta Flores .

—Señor Congresista que se abstuvo:

Del Castillo Gálvez.

El señor PRESIDENTE.— En consecuencia, ha sido aprobado el proyecto de resolución legislativa.

—El texto aprobado es el siguiente:

"Resolución Legislativa de aprobación del procedimiento planteado por los Países Garantes del Protocolo de Paz, Amistad y Límites de Río de Janeiro de 1942, para los tramos pendientes de fijación en el terreno de la frontera terrestre común entre Perú y Ecuador


C O M I S I Ó N D E
El Congreso de la República del Perú;

Considerando :

Que es de importancia vital para la República que la frontera del territorio nacional con la República del Ecuador se encuentre no sólo delimitada sino completamente demarcada.

Que, con relación a dicha frontera, los dos países firmaron en 1942 el Protocolo de Paz, Amistad y Límites de Río de Janeiro, que fue aprobado por los Congresos del Perú y Ecuador.

Que el mencionado Protocolo establece que los Gobiernos de Argentina, Brasil, Chile y los Estados Unidos de América, quedan constituidos como Garantes del mismo.

Que cuando se produjo una discrepancia sobre la interpretación del Protocolo en el Sector de la Cordillera del Cóndor, las Partes decidieron someter la cuestión al arbitraje de Braz Dias de Aguiar, quien resolvió de manera definitiva la controversia estableciendo en su Laudo la línea por la que tenía que pasar la frontera.

Que, sobre la base del Protocolo y del mencionado Laudo se llevó a cabo la demarcación, colocándose los hitos correspondientes en aproximadamente el 90 por ciento de la extensión de la frontera. Sin embargo, la demarcación no pudo ser completada debido a que, antes de terminarla, la República del Ecuador objetó el Protocolo de Paz, Amistad y Límites de Río de Janeiro de 1942.

Que esta situación de controversia, no obstante la histórica voluntad de paz que ha caracterizado al Perú, dio origen en las últimas décadas a lamentables conflictos armados entre ambas Naciones, en los que perdieron la vida jóvenes peruanos y ecuatorianos.

Que, a partir del último conflicto de 1995, se vienen desarrollando conversaciones sustantivas dentro del marco del Protocolo de Paz, Amistad y Límites de Río de Janeiro de 1942, el Laudo de Braz Dias de Aguiar y demás instrumentos complementarios, a fin de culminar con la colocación de hitos dentro de un acuerdo global y definitivo. El éxito de este proceso de
conversaciones es la mejor forma de consolidar la paz entre el Perú y el Ecuador.

Que después de haberse aproximado considerablemente las posiciones de uno y otro país en la superación de las diferencias, siempre dentro del marco del Protocolo de Paz, Amistad y Límites de Río de Janeiro de 1942, en la etapa final de las conversaciones se llegó a una situación de estancamiento que hubiera podido conducir al congelamiento del proceso con el consiguiente riesgo de nuevos conflictos armados. Por ese motivo se consideró que era fundamental encontrar una salida jurídica a tal situación.

Que el artículo séptimo del Protocolo de Paz, Amistad y Límites de Río de Janeiro de 1942 prevé que "cualquier duda o desacuerdo que surgiere sobre la ejecución de este Protocolo será resuelto por las Partes con el concurso de los Representantes de Estados Unidos, Argentina, Brasil y Chile, dentro del plazo más breve que sea posible". Además, el párrafo cuarto del Acuerdo de Santiago faculta a los Países Garantes "para proponer los procedimientos más adecuados para la solución definitiva de los puntos de desacuerdo que las Partes no hayan logrado dirimir en forma directa".

Que, en aplicación de las normas citadas, los Gobiernos de los dos países han acudido a los Garantes para que presten su concurso para ayudar a superar la dificultad presente y lograr un acuerdo global y definitivo. Por otro lado, los Países Garantes han expresado su disposición para prestar su concurso a fin de que las Partes lleguen a un acuerdo, ofreciendo al Perú y al Ecuador hacer una propuesta sobre el problema surgido en la fijación en el terreno de la frontera terrestre común en aplicación del Protocolo de Paz, Amistad y Límites de Río de Janeiro de 1942. La propuesta en este procedimiento debería tener carácter vinculante y, además, la voluntad de las Partes debiera contar con el respaldo de sus respectivos Congresos.

Que esta propuesta es conveniente por cuanto el texto de la Carta de las Partes que solicita el concurso de los Garantes, como el texto de la carta de éstos de respuesta establecen con toda claridad que esa opinión deberá darse desde el punto de vista jurídico y no político. Esa perspectiva jurídica está determinada por el marco que vincula a ambos países constituido por el Protocolo de Paz, Amistad y Límites de Río de Janeiro de 1942 y por el Laudo de Braz Dias de Aguiar, así como por los desarrollos registrados en el curso del proceso iniciado con la Declaración de Paz de Itamaraty. Esta última mención incluye a los Pareceres u Opiniones de los grupos jurídico-técnicos nombrados por los propios Garantes, los que fueron emitidos en Mayo pasado.

Que, a solicitud del señor Presidente de la República, el Comando Conjunto de las Fuerzas Armadas ha informado que el procedimiento propuesto por los Países Garantes no pone en riesgo, de manera alguna, ni la soberanía ni la integridad territorial de nuestra Patria, por cuanto se ciñe al marco jurídico antes indicado.

Que, por todos estos sustentos, procede que el Congreso atienda la solicitud del Poder Ejecutivo, otorgándole su respaldo a este compromiso que asumirá en ejercicio de las facultades que le confiere el artículo 118° de la Constitución. Este respaldo no constituye exoneración de la necesidad de aprobación de los tratados internacionales antes de su ratificación que establece el artículo 56° de la Constitución ni de ninguna otra intervención del Poder Legislativo que sea exigida por la Constitución y las Leyes de la República.

Siendo aspiración del Perú superar las discrepancias históricas que han enfrentado a países hermanos, con la finalidad de afrontar el reto de la integración económica, política, social y cultural de las naciones de América Latina y luchar mancomunada y prioritariamente por la paz y contra el subdesarrollo y la pobreza.

Ha dado la Resolución Legislativa siguiente:

Artículo 1º.— Objeto de la Resolución.

Aprobar el procedimiento planteado por los Países Garantes y presentado por el Poder Ejecutivo, a fin de permitir el concurso de los mismos en la solución de las discrepancias respecto de los tramos pendientes de fijación en el terreno de la frontera terrestre común, conforme a los instrumentos jurídicos constituidos por
el Protocolo de Paz, Amistad y Límites de Río de Janeiro de 1942, el Laudo de Braz Dias de Aguiar y otros complementarios, así como por los desarrollos registrados en el curso del proceso iniciado con la Declaración de Paz de Itamaraty.

Artículo 2º.— Aprobación de otros Instrumentos Internacionales.

El Acuerdo Amplio de Integración Fronteriza y el Tratado de Comercio y Navegación a ser suscritos serán sometidos al Congreso para su aprobación antes de su ratificación, de acuerdo a la Constitución y las Leyes de la República.

Artículo 3º.— Plazo para la aplicación del procedimiento.

3.1 La aplicación del procedimiento a que se refiere el artículo 1º, deberá realizarse "dentro del plazo más breve que sea posible" conforme lo señala el artículo 7º del Protocolo de Paz, Amistad y Límites de Río de Janeiro de 1942.

3.2 En el caso de que, por cualquier razón, el Congreso peruano considere que para la solución de las discrepancias el plazo transcurrido ha excedido el criterio a que se refiere el párrafo anterior más allá de lo razonable, podrá dejar sin efecto la autorización extendida en esta Resolución.

Comuníquese, etc."

El señor PRESIDENTE.— Se va a consultar al Pleno del Congreso el pedido del señor Anastasio Vega, en el sentido de tramitar el proyecto de resolución legislativa aprobado en la presente sesión sin esperar la aprobación del Acta.

—Se acuerda tramitar el proyecto tratado en la presente sesión sin esperar la sanción del Acta.

De conformidad con el acuerdo adoptado por el Pleno, el 21 de mayo de 1998, se inserta la lista de congresistas que se encuentran presentes al finalizar la sesión

Presentes: Los señores congresistas Joy Way Rojas, Blanco Oropeza, Salgado Rubianes de Paredes, Abanto Pongo, Aliaga Araujo, Alva Orlandini, Amorín Bueno, Amurúz Gallegos, Avendaño Valdez, Baella Tuesta, Barba Caballero, Barbarán Rengifo, Barrón Cebreros, Bartra Gonzáles, Breña Pantoja, Cáceres Velásquez, Campos Baca, Cardoso Romero, Castillo Chirinos, Cerro Moral, Ciccia Vásquez, Colchado Arellano, Coral Pérez, Chang Ching, Chávez Cossío de Ocampo, Chávez Serrano, Chipoco Cáceda, Chirinos Soto, Chiroque Ramírez, Del Castillo Gálvez, Delgado Aparicio, Díaz Bringas, Donayre Lozano, Espichán Tumay, Espinoza Matos, Estrada Choque, Estrada Pérez, Ezquerra Cáceres, Fernández Baca de Valdez, Fernández Bustinza, Ferrero Costa, Figueroa Vizcarra, Flores-Araoz Esparza, Flores Flores, Flores Nano, Forsyth Mejía, Gamarra Olivares, Ghilardi Alvarez, Grados Bertorini, Guerra-García, Gutiérrez Mercedes, Heresi Abdelnour, Hermoza Ríos, Hildebrandt Pérez Treviño, Huamanchumo Romero, Jhong Junchaya, Lajo Lazo, Lam Alvarez, Larrabure Gálvez, León Trelles, Lozada de Gamboa, Llerena Marotti, Mantilla Campos, Martorell Flores, Matsuda Nishimura, Medelius Rodríguez, Mellado Céspedes, Merino Lucero, Mohme Llona, Morales Costa, Muñiz Ziches, Noriega Febres, Núñez Román, Olivera Vega, Pando Pacheco, Pardo Mesones, Patsías Mella, Pease García, Pulgar Lucas,
Quicaña Avilés, Ramos Santillán, Reátegui Trigoso, Reggiardo Sayán, Revilla Jurado, Rey Rey, Reynafarje Abensur, Rodas Díaz, Ruiz Caro Alvarez, Ruiz Dávila, Salazar Larraín, Salazar Vargas, Samalvides Dongo, San Román Cáceres, Sánchez Vega, Sandoval Aguirre, Santa María, Sato Abe, Siura Céspedes, Torrejón Riva de Chincha, Torres y Torres Lara, Townsend Diez Canseco, Trelles Montero, Umezawa Yokoyama, Urrelo Guerra, Vargas Marín, Vega Ascencio, Velásquez Quesquén, Velásquez Ureta, Velit Núñez, Vicuña Vásquez, Vidarte Correa, Vilchez Malpica, Villasante Chambi, Zevallos Ríos y Zumaeta Flores.

Ausentes con licencia: Los señores congresistas Marcenaro Frers, Chu Rubio y Reto Neyra.

Ausente: La señora congresista Díaz Díaz.

Suspendido: El señor congresista Diez-Canseco Cisneros.

El señor PRESIDENTE.— Se levanta la sesión.

—A las 02 horas y 13 minutos del día viernes 16 de octubre de 1998, se levanta la sesión.




 

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